¿Hacia un colapso mundial de las comunicaciones?

Con la aparición de noticias en los medios de comunicación sobre fenómenos naturales de gran repercusión comienzan las preguntas y dudas de la población sobre los riesgos que se corren efectivamente. La tensa calma cotidiana puede ser conmovida por un asteroide que se acerca, un terremoto o una tormenta solar. En una sociedad interconectada y cada vez más globalizada, la pregunta que todos se hacen es, ¿pueden colapsar las telecomunicaciones?

Ricardo Galeazzi es ingeniero en Telecomunicaciones y docente de Matemática, Electrónica y Electrotecnia en la UNNOBA. Galeazzi asegura que “se han dado colapsos parciales o zonales pero nunca se ha dado un colapso mundial” y considera que es “muy improbable que ocurra algo así”. Suele hablarse sobre la caída de Internet, ¿pero qué significa eso? “Internet no es un aparato, son cientos de miles de aparatos. Por su modo de trabajo, cuando un enlace no se da por un camino se puede dar por otro, es por eso que es muy improbable un apagón total”, explica.

El docente da como ejemplo lo sucedido en Chile, con el terremoto del año 2010, que provocó un colapso de las comunicaciones “por pico de demanda, que hizo que se bloqueara absolutamente todo”. Los problemas por “pico de demanda” son muy comunes en situaciones de catástrofe y se podrían evitar con una mayor presencia del Estado en los sistemas de comunicaciones: “En caso de emergencia se tienen que hacer solidarias las redes existentes. Cuando está en riesgo el país, el interés privado debe quedar a un lado. Están los medios para que eso sea posible y si no lo hace el Estado no lo hace nadie”, sostiene Galeazzi.

¿Tormenta solar?

Cuando se escuchan voces de alarma referidas a un apagón o cortes de comunicación debidos a una tormenta solar las personas no saben si alarmarse o pensar que se trata de una hábil estratagema de las compañías telefónicas.

Para entender este tema no sólo alcanza con tener en cuenta el fenómeno de la propagación de las ondas de radio, lo cual de por sí es algo complejo. También hay que comprender que el planeta se enfrenta a factores externos. “Estos eventos o tormentas se van dando en ciclos de once años en la actividad solar y efectivamente pueden provocar problemas en la propagación de las ondas de radio. Incluso la salud de una persona se puede ver afectada por el aumento de la radiación solar”, indica Galeazzi.

La posibilidad de poder predecir que cada once años la tierra se enfrenta a esos picos de actividad permite tomar medidas preventivas. Pero incluso la certeza de que existirán perturbaciones sobre las ondas radioeléctricas “no necesariamente implica que las comunicaciones se van a cortar” ya que se puede disponer de “medios redundantes, entonces cuando falla uno, hay otro en condiciones de operar”. Es decir, a no entrar en pánico si se escucha que se viene la tormenta solar.

Pero, en concreto, ¿qué efecto tiene una tormenta solar? Galeazzi lo explica de este modo: “En resumen, una tormenta solar produce fenómenos de superpropagación de las ondas. Las frecuencias altas como las que se usan ahora -por ejemplo radio FM, handies, teléfonos celulares- usan señales que se propagan por rayo directo, esto significa que para asegurar la comunicación las antenas se tienen que ver y no suponen utilizar el rebote en la atmósfera”. “Lo que suele ocurrir cuando hay mucha actividad solar -continúa Galeazzi- es que la ionósfera, una capa de la atmósfera, aumenta su densidad o incluso aparecen capas de altura mucho menor que la habitual. Y resulta que estas capas se comportan como un espejo para las ondas de radio”.

¿Cual es la consecuencia de tener un espejo ahí arriba? Que las ondas de radio que supuestamente debían escaparse hacia el espacio, ¡empiezan a reflejarse!, a rebotar de un modo no previsto en ese espejo de la ionósfera y llegan a lugares a los que no deberían haber llegado en condiciones normales. Entonces los servicios se interfieren unos con otros. Se produce una gran mezcolanza.

Esos rebotes no previstos en la atmósfera generan lo que se conoce como efecto de superpropagación: una onda que no tenía que llegar porque se fugaba, llegó. Galeazzi lo explica con un ejemplo de su experiencia muy claro: “Me ha ocurrido de estar atendiendo un sistema de comunicaciones en Junín que era interferido por una empresa de radiotaxis de Ezeiza. Eso no tenía por qué darse, esa onda no podría ir más allá de los 60 km y sin embargo llegaba”.

Hay que tener presente que las frecuencias se comparten porque son un recurso limitado. El encargado de administrarlas es la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) y asigna las frecuencias de acuerdo a la zona. Entonces puede asignar la misma frecuencia a otro operador en un lugar donde se supone que no va a haber superposición. La superpropagación de las ondas de radio generada durante los momentos de alta actividad solar genera esa superposición de operadores y su eventual imposibilidad de funcionar correctamente.


En la azotea

Galeazzi asistió a los debates iniciales de la radio FM en Argentina y en Junín participó en la fundación de la radio de la Escuela Técnica Nº 1 hace más de diez años, emisora de la que es actualmente responsable. Esa pasión por la radio tiene para él un asidero que se confunde con la propia historia del país. “Argentina fue el primer país del mundo que hizo una transmisión de radiodifusión. Se transmitió en vivo, desde el teatro Coliseo la obra Parsifal de Wagner (1920). Lo hicieron unos tipos a los que luego denominaron ‘los locos de la azotea’ y que eran radioaficionados”.

El profesor también recuerda un dato poco conocido: “Marconi, un pionero de la radio, vino e instaló una antena en Bernal para hacer una de las primeras comunicaciones telefónicas inalámbricas continentales con los EE.UU. Es sorprendente ver a Argentina inserta en esa vanguardia tecnológica”.

Con el tiempo se fue perdiendo ese lugar y según Galeazzi uno de los puntos críticos en donde no hay protagonismo es en el estudio de las normas de seguridad, que prácticamente se copian de los EE.UU. y Europa, confiando la salud de la población o las normas de transmisión a la tradición de investigación de otros países.

Galeazzi da un ejemplo: “Se venía la radio FM al país y se estaba discutiendo sobre las normas a adoptar. Participé en un congreso en Buenos Aires y había gente que pugnaba para que se bajaran los requisitos técnicos, sobre todo para que las emisoras chicas tuvieran equipamiento de estudio menos costoso. Los que se oponían a disminuir los requerimientos mínimos eran las empresas -relativamente poderosas dentro de la industria de las comunicaciones en Argentina- que fabricaban los equipos de estudio, que eran carísimos. Decían, ‘no podés tener menos que esto’, no en base a algo técnico sino económico. Este ejemplo se puede trasladar a nivel mundial cuando se trata de las grandes decisiones sobre comunicación”.

“Disculpe, no hay señal”

Las telecomunicaciones van configurando una red cada vez más densa que llega a más personas y a más lugares en el mundo. La denomina ubicuidad de las redes también tiene sus riesgos, como mayor control social o la afección a la salud como consecuencia de las ondas electromagnéticas. El crecimiento de la tecnología inalámbrica pone en la atmósfera cada vez mayor cantidad de estas ondas. ¿Qué se sabe de las consecuencias sobre la salud humana?

El profesor Galeazzi indica que es algo que “se está estudiando aún”. “Se habla mucho del tema y hay poca evidencia concreta. Personalmente creo que hay efectos negativos por conclusiones obvias que se pueden sacar”, opina. Y agrega otro ejemplo: “Los teléfonos celulares están trabajando muy cerca de la frecuencia del horno a microondas (2,45 GHz). Las bandas comunes de telefonía usan 1,9 GHz, pero ya hay equipos que sobrepasan la frecuencia del microondas y llegan a los 3,9 GHz”. “Muy cerca de esas frecuencias -alerta Galeazzi- el horno a microondas no sólo calienta el agua, sino que cocina alimentos. Por supuesto las potencias son muy diferentes, 1000 watts para el horno a microondas y 0,5 watts en los teléfonos”.

La queja habitual que dice “no hay señal” no es algo tan simple de solucionar. Galeazzi sostiene al respecto: “Si aumentamos la potencia de los radiadores de señal, empiezan los riesgos para la salud humana. Por lo tanto las antenas dentro de una ciudad se tienen que mantener con una potencia mínima para provocar el menor impacto posible sobre la población”. Incluso “hay muchas ciudades en las que los ciudadanos se mueven en contra de la instalación de las antenas de telefonía celular y piden que se instalen lejos de las casas de familia”, finaliza.


Palabras clave

– Espectro electromagnético: es el conjunto de ondas que se emiten. Las ondas pueden ir desde frecuencias bajas hasta altas, dependiendo de sus usos y características.
– Hertz: es 1 ciclo por segundo. Las ondas son eventos repetitivos y la cantidad de veces que se repite en la unidad de tiempo da su “frecuencia”.
– Kilo, Mega, Giga y Tera Hertz son múltiplos que implican hablar de miles, millones, miles de millones o billones de ciclos que hace la onda en el tiempo de… ¡1 segundo!
– Algunas frecuencias y usos comunes: sonidos (20 Hz a 20 KHz, espectro audible); Radiodifusión en FM y Televisión (30 MHz a 300 MHz); Fuerzas armadas, Alarmas, Satélites, Enlaces inalámbricos de datos (WiFi), Telefonía celular (900 MHz a 4 GHz); Luz, Láser de mediciones, Comunicaciones ópticas (120 THz a 384 THz, es el espectro visible para nosotros); más allá están los rayos ultravioleta, raxos x y los rayos gamma.


El pasado de las telecomunicaciones

“Telecomunicación significa comunicación a distancia, algo que empieza a surgir en el siglo XVIII con una especie de telegrafía óptica, con movimiento de banderas que significaban letras a la distancia. Después empieza la telegrafía alámbrica eléctrica, con un conductor de un punto transmisor a un punto receptor mediante la utilización del código morse -puntos y rayas-. Luego se pasó a la telegrafía inalámbrica, que seguía con el código morse pero a través de las ondas de radio. Prácticamente en forma inmediata que se descubren las ondas de radio, a fines del siglo XIX, empiezan a usarse para la comunicación. Lo que surge luego es la posibilidad de ‘sintonizar’ las ondas de radio para evitar que se interfieran unas a otras y pueda haber varios servicios simultáneos en el mismo ámbito. Así se pudo tener varios telégrafos transmitiendo al mismo tiempo gracias a la sintonía.

Por su parte, la telefonía alámbrica surge con el invento del micrófono a carbón, un descubrimiento notable. ¿Por qué? Los mismos teléfonos que se inventaron hacia fines del siglo XIX hoy se pueden conectar a una línea telefónica y funcionan correctamente. En esa época no había amplificación, entonces el micrófono era el que generaba la señal que terminaba llegando al auricular del otro lado. ¡Sigue siendo algo notable! La electrónica por supuesto elevó todo eso con la posibilidad de amplificar las señales”.