La fortaleza local en los procesos de globalización

para editorial_1Por el doctor Guillermo Tamarit, Rector de la UNNOBA

Quienes estudian los procesos de organización social, política y económica no dudan en señalar la cuestión local como elemento determinante, tanto en la formulación como en las características de la dinámica de los procesos de globalización.

Vivimos en un mundo en el que una inmensa cantidad de bienes y servicios circulan por el planeta y lo hacen a una velocidad tal que unas décadas atrás nos hubiera resultado impensable. La información y los recursos financieros adquirieron una volatilidad asombrosa que debemos analizar en sus múltiples consecuencias ya que, muchas veces, el sistema actúa en detrimento de los sectores con menores recursos económicos y simbólicos, marginalizándolos.

El desarrollo de un sistema global no se contrapone a la idea de lo local, sino que, por el contrario, depende de las características identitarias particulares y las convierte en fortalezas.

Roland Robertson, sociólogo y teórico de la globalización, resalta el concepto de lo “glocal” como idea superadora que entiende a este proceso como una “racionalización universal” en torno a distintos temas: entre otros, las modalidades que adquiere el mercado de bienes y servicios, la tecnología/informática, los recursos naturales y la ecología.

La universalización nos obliga a pensar nuestra región y a comprender todo lo que tenemos para aportar. El noroeste de la provincia de Buenos Aires lidera el proceso de reconversión en la producción agraria de nuestro país. Veamos los números: en el período 2003/4 se producían en la provincia de Buenos Aires 24,9 millones de toneladas de granos, cantidades que en la campaña 2010/11 se han convertido en 39,3 millones. Es decir, tenemos un significativo incremento de 57,4% de crecimiento, impulsado por los avances tecnológicos de la denominada “siembra directa”. La soja pasó a ocupar de 3,2 millones de hectáreas sembradas a 5,9 millones, dando como resultado un crecimiento del 84%. De la misma manera, la producción pasó de 7,8 a 15,4 millones de toneladas, arrojando un crecimiento de casi el 100%.

Sin embargo, este impulso fenomenal debe ser reconvertido. Debemos apropiarnos de la experiencia para diversificar y hacer prevalecer esta ventaja local en el escenario internacional frente a un futuro en el que la demanda de alimentos se mantendrá en forma sostenida en las próximas décadas.

Si queremos aprovechar las oportunidades que brinda la globalización, debemos desarrollar nuestras ventajas comparativas como región. Se trata de crecer desde nuestra historia, nuestro capital humano, nuestro desarrollo económico, cultural, político y social, logrando que la esencia local se incorpore al mundo a través de la diversificación productiva y el empleo de calidad.

El desafío es pensar el noroeste de la provincia de Buenos Aires no sólo como el amplio espacio de la producción agrícola, sino como la región en la cual la actividad agropecuaria, la industria, la cultura y la innovación tecnológica conforman una identidad presente en nuestro país, Latinoamérica y el mundo.