Paz Gago: “La moda ocurre cuando el vestuario trasciende su función primaria”

Moda y comunicación; estilo, literatura y arte; revoluciones sociales e internet, tribus urbanas y estética. Términos que a simple vista pueden resultar inconexos, toman sentido, se funden y se explican en el mundo de José María Paz Gago, escritor español, gestor cultural y profesor universitario de Literatura Comparada.

Oriundo de Celanova, pequeño pueblo gallego que asoma sobre Portugal, el currículum de Paz Gago informa que es secretario general de la Asociación Internacional de Semiótica; catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de A Coruña y Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo.

Por ello, su paso por la UNNOBA en el V Disur (congreso de carreras de Diseño) no pasó inadvertido y sus ponencias fueron abundantes en ideas, conceptos y disparadores. Entre otras cosas, Paz Gago definió a aquello a lo que solemos nombrar, consumir, leer en revistas y mirar en vidrieras, sin saber precisamente qué es y qué significa: “La moda ocurre cuando el vestuario trasciende de su función primaria, que es la de cubrirnos de las inclemencias del tiempo, de las mirada de los demás. Cuando pasa a tener un significado secundario, de connotación, una cierta dimensión estética donde uno dice ‘me visto así para ser como los demás o para distinguirme de los demás’, ahí entra la moda”, introduce el catedrático, ganador el premio de periodismo Pérez Lugín en 2002.

De esta definición se desprende que la moda va más allá de lo superficial. Parecería ser que en el ropero de cada uno las prendas de vestir escondiesen en sus telas procesos históricos y sociales. De hecho, para el profesor “la moda tiene tanta fuerza que está detrás o incluso adelante de todas las revoluciones”. Y agrega: “La revolución francesa, por ejemplo, fue una revolución de moda. ¿Cómo se conocen a los revolucionarios? Como los sans-culottes, es decir, aquellos que se sacaron los culotes [calzas cortas y ajustadas usadas por las clases altas] y se pusieron los pantalones. O sea que hay un movimiento de moda que está detrás y manifiesta esa revolución”.

Con esta pequeña anécdota, el escritor se aproxima a la dimensión estética de la revolución francesa. Aquella que pregonaba la libertad, la igualdad y la fraternidad y que comenzó simbólicamente en 1789 cuando los ciudadanos de París tomaron la prisión de la Bastilla y pusieron fin al absolutismo monárquico.

En aquellos años, la sociedad francesa estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados. Por un lado, la nobleza y el clero asomaban como sectores privilegiados. Dueños de todo lo que fuese posible, no pagaban impuestos y recibían diezmo por parte de los campesinos. Por el otro, el resto de la sociedad. Un 98 por ciento de la población que carecía de poder y decisión política. Es en esta heterogénea base social donde recaían los trabajos más duros, donde no existía derecho alguno y se pagaban todos los impuestos. Y es desde aquí donde surgirán los sans-culottes, el sector más duro y revolucionario del pueblo francés, protagonistas esenciales de la escena política en los primeros años de la revuelta.

“Pero los del otro bando no se quedaron atrás. Los antirrevolucionarios también se convirtieron en tribus urbanas vestidas de determinadas formas. Son los increíbles, los maravillosos. Que en vez de llevar ese vestuario tan sobrio de pantalón y saco oscuro comenzaron a llevar un vestuario maravilloso, muy recargado. Hubo ahí un fenómeno de moda”, continúa Paz Gago.

Es por ello que para el profesor la revolución francesa permitió el no tan estudiado fenómeno moderno de la moda, al darle libertad a la gente que se vestiría como quisiese: “Hasta entonces, en el antiguo régimen la etiqueta de cada estamento, de cada clase social, estaba prevista y no se podía salir de ahí. La revolución francesa permitió que cada clase, cada Estado, cada colectivo se vistiese como quisiese y surgió así el fenómeno de la moda”, concluyó.