Sarampión: el regreso

 

 

 

Por Gricelda Incerti

El regreso del sarampión preocupa a sanitaristas argentinos por su alta capacidad de contagio, luego de que hubiera sido eliminado como enfermedad endémica en el país en el año 2000. ¿Las razones de su vuelta? Casi imperdonables: una significativa disminución en la vacunación de la población, lo que impidió que se alcance la inmunidad colectiva necesaria para eliminar al virus de las fronteras nacionales.

En lo que va de 2025, ya se confirmaron 25 casos de sarampión en Argentina, concentrados principalmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (especialmente en la comuna 14) y en zonas específicas de la Provincia de Buenos Aires. También se notificó un caso en San Luis, con antecedente de viaje a México.

Aunque el sarampión había sido eliminado como enfermedad autóctona en Argentina, su reaparición genera preocupación por su alta contagiosidad y la baja cobertura de vacunación de los últimos años. Este nuevo brote se suma a uno anterior producido en 2019, el cual fue controlado en julio de 2020. En aquel momento, luego de intensificar la campaña de vacunación como parte de una estrategia sanitaria para erradicar el virus, se dio por concluido el brote tras 12 semanas sin casos, estableciéndose que Argentina volvía a estar libre de la enfermedad.

En América, el sarampión fue la quinta enfermedad, luego de la viruela, la polio, la rubéola y el síndrome de rubéola congénita. A pesar de la disponibilidad de una vacuna segura y eficaz desde fines de la década de 1960, la cobertura vacunal en nuestro país disminuyó desde la ultima pandemia,  debido a múltiples factores asociados a la crisis sanitaria por COVID-19. Entre ellos, las restricciones de movilidad, el temor de la población a acudir a centros de salud por riesgo de contagio, la sobrecarga del sistema sanitario y la reasignación de recursos humanos y materiales hacia la atención por COVID-19. Además, en muchos casos, se suspendieron o postergaron campañas de vacunación y controles de salud, lo que contribuyó a una caída generalizada en las tasas de inmunización, especialmente en población infantil.

A esto se sumó la propagación de información errónea y teorías conspirativas, difundidas ampliamente a través de redes sociales y otros medios por sectores “antivacunas”. Estos discursos desacreditaron la seguridad y eficacia de las vacunas, generando dudas y desconfianza en parte de la población. La desinformación no solo afectó la aceptación de la vacuna contra el COVID-19, sino que también tuvo un impacto negativo en la percepción de otras vacunas del calendario regular, debilitando la confianza pública en los programas de inmunización.

Dr. Guillermo Bonaparte, pediatra y neonatólogo. Integrante de la Sociedad Argentina de Pediatría.

El médico pediatra Guillermo Bonaparte, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, sostuvo: “El sarampión es una enfermedad prevenible mediante vacunación, pero, lamentablemente, cada año se vacunan menos personas”. Según el profesional, “la falsa sensación de seguridad y la desinformación han contribuido al descenso de la vacunación, poniendo en riesgo los logros alcanzados en salud pública”.

De acuerdo al equipo del Boletín Epidemiológico Nacional, 4 de los casos fueron importados, 6 están directamente vinculados a ellos, 9 pertenecen a cadenas ya identificadas y 6 están bajo investigación, sin una conexión epidemiológica clara por el momento. Ver más sobre este tema, aquí

¿Qué pasó y por qué reaparece?

Josefina Rodríguez, coordinadora de enfermería del Municipio de General Viamonte y docente de la UNNOBA, planteó: “El sarampión estaba eliminado en Argentina, lo que significa que no teníamos casos propios, aunque el virus aún circulaba en otras regiones del mundo”.

En nuestro país se declaró la eliminación del sarampión en el año 2000 y en la región de las Américas  en 2016, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, que pertenece a la OMS.  Eliminación significaba que no se registraban casos, pero persistían las causas que podían llevar a su reaparición, que es lo que terminó ocurriendo. Estas causas estaban vinculadas al número de personas vacunadas. Para evitar la reemergencia del sarampión, es necesario que 95 de cada 100 personas en una comunidad estén vacunadas”, señaló la licenciada Rodríguez.

 

Lic. Josefina Rodríguez, coordinadora de enfermería del Municipio de General Viamonte y docente de la UNNOBA.

El brote que estamos atravesando en Argentina, se inició con dos niñas infectadas por el virus, a quienes no se le pudo certificar la vacunación, quienes ingresaron al país luego de un viaje en el exterior. “Por cada persona infectada, el virus puede contagiar entre 16 y 18 personas. Es altamente transmisible”, advirtió Rodríguez.

La vacuna es gratuita, está en el calendario nacional y es una herramienta clave. Debe aplicarse en dos dosis: a partir del año y luego, en el ingreso escolar”, recordó la especialista.

¿Cómo se detecta un caso?

En Argentina, todo paciente con fiebre y exantema (erupción cutánea) debe considerarse un caso “sospechoso”. “No se espera a los síntomas avanzados. Se actúa desde el primer signo para evitar la propagación”, alertó Rodríguez.

El virus puede mantenerse activo en el aire hasta 2 horas, lo que lo vuelve especialmente riesgoso en espacios cerrados.

Cuando se identifica un posible caso, se aísla al paciente y se realizan pruebas específicas: análisis de sangre, orina y un hisopado nasofaríngeo, que permite detectar el genoma del virus y rastrear su origen.

¿Por qué decimos que un caso es un brote?

Se trata de un brote, porque el sarampión era una enfermedad eliminada. El último caso de sarampión endémico en Argentina fue en el año 2000. Por lo tanto, cada vez que aparece un caso nuevo, tiene la categoría de “brote”, por su alta transmisibilidad. Las zonas afectadas, hasta el momento, son algunos barrios de CABA y provincia de Buenos Aires.

 

El sarampión es uno de los virus más contagiosos que existen.

¿Estamos vacunados?

La vacuna triple viral que protege contra el sarampión se incorporó de manera oficial al calendario nacional en 1998. Quienes nacieron antes de 1965 no necesitan vacunarse, ya que se estima que estuvieron expuestos naturalmente al virus y desarrollaron inmunidad.

Pero entre quienes nacieron después, es esencial verificar si se recibieron las dos dosis. “Si existen dudas o no se cuenta con registro, se recomienda vacunarse. Las personas adultas también deben estar protegidas”, subrayó la licenciada Rodríguez.

La vacuna contra el sarampión se incorporó al calendario nacional en 1998. Foto: Lautaro Chiesa.

Riesgo por baja cobertura

Tras la pandemia, la cobertura nacional de vacunas cayó, afectada por el desconocimiento sobre la importancia de la vacunación y la circulación de discursos antivacunas promovidos desde ciertos sectores externos. “Estamos en una situación de riesgo. La alerta epidemiológica busca, justamente, reforzar la vacunación y la vigilancia para frenar nuevos contagios”, sostuvo la especialista.

Finalmente, Rodríguez fue contundente: “Las vacunas son indiscutibles. Salvan vidas. Hoy más que nunca, debemos remarcar la confianza en ellas y cumplir con los calendarios de vacunación”.

¿Por qué nos preocupa tanto el sarampión?

El sarampión es un virus muy contagioso que se transmite por gotitas que eliminamos al hablar, al toser o al estornudar, pero también pueden quedar flotando en el aire.

Esta enfermedad no tiene tratamiento específico y puede generar complicaciones, e incluso la muerte, especialmente en menores de 5 años, personas en situación social vulnerable e inmunocomprometidos. “Él sarampión es una enfermedad grave, no solo por su mortalidad, sino también por sus posibles secuelas”, explicó el Dr. Bonaparte.

Entre las complicaciones, Bonaparte mencionó meningoencefalitis con deterioro cognitivo, sobreinfecciones respiratorias potencialmente mortales, y casos más raros como la encefalitis esclerosante subaguda (que puede aparecer años después del contagio) o el síndrome de Guillain-Barré. “Estas secuelas refuerzan la importancia de la erradicación y la vacunación como estrategia de salud pública”, concluyó.

El sarampión era una enfermedad eliminada. En nuestro país y en todos los países de las Américas se declaró la eliminación en 2016.

Medidas urgentes: dosis extra para bebés y niños

  • De 6 a 11 meses: una dosis con vacuna doble viral (dosis cero).
  • 1 año: vacuna triple viral correspondiente al Calendario Nacional de Vacunación. Al mes siguiente, una dosis de refuerzo.
  • De 13 meses a 4 años y 11 meses: una dosis de refuerzo con la vacuna doble viral.
  • 5 años (nacidos en el 2020): vacuna triple viral, correspondiente al Calendario de Vacunación.

Quienes tengan 13 meses o más y nunca hayan recibido dosis alguna, deben vacunarse con la triple viral. Pasados los 28 días, deben recibir una segunda dosis de doble viral (si todavía se encuentran en período de campaña de refuerzo durante el brote).

Las personas nacidas en 2021 y 2022 que hayan recibido la dosis extra de la campaña realizada en 2022, no deben recibir otra dosis adicional.

 ¿Quiénes no deben vacunarse contra el sarampión? Está contraindicada en personas embarazadas y en personas inmunocomprometidas, ya que es una vacuna de virus vivos atenuados.

En pocas palabras:

  • La protección frente al sarampión se resiente por la disminución de las coberturas vacunales en todo el mundo.

  • El sarampión no es una enfermedad banal, tiene riesgos importantes.

  • La vacunación del sarampión es muy efectiva y segura.

  • La evidencia demuestra que los riesgos asociados a la infección superan ampliamente a los de la vacunación.