Pensar la Universidad desde los estudiantes
Por el doctor Guillermo Tamarit, rector de la UNNOBA
El pasado día del estudiante se inauguró en la sede de Pergamino la Plazoleta “Estudiantes Reformistas”, respondiendo así a una inquietud del Centro de Estudiantes de la UNNOBA. Aprovechamos la ocasión para reflexionar en torno a qué significa ser un estudiante reformista hoy y por qué la Reforma Universitaria puso en el centro de la escena a los estudiantes.
Aquella Reforma que se gestó en Córdoba en 1918, cuyos postulados se extendieron por toda Latinoamérica, ha sido sin lugar a dudas el mayor debate que la educación argentina le propuso al mundo. Se trata de una construcción original que piensa a la Universidad no ya desde la institución ni sus docentes, sino desde sus estudiantes. Entonces ¿por qué cambiar el eje de lo que tradicionalmente ha sucedido y pensar a la institución desde sus estudiantes? Porque precisamente, en el estudiante radica el sentido que tiene la Universidad. El estudiante y su contexto social es lo que justifica la existencia de la Universidad pública.
Cuando afirmamos que el estudiante es central en la Universidad pública, no lo hacemos solo por las oportunidades personales que se les brinda como futuros profesionales de mejorar la propia vida a partir del esfuerzo de estudiar. En verdad resulta primordial lo que se espera que desarrollen en tanto profesionales al servicio de mejorar al conjunto de la sociedad. Ciertamente, el estudiante debe devolver a la sociedad el esfuerzo que hace para sostener a estas instituciones.
En este sentido, el debate entre los diferentes actores que forman parte de la vida universitaria se vincula con el siguiente interrogante: ¿el estudiante reformista puede ser un estudiante más?
Por nuestra parte, creemos que debe ser el mejor y hacer un esfuerzo superior al del promedio.
En primer término, porque la educación pública universitaria es pagada por el conjunto del pueblo: y esto genera una deuda de honor de quienes resultamos, como universitarios, beneficiados por los aportes que realiza el conjunto de la sociedad.
En segundo término, porque quienes menos recursos tienen son aquellos que circunstancialmente pueden demandar los servicios de un profesional de la Universidad pública. Para ejemplificar esta afirmación: cuando una multinacional litiga contra un obrero, a este obrero seguramente lo defiende un abogado de la Universidad pública. Si este abogado no es el mejor, no va a hacer prevalecer los derechos del trabajador y el obrero perderá su reclamo laboral.
Por este simple motivo nuestros profesionales deben ser los mejores: no sólo por las cuestiones personales o por las vanidades universitarias, sino porque hay una expectativa de la comunidad puesta en quienes obtienen certificados de conocimientos, por lo tanto deben ser capaces de resolver cuestiones cruciales de la vida cotidiana.
Consecuentemente, creemos que todos los integrantes de la comunidad universitaria deben realizar un esfuerzo sostenido para mejorar diariamente la calidad institucional: no solo autoridades, docentes y no docentes, sino también los estudiantes. La posibilidad de estar organizados en Centros de Estudiantes y en la Federación Universitaria y participar del cogobierno universitario, demanda compromiso para resolver los problemas e inquietudes de hombres y mujeres del común, contribuyendo así en el sentido más profundo que tiene la Universidad Pública, mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad.