“En Latinoamérica somos despensa de alimentos”

Para Carlos Fernando Peña Alarcón, director del Programa de Administración y Negocios Internacionales de la Universidad de Boyacá, el mundo está atravesando una etapa “de globalización y tecnología” en la cual “las economías se encuentran especializándose en determinados productos para poder ofrecérselos al mundo”.

En ese marco, el especialista en Gerencia de Mercadeo (Universidad de Boyacá), que dio un curso de posgrado sobre Negocios Internacionales en la UNNOBA, señaló la importancia de aprovechar las posibilidades que tiene la región en su posicionamiento global.

“Algo en común que tenemos en Latinoamérica es que somos despensa de alimentos y eso se debería dinamizar. No podemos competir en acero con China que es el mayor productor en el mundo”, consideró Peña Alarcón, para luego graficar: “Un ejemplo claro es el de Chile con China. Colombia siempre ha tenido miedo de firmar un tratado de libre comercio con el gigante asiático porque hay que saber hacerlo, armarlo y organizarlo. Chile lo hizo y se especializó en ser despensa de productos agroindustriales, frutícolas y verduras. A cambio, China no le trae alimentos, sino que le da infraestructura para mejorar todos esos procesos del agro. Entonces, los trasandinos se hicieron fuertes en ese proceso agroindustrial y están aprovechando un mercado de 1.500 millones de habitantes que necesitan esos alimentos”.

Cambiar el chip

Una de las claves en el escenario actual es la de saber adaptarse a las demandas de los diferentes mercados internacionales, algo que no es fácil de realizar en economías que han realizado las mismas actividades durante décadas.

“Yo vengo de Boyacá –ejemplifica Peña Alarcón– una zona de tierras muy buenas para cultivar frutas exóticas para exportar a Alemania, donde las pagan muy bien. Pero el tema es ‘cambiarle el chip’ al agricultor y decirle que deje de sembrar papa, porque la sobreproducción hace que ya no sea rentable”.

Otra alternativa –siguiendo con el ejemplo– podría ser que continúen con la misma producción, pero agregándole valor, ya que en el pasado los clientes compraban las bolsas de papas, las lavaban, las pelaban y las cocinaban, mientras que ahora la tendencia viró, y ante la falta de tiempo, se buscan los alimentos listos para consumir: “El sector agroindustrial es un eje fundamental, podemos traer de China la lavadora de papas, la peladora y el sistema de bandas transportadoras, generamos empleo acá y, al mismo tiempo, vendemos y exportamos. Y ganamos más dinero”.

El desafío es, entonces, cambiar el paradigma, de manera tal que se puedan optimizar los negocios internacionales. “La idea es que los productores, grandes o pequeños, sean capaces de ver las tendencias del mercado ¿Quién era Kodak hace unos años? ¿Qué significaba Blockbuster hace un tiempo?”, ilustra Peña Alarcón y ejemplifica: “¿Qué le pasó a Nokia? Era líder en el mercado de celulares y con el tiempo se rezagó porque su política era que los teléfonos serían solamente para recibir llamadas y mensajes, y así terminó. Lo mismo le pasó a Blackberry”. En esa línea el especialista considera: “Se deben leer y atender los movimientos del mercado. Hay que analizar hacia dónde va el mundo para poder sobrevivir, porque esto no es un cuento de hadas, acá se está negociando con tiburones en donde uno debe saber mover sus fichas. Y esto beneficia a mucha gente”.

“Tienen la puerta del mundo acá nomás”

Todas estas cuestiones, que parecen dependientes de las grandes decisiones políticas y económicas de los países, también pueden ser planificadas desde una ciudad o una región como el noroeste bonaerense. “El puerto de Rosario está a dos horas de Junín y a una de Pergamino, es decir, que tienen la puerta al mundo aquí nomás”, razona Peña Alarcón.

Si la potencialidad de esta zona es la agricultura y ganadería, se podría apostar al fomento de estos productos con valor agregado, así como a la explotación de la actividad como servicio: “En Colombia se aprovechó la producción de café para convertirlo en eje turístico. Entonces se podría ver la posibilidad de hacer ese tipo de pasajes turísticos productivos, para que las personas vengan, conozcan del tema, se logren dinamizar ese tipo de procesos, lleguen posibles clientes. Es decir, como un corredor agroindustrial clave que dinamice también el sector del turismo. Eso puede ser promovido por los gobiernos locales”.

Además, la Universidad resulta un actor clave “en lo que tiene que ver con investigación y capacitación”, así como las cámaras de comercios locales: “Un espacio como la Agencia de Desarrollo resulta estratégico en varios sentidos: los empresarios le creen a la academia por su seriedad; la cámara de comercios es la responsable de traer a los empresarios; y el gobierno debe escucharlos para desarrollar las políticas públicas que ayuden a ese sector para que crezca. Se podrían promover ruedas de negocios para el sector agroindustrial. Entonces el gobierno va a traer clientes acá y de varios lugares del mundo para que vean qué se está produciendo y lo puedan comprar. Eso dinamiza el comercio”.