Terapia biológica para regenerar huesos
Por Ana Sagastume
Cuando un hueso se fractura, nuestra vida se detiene: repentinamente, todos los planes se interrumpen y nos encontramos “cara a cara” frente al dolor físico. Ante estas crisis vitales, la medicina acude en nuestro auxilio para indicar un tratamiento que, pasado algún tiempo y en la mayoría de los casos, permitirá que retornemos a nuestras actividades cotidianas.
Sin embargo, la práctica médica por sí sola no nos “salva” de la invalidez que podrían ocasionar este tipo de lesiones: en rigor, ella acompaña mecanismos naturales que nuestro propio cuerpo despliega una vez que el hueso se fractura y que tienden a la regeneración del tejido óseo, reestableciendo la forma y función de la pieza original.
Aunque el proceso de curación resulta exitoso en la mayoría de los casos, existen lesiones de difícil tratamiento, también llamadas “críticas”, que inhabilitan a las personas o las condicionan a vivir con sufrimiento físico permanente. El tratamiento de este tipo de lesiones es uno de los objetivos de desarrollo de la empresa de base tecnológica MesencHyal-T, fundada por la científica de la UNNOBA Laura Alaniz.

La doctora Alaniz, CEO de la startup, plantea el problema a resolver: “Aproximadamente, existen un 10% de lesiones óseas críticas. Estas pueden ocurrir, por ejemplo, cuando el paciente tiene osteoporosis, diabetes o ha sufrido multifracturas, y por alguno de estos motivos, su organismo no es capaz de recuperarse por sí mismo”.
El producto podría ser útil, no solamente para las personas que tienen lesiones críticas, sino también para quienes sufren de quistes óseos, los cuales dejan grandes espacios en el hueso. “Estos quistes —explica Alaniz— debilitan al hueso y lo exponen a quebraduras. Esta terapia podría contribuir a ‘rellenar’ esos huecos producidos por el quiste, mediante la regeneración de células óseas”.
Puntualmente, el desarrollo sobre el que está trabajando MesencHyal-T pretende crear un producto que promueva la regeneración de tejido óseo, combinando células madre mesenquimales y ácido hialurónico. En esta instancia, el desarrollo ya pasó exitosamente la fase preclínica (experimentación con animales) y se dirige a replicarlas en un ambiente controlado, previo a la fase definitiva de ensayos clínicos (con humanos).

El médico traumatólgo Matías Pereira Duarte valoró los resultados parciales de la startup, al calificarlos de “prometedores”: “Yo creo que es una terapia bastante innovadora, ya que, si bien existen terapias biológicas para el cartílago, no hay nada para la parte ósea. Esto podría contribuir a tratar diferentes patologías, como por ejemplo fracturas que no logran la consolidación, o las pseudoartrosis, que ocurren cuando el hueso no ‘pega’ a pesar del tratamiento quirúrgico”.
Los fundamentos científicos del desarrollo
Para sus investigaciones, el equipo científico de MesencHyal-T realizó ensayos a partir de células madre obtenidas de un material biológico que, por lo general, se descarta: el cordón umbilical.
El nombre de este tipo de células (madre) se refiere a su capacidad para dar origen a otras células especializadas que realizan funciones determinadas en el cuerpo, como las musculares, las adiposas, las del sistema nervioso, entre otras. Este tipo de células están presentes en todo el organismo, cumpliendo la función de regeneración celular. “Es como el backup de todas las células del cuerpo”, ilustra Alaniz.

En los ensayos realizados por el equipo científico de la startup, se intervino para que estas células madre mesenquimales completaran su proceso de diferenciación, convirtiéndose en células óseas (osteoblastos), responsables de la formación del hueso. Inevitablemente, estos osteoblastos se transformaban en osteocitos, es decir, en células maduras dentro del tejido óseo. Y así, el hueso quebrado o debilitado era capaz de consolidarse.
Para que esto fuera posible intervino otro elemento fundamental: el ácido hialurónico. “Esa es la innovación de nuestro producto”, asegura Alaniz, que es experta en este campo. “Encontramos que el ácido hialurónico puede emplearse como un factor activo que afecta la diferenciación de las células. Es decir, la combinación entre estas células madre mesenquimales y el ácido hialurónico produce su transformación en células óseas”, especifica.

El ácido hialurónico, encargado de la hidratación de los tejidos, se encuentra concentrado en diferentes lugares del cuerpo, como la piel, las articulaciones, el óvulo del ojo, entre otros. “Mayormente, está por fuera de la célula, se lo puede entender como una molécula que ‘sostiene’ a la célula”, describe Alaniz.
Precisamente, las células madres mesenquimales poseen una gran cantidad de receptores de ácido hialurónico. Gracias a ello, este polisacárido opera en la diferenciación celular, “enviando señales” a las células de diferenciarse y proliferar. “Es ahí donde vimos la posibilidad de hacer este desarrollo, incidiendo en la conversión de células madre en células óseas”, puntualiza.
Los ensayos realizados por el equipo científico de MesencHyal-T, integrado en su mayoría por investigadores y becarios doctorales de la UNNNOBA, además de establecer el valor del producto para el tratamiento de lesiones óseas, debe determinar su seguridad y eficacia. “Hasta el momento, esto pudo probarse. Sin embargo, debemos seguir realizando ensayos y continuar con las siguientes fases de investigación, antes de que el producto ingrese al mercado”, aclara.

El nacimiento de la startup
La creación de la empresa de base tecnológica MesecHyal-T está íntimamente ligada a la UNNOBA y al sistema científico argentino. No hubiera sido posible sin las condiciones favorables de políticas científicas nacionales que sostuvieron un apoyo a la investigación en ciencias básicas, ese tipo de saberes que no da resultados inmediatos pero que son fundamentales para realizar una transferencia de conocimiento posterior.
La doctora Laura Alaniz se incorporó a la UNNOBA en el año 2014 y estaba presente cuando la Universidad hizo una gran apuesta por la ciencia, con la creación del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA), dirigido por la doctora Carolina Cristina (actual secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la UNNOBA). En los inicios de este Centro, tomó como responsabilidad la dirección de un laboratorio dentro del CIBA: el de Microambiente Tumoral.

Precisamente, una de las líneas de investigación desarrolladas por el equipo que dirige Alaniz está vinculada al ácido hialurónico, como parte de ese “microambiente tumoral”, el cual puede incidir positiva o negativamente en el desarrollo de los tumores.
El estudio durante una década de este componente natural de nuestro cuerpo, dentro del ámbito científico argentino, fue determinante a la hora de descubrir posibles aplicaciones en la salud humana. Alaniz recuerda el proceso previo que condujo al grupo a la creación de la startup: “Como equipo de investigación continuamente nos hacemos la pregunta respecto de si lo que estamos investigando puede redundar en una innovación, si es factible de ser patentado…. En aquel momento, Antonella (Icardi) estaba investigando cómo el ácido hialurónico podía modular las células madre mesenquimales. Y ahí nos dimos cuenta de que los hallazgos eran susceptibles de ser aplicados. Desde CONICET, entonces, realizaron un estudio y determinaron que el desarrollo que cumplía con las condiciones de patentibilidad, al ser nuevo, inventivo y útil, es decir, con una posible aplicación industrial”.
No obstante, para desarrollar un producto que sirva a futuro en terapia biológica se precisaban nuevos ensayos estandarizados y, centralmente, fondos para concretarlos. El encuentro entre los objetivos científicos del equipo e inversores dispuestos a apoyar la iniciativa acontece fortuitamente, en un evento organizado en la UNNOBA (el Congreso Multidisciplinario). “Todo este pasaje de la investigación a la transferencia ocurre hace un año y medio. A los inversores externos les interesaron mucho nuestros hallazgos, porque estaban muy cerca de ser transferibles. Fue entonces que nos invitaron a participar de un programa de aceleración de empresas. Ahí tuvimos que aprender sobre planes negocios y nos enseñaron a armar una startup”.

Para Alaniz, que imaginó que su carrera iba a ser exclusivamente científica, esto implicó un verdadero desafío personal: “Yo siempre pensé que me iba a quedar del lado de la ciencia, pero, a medida que fui transitando este camino, lo fui disfrutando: aprendí a cómo vender algo, a interactuar con otros actores, como médicos, abogados, contadores. Esto me ha resultado estimulante, pero muy exigente, porque me ha implicado salirme completamente de mi ‘zona de confort’”.
El enorme esfuerzo intelectual que le significó crear una empresa de base tecnológica, cuando la carrera imaginada era la científica, lo explica Alaniz cuando plantea: “No hay un puente armado para la creación de este tipo de empresas, lo tenés que armar vos. Sos vos quien tiene que dar ese salto de gap entre lo que investigás y el producto o servicio”.
Aunque los fondos de inversión son fundamentales para este tipo de investigaciones que buscan transferir conocimientos a la sociedad, para Alaniz el rol del Estado continúa siendo crucial. “Este tipo de iniciativas, como las startups, sirven para que interaccionen los fondos públicos con los fondos privados, pero si falta la ‘pata’ del Estado todo se cae”, asegura, taxativa. De hecho, la interacción entre los sectores privado y público sigue estando presente en esta fase de la investigación, a partir de un acuerdo entre MesencHyal-T, la UNNOBA y el CONICET.

Además de Laura Alaniz (actual CEO), la empresa MesencHyal-T fue fundada por Antonella Icardi (directora técnica de las startup y doctoranda Conicet-UNNOBA) y Catalina Latina (desarrolladora de terapia celular y doctoranda Conicet-UNNOBA). Integran el equipo de investigación y desarrollo: Daiana Vitale (especialista en ácido hialurónico, doctora en biotecnología e integrante del CIBA en UNNOBA), Paolo Rosales (a cargo de inmunología y biocompatibilidad y doctorando Conicet-UNNOBA), Iván Mantello (desarrollador de software y especialista en inteligencia artificial), Ina Sevic (doctora en bioquímica e investigadora asistente del Conicet en CIBA) y Candela Morán (becaria doctoral FONCYT). Quienes asesoran a la startup son: José Ferrari (negocios), Gastón Chiesa (medicina), Mariana García (ciencia) y Ramiro Picasso (propiedad intelectual).