Salud y enfermedad en la Buenos Aires del siglo XIX

Acciones cotidianas como sacar la basura, bañarse, o ir al baño, pueden parecer simples y hasta naturales. Sin embargo el abordaje histórico muestra cómo, para llegar a contar con servicios básicos, se ha tenido que lidiar con problemas sociales serios como las epidemias, desterrar mitos como que bañarse es malo, o hacer grandes esfuerzos gubernamentales para contar con agua limpia.

“El baño, tal cual lo entendemos hoy, no era una preocupación para la comunidad médica. Incluso se suponía que si una persona se tiraba agua para limpiarse muy asiduamente podía perjudicar su salud”, explica el investigador Pablo Cowen. El pasaje hacia un pensamiento científico, que permitiera contar con prácticas saludables y comprender el origen de la enfermedad en las ciudades, se desarrolló en un seminario dictado en el marco del Doctorado en Historia que se dictó en la UNNOBA. Específicamente, el docente Pablo Cowen abordó “los problemas del ciclo vital en la ciudad de Buenos Aires en los siglos XIX y XX”.

Cowen es doctor en Historia y dirige el programa de Estudio de las Formaciones Familiares en la Universidad Nacional de La Plata. Ha publicado diversos artículos y libros sobre la infancia y los modos en que fue concebida en la historia. En la actualidad dirige un proyecto sobre formaciones familiares en el Río de La Plata.

-¿De qué se enfermaban las personas en el siglo XIX?

-Podríamos decir que la gente se enfermaba de las mismas patologías que hoy nos siguen afectando, salvo excepciones como la viruela. Tanto en el siglo XIX como en la actualidad la posición social de una persona o las posibilidades que tenía para recibir atención médica se muestran como condicionantes en relación con el tratamiento frente a un problema de salud. Lo que ha cambiado es esencialmente el propio concepto de salud y, por tanto, el de enfermedad.

-¿Cómo se diagnosticaban las enfermedades?

-De una manera muy general, se podría dividir el siglo XIX en distintas etapas considerando la visión que desde la medicina occidental se tenía sobre los orígenes de las enfermedades. En la primera etapa prevalece el paradigma miasmático, que buscaba la causa de la enfermedad a partir de los olores. De ahí la importancia del perfume y el incienso. No se tenía en cuenta lo que hoy podríamos llamar los “microorganismos patógenos”. Esto comienza a tener vigencia, estimativamente, recién en las últimas décadas del siglo XIX.

-Es decir que, con aquel paradigma, el olor era tanto signo como remedio para la enfermedad.

-Sí. Se podría decir que los aromas se empleaban en un doble sentido: servían como diagnóstico, pero también como terapia. Esto no tenía ninguna base científica, pero tuvo un gran impacto social. A partir de 1870 se inicia una nueva etapa: un grupo de médicos que adherían a la ideología higienista ponen en duda todas estas creencias. Son fundamentales los trabajos de [Louis] Pasteur y [Joseph] Lister, ya que son los primeros que comprueban que existe una relación directa entre un microorganismo y una patología. Ahí entramos en lo que se conoce como paradigma microbiano, que va a cambiar la manera en que la medicina y la sociedad conciben la enfermedad.

-En relación a los aromas, existe una corriente dentro de la Historia que intenta imaginar cómo eran las sociedades del pasado a partir de los órganos sensoriales. En esa línea, ¿se puede pensar cómo era Buenos Aires en el siglo XIX a partir de los aromas que predominaban?

-Pensemos que en esas sociedades preindustriales había olores que para nosotros hoy serían insoportables. En Europa, los nobles no se bañaban, los burgueses tampoco y los pobres menos. En particular en Buenos Aires, el baño, tal cual lo entendemos hoy, no era una preocupación para la comunidad médica. Incluso se suponía que si una persona se tiraba agua para limpiarse muy asiduamente podía perjudicar su salud. Pensemos en los olores que eso provocaba: un conjunto de personas que no se bañaban, no en días, sino en meses, años. Esto se veía agravado por el hacinamiento y la ausencia total de saneamiento que había a fines del XVIII: podemos encontrar diez personas sin bañarse compartiendo una pequeña habitación. Además al no contar con un sistema de aprovisionamiento de agua potable y de evacuación de material orgánico, sin recolección de residuos y de manejo de los cuerpos de las personas fallecidas, la situación era, de acuerdo a criterios actuales, insoportable. Incluso los contemporáneos no dejaban de manifestar las incomodidades y penurias que debían padecer. Los desperdicios y la podredumbre que originaban estaban en continuo contacto con las personas. La fetidez, tanto en las casas como en la calle, era notable.

-¿Cuándo se inicia la práctica de bañarse a diario?

-Aproximadamente desde fines del siglo XIX. Tenemos testimonios de la segunda mitad del siglo XIX en los que se narra el llenado de una tina y, con la misma agua, se bañaba toda la familia. Pensemos lo que sería agua con el último integrante de la familia que, en general, era el más chiquito. Esto nos permite reflexionar acerca de las graves consecuencias para la salud. Debemos considerar las extremas dificultades que existían en ciudades como Buenos Aires para procurarse agua no contaminada, de ahí la gravedad de las enfermedades gastrointestinales o las parasitosis que afectaron a innumerables porteños durante décadas.

-¿Cómo eran las dimensiones de Buenos Aires en aquel momento?

-Buenos Aires era una población particularmente pequeña en comparación con capitales virreinales como México o Lima. Hacia fines del siglo XVIII había unas pocas cuadras en torno al Fuerte y las plazas. Luego, un sector periurbano y quintas. El campo estaba ahí nomás. Esta situación comenzó a ser distinta en la segunda mitad del siglo XIX. Pero recordemos que en la revolución de 1880 el presidente Nicolás Avellaneda se retiró a Belgrano para estar seguro y Palermo era, a principios del siglo XX, “un arrabal donde no se aventuraban las personas decentes”.

-¿Existieron hambrunas en Buenos Aires que pudieron haber impactado en la salud de los pobladores?

-Salvo en la primera fundación, en Buenos Aires nunca hubo hambrunas. Pero esto ocasionaba otros problemas. Como sobraba la comida, ésta se tiraba a la calle. Ratas, perros cimarrones, chanchos, todo tipo de animales que terminaban consumiendo las sobras. Estamos hablando de un mundo muy distinto al nuestro, en el que la higiene no era una preocupación de primer orden y donde el peligro acechaba. Hay testimonios de personas que tuvieron que pasar dos días arriba de un árbol porque los perros se los querían comer, o sobre un bebé destrozado, comido por un cerdo. O viajeros ingleses que se quejaban de la insoportable cantidad de pulgas que no los dejaban vivir en paz.

-¿El porteño pobre estaba mejor alimentado, en aquel momento, que el europeo pobre?

-Aquí, como en ciudades de América del Norte, el pobre podía consumir asiduamente proteínas de calidad, como carne de vaca. Sin embargo, existían otros factores que contrarrestaban esa ventaja. Uno de ellos era el agua, la cual se consumía contaminada. El agua se sacaba del río y, como todo río de llanura, que es lento, arrastra material orgánico que contamina. A esto se le sumaban otro tipo de prácticas, como la de no lavarse y comer con las manos, sin emplear utensilios. En otros lugares el problema del agua potable se solucionó antes, por lo menos en sectores de alta concentración poblacional, pero en Buenos Aires fue muy tardío. Recién en la década de 1870 se empieza a gestar la red de agua potable. ¿Cuál era el problema? Que Buenos Aires tenía 200 mil habitantes. Era una “bomba de tiempo” que no tardó en detonar.

-Una de las enfermedades más conocidas que afectaron a la sociedad porteña en esa época fue la fiebre amarilla, en 1871. ¿Qué ocurrió?

-Es lo que los demógrafos denominan “episodios catastróficos” porque mueren miles en pocos meses, sin tener conocimiento certero de cómo la enfermedad se producía. Los servicios de salud se vieron colapsados. Las personas de sectores acomodados se fueron de la ciudad. Los acontecimientos muestran una sociedad que se estaba descomponiendo y fueron los propios habitantes los que se organizaron en comités para enfrentar la situación. Una persona muy destacada en ese momento fue Roque Pérez, quien organizó la atención a los enfermos y termina muriendo de fiebre amarilla. La cantidad de muertos fue tan impresionante que tuvieron que abrir el cementerio de Chacarita.

-Otra de las enfermedades importantes durante 1800 fue la viruela.

-Fue una de las enfermedades más temidas, porque no discriminaba entre sectores sociales: hubo epidemias que barrieron con poblaciones enteras. Si alguien sobrevivía, quedaba con secuelas de la enfermedad muy visibles: como esos rostros desfigurados que tanta impresión causaban entre los contemporáneos. Mariano Moreno sufrió particularmente la situación.

-¿La vacuna de la viruela fue la primera de la historia?

-Claro, la viruela fue la primera gran enfermedad que el ser humano logró vencer. Si bien los orígenes de las prácticas de la inoculación son todavía hoy discutibles, es indudable la importancia que tuvo [Edward] Jenner y su prédica. Este médico rural fue quien advirtió que las ordeñadoras que tenían contacto con vacas enfermas de cow-pox, también conocida como ¨viruela de las vacas¨, no se enfermaban de viruela humana. De esa manera, a partir de este fluido que ocasionaba la infección con cow-pox es que se crea la vacuna.

-¿Qué ocurrió en Buenos Aires?

-La vacunación fue una de las pocas medidas que se perpetuó como política de Estado, sin interrupciones. Siempre hubo un administrador de la vacuna, había vacunatorios barriales y en las poblaciones de la campaña se designaban responsables de la inoculación. Ya para los últimos años del siglo XIX la viruela no era un tema importante. Tuvieron un rol destacado en su combate a nivel local Javier Muñiz, Saturnino Segurola, Justo Mesa, Emilio Coni y muchos profesionales que actuaban en los pueblos de la provincia.

-Otra de las enfermedades que causaron problemas en el siglo XIX fue la tuberculosis.

-Es una enfermedad muy antigua, cuya eclosión se ve favorecida por ciertas condiciones de vida. En Buenos Aires tuvo una particular incidencia desde fines del siglo XVIII y hasta fines del XIX. Los fármacos eficaces se empiezan a administrar recién a principios del XX.

-¿En ese retroceso influyeron las acciones llevadas adelante por los integrantes del movimiento higienista?

-Sin dudas. El higienismo tenía una obsesión: desinfectar, limpiar. Las superficies debían ser lisas y blancas. Querían terminar con ambientes recargados en su decoración, facilitadores de la proliferación de microorganismos. Todo tenía que ser limpio, simple y claro. Se le daba mucha importancia al aire que debía correr en los ambientes de la casa. Arquitectos higienistas empezaron a diseñar hospitales aireados y escuelas luminosas. La idea era que la limpieza llevaba a la salud, y la suciedad a la enfermedad. Sin embargo, este grupo debió emprender una lucha sustantiva contra pautas culturales anteriores.

-Entonces, a medida que avanza el conocimiento, creencias anteriores siguen conviviendo con las actuales.

-Seguramente se recuerda que a mediados del siglo XX hubo una epidemia de polio en Argentina. En ese momento, las mamás solían poner una bolsita de alcanfor en el cuello de sus niños porque sostenían que de esa manera prevenían el contagio. Eso no tiene ninguna solidez científica, pero la creencia de que el olor podía prevenir o curar la enfermedad, ¿de dónde provenía? Se trata de costumbres que perduran en el tiempo. En la historia, hay tanto cambio como permanencia. El higienismo se impone socialmente en el marco de un proceso de modernización, pero convive con ciertos saberes populares, creencias.

-Podría reconocer que, con el movimiento higienista, el Estado se mostró preocupado de una manera destacable y, por primera vez, por la salud de toda la población. ¿Por qué, entonces, ha sido tan criticada esta corriente?

-Este movimiento también toma conceptos de un período anterior. Ese cuerpo que está enfermo y que potencialmente puede contagiar, lo tengo que aislar y controlar. Entonces aparece el sanatorio para tuberculosos, para sifilíticos... Además, el higienismo aporta otra novedad: comienza a hablar de la miseria social y de ciertas enfermedades sociales, distintas a las físicas. Por ejemplo, un anarquista que piensa en contra del orden establecido también tiene una patología, entonces, lo tengo que aislar. Además, el higienismo sectorizaba desde el punto de vista arquitectónico cada problema. Recuerdo un asilo en Buenos Aires que tenía un “patio de las idiotas”. El higienismo, como un movimiento propio de la modernidad, está preocupado por etiquetar, clasificar, mensurar. Tiene todo un aspecto positivo, pero también tiene un aspecto particularmente represivo.


Congreso de Semillas Forrajeras: un escenario para los referentes del mundo

La UNNOBA fue escenario del 9° Congreso del Grupo Internacional de Semillas Forrajeras (IHSG), un encuentro desarrollado en Pergamino que reunió a especialistas y permitió conocer avances y experiencias en el campo de la ciencia, la tecnología y el mercado.

“El Congreso reunió tecnología, producción, genética y legislación. Participaron investigadores, productores y desarrollistas, además de representantes de instituciones y empresas de Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Chile y Argentina”, puntualizó Adriana Andrés, directora de la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales (ECANA).
La doctora Andrés consideró relevante la confluencia del sector público y privado en torno a un abordaje que superó la cuestión meramente vinculada a lo científico y de formación de recursos humanos para dar paso a la posibilidad de vinculación tecnológica. “Las empresas tienen mucho para decir y hacer en este sentido. Argentina está en una etapa de puertas abiertas al mundo y esto representa una oportunidad para que en el país no solamente puedan producirse semillas forrajeras, sino también exportarse”, remarcó.

Además, Andrés estimó de suma relevancia que la Universidad haya sido anfitriona del encuentro: “Haber podido reunir en el ámbito universitario a los principales referentes del mundo en materia de semillas forrajeras nos posiciona en un lugar estratégico”.

Desafíos para la industria

De acuerdo a la directora de la ECANA, estos cultivos poseen un valor estratégico. En esa línea recordó que, tradicionalmente, la producción de semillas forrajeras templadas fue muy importante en el norte de la provincia. “Actualmente somos competitivos porque contamos con una industria fuerte con capacidad de procesamiento, almacenaje, tratamiento y comercialización”, destacó.
Así y todo reconoció que en los últimos años el creciente interés de las empresas por los cultivos agrícolas ha ido en detrimento de la productividad de determinadas especies. “Esto limita la estabilidad de los rendimientos”, planteó.
En este contexto observó “interesantes desafíos para la industria semillera” y añadió: “Tradicionalmente en la zona se han producido semillas para forraje, para ganado de carne y leche”. “Probablemente haya otros horizontes por explorar a partir del mercado externo”, sugirió.

Algunas voces del encuentro

El Congreso contó con los referentes más destacados del mundo, tanto en el plano de la investigación como en el de la industria.

John Foley, miembro de la compañía PGG Wrightson Uruguay: “Trabajo en una compañía privada con origen en Nueva Zelanda que opera en distintos lugares, entre ellos Argentina, Uruguay y el sur de Brasil. En el Congreso presenté las experiencias en la producción de semilla uruguaya y me referí al trabajo en Argentina, donde estamos produciendo desde 2006. Empezamos con un portfolio de diez especies de Nueva Zelanda y Australia buscando mercados que usarán especies templadas similares en ambientes en los que pudieran adaptarse y entendimos que lo mejor era generar variedades para el ambiente local. En Argentina debo reconocer que en los últimos diez años fue difícil hacer inversiones. Ahora el desafío es desarrollar mercados porque aquí se priorizan los cultivos agrícolas y no hay un manejo tan tecnológico para las pasturas”.

Alan Stewart, a cargo del Plan de Mejoramiento de PGG Wrightson New Zealand para la región: “Expuse sobre los desafíos del mejoramiento para la producción desde una perspectiva de Nueva Zelanda. En Argentina es importante la producción de semillas forrajeras y la compañía está trabajando para lograr mayor expansión. Son muchos los desafíos. Para nuestros desarrollos tenemos vinculaciones con algunos organismos, que aspiramos poder fortalecer”.

Phil Rolston, presidente del Grupo Internacional de Semillas Forrajeras y Céspedes y referente de Ag Research New Zealand: “En la exposición apunté a promover prácticas que brinden seguridad a los animales y atiendan aspectos del procesamiento y almacenamiento de las semillas de manera sustentable. Entre otros tópicos mostré el trabajo con un hongo endófito benéfico para el cultivo que puede ayudar a reducir la utilización de plaguicidas. A mi juicio, el mayor desafío de la producción de semillas forrajeras es cuidar el ambiente en el que se trabaja y ajustar prácticas de manejo a ese concepto de sustentabilidad, atendiendo las particularidades de cada lugar”.

DETALLES DEL ENCUENTRO

El Congreso Internacional de Semillas Forrajeras y Céspedes se concretó en sede Pergamino de la UNNOBA, elegido por su ubicación en la zona núcleo de producción de semillas forrajeras templadas del país. El encuentro resultó atrayente para los actores del territorio y, a la vez, permitió la participación de alumnos y egresados de la Universidad. Fue declarado de interés institucional por el Consejo Directivo de la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales de la UNNOBA (ECANA) y de interés institucional por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)


Calidad en la educación superior: un desafío para las universidades y el Estado

Por el doctor Guillermo R. Tamarit
@RectorUNNOBA

La Declaración de la Conferencia Regional de la Educación Superior en América Latina y el Caribe (CRES), celebrada en Cartagena de Indias (Colombia) en el año 2008, definió a la educación superior como “un bien público y social, un derecho humano y universal, y un deber del Estado”. En esa línea los Estados tienen el deber fundamental de garantizar este derecho: “Los Estados, las sociedades nacionales y las comunidades académicas deben ser quienes definan los principios básicos en los cuales se fundamenta la formación de los ciudadanos y ciudadanas, velando para que ella sea pertinente y de calidad”.

De esta manera, la declaración responsabiliza al Estado como garante del derecho a la educación superior e introduce la noción de responsabilidad compartida a la hora de determinar los principios básicos de esa educación y a la hora de velar por su calidad y su pertinencia.

El Estado, como garante del derecho a la educación superior, debe brindar formación a los ciudadanos, procurar la expansión de su cobertura e implementar estrategias que aseguren el acceso. También debe garantizar la calidad de la oferta educativa que se brinda. Las políticas educativas de cada nación constituyen una condición necesaria para favorecer el acceso a la educación superior y para lograr formación con inclusión, tanto en lo que respecta a la cobertura como a la calidad. Por lo tanto, el Estado debe fortalecer los mecanismos que aseguren la calidad. Es preciso resaltar, no obstante, que en el marco de las políticas del Estado, las instituciones universitarias -a través de la producción del conocimiento, de la formación de los ciudadanos y de su respuesta a las necesidades del entorno- constituyen el eje y el motor de la transformación de las sociedades en las que se insertan. En otros términos, son las responsables primarias de la calidad de la educación que imparten.

Las universidades, entonces, cumplen un papel fundamental. Es responsabilidad de ellas constituirse en espacio de construcción del conocimiento para dar respuesta a las necesidades de la sociedad. En ese sentido, el ejercicio de su autonomía es una condición necesaria para el desarrollo académico. Pero esa autonomía implica, a su vez, la responsabilidad de cumplir con la misión de la institución, con calidad, con pertinencia y compromiso social. Esa responsabilidad va más allá de cumplir con el proceso periódico de acreditación o evaluación que exige o propone el Estado, de acuerdo con las leyes de cada país. Es necesario que las instituciones de educación superior den continuidad a los procesos de análisis, revisión, reformulación y mejora continua, con una mirada crítica y en una prospectiva que se oriente a la consolidación de sus programas, su investigación, sus actividades de vinculación con el medio. De esta forma será posible brindar una formación que dé respuesta a los problemas de la sociedad en la que se inserta la institución y contribuya con su desarrollo, que trabaje en la ampliación de la frontera del conocimiento, favorezca el acceso, la inclusión de alumnos, su permanencia y su graduación y promueva la formación continua de sus docentes.

En el caso de la UNNOBA la búsqueda de calidad resulta de acciones concretas, como nuestra tarea de trabajar en la evaluación institucional, las acreditaciones de carreras, el mejoramiento de las actividades de gestión administrativa y académica, la formación continua de nuestros docentes e investigadores, nuestros programas de acceso, permanencia y egreso dirigidos a nuestros estudiantes, la formación a lo largo de la vida y el despliegue de actividades de compromiso social.

No solo debemos empeñarnos en que los sectores de la sociedad que aún no llegan a la universidad puedan hacerlo, sino que es determinante que lleguen a instituciones de calidad, para que quienes realicen el esfuerzo de estudiar, puedan realizar su mejor aporte, tanto para su desarrollo individual como para contribuir al bienestar de la sociedad.


Cría del pejerrey en ambientes controlados

En la Estación Hidrobiológica del municipio de Junín, ubicada en el Parque Natural Laguna de Gómez, se desarrolla desde hace más de quince años la tarea de críar y estudiar al pejerrey. La encargada es Viviana Lobato, médica veterinaria e investigadora de ictiología de la UNNOBA.

En sus inicios, la Estación Hidrobiológica partía de criar peces a partir de huevos y ejemplares juveniles que venían de la Estación de Chascomús. Se los llevaba a adultos haciendo pruebas con el aporte del zooplancton de la laguna, todo un desafío de adaptación. “Tuvieron un buen crecimiento y se adaptaron fácilmente al cambio de agua”, comenta Lobato.

En la actualidad la Estación de Junín ya tiene más autonomía y puede encarar su labor pensando en nuevos desafíos: “Ahora ya tenemos nuestro lote de reproductores y estamos levantando huevos fértiles del tanque, lo que nos permite dejar de pedir ejemplares. De esta manera, los podemos criar con el aporte del agua de nuestra laguna y alimento balanceado”. Los peces que crecen en estos tanques de la Estación de Junín se siembran en las lagunas locales cada año, para aportar así a la población del pejerrey.

A partir de todo este trabajo sostenido año tras año, Lobato fue sistematizando los datos y los resultados y pudo ir presentando esos informes en los congresos de ictiología. Uno de esos trabajos fue presentado en el V Simposio Argentino de Ictiología. Surge la pregunta, ¿cómo es que esta disciplina tiene tan poca antigüedad en el país? “En Argentina si apuntamos a la ictiología hay dos tipos de cría -explica Lobato-, una es para la producción de carne, que es rentable, y después están las otras especies, que no son para la carne pero que se siembran para lagunas productivas a nivel de pesca deportiva”. En Junín el pejerrey figura en el segundo grupo, ya que “no es rentable para la producción de carne, entonces se lo cría para hacer siembra en lagunas que se dedican a la pesca deportiva: Carpincho, Gómez y Mar Chiquita, donde no hay pesca comercial”.

Educar para la conservación

Desde la Estación Hidrobiológica se realiza otra tarea tan importante como la cría y la investigación. Es la tarea educativa. “Tratamos de educar para lograr una conciencia conservacionista, que falta en muchos lugares -afirma la investigadora de la Universidad-. Por ejemplo, la pesca deportiva es mucho más cuidada en el sur, con la trucha, o en el norte con el dorado y el surubí, pero en la pampa central la pesca del pejerrey no se respeta tanto en relación a cupos y vedas”.

Para lograr esa conciencia de conservación es que Lobato impulsó la creación de un acuario dentro de la Estación, una herramienta que tiene fines educativos: “El acuario mejora cada año, vamos consiguiendo peceras grandes, como las que compró el municipio este año. Ahí tenemos representadas todas las especies que viven en la laguna, para que los chicos de las escuelas las puedan ver durante las visitas”.

En este último tiempo se ha incorporado el ingeniero agrónomo Marcelo Rosetti, que es el encargado de las visitas guiadas. “Tener a alguien dedicado netamente a lo educativo nos permite que las escuelas puedan ir más seguido a la Estación, incluso ahora también recibimos a muchos turistas, a los que se les hace el circuito educativo que implica no sólo el acuario, sino también el funcionamiento de toda la instalación y la cría del pejerrey”.

Trabajo de campo e investigación

La cría de peces en ambientes no naturales permite también avanzar hacia un conocimiento más acabado de su comportamiento, y también de sus patologías. Lobato ha estudiado así algunas causas de la mortandad del pejerrey: “Durante el cautiverio se mueren peces, el aparato inmunológico se deprime, y hay enfermedades que en un ambiente natural no se dan, pero con el stress de la cría se manifiestan”.

Gracias a los recursos brindados por la Universidad, ahora desde la Estación pueden diagnosticar el problema mediante estudios complejos de laboratorio. Viviana Lobato indica que “no hay mucho investigado en relación a las enfermedades de los peces, sobre todo el pejerrey”, y que es ahí donde hay que seguir apuntalando los esfuerzos y los recursos de la investigación.


TRABAJO DE INVESTIGACIÓN Y METODOLOGÍA CIENTÍFICA

Viviana Lobato ha sistematizado su trabajo en la Estación Hidrobiológica mediante una serie de publicaciones presentadas en simposios y congresos. Explica la labor que diariamente deben sostener para no perder de vista ningún aspecto: “Se toman las temperaturas del agua tres veces al día, se mide la salinidad del agua, se cuenta el alimento que se vuelca y se resta lo que no comen, se contabiliza la mortandad de peces, si hay una enfermedad se analiza mediante necropsia y se mandan a hacer los cultivos”. Esas son sólo algunas de las tareas diarias de una Estación Hidrobiológica como la de Junín. Con el apoyo de la Secretaría de Investigación de la UNNOBA, Lobato ha podido presentar una serie de trabajos: “Cultivo intensivo de juveniles de pejerrey con zooplancton, artemia y alimento balanceado” (Simposio Argentino de Ictiología de Mar del Plata, 2015); “Cría y reproducción de pejerrey” (Congreso de Ecología y Manejo de Ecosistemas Acuáticos Pampeanos, Buenos Aires, 2015); “Captura, aclimatación, y cultivo de juveniles de pejerrey” (Congreso Argentino de Limnología, Tucumán, 2016); “Captura, recuperación y cultivo de pejerrey a partir de poblaciones naturales” (Simposio Argentino de Ictiología, Corrientes, 2017).


La enseñanza de fruticultura en la Universidad

En el año 2016 la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales de la UNNOBA (ECANA) se propuso jerarquizar la fruticultura como sector estratégico del aparato productivo nacional. Es por ello que desde el ámbito académico convocó a las ingenieras agrónomas María Eugenia Sticconi (INTA Pergamino) y María Josefina Durand (Escuela Agrotécnica N° 1 de Pergamino) para el dictado de la materia Fruticultura en el último año de la carrera de Agronomía. Pero no sólo era el dictado de dicha materia, o el desarrollo de los contenidos lo que se proponía la ECANA. De la mano de la materia estaba también la puesta en valor de los montes frutales que la Universidad posee en las ciudades de Pergamino y Junín.

“Fueron dos desafíos paralelos”, asegura Sticconi. “Por una lado armar la cátedra, priorizar los temas que nosotras queríamos que tuvieran más importancia y luego el tema de los montes que, si bien son biodiversos, tienen un popurrí de diferentes especies con un estado fisiológico complejo, ya que al no tener un ‘alambrado vivo’ a estos árboles les ha costado muchísimo desarrollarse”, explica. Y agrega: “Hoy el desafío es que en el mismo momento de la cursada podamos explicar a los alumnos lo que debería ser. Es decir, los montes frutales nos sirven como escenario para mostrar lo que está bien y lo que está mal. Trabajamos con problemas reales”.

En ambas sedes los montes ya estaban instalados, pero sin cortina forestal o alambrado vivo, las cuales protegen a esos árboles. Josefina Durand explica su importancia: “La cortina forestal es el alambrado vivo de un monte frutal, que puede ser biodiverso [compuesto por diferentes especies ] o de una sola especie. La cortina protege no sólo contra los fuertes vientos, sino que también se necesita para crear un ambiente calmo por la actividad de los polinizadores, ya que si hay viento fuerte, ellos no pueden volar, y si no vuelan no polinizan, ¡y si no polinizan no hay frutas!”. Adicionalmente, ese “cerco vivo” sirve también para frenar las emanaciones de lotes vecinos, por ejemplo, en la aplicación de químicos que, eventualmente, pueden perjudicar el normal desarrollo de las plantas.

Las docentes explicaron que los contenidos de la materia se relacionan con un manejo tendiente hacia la agroecología: “Debemos apostar a convivir de una razonable forma técnica y sustentable con plagas y malezas. Tratamos de ver el manejo agroecológico como algo posible, mas allá de que hoy no sea una realidad muy difundida”. Este manejo agroecológico tiene que ver, por una lado, con amigarse con la idea de que hay que cohabitar con el resto de los seres vivos que están dentro de un monte frutal, haciéndolo de tal manera que no suponga ningún tipo de fundamentalismo: “Ni las plagas están por encima de lo que se quiere cosechar, ni tampoco debemos esperar que no quede ni una sola hormiga, porque el mundo se va a terminar. No tenemos que exterminar a las hormigas, pero sí podemos controlarlas”.

Para las docentes “los desafíos siempre están presentes” y por ello destacan el apoyo recibido para poder concretar los diferentes objetivos. Por ejemplo, “la puesta en valor de los montes de ambas sedes está siendo posible gracias a la colaboración que se recibió por parte de Marcelino Sierra y Eliano Salvucci, que trabajan en ECANA Pergamino, y en el campo Experimental de Junín de la mano del ingeniero Leandro Fariña”.


ESPECIES EN LOS MONTES FRUTALES

En ambos montes existen variados cítricos, como limones, quinotos, pomelos, mandarinas y naranjas. Algunas variedades de duraznos y ciruelos y otras de avellanos, almendros y nogal. En menor medida hay ejemplares de pera, membrillo y manzana. Desde la cátedra se focaliza la actividad en el cuidado y puesta en valor de los frutales de la región como duraznos o naranjas, ya que son los más representativos de la fruticultura en esta región.


Carreras con futuro

Desde su creación y durante sus primeros quince años, la UNNOBA marcó su rumbo y una de las prioridades es impulsar e incentivar el interés sobre las carreras estratégicas. ¿Cuáles son las carreras prioritarias y por qué es importante que los estudiantes decidan cursarlas?

Pilar Traverso, prosecretaria Académica de la UNNOBA, explicó que son aquellas vinculadas a la ciencia y la tecnología: “Cada región define cuáles son las carreras prioritarias de acuerdo a las propias necesidades y al ámbito productivo”. Las informáticas y las ingenierías suelen reconocerse per se como las carreras del futuro y, en tanto, estratégicas. Pero existen otras prioritarias como, por ejemplo, Enfermería, Genética y Alimentos.

Entre el oficio y la necesidad

El Universitario dialogó con la coordinadora de las carreras de Enfermería, María Mónica Lázzaro, quien expresó que actualmente el déficit de enfermeros se ha convertido en una preocupación nacional. Esta situación se agrava porque las instituciones de salud amplían y complejizan su oferta, y así demandan cada vez más profesionales que garanticen la calidad de sus prestaciones. Debido a esto, los egresados de este tipo de carreras pueden insertarse inmediatamente en el medio laboral, con posibilidades permanentes de desarrollo personal y profesional.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de los cuidados de la salud son proporcionados por enfermeros. “Esta situación los convierte en un actor principal, y en un profesional reconocido por su capacidad de mejorar con sus intervenciones específicas la salud, el bienestar y calidad de vida de las personas”, resaltó Lázzaro.

Según la coordinadora, los diferentes campos en los que puede desempeñarse un profesional de la salud son promoción, prevención, curación, rehabilitación, cuidados paliativos, administración y gestión de los servicios de salud hospitalarios y comunitarios, así como la docencia y la investigación.

Genética, la ciencia de la vida

Junto a la Universidad Nacional de Misiones, la UNNOBA es una de las dos universidades públicas que en Argentina ofrece la posibilidad de estudiar la Licenciatura en Genética. Susana Pistorale, directora del Departamento de Ciencias Básicas y Experimentales, brindó especificaciones sobre la disciplina: “La Genética es una ciencia que nos permite explicar por qué somos como somos, por qué podemos razonar, hablar y un chimpancé no puede hacerlo. Tiene una enorme potencialidad en el estudio y preservación de la biodiversidad. Podríamos decir que quienes se acercan a ella son netamente curiosos”.

Pistorale, quien también coordina la carrera, señaló que la Genética es una ciencia con un inmenso impacto en la industria farmacéutica, la producción de vacunas, la biorremediación de ambientes contaminados, la producción agropecuaria y la alimentación, por lo que es una disciplina que “está presente en la vida cotidiana”.

“Hace tan sólo 20 años era impensable que el ADN pudiera aportar a la identificación y condena de criminales; sin embargo, en la actualidad los estudios de ADN constituyen exámenes de rutina no sólo en causas penales, sino también para hacer la determinación de vínculos biológicos”, ejemplificó.

La carrera que dicta la UNNOBA fue diseñada con la premisa de formar licenciados en Genética con una sólida formación básica y aplicada en las áreas vegetal, animal y humana, pertinente al contexto en el que está inserta la Universidad y coherente con las carreras de Agronomía y Alimentos que se dictan desde la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales.

Profesionales para la producción de alimentos

Julio Lima, coordinador de las carreras de Alimentos, analizó la situación productiva de alimentos de nuestro país y contó de qué manera se forma el profesional de alimentos en la UNNOBA. “Vivimos en un país muy especial, ya que Argentina forma parte de una de las pocas regiones del mundo con excedentes en la producción de alimentos. De esta manera, está en condiciones de abastecer una demanda mundial creciente. Nuestro país tiene capacidad para alimentar a 400 millones de habitantes, ¡diez veces su población!”, subrayó.

Desde hace miles de años el hombre conserva alimentos durante tiempos prolongados, lo que se intensificó con el masivo crecimiento de la población mundial y su desplazamiento desde el campo a las ciudades. “En este sentido, la industria alimentaria de hoy debe utilizar métodos seguros, que permitan generar productos estables, capaces de ser almacenados y transportados con facilidad, con sabor agradable y con las características de los alimentos frescos originales, lo que nos obliga a que su producción esté en manos de profesionales capacitados”, explicó.

Desde esta perspectiva, la UNNOBA forma los ingenieros y técnicos en Alimentos con un perfil que los habilita para trabajar en el ámbito de la tecnología, con responsabilidades sobre gestión, mantenimiento, desarrollo e innovación tecnológica. Los ingenieros utilizan ese conocimiento para crear conceptos, materiales, productos, máquinas, obras y sistemas complejos.

Ingeniería Agronómica es otra de las carreras fundamentales para el desarrollo regional y relacionadas con la producción de alimentos, la cual a su vez integra un grupo de disciplinas (vinculadas a las ciencias aplicadas, naturales, exactas y básicas) consideradas “prioritarias” por el sistema educativo nacional por la alta demanda existente de profesionales vinculados con el sector.

Se trata de una carrera cuya matrícula ha crecido significativamente en la UNNOBA, en la misma medida en que ha disminuido en otras Universidades metropolitanas. Esto se explica por la enorme pertinencia que tiene la Agronomía en esta región del país.

La Ingeniería y la Informática

En los últimos tiempos se requieren cada vez más profesionales para el desarrollo de software y servicios informáticos. “El crecimiento de la Informática en todos los espacios de la actividad humana plantea la necesidad de controlar la calidad del producto. Se requiere profesionales legitimados y responsables, formados a partir de estudios actualizados y homogéneos”, desatacó Mónica Sarobe, secretaria Académica de la Escuela de Tecnología.

La funcionaria y docente de la Universidad manifestó la necesidad de formar cada vez más profesionales en el área, ya que se estima que el empleo en el sector de software y servicios informáticos podría aumentar en un 50% desde hoy al año 2020.

Otras de las carreras consideradas prioritarias son las Ingenierías (Mecánica e Industrial). Daniel Galli, coordinador de la carrera, explica: “La Ingeniería es la actividad humana que pretende la óptima conversión de los recursos para el beneficio de la humanidad, mediante la aplicación de principios científicos”.

Mientras el ingeniero Industrial participa de la línea productiva, de la gestión administrativa y de la logística, el Mecánico trabaja en máquinas, motores, ensamblado, producción industrial. “Ambas especialidades -explica el funcionario- utilizan todo tipo de recursos: humanos, de conocimiento, naturales, financieros y de información. De esta manera, sus profesionales crean y gestionan, con la ayuda de la ciencia y también del arte, sistemas que son capaces de producir bienes y servicios, mediante el conocimiento de las matemáticas, las ciencias naturales y las sociales sociales. El fin de la Ingeniería es elevar la calidad de vida de la humanidad, siempre a través de medios sustentables y respetuosos del medioambiente”.


ACOMPAÑAR EL CAMINO DE LA FORMACIÓN

Una de las premisas bajo las cuales trabaja la UNNOBA es el acompañamiento del estudiante en el ingreso, durante la cursada y en el egreso. Macarena Forneris, directora de Ingreso y Articulación, explicó que en el ingreso se dicta un taller para “acercar a los estudiantes a la vida universitaria”. “Es una instancia que permite fortalecer los saberes necesarios para asegurar el ingreso a las carreras de la Universidad”, especificó.
También existe un programa de tutorías, para acompañar a los estudiantes en las disciplinas que tienen más dificultades. “Inicialmente se realizaba apoyo en química, matemática, física y biología, pero desde este año también hay un bloque de tutorías en ciencias económicas porque notamos que era importante acompañarlos”. Otra particularidad es que la mayoría de las tutorías están a cargo de estudiantes avanzados o egresados recientes de la UNNOBA, lo que implica una cercanía mayor entre los participantes.
Forneris también informó que, junto a inspectores y docentes del nivel medio, trabajan en la redacción de materiales didácticos en matemática y química, textos que serán entregados a aquellos alumnos que decidan volcarse a las carreras prioritarias. “Orientarse a las carreras prioritarias implica responder a los proyectos y demandas de desarrollo, pero además garantiza a sus graduados inserción laboral y desarrollo profesional”, subrayó.
En relación al egreso, desde Secretaría Académica informaron en los planes de estudio de muchas carreras se contempla el acercamiento al campo profesional. “Muchos de nuestros graduados terminan insertándose en las industrias o empresas donde realizan sus prácticas”, especificó Macarena Forneris.


ESTADÍAS ESTUDIANTILES EN FRANCIA, MÉXICO, COLOMBIA Y PERÚ

La UNNOBA también ofrece diferentes becas de movilidad estudiantil. Un ejemplo de ello es el programa ARFITEC, destinado a estudiantes regulares de Ingeniería Industrial, Mecánica y en Informática que quieran cursar un cuatrimestre en Francia. En tanto, ARFAGRI brinda la posibilidad de cursar un semestre en Francia para los alumnos regulares de las carreras de Ingeniería Agronómica y en Alimentos.
También existe el Programa Académico de Movilidad Educativa PAME–UDUAL, donde los estudiantes pueden elegir entre Universidades de México, Colombia y Perú; así como Jóvenes de Intercambio México-Argentina (JIMA) y Movilidad Académica Colombia-Argentina (MACA).


BECAS

Sebastián Fulderi, responsable de Bienestar Universitario, contó que la Universidad tiene dos líneas de becas. Por un lado están las que dependen del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y, por otro, las que otorga la UNNOBA.
Una de las becas del Ministerio de Educación es las denominadas “Bicentenario”, destinadas, precisamente, a carreras científico-técnicas, como Agronomía, Genética, Alimentos, Ingeniería e Informática. Además, existe el Programa Nacional de Formación en Enfermería (PRONAFE) y, por último, el Programa Nacional de Becas Universitarias, para todo tipo de carreras. “Tanto el programa de Becas Bicentenario como el PRONAFE tienen la particularidad de que el monto que recibe el estudiando se incrementa a medida que avanza en la carrera, lo que no sucede con la línea de becas que se otorga a aquellos estudiantes que se vuelcan a las carreras tradicionales”, aclaró Fulderi.
En tanto, entre los programas de becas propios de la UNNOBA se encuentra el programa nacional de becas de transporte, que se brinda a los estudiantes que viajan desde localidades cercanas a las dos sedes, y que no tienen domicilio fijo en Junín o Pergamino. “La universidad les financia un 65% del gasto de pasaje”, informó Fulderi. Además, está el programa de becas de bibliografía, que entrega el material de estudio.
Otra de las iniciativas de la UNNOBA ha sido el programa Primer Universitario de la Familia, dirigido a estudiantes que no tengan un graduado en su propio grupo familiar. Este programa se implementa a través de las escuelas secundarias.


Ser científico por profesión

“El sistema científico exige publicar cada vez más y eso genera estrés en el investigador”. Esta apreciación pertenece al doctor en Economía Aurelio Fernández Bariviera, quien dialogó con El Universitario en el marco de una disertación brindada en la UNNOBA durante la Jornada “Investigación y calidad” promovida por la Secretaría de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la Universidad.

Fernández Bariviera, investigador de la Universitat Rovira i Virgili de España, describió las tendencias actuales y los aspectos que se valoran para la publicación de trabajos en revistas científicas, y criticó que “la publicación sea la vara de calidad de la investigación”.

Bajo la consigna “Publicar o morir”, el experto hizo hincapié en la sobrecarga que genera en el investigador la exigencia de “publicar cada vez más” y remarcó que “esto genera un estrés en la comunidad de los distintos países, por cuanto la investigación es difícil y no siempre se obtienen resultados que ameriten ser publicados”.

“A menudo se invierten muchas horas en el desarrollo de una investigación y al finalizar ese proceso no se obtienen resultados satisfactorios. Esto ocurre en el marco de un sistema que le exige al investigador publicar y que mide la calidad de su investigación por esas publicaciones”, describió.

“Uno está horas en el laboratorio y no obtiene el resultado que quiere, y eso no significa que no haya trabajado: significa que no se consiguió lo que se buscaba. Esto va a contracorriente de la exigencia de publicación”, insistió.

Estándares uniformados

En relación a los estándares que se utilizan para decidir la publicación de un trabajo en una revista científica, Fernández Bariviera recordó que en los años sesenta se inició un proceso de “metrificación de la ciencia” que se popularizó en la década del noventa a través del denominado “índice de impacto”. Si bien se trata de un sistema aceptado e impuesto en el mundo, este ha sido criticado porque no contempla “la complejidad que concierne el proceso de divulgación de la ciencia”. “Hoy por hoy nos evalúan en base a medir en qué revistas publicamos según el factor de impacto, y este criterio no siempre resulta del todo justo”, opinó el investigador.

Para lograr un cambio en ese sentido, se deben promover estrategias colectivas. Una de esas iniciativas ha sido la “Declaración de San Francisco”, que critica el cálculo del factor de impacto y sugiere indicadores más comprensivos.

Igualmente, señaló que aún se está lejos de conseguir un cambio: “La publicación sigue siendo la vara para medir la calidad de una investigación y esta presión se ejerce tanto para quienes investigan en el campo de las ciencias duras como en el terreno de las ciencias sociales”, planteó. Sin embargo, consideró que el índice de impacto funciona mejor para ciencias exactas que para las ciencias sociales, disciplinas en las que resulta más difícil medir resultados en forma cuantitativa.

En este contexto, Fernández Bariviera apuntó la necesidad de apuntalar a los grupos de investigación y acompañarlos en una dinámica en la que “indefectiblemente se tienen que ir adaptando”. “Quienes están dando los primeros pasos en la investigación necesitan de un buen apoyo institucional por parte de las universidades”, planteó.

“Se requiere del apoyo institucional porque publicar es un mecanismo complejo”, insistió. Y visualizó la necesidad de tener programas de apoyo a grupos emergentes. “El que ya está en el sistema sabe cómo funciona y conoce el camino porque lo ha transitado. A ese hay que seguir apoyándolo. Pero al emergente, que es una semilla, hay que apuntalarlo para que no muera en el intento”, concluyó.

Este especialista, que se definió como “un defensor de la investigación básica”, se refirió también a cuánto del conocimiento científico publicado en revistas especializadas se vuelca a la comunidad: “Al final toda la información se termina volcando, aunque no suceda con la inmediatez que se reclama”.

“Es verdad que estamos en la era de las redes sociales, pero hay algo que debe quedar claro: lo que se publica hoy en una revista científica quizás tiene que ver con un avance teórico que no necesariamente se traduce en una aplicación real de tipo industrial, por ejemplo. Pero esto no significa que en diez años ese avance no represente un hito en el terreno de la ciencia aplicada y termine representando una mejora para la vida de una sociedad”, señaló.


La transparencia en la administración de la Universidad

Por el doctor Guillermo R. Tamarit
@RectorUNNOBA

La agenda de educación superior reclama trabajar tres ejes fundamentales: la inclusión, la calidad y la transparencia en la gestión.

Hoy nos ocupa la transparencia en la gestión institucional de las universidades.

Mejorar la calidad de los servicios, promover la transparencia, la inclusión digital y la innovación, son algunas de las tantas buenas prácticas a las que cada vez se suman más universidades. Un ejemplo de ellas es la implementación del Gobierno Electrónico en la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA). La experiencia de nuestra universidad se apoya en el desarrollo del expediente electrónico, la firma digital y la notificación electrónica.

Estas iniciativas están enmarcadas en el Plan Estratégico Institucional 2013-2019, que prevé la innovación de políticas sustentables con el medioambiente y la implementación de un sistema de gestión de trámites en línea. Con el Gobierno Electrónico, la UNNOBA logró ambos desafíos: disminuir considerablemente el tiempo en el circuito administrativo y eliminar la utilización del papel.

La implementación del Gobierno Electrónico colocó a la UNNOBA como una universidad referente en la materia dentro del ámbito académico. Este año, sus representantes presentaron la experiencia en la V Conferencia Internacional de Gestión Financiera en las Instituciones de Educación Superior (GEFINES 2017), en la que obtuvieron el galardón a mejor ponencia nacional. Esto incentivó a que otras casas de altos estudios se sumen a la iniciativa.

Entre las buenas prácticas implementadas por la UNNOBA encontramos:
- En orden al cuidado del medioambiente, la implementación de un sistema de gestión ambiental bajo normas ISO 14001:2015, Programa de control de emisiones de carbono (Huella de carbono) y la puesta en marcha de la denominada “Huella Hídrica”.
- En orden a la administración, la implementación de un sistema de gestión de calidad bajo normas ISO 9001:2015, el programa de voto electrónico, la consolidación de la infraestructura tecnológica, el desarrollo de legajos digitales únicos de alumnos de grado y posgrado, la inscripción a carreras vía web, la interfase web para trámites, procedimientos generales y específicos de seguridad y salud ocupacional y en la trazabilidad y seguridad en títulos académicos emitidos.

A este conjunto de acciones la UNNOBA sumará el efectivo ejercicio del derecho de acceso a la información pública (enmarcada en los requisitos de la ley 27.275), promoviendo la transparencia como un estilo de gestión. De esta manera, se asegurará con responsabilidad y buena fe el máximo acceso a dicha información, enfocados en la apertura, la celeridad, la gratuidad y la exactitud de la misma.

El acceso a la información pública es un derecho que comprende la posibilidad de buscar, acceder, solicitar, recibir, copiar, analizar, reprocesar, reutilizar y redistribuir libremente la información bajo custodia de los sujetos obligados que enumera la ley. Cuando hablamos de información pública nos referimos a todo tipo de datos contenidos en documentos de cualquier formato que los sujetos obligados, generen, obtengan, transformen, controlen o custodien.

Esta propuesta de la UNNOBA, considera el acceso a la información como un elemento clave para el efectivo funcionamiento de las instituciones públicas ya que, gracias a esa información, no sólo es posible conocer la labor de los funcionarios sino también ejercer otros derechos cívicos y sociales. De esta forma, se promueve la participación ciudadana, permitiendo hacer efectivo el principio republicano de la publicidad de los actos de gobierno y mejorando así la gestión de la cosa pública.

El objeto de facilitar la búsqueda y el acceso a la información pública es sensibilizar a todos los actores, especialmente a los gestores públicos que intervienen en la administración universitaria, para que adopten la cultura de la transparencia, participación y colaboración con principios básicos de transparencia activa en los que se destacan:
- Facilidad de acceso (no es necesario un usuario ni contraseña).
- Utilización de lenguaje sencillo comprensible para todos.
- Navegación simple que permita la información de manera rápida y sencilla.
- Información oportuna y confiable.
- Mejoramiento continuo y actualización permanente.

El acceso a la información pública permite facilitar la relación Estado/sociedad; optimizar la resolución de problemas, la provisión de servicios o la simplificación de trámites para mejorar la atención del ciudadano en general y la transparencia de los actos de gobierno, facilitar el ejercicio de los derechos ciudadanos y mejorar su calidad de vida. De esta manera, nuestra Universidad profundiza su compromiso con las buenas prácticas en la gestión institucional.


Enfermería del adulto mayor

Antes se los conocía como la tercera edad, ahora se habla de adultos mayores. No se trata solamente de terminología sino de un cambio de paradigma que entiende al adulto mayor como una persona con plena capacidad de crear, aprender y disfrutar. “Claramente el cambio de la terminología se debe al incremento de la esperanza de vida en este grupo etario”, afirmó Cristina Baccaro, docente de la Licenciatura en Enfermería.

El antes llamado “anciano” ha ido adquiriendo derechos en los tiempos actuales. Este adulto mayor, que se encuentra en la última etapa de la vida, dejó de ser un individuo pasivo. La docente subrayó que el estudiante debe identificar al adulto mayor como un ser único, con una historia, cultura, saberes, experiencias, necesidades biológicas, psicológicas y espirituales propias.

En esa línea, Baccaro planteó que es fundamental para todas las instituciones pensar al adulto mayor como “un todo”: “Desde Enfermería debemos estar atentos a los cambios que sucedan en ellos, de acuerdo al momento por el cual estén transcurriendo”. “En esa edad se producen importantes cambios físicos, sociales y psicológicos, por lo que es necesario un plan de atención integral para tratar al paciente”, contó la docente de las materias Enfermería del Adulto y del Anciano I, II y III de la Licenciatura en Enfermería.

Baccaro subrayó que el estudiante debe comprender las necesidades de cada persona particular, sus limitaciones, recursos y posibilidades de funcionamiento autónomo: “Debe también planificar actividades de educación, si es posible con los miembros de la familia, destinadas a la prevención de enfermedades, promoción de la salud y de ambientes saludables”.

La docente considera fundamental capacitar al estudiante de Enfermería para la detección de riesgos y la prevención de aquellos eventos de alta incidencia que tienen impacto directo en su salud y expectativa de vida, tales como caídas, úlceras por presión, insomnio. “La investigación es determinante también para mejorar la calidad de atención hacia el adulto mayor”, sostuvo. En relación a la formación del futuro profesional, la docente también expresó: “Si hay algo que enseñamos en la carrera y en el cuidado del adulto mayor es a asumir la responsabilidad de sus acciones, centrándolos en la praxis profesional, que implica hacer el bien y no hacer daño”.

“Enseñamos a nuestros estudiantes que ha habido un cambio social y cultural que permite tratar al adulto mayor como una persona con capacidad de hacer, por lo que es importante que entiendan que son seres con oportunidades de recreación y formación”, recalcó Baccaro.


Buscan modos de controlar enfermedades del maíz a través de la genética

Un grupo de científicos de la UNNOBA trabaja en un proyecto de investigación orientado a lograr un modo de control de las enfermedades causadas por insectos conocidos como “chicharritas” que afectan el cultivo de maíz.

El modelo que emplean toma algunos ejes de los avances logrados por investigaciones desarrolladas en la Universidad para el estudio de las vinchucas. Esto sucede porque estudian insectos que tienen características similares en su comportamiento.

En el seno del Centro de Bioinvestigaciones de la UNNOBA (CeBio), la doctora Inés Catalano dirige el proyecto financiado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), en el marco del cual se estudian dos especies de “chicharritas”: Delphacodes kuscheli, vector del agente que causa el “Mal de Río Cuarto”; y Dalbulus maidis, que causa el achaparramiento del maíz. “Mientras el mal de Río Cuarto afecta la zona núcleo, el que es conocido como ‘achaparramiento’ se produce más hacia el norte del país. Con distinto alcance, toda el área maicera fue afectada en alguna u otra campaña por estas enfermedades”, afirmó Catalano.

Puntualmente, el equipo de investigación está abocado a estudiar distintos aspectos del vector que transmite el patógeno causal de estas enfermedades. Lo que buscan es determinar qué genes inciden en el desarrollo o supervivencia de estos insectos para tratar de encontrar un método de control que preserve el cultivo y no afecte su rendimiento.

El proyecto comenzó a ejecutarse en diciembre de 2016 y tiene dos años de plazo para el reporte de resultados. “Tenemos el transcriptoma secuenciado en todos los estadios y contamos con una colonia infectada que vamos manteniendo para poder trabajar en la búsqueda de genes de inmunidad”, precisó. Con ambas especies intentan lo mismo: descubrir genes que puedan servir para idear modos en que la planta misma pueda ejercer algún control sobre la plaga.

“En la actualidad el manejo de estas enfermedades se efectúa mediante el uso de insecticidas. Nuestra idea es contar con el conocimiento para desarrollar una planta que contenga genes que puedan tener la capacidad de inhibir otros del insecto para hacer que su vida no persista”, expresó.
Según Catalano, todo el conocimiento que se genere en este campo resultará novedoso porque “no hay estudios en chicharritas que sean tan específicos. No está estudiado el transcriptoma ni el genoma, así que cualquier gen que descubramos será un avance”.

La vicedirectora del CeBio remarcó que la pertinencia de la investigación está dada por el impacto que estos insectos y las enfermedades que transmiten tienen en el cultivo de maíz. Al respecto, valoró los aportes realizados por investigadores de la UNNOBA en el estudio de las vinchucas: “Esas investigaciones han sido la madre de este proyecto”.

En rigor, las “chicharritas” tienen un sistema bucal similar al de las vinchucas. “Las chicharritas y las vinchucas son del mismo orden de insectos, cuentan con el mismo aparato bucal y tienen un comportamiento similar. La única diferencia es que las vinchucas se alimentan de sangre humana y las chicharritas de ‘la sangre de la planta’”, explicó.

“Nuestra máxima aspiración sería lograr un método insecticida, brindar el conocimiento para el desarrollo de una planta que lleve consigo determinadas características que incidan en el desarrollo y supervivencia de estas plagas”, concluyó la directora del proyecto.


TRABAJO EN EQUIPO
El desarrollo de este proyecto supone la participación de profesionales de distintas disciplinas. Con anclaje en la genética, cada uno de ellos despliega una tarea en el marco de esta investigación.
•Victorio Palacio, desde la Bioinformática, está abocado al análisis del transcriptoma de las especies estudiadas.
•Lucía Dalaison, que está realizando su tesis final de grado de la Licenciatura en Genética, logró desarrollar todo el ciclo de vida de las chicharritas de manera artificial. También está abocada al estudio del desarrollo embrionario normal de los insectos.
•Hugo González es ingeniero agrónomo, tiene una beca doctoral de CONICET y se ocupa del mantenimiento de los insectos infectados en colonias. También tendrá la tarea de comparar el transcriptoma de sanos e infectados.
•Lucila Pérez tiene una beca CIN y está haciendo el trabajo final de grado de la Licenciatura en Genética. Se insertó en el proyecto para estudiar neuropéptidos en “chinches”, un insecto que afecta al cultivo de soja.
•Elías Gazza es licenciado en Genética, tiene una beca doctoral de CONICET y está poniendo a prueba técnicas de edición de genoma.
“Confluyen en el proyecto distintas disciplinas lo que supone un gran trabajo en equipo”, sostuvo Catalano.