Aquí viene el sol
Una zona geográfica llana y extensa, como la que tiene la provincia de Buenos Aires, presenta la limitación de las grandes distancias, pero a la vez regala un recurso energético cada vez más tenido en cuenta: el sol.
Mauricio Busso es ingeniero Industrial y se puso como meta aprovechar esa energía que todos los días se vierte sobre estas tierras. “Me sumé a un proyecto de investigación que tenía un nombre bien amplio, ‘Equipo de conversión fotovoltaica’, con la dirección de Jacinto Diab. El objetivo planteado era investigar la producción de energía a través de paneles fotovoltaicos y la condición era que teníamos que producir un prototipo. Pensamos varias opciones y apareció como viable la idea de hacer un equipo de iluminación autónoma para la vía pública, algo alcanzable con el presupuesto que teníamos”.
La iluminación de las calles, rutas y caminos rurales suele estar alimentada por la red de tendido eléctrico, pero ¿qué sucede si se está en una zona rural, a muchos kilómetros de los cables de la red pública? En estos casos los equipos con energía autónoma son una solución. “Son similares a cualquier poste SOS, porque tienen un panel solar y un banco de baterías. Pero notamos que hay una necesidad de producir localmente este tipo de equipos de iluminación autónoma ya que actualmente se los importa a muy alto precio”, explica Busso.
Los desafíos de la técnica
Un aspecto que tuvo que resolver Busso fue encontrar los tipos de iluminación existentes y dar con la tecnología adecuada. Señala que “en las calles de Junín, por ejemplo, hay luminarias de vapor de sodio y de vapor de mercurio, más amarillas o más blancas, pero la iluminación autónoma necesita ser mucho más eficiente que esas luminarias”.
La “eficiencia” empieza a ser un desafío a medida que el crecimiento de las ciudades y la industria se van perfilando. En este caso lo eficiente es “tener la mayor cantidad de luz utilizando la menor cantidad de energía”. “Cuando había que investigar la cuestión lumínica empezó a ayudarme un estudiante de Ingeniería, Enzo Bianchi. Juntos decidimos que la iluminación más eficiente es la de LED (Light Emitting Diode, o diodo emisor de luz). La diferencia es que el artefacto en vez de tener sólo una lámpara potente, tiene cerca de cien pequeñas lámparas”, destaca.
En ese camino de optimizar los consumos y los recursos también agrega que están estudiando “la forma de que, para los caminos rurales, se detecte el movimiento”. De este modo se iluminaría a la mitad de la potencia de modo constante y se aumentaría la luz al acercarse un objeto. “Con ese recurso se podrían achicar los paneles solares y el banco de baterías a la mitad de su tamaño”, informa.
Tiempo de decisiones
Mauricio Busso es uno de los dos primeros egresados en ingeniería Industrial de la UNNOBA y resulta significativo que su primer proyecto tenga que ver con energías alternativas.
– ¿Cómo llegás a querer trabajar con energía solar, un tema que aún no ocupa el lugar de trascendencia que debiera?
– Empecé con este proyecto por un interés personal por las energías renovables. Creo que el futuro está allí y no en los combustibles fósiles, que ya tienen un tiempo de vida acotado y son contaminantes. Las energías limpias son el futuro y espero que nuestro país avance legalmente en su fomento. Por ejemplo una buena opción es la generación de energía eléctrica en las casas que sirve tanto para consumo propio como para la venta al Estado.
– ¿Hay avances técnicos o políticos en relación a la energía solar?
– En Europa hay fuertes avances debido a políticas de gobierno que fomentan las energías limpias. Incluso hay convenios que establecen porcentajes a producir. Y aunque son energías que pueden parecer caras en el corto plazo, sobre todo porque no hay tanta producción, al extender su uso resultarían más económicas. Pero en el largo plazo resulta imperioso tenerlas en cuenta debido a la creciente contaminación ambiental.
Necesidad de más investigación
La energía solar se puede predecir y medir por su ubicación en el planeta. El consumo es algo relativamente fácil de calcular en función de los artefactos que se van a conectar a un sistema, pero, ¿cómo calcular cuánto sol se va a tener en un lugar?
Busso explica este asunto: “Fue una de las primeras cosas que estaban pensadas para hacer en el trabajo, realizar un relevamiento de la radiación solar en esta zona. Pero encontré que para hacer eso necesitaba equipos muy costosos y era imposible efectuarlo desde el proyecto”.
En relación a ese relevamiento, el investigador cuenta un dato sorprendente: “El primer impedimento que tuvimos estuvo dado por esto, ¡porque no encontrábamos un relevamiento de la radiación solar de Argentina! De otros países sí había, pero no del nuestro. Luego de mucho buscar e indagar me llega el dato de un profesor que está investigando en la Universidad Nacional de Luján, Raúl Righini. Logré llegar a él gracias a un profesor de la UNNOBA. Righini nos brindó su trabajo que se llama “Cartas de la radiación solar en Argentina”.
– Es decir que si no es por la iniciativa personal de un profesor universitario no tendríamos esa información.
– Exacto. Righini junto a un grupo de investigación pudo medir casi treinta puntos del país, un trabajo de varios años. Gracias a ese trabajo podemos saber cuánta radiación solar tendremos y qué paneles utilizar, porque según la región el panel tendrá un rendimiento distinto. Entonces nosotros hacemos los cálculos para esta zona, pero vamos a dejar los números expresados para que sea fácil llevar el equipo a otras zonas del país con mayor o menor radiación solar.
– ¿Cómo sigue este proyecto?
– Tenemos planificado terminar el primer prototipo y hacer las pruebas de campo. Estamos preparando también un texto académico para presentar con la explicación del proyecto, algo que estará a disposición de la comunidad.