“Es una guerra con final abierto”
El conflicto en Siria, la búsqueda de asilo de migrantes y la conmoción que han generado los atentados terroristas ocurridos en Francia ocupan un lugar central en la agenda pública mundial. El doctor Juan Carlos Pacífico Annan, un estudioso de los temas vinculados a Oriente Medio, intentó desentrañar la matriz del problema sirio, al que definió como “una guerra fraticida” que requiere la búsqueda de soluciones diplomáticas. El especialista visualizó a Siria como un escenario para observar cómo se configura el poder real del mundo, algo que -a su entender- es consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial “donde los ganadores tienen derechos y los perdedores, obligaciones”.
Pacífico Annan resaltó que Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China, naciones que conforman el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, juegan un rol preponderante porque, “no hay guerra en el mundo sin que estas potencias estén involucradas”. También marcó el papel de cuatro países del mundo árabe – en referencia a Irán, Turquía, Arabia Saudita e Israel- y sostuvo que lo que pasa en Siria está atravesado por intereses regionales y supranacionales: “Es un tablero de ajedrez en el que cada país juega su poder”.
Definió los atentados en París como “acciones de guerra del Estado Islámico que han hecho de la guerra en Occidente una fuente inagotable de daño para las sociedades que las padecen”.
“Conforme a su lógica, el Estado Islámico respondió a los bombardeos que había realizado Francia. Y con la misma brutalidad antes, castigó a Rusia. Golpe y contragolpe, porque esta es una guerra que se libra con características diferentes a las convencionales y que afecta a todo el mundo, no sólo a Francia”, advirtió.
El germen del fundamentalismo
En su reflexión sugirió que en el pueblo árabe existieron condiciones que facilitaron la penetración de los procesos que se dieron en Siria: “Los países árabes hablan el mismo idioma, profesan la misma religión que es el Islam en sus dos vertientes, pero no responden a los estímulos en forma hermanada”.
“Las fronteras son circunstancias culturales que el hombre crea para establecer que un determinado pueblo puede habitar un lugar y darse sus propias instituciones, y esto ha resultado muy difícil en Siria porque es una zona que ha modificado sus límites”, explicó.
Desde una perspectiva geopolítica, planteó los inconvenientes que ha generado en Siria (y en varios de los países del mundo árabe) la imposibilidad de despegar la religión de la institucionalidad: “Para ellos es más importante la creencia que profesan que la nacionalidad. Desde 1970, Siria es gobernada por islamistas de raíz alauita y desde 2010 están en guerra”.
En este punto recordó: “Quienes comenzaron a combatir para desplazar a este gobierno estuvieron protegidos por Estados Unidos y las potencias, convencidas de que Siria integraba ‘el eje del mal’. Pero toda la estructura que armó Occidente para atacar a Siria hizo que las armas terminaran en manos terroristas que actúan con un extremismo brutal”.
Según Pacífico, antes de los atentados en París, Rusia y China pretendían una salida negociada y que el actual presidente permaneciera en el poder. El resto de las potencias occidentales, como Inglaterra, Francia y Estados Unidos, apuntaban a lo mismo, pero desplazando al primer mandatario. “Ahora se ha declarado una guerra con un final abierto e incierto”, insistió, sin perder de vista que los países de la región también juegan su lugar en Siria: algunos por asegurar su injerencia en las cuestiones de Oriente Medio, y otros, por eliminar el extremismo e imponer un Estado en el que fructifiquen sus negocios.
La tragedia humanitaria
En este contexto, Pacífico Annan se mostró preocupado por la faz humanitaria: “Los migrantes sirios superan los siete millones, de los 22 que habitan el país. Es algo así como un conurbano bonaerense buscando asilo, y lo sucedido en Francia complicará aún más su situación, porque las fronteras serán objeto de un cuidado especial”. En consonancia con esto opinó que “la situación humanitaria es un problema que el conjunto de las naciones debe resolver”.
Asimismo, advirtió que en Francia las libertades de los habitantes se reducirán, rompiendo esa “pintura idílica” que hacía de la libertad, igualdad y fraternidad signos distintivos: “Ese humanismo abarcador acaba de ser frenado y ojalá no destrozado, producto de una guerra que actúa con una maquinaria potente con consecuencias impredecibles”.