El campo en 200 años de historia: hitos, evolución y el desafío de la sustentabilidad

p4La actividad agrícola-ganadera ha experimentado en 200 años de historia un desarrollo signado por la evolución de los sistemas productivos. Las formas de manejo fueron transformándose a partir de la incorporación de tecnología y el desarrollo de la genética hasta llegar a un presente en el que se impone agregar valor a la producción y adoptar principios amigables con el ambiente para que el crecimiento no vaya en desmedro de la sustentabilidad.

Para esta edición de El Universitario tres docentes de la UNNOBA describieron los principales hitos que marcaron la evolución de la actividad y analizaron algunas de las acciones que deberían tomarse para hacerla sostenible.

El ingeniero agrónomo Guillermo Eyherabide, profesor de la Licenciatura en Genética de la UNNOBA, recordó que en Argentina los primeros estudios agronómicos son de finales de 1880 y desde entonces “la producción agropecuaria no ha dejado de crecer”. El especialista marcó el surgimiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en 1956 como un hito que aportó un carácter de red a la investigación y consideró fundacional esta etapa, especialmente en lo referido a los desarrollos genéticos. También destacó la labor pionera de las primeras empresas que desarrollaron variedades que dieron paso a la industria semillera. Recordó que en la década de 1950 la producción agropecuaria se industrializó con el consiguiente proceso de agregado de valor.

“Han habido puntos de inflexión en la interacción de lo genético con el manejo del cultivo y uno de ellos fue el desarrollo de la siembra directa”, remarcó. Y sostuvo que la genética, los paquetes de manejo, la incorporación de insumos y las prácticas conservacionistas hicieron posible “el salto productivo actual”.

Como contracara, observó con preocupación que el aumento del monocultivo de soja y la simplificación de los paquetes productivos se transformaron en una amenaza para la sustentabilidad. “Hay que volver a los principios agronómicos básicos de rotación de cultivos, fertilización y manejo integrado de plagas, acompañados por la genética”, consideró.

“El crecimiento de la población mundial exige aumentar la producción, pero esto no puede hacerse de cualquier manera. No se trata de volver a ser ‘el granero del mundo’, sino ‘la góndola del mundo’ y para ello se requiere de la interdisciplina porque la agronomía, la genética y las necesidades de la industria agroalimentaria van de la mano”, sostuvo.

p5La ganadería en 200 años

El ingeniero agrónomo Jorge Omar Scheneiter, docente de Forrajicultura de la carrera de Agronomía de la UNNOBA, recordó que los vacunos y lanares ingresaron al país con los primeros conquistadores. “A principios del siglo XVIII su uso se restringía a cazar ganado cimarrón para obtener el cuero y el cebo y, con la aparición de los primeros saladeros, surgió el tratamiento de la carne con sal y la exportación a Europa, allá por 1815. Por esa época ingresaron las principales razas británicas para mejorar la calidad de la carne”, relató.

“Un hito significativo se dio en 1845 con la aparición del alambrado, que posibilitó delimitar los espacios destinados a la ganadería y la agricultura dentro de un mismo predio. Con la llamada Conquista del Desierto se expandió la frontera productiva”, señaló.

El docente también mencionó que la introducción de molinos de viento, a fines del siglo XIX, posibilitó el acceso al agua para los animales. “Hasta ese momento estaba restringida a las fuentes de agua natural”, destacó.

Asimismo, recordó que en 1890 se instaló el primer frigorífico de origen inglés, River Plate, y en 1910 llegaron los americanos, con Swift, lo que dio lugar a la puja entre Gran Bretaña y Estados Unidos por el control de la carne.

Fue alrededor de 1950 cuando se consolidó la industria frigorífica. “A la par de ello comenzaron a mejorar las pasturas y aparecieron los primeros cultivares nacionales de especies forrajeras”, añadió Scheneiter.

La fiebre aftosa fue uno de los problemas que debió enfrentar la producción ganadera nacional. En 1900 dejó de exportarse ganado en pie a Europa, recién en la década de 1970 esta enfermedad comenzó a tratarse y fue en 2007 cuando el país fue declarado libre de aftosa con vacunación.

A su juicio, el gran cambio apareció en la década de 1990 con la difusión del feedlot y en 2000 con el uso generalizado de forrajes conservados. “La aparición del engorde a corral representó otro avance, porque las mejores tierras comenzaron a usarse para la agricultura y la ganadería debió adaptarse, al ser desplazada a suelos de menor calidad”.

De cara al futuro, observó que la actividad ganadera marcha hacia “un tratamiento más empresarial” porque ha habido transformaciones estructurales del sector rural. “La gente ha emigrado del campo, muchos establecimientos perdieron la infraestructura ganadera, escasea la mano de obra idónea y las generaciones más jóvenes buscan alternativas de vida diferentes”, planteó.

Asimismo entendió que la ganadería regional debe mejorar la eficiencia de los procesos, ya que se produce cerca de cursos de agua y poblados, donde algunas prácticas pueden ser contaminantes. “A medida que la sociedad madure en su conciencia ambiental, los sistemas productivos van a tener que estar más regulados”, opinó.

Sobre la calidad del suelo

El docente de Conservación y Planificación del Uso de la Tierra de la carrera de Agronomía, ingeniero agrónomo Manuel Ferrari, describió la evolución que ha tenido la calidad de los suelos pampeanos. Destacó que las condiciones naturales son “excepcionales”, aunque alertó respecto de la pérdida de materia orgánica: “Originalmente los suelos tenían de un 5 a 6 por ciento de materia orgánica y hoy solo en pocos lotes se llega al 3 por ciento”.

“Recién a fines del siglo XIX la tierra comenzó a utilizarse para la agricultura y hasta la década del 30 y del 40 no se fertilizaba, se recogían los frutos y se quemaban rastrojos. El tipo e intensidad del laboreo hizo caer sensiblemente la calidad del suelo y cuando se tomó conciencia de esto, se iniciaron labranzas conservacionistas. Fue a partir de la década del 50, las rotaciones mixtas agrícola-ganaderas dieron lugar a un sistema sustentable”, describió.

“En la década del 70 y el 80, con el avance de la agriculturización se agudizó el deterioro y la aparición de la siembra directa consiguió revertir este proceso a partir de la adopción de nuevas pautas de manejo”, remarcó. Sin embargo, Ferrari advirtió que “el avance del monocultivo generó un retroceso porque significó un desbalance importante en la rotación, una práctica muy beneficiosa para la calidad del suelo”.

Al respecto, analizó algunas variables que influyeron en este proceso: “En la actualidad, el productor que alquila un campo no tiene la seguridad de tenerlo al año siguiente, entonces por lo general no se preocupa por la rotación ni introduce mejoras en el suelo, como niveles adecuados de fertilización”.
En este sentido, insistió en tomar conciencia colectiva porque “cuando hablamos de calidad del suelo, lo que está en juego es el porvenir y la fuente de riquezas de toda la región”.



Rolando Rivera Pomar: “No hay límites para el avance científico”


El doctor Rolando Rivera Pomar, docente e investigador de la UNNOBA, hizo referencia a los avances científicos que marcaron hitos en el campo de la genética y describió un escenario en el que no avizora límites.

Aunque reconoció que en el señalamiento de los principales acontecimientos que marcaron la historia siempre existe “una cuota de subjetividad”, sostuvo que hay hechos que generaron transformaciones que contribuyeron al desarrollo de la investigación científica en grados “inimaginables para los hombres de la Independencia”.

“Marcaron un hito las leyes de la genética, publicadas por Gregor Mendel en 1865, que siguen vigentes en la actualidad. Aunque no relacionado inicialmente con la genética, otro hito fue la teoría de la evolución, hace ya casi 160 años”, indicó Rivera Pomar.

En la misma línea, mencionó que otro de los hechos científicos importantes ocurrió en 1943, cuando se demostró que el material genético de un organismo es el ADN. “Más tarde, en 1953 se determinó su estructura”, añadió.

“Otro evento importante se dio en el año 2000 cuando se conoció el primer borrador del genoma humano”, refirió el investigador.

La historia marcó otro hito reciente, cuando se consiguió editar genomas, “una técnica que permite modificar fácilmente el genoma de cualquier organismo sin necesidad de hacer transgénicos, simplemente cambiando letras del propio código genético”.

En el terreno de posibles aplicaciones, ejemplificó: “Supongamos que alguien tiene una enfermedad genética que afecta la producción de las células de la sangre. Lo que se hace normalmente es transplantar médula ósea de un donante sano e introducirla en el paciente para revertir su enfermedad. Con la técnica de edición del genoma se modificarían las células de la médula del mismo paciente para reimplantarlas”.

A juicio del investigador “son cuestiones verdaderamente revolucionarias” y abren la posibilidad de creación de “organismos nuevos”, a partir de diseñar una secuencia de ADN, sintetizarla químicamente e introducirla a una célula a la que le se le eliminó el ADN propio.

“Ya se han sintetizado genomas de virus, bacterias y hasta cromosomas. Ahora está en discusión sintetizar un genoma humano, introducirlo en el óvulo de un donante y obtener un organismo cuyo ADN es sintético, algo que parece de ciencia ficción. No hay límites previsibles para el avance científico”, agregó.

En relación al aspecto ético, señaló que siempre hubo debates de esta naturaleza, pero “a la larga se impone la ciencia”.

“Los hombres de la Independencia en Tucumán jamás imaginaron lo que iba a ocurrir 200 años después. Nosotros tampoco. El futuro es impredecible”, resaltó.

Rivera Pomar valoró el rol que han tenido las instituciones públicas en la generación del conocimiento y hacia el futuro opinó que “señalarán el camino quienes tengan los recursos para impulsar las investigaciones”.

En relación al posicionamiento de Argentina, se mostró cauto al señalar: “Aunque tenemos enormes potencialidades, existen limitaciones en términos de recursos. Quizás debamos buscar nichos desde los cuales trabajar”.