“El camino es volverse más mercosureños”
Enrique Martínez Larrechea, docente y doctor en Relaciones Internacionales, visitó la UNNOBA y analizó el proceso de integración latinoamericana. En sus clases del seminario de “Contexto político global y local” (de la Maestría en Gestión de la Cadena Agroindustrial) planteó su visión sobre la estructura de poder mundial. “Es un buen momento para reflexionar los grandes desafíos y las grandes oportunidades que da el contexto internacional”, aseguró.
Para Martínez Larrechea es necesario ir más allá de lo económico. “Hay que saber ver la oportunidad en lo político y también en lo científico-tecnológico. Nuestras sociedades conforman sistemas de ciencia, tecnología e innovación. Entonces debemos mirar cómo formar recursos humanos de alto nivel para incrementar la competitividad de nuestra producción”, explicó el especialista.
En este sentido brindó ejemplos de integración científico-tecnológica: “Entre Brasil, Argentina y México estamos haciendo avances muy importantes en la creación de sistemas de posgrado y de innovación tecnológica. Y en el Mercosur, por ejemplo, hay coordinación a nivel del sector educativo con un sistema de acreditación compartido, que es el Sistema de Acreditación Regional de Carreras Universitarias de los Estados partes del Mercosur y Estados asociados (ARCUSUR)”.
La industria, esa gran pregunta
El diagnóstico compartido es que durante la década de los 90 en esta región hubo una tendencia a la tercerización de la economía (sector servicios) y que en el presente la tendencia al crecimiento es del sector primario (materias primas). El problema que traería esta situación se da en la denominada división internacional del trabajo, donde Argentina -y su región- quedaría muy expuesta y dependiente. Si China se convierte en la fábrica del mundo y esta región sólo produce comida, ¿tendrá viabilidad ese rumbo?
Según Martínez Larrechea “es un hecho que la demanda internacional está induciendo una fuerte centralidad del sector primario”. Y ofreció su parecer: “Creo que las lecciones de los países desarrollados nos muestran que los estados tienen la posibilidad de recrear la oferta, de no depender de las ventajas estáticas y comparativas, sino que también se pueden crear ventajas competitivas y específicas”.
“Este gran flujo de excedentes financieros que nos está llegando por la demanda de la producción primaria debe ser bienvenido, pero tenemos que tener la inteligencia de traducirlo en la formación de recursos humanos de alto nivel y para financiar sistemas de innovación. Entonces esta etapa de primarización podrá dar las bases a una producción de valor agregado mucho más tecnológico”, agregó.
Un ejemplo que toman los especialistas es el caso de Finlandia, “un país pequeño y cubierto por el hielo gran parte del año, que tiene montañas, bosques, zonas inhóspitas y que sobre la base de su producción primaria logró crear Nokia”.
Y no es el único caso, también están los países asiáticos: “Si analizamos nuestra pauta de intercambio con Asia observamos que vendemos productos primarios a cambio de productos electrónicos. No debemos repetir lo que hicimos a comienzos del siglo XX”.
Mercosur, esa respuesta
La integración vista desde Argentina tiene un nombre, y es Mercosur. Pero la integración regional se torna difícil cuando los países tienen grados de desarrollo diferentes y tradiciones políticas que se pueden tornar antagónicas. También puede aparecer un fantasma, la posibilidad de ser el vagón de cola del gigante Brasil. Para el profesor Martínez Larrechea “la respuesta está en las cadenas globales de valor, en desarrollar una coordinación a nivel de Mercosur para que las cadenas de valor no sean únicamente brasileñas o argentinas, sino que en realidad incluyan a todos en un esquema compartido”.
“El desarrollo político es importante, pero tenemos que ser capaces de consolidar la integración de las economías y recrear la unión aduanera. Eso nos volverá más mercosureños”, señaló. Ese origen comercial y aduanero fue vulnerado por razones sistémicas: “Ante una crisis económica global aparecieron los gestos orientados a la protección, por eso ahora le está faltando al Mercosur un programa claro de consolidación de la unión aduanera”.
Integración y desarrollo
Los cortocircuitos en el plano económico pueden aparecer como el disparador de una constelación de acuerdos políticos y relaciones superestructurales entre los países, como si fueran un salto de escape hacia adelante. ¿Cómo afecta al Mercosur este escenario?
“Es un tema que he trabajado mucho -indicó el docente-, esto es, los mecanismos de concertación política. Hay que remontarse al Grupo de Río y al Grupo de Contadora en los inicios y mediados de la década de los 80. En esos años América Latina saca su libreta de autodeterminación ya que mediante mecanismos propios de concertación política logra resolver problemas importantes, como poner fin a la guerra centroamericana y renegociar la deuda externa”.
Martínez Larrechea agregó que, según su punto de vista, “la Comunidad Sudamericana de Naciones -luego UNASUR- es la concertación política del Mercosur que se vuelve sudamericana”.
“Yo veo un proceso político de crecimiento que ahora tiene su consolidación en la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la recientemente constituida CELAC, que a mi juicio es una recreación del Grupo de Río a través de mecanismos más formales”, destacó.
“Todo esto es algo que llama la atención, incluso los analistas dicen: ‘¡Esto es un plato de spaghettis, estamos en una maraña de tratados!’. UNASUR es un mecanismo político importante y que tiene un programa central, que es el IIRSA (Iniciativa de Infraestructura Regional de América del Sur), un proyecto muy ambicioso que moviliza miles de millones de dólares que supone ver a toda América del Sur como un conjunto para el desarrollo de infraestructura”. Y finalizó asegurando que “el gran instrumento de desarrollo y de integración comercial, política y cultural es el Mercosur”.