Las ciencias forenses y la justicia
Por Sebastián Martino
En los últimos treinta años las ciencias forenses se convirtieron en un pilar fundamental para las políticas de memoria, verdad y justicia, a partir de su aplicación para la identificación de personas desaparecidas y la restitución de nietos apropiados por la última dictadura cívico militar.
En ese contexto, el trabajo que se realiza en el Banco Nacional de Datos Genéticos resulta clave, de acuerdo a Mariana Herrero Piñero, para “reparar la identidad del tejido social, la cual también está vulnerada, porque un proceso de restitución no es individual, sino que se encuentra enmarcado en una sociedad que ha sufrido en carne propia esa dictadura". "Cada vez que se restituye un nieto, es como reparar ese tejido social y recuperar una parte de nuestra identidad”, enfatiza la doctora Herrero, directora del Banco.
Un poco de historia
Terminada la dictadura, en el año 1984 llegó a la Argentina la Comisión Americana con base en la ciencia, en la que un grupo de científicos tenía la intención de colaborar con las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de sus nietos secuestrados o apropiados luego de haber nacido en cautiverio. Herrera Piñero señala que era una época en la que la genética forense “prácticamente no existía, se estaban haciendo los primeros desarrollos moleculares, y lo que se hacía era identificación padre-hijo, hasta entonces nadie había pensado situaciones en las cuales los padres faltaban”.
Herrera Piñero define a la Argentina como “la conciencia del mundo” porque “lidera el continente en materia de Derechos Humanos”
Fue necesario, entonces, generar estadística forense y establecer qué marcadores genéticos se tenían que utilizar para lograr un algoritmo que permitiera asegurar, con una determinada certeza, que un niño sospechado de haber sido apropiado era nieto o no de una abuela que lo estaba buscando.
Para Herrera Piñero, la restitución de Paula Eva Logares, a finales de 1984, luego de un proceso arduo de trabajo e investigación, fue “un punto de inflexión en la aplicación de la ciencia a los derechos humanos”. Y la publicación del primer paper sobre el tema, en la revista “Journal of Forensic Medicine and Pathology”, puso en consideración a la ciencia como una herramienta en la reparación de los delitos de lesa humanidad y en la violación de los derechos humanos. “El aporte que hizo la Argentina a nivel científico en ese momento fue muy importante”, asegura Herrera Piñero.
En 1987 se sancionó la Ley que creó el Banco Nacional de Datos Genéticos, que iba a permitir contar con un registro de perfiles genéticos, en donde se pudiera comparar a cada niño –por pedido de la Justicia– con todos los grupos de familiares que estaban buscando a sus nietos.
En 2009 se modificó la Ley y se particularizó en la búsqueda de los niños nacidos en cautiverio y secuestrados junto a sus padres durante la última dictadura cívico-militar y en la colaboración con la identificación de personas desaparecidas. “Se le dio al Banco el objeto por el cual se lo había creado en 1987”, considera la directora. Y luego contextualiza: “La idea de los bancos genéticos para la identificación de personas desaparecidas o para la restitución de nietos surge en la Argentina. El nuestro es el primer país que lo implementa para estos procesos identificatorios. Luego aparecen otros, por ejemplo, en 1995, el banco que identificó 5000 personas en la Guerra de Bosnia-Herzegovina, el que se generó para identificar a las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, el del Equipo Argentino de Antropología Forense –que hasta ese momento no lo tenía–, el que se hizo para el tsunami del año 2005, y otros”.
El proceso de análisis genético incluye la aplicación de cálculos estadísticos muy complejos: “Al haber una generación que nos falta, es mucho más laborioso lograr una buena información”
De esta manera, nuestro país fue pionero en el trabajo de esta temática. Herrera Piñero define a la Argentina como “la conciencia del mundo” porque “lidera el continente en materia de Derechos Humanos”. Y profundiza: “Los otros países, que van más atrás, necesitan la ayuda de la Argentina para crear sus bases de datos. Por eso el Banco firmó convenios para asesorar organismos de Colombia, Perú, El Salvador e, inclusive, se han acercado las mamás de 200 niñas asesinadas por el Boko Haram, un grupo islámico de Nigeria”.
Funcionamiento
El proceso de análisis genético incluye la aplicación de cálculos estadísticos muy complejos: “Al haber una generación que nos falta, es mucho más laborioso lograr una buena información, porque es un grupo familiar incompleto”, aclara Herrera Piñero.
Con la información genética de los que podrían ser chicos apropiados y de los familiares que los buscan, un software hace comparaciones de hipótesis en las que se establece las probabilidades de que el perfil de una persona se corresponda con un nieto buscado.
El 70 por ciento de los chicos restituidos habían sido inscriptos como hijos biológicos; un 28% habían sido entregados en adopción o en guarda...
Estadísticas
Anualmente llegan al Banco Nacional de Datos Genéticos unas 1200 personas y el promedio de aparición de nietos es de 6 por año.
Al momento de escribir esta nota, se han restituido 128 identidades.
Los organismos de derechos humanos analizaron, en estos casos, cuáles fueron las maniobras más comunes en las apropiaciones, y el resultado fue que un 70 por ciento de los chicos restituidos habían sido inscriptos como hijos biológicos; un 28% habían sido entregados en adopción o en guarda, y en el 2% restante se había hecho una maniobra combinada, por ejemplo: un juez lo entregaba en adopción pero la familia los anotaba como propio.
De los que fueron inscriptos como hijos biológicos, en el 75% de los casos los apropiadores declaraban que habían tenido un parto domiciliario. Sólo el 16% marcaba que había sido un hospital o una clínica. Y el otro 9% los había anotado años más tarde con la excusa de regularizar su inscripción.
En cuanto a los delitos de apropiación, el 44% de los jóvenes restituidos estaban en manos de militares o miembros de las fuerzas de seguridad, un 41% permanecían con civiles que no tenían vinculación con las fuerzas armadas, y el 15% restante, de civiles que sí tenían algún tipo de asociación, por ejemplo: tener un familiar o un conocido perteneciente a la fuerza.
De acuerdo a las declaraciones de los meses de embarazos, se calcula que la mayor cantidad de partos se concentraron entre septiembre de 1976 y finales de 1977. Por eso se hace más hincapié en los registros de esas fechas.
"...tenemos que recordar el lugar que tuvimos en la historia de las ciencias y de la jurisprudencia"
“Argentina es la conciencia de la región”
En 1989, las Abuelas de Plaza de Mayo lograron que se incorpore el Derecho a la Identidad a la Convención Internacional por los Derechos del Niño. Por eso hay dos artículos en esta convención –el 8 y el 11– que se los llama “artículos Abuelas”.
Veinte años más tarde, Naciones Unidas le pidió a la Argentina (a través de una resolución) que redacte un manual de buenas prácticas que sirva para hacer una guía de genética forense, que luego de un trabajo intenso de expertos, se presentó en el año 2015. “Es decir que la Argentina sigue sentando precedentes”, enfatiza Herrera Piñero.
“Si Argentina da un paso atrás en materia de derechos humanos, retrocede toda Latinoamérica”.
Estos ejemplos marcan cómo Argentina es “la conciencia de la región”, como califica la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos, parta quien el trabajo debe continuarse sin descanso: “Si damos un paso atrás en materia de derechos humanos, retrocede toda Latinoamérica. Nosotros arrancamos con esto y somos los que tenemos que defender las políticas de derechos humanos, que son para la sociedad, es mentira que son para las personas muertas, porque si fusilan a un chico de doce años por la espalda, como ocurrió en Tucumán, estamos violando los derechos humanos porque es un Estado que está perpetrando un delito contra una persona. Y somos nosotros, la Argentina, los que tenemos que recordar el lugar que tuvimos en la historia de las ciencias y de la jurisprudencia, y los que debemos que salir primero a denunciar estas prácticas que no pueden ocurrir nunca más”.
Por Sebastián Martino
Foto de portada: abuelas.org.ar.
Genética y derechos humanos
Por Sebastián Martino
En un mundo atravesado por asimetrías económicas, sociales y culturales, hay posiciones en la comunidad científica que sostienen que la ciencia debe ser tomada como una actividad que no es imparcial, ya que está impregnada de valores y conceptos variables. “La ciencia no es neutra, puede ser buena o mala, y eso depende de quiénes la desarrollan, quiénes se adueñan de ella, quién la controla, quién la aplica y con qué fines”, analiza el doctor Víctor Penchazade, médico especialista en Pediatría, Genética, Salud Pública y Bioética.
En ese contexto, considera que la aplicación de la ciencia en general y de la genética en particular debe tener una estrecha vinculación con los derechos humanos y su cumplimiento.
El reduccionismo y el determinismo genético son “dos ideologías conservadoras y retrógradas que han contaminado y manchado a la Genética, y muchas de esas manchas todavía quedan”.
Es así como existió, y en algunos casos sigue existiendo, lo que se llama "racismo eurocéntrico" para la clasificación de razas humanas, la discriminación racial, la justificación de la esclavitud y hasta para los genocidios, a partir de conceptos que después fueron heredados por la Genética. En rigor, según Penchazade “basados en tergiversaciones de la Genética”. E ilustra: “El Holocausto en la Alemania nazi, que ellos llamaban ‘higiene racial’, fue apoyado por los principales genetistas alemanes de la época. Estas tergiversaciones también se expresan en varios de los conflictos del siglo XX, como los de Guatemala, la ex Yugoslavia, Ruanda y muchos otros”.
Víctor Penchazade, médico especialista en pediatría, genética, salud pública y bioética.
Reduccionismo y determinismo
Según su mirada, el origen ideológico de estas aberraciones es el reduccionismo genético, cuyo “primo” es determinismo genético. “Son dos ideologías conservadoras y retrógradas han contaminado y manchado a la genética, y muchas de esas manchas todavía quedan”, sentencia.
El reduccionismo genético establece que la principal explicación de la salud, la conducta, los fenómenos sociales y los estilos de vida está en los genes. O que, en última instancia, los fenómenos humanos pueden ser reducidos al efecto de los genes.
El determinismo genético, en tanto, define que un rasgo humano está influenciado por genes y eso se lo considera, prácticamente, como una característica fija, a la que no se pueden cambiar.
Según esta corriente, alguien que naciera con algún problema que le dificultara el aprendizaje sería un individuo sobre el cual no se justificaría gastar dinero del Estado para su educación. “Eso es lo que ocurrió en Estados Unidos durante toda una época en la que el determinismo genético prácticamente era el que determinaba las políticas educacionales, muy teñidas, por supuesto, de racismo”, ejemplifica Penchazade, remarcando que las mayores víctimas de esto eran las poblaciones afrodescendientes.
Imagen: Creative Commons - pxhere.com.
Factores ambientales
Penchazade es muy crítico de esta posición ya que, asegura, todas las características humanas están influidas por múltiples factores, tanto genéticos como de contexto: “Están los determinantes sociales y económicos, los factores emocionales y ambientales, y por supuesto los genes, sin los cuales, no existimos”.
La ratificación de esto es que existe la epigenética, una disciplina que aborda “la manera de cómo el medio ambiente modula la expresión de nuestros genes, las activa, los inactiva”. En este caso, lo medioambiental contempla lo emocional, lo económico, lo social, lo químico, lo físico, lo infeccioso, y demás.
En ese marco, Penchazade advierte que hay nuevas expresiones del reduccionismo genético que se traducen en “la exageración de las explicaciones genéticas de la salud y la conducta; ultra simplificación y distorsión por parte de los medios de comunicación masiva de hallazgos científicos; promesas de curaciones rápidas de las enfermedades por medio de la alta tecnología genética; distorsión de prioridades en enfoques de prevención, tratamiento e investigación”.
Derechos
Frente a este escenario, el riesgo es que una actividad científica tan importante como la Genética pueda servir de escudo para justificar la vulneración de derechos. Y en ese sentido, Penchazade considera que algunos de ellos pueden ser quebrantados “cuando se exagera los beneficios potenciales de la genómica”. Entre ellos, enumera: “Derecho a que el ser humano y su conducta no sean reducidos al efecto de sus genes; derecho a no ser discriminado o estigmatizado por características genéticas (una constante durante el siglo XX); derecho a no ser discriminado por el origen étnico; derecho a la autonomía reproductiva; derecho a la salud y a no ser discriminado por enfermedades raras, caras o ‘preexistentes’; derecho a la privacidad de los datos genéticos personales”.
Por Sebastián Martino
Imagen de portada: Thierry Ehrmann, en Flickr (Creative Commons).