Diálogos sobre investigación y ciencia

Exactas y Naturales o Sociales y Humanísticas, Básicas o Aplicadas, Cuantitativo o Cualitativo, pueden ser dicotomías o también diversas formas aceptadas para acceder a la realidad. Los caminos que puede recorrer la ciencia para encontrar la verdad son varios, diversos. Hoy las universidades e institutos dan lugar a la construcción del conocimiento científico y orientan la investigación en Argentina. El Universitario dialogó con dos investigadoras que explican en qué consiste trabajar desde la ciencia.


Científica del CONICET, con base en la UNNOBA

Carolina Cristina nació en Junín y emigró a la ciudad de La Plata para realizar sus estudios de grado, en bioquímica, y luego a Buenos Aires para hacer un doctorado en neuroendocrinología. Participó de los inicios de las actividades de investigación en la UNNOBA y luego en la creación del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA) en Junín donde, a la vez, pudo continuar creciendo en la tarea científica. Fue el primer ingreso a la carrera de investigador que se solicitó por la UNNOBA.
En la actualidad, dirige un proyecto sobre tumores hipofisarios, que fue premiado por la Sociedad de Endocrinología del Reino Unido, coordina el CIBA y dicta la materia Química Biológica en la UNNOBA.

-¿Cómo hace un alumno para obtener una beca de investigación?

-En investigación hay llamados a distintas becas a los que se “aplica” con un plan o proyecto. Tenés que tener un director, un lugar de trabajo y presentar tu curriculum. De una lista de postulantes, se selecciona a través de un orden de mérito. Todos los años se realizan llamados desde los diferentes organismos. Hay becas de grado y de posgrado. Lo que te permite una beca doctoral, por ejemplo, es una dedicación exclusiva a la investigación, y esto es compatible con un cargo docente con dedicación simple.

-¿Cómo se obtiene información sobre la oferta de becas?

-A quienes somos investigadores de carrera nos llega información sobre los distintos temas de beca, ofertas de distinto tipo, pedidos de recursos humanos, y nos van consultando investigadores de nuestra institución y de otras. Entonces uno puede ir derivando alumnos o graduados según áreas o temas. Es decir, que si te consulta alguien interesado en un tema que no podés dirigir, lo podés guiar hasta encontrar el grupo adecuado.

-¿Y cómo se hace para iniciar actividades de investigación?

-En general, si hacés una tesina de grado te acoplás a una línea de investigación existente en el laboratorio a donde ingresás. En cambio para un doctorado es posible que se abra un tema para vos porque es un trabajo más largo. Quizás el laboratorio en el que te presentás abarca muchos frentes y entonces es necesario que te acoples a alguno existente. De a poco, le podés ir dando una orientación propia, incorporando tus inquietudes que, en realidad, es lo que pasa muchas veces porque los resultados que vas obteniendo abren nuevos caminos que pueden resultar más interesantes.

Instituciones y espacios para investigar

-¿Cuáles son las principales instituciones encargadas de investigar en Argentina?

-La principal institución es el Conicet. Quien apunte a una beca allí, debe contar con antecedentes: presentaciones en congresos, pasantías en laboratorios, publicaciones en revistas científicas; también suma la docencia. Si el postulante no está preparado todavía, quien juega un rol importante es la universidad, en nuestro caso en particular, que tiene becas para sus graduados. También hay becas de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), un organismo de la provincia de Buenos Aires. Hay becas cofinanciadas entre la universidad y la CIC. Por otra parte, los investigadores nos presentamos a las convocatorias de subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación que, en muchos casos, vienen con financiamiento para becas de doctorado o posdoctorado. Quienes pasamos a la tarea de dirigir investigaciones tenemos que llevar adelante tareas diversas, desde formar un grupo de trabajo y dirigir a los becarios, escribir los trabajos científicos, hasta formular proyectos para aplicar a los subsidios de investigación. De ello depende el financiamiento de todos nuestros proyectos.

-¿Ustedes hacen algún tipo de recorte entre temas de ciencia básica y ciencia aplicada?

-El investigador de Conicet estaba muy enfocado a lo que comúnmente se denomina “investigación básica”, ya que viene de nuestra tradición disciplinar. Con el tiempo fuimos tendiendo también a aplicar el conocimiento generado. Por ejemplo, intentar llevar ese conocimiento a los pacientes y sus enfermedades. Cada vez nos acercamos más a eso: queremos ver si lo que estamos probando en un cultivo celular es también posible de hacer en las células del paciente. De ese modo, es mucho más rico el trabajo. De cualquier forma, no es tan directo: la aplicación lleva todo un proceso y mecanismos en los que, en el caso de la medicina, entran las empresas farmacéuticas con ensayos clínicos que no hacemos todavía aquí.

-¿Cómo es la relación investigación-docencia?

-En investigación hacés docencia, enseñás y aprendés todo el tiempo. En la relación que hay entre directores y becarios eso siempre pasa. A su vez, si la materia que enseñás está asociada a lo que investigás es enriquecedor para todos, para el alumno y la universidad. Podés mostrar el avance de tus proyectos y hacer crecer la materia todos los años. Es muy extendido que el investigador haga docencia y, aunque no sea requisito ser docente, es muy común.

-¿Qué materia dictás en la UNNOBA?

-Estoy a cargo de Química Biológica, que es una asignatura común para las carreras de Agronomía, Genética y Alimentos. Con el tiempo fuimos formando ayudantes y auxiliares para armar un plantel docente que pueda cubrir la gran cantidad de alumnos que tenemos.

-¿Cómo se maneja la cuestión ética en la investigación científica?

-Los proyectos de investigación siempre pasan por la evaluación de un comité de ética, institucional o externo. Por eso se debe justificar todo, desde la cantidad de ensayos en seres vivos, los métodos de eutanasia de los animales de experimentación, cómo se preserva la identidad de los pacientes a los que se les toma la muestra… De lo contrario el proyecto no pasa las evaluaciones, ya que cada vez hay más exigencia al respecto.

-¿Quiénes integran un comité de ética y qué parámetros toman en cuenta?

-Se pide integrantes diversos: además de científicos hay representantes de la comunidad y de las distintas profesiones y hay tratados internacionales, como la “Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial”, que funcionan como sustento. En nuestro caso, al formar el comité de la UNNOBA, vino el Comité Central de la provincia de Buenos Aires a capacitarnos. Más allá de la normativa, todo es debatible porque es algo que caracteriza a la ética en sí. Existe un marco, pero luego cada comité dará su dictamen según el caso particular.


Producir conocimiento desde las ciencias humanas

¿Cómo es investigar en el campo de las ciencias sociales? ¿Qué tareas se llevan adelante sus especialistas? ¿A qué apuntan los investigadores de este terreno de la ciencia? Para abordar estas preguntas El Universitario dialogó con Laura Rodríguez, profesora en Historia, magíster en Sociología y doctora en Antropología Social. Es docente del doctorado de Historia que se dicta en la UNNOBA, docente en la UNLP e investigadora del Conicet.

-Hay una imagen, tal vez un lugar común, que un investigador es alguien que trabaja en un laboratorio. ¿Cómo es la tarea en las ciencias sociales, en las que los laboratorios pueden ser muy diversos?

-Las investigaciones del campo de las ciencias sociales y las humanidades tienen como principal objetivo explicar y comprender los fenómenos de la realidad social. Para poder realizar esa tarea aplican metodologías que no son las de los laboratorios de las ciencias duras, sino otras, como las entrevistas, etnografías, trabajos de archivo con documentos, o con series estadísticas. Es decir tenemos una metodología diferente, aunque se comparte con las ciencias exactas y naturales el mismo objetivo, que es explicar y comprender los fenómenos.

-Sin embargo deben compartir supuestos y elementos para convivir dentro de lo que se denomina ciencia.

-En ambos campos de la ciencia tenemos una idea sobre nuestra práctica, y es que la ciencia es histórica. Es decir, va cambiando: las preguntas que nos hacemos sobre la realidad están temporalmente situadas. Hay puntos en común que definen al campo científico, el trabajo mediante hipótesis, objetivos, una metodología explícita, posibles respuestas a los problemas que se deben comprobar. Las metodologías que usamos son diversas, sí. En la antropología se utiliza predominantemente el trabajo de campo etnográfico [método que observa las prácticas culturales de los grupos sociales]. En historia, el trabajo de archivo y revisión documental. La sociología puede trabajar mucho con la estadística y con grandes series de datos que pueden llegar a descripciones de sociedades nacionales. O también, otra rama de la sociología comparte los métodos de la antropología, utilizando encuestas y entrevistas en serie o en profundidad. Las grandes estadísticas pueden provenir de muestreos o de encuestas a gran escala y medir desde desarrollo humano hasta la pobreza estructural. Con este tipo de herramientas se manejan las estadísticas del INDEC, por ejemplo.

-¿Hay trabajo colaborativo y colectivo para el investigador de ciencias sociales, o predomina la instancia individual?

-Hay de los dos casos, pero un mismo investigador en general participa de proyectos colectivos y desarrolla su investigación individual. Todos estamos en proyectos colectivos, porque además es una manera de obtener financiamiento ante los organismos. Por lo tanto hay trabajos colaborativos enmarcados en proyectos que van a concurso y trabajos de tipo individual que se plasman en libros o artículos. Por ejemplo existe el Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC), del cual se están publicando los resultados sobre distintas realidades, como consumos culturales y desigualdad. Ese es un gran proyecto que implicó el involucramiento de varias universidades y que coordinó la Universidad Nacional de La Plata.

-¿Qué recorrido tiene que hacer un graduado para poder dedicarse a la investigación?

-El contexto nacional va cambiando, entonces también las posibilidades de hacer una carrera científica son objetivamente distintas, porque depende mucho de las políticas públicas. Si el Estado decide abrir o cerrar la cantidad de ingresos a la investigación, eso tiene consecuencias concretas en quienes toman la decisión de hacer una carrera científica. Es decir, no sólo es necesario el deseo y las cualidades académicas del graduado. Por otra parte, debe haber, también, una vocación de realizar una carrera que, en ocasiones, puede no estar bien remunerada. Hay carreras más “profesionalistas” en las que un graduado tiene que decidir si quiere un mayor bienestar económico en el área privada, o si su vocación científica es tan fuerte que decide entrar a la agencia estatal resignando mayores ingresos.

– Se suele distinguir entre ciencia básica y aplicada, planteando que se debe tender a investigaciones que beneficien al conjunto de la sociedad. ¿Qué opina de ello?

-En lo personal creo que la dicotomía ciencia aplicada-ciencia básica es improductiva. Existe un consenso en la comunidad científica de que todas las investigaciones son válidas, algunas tienen una aplicación inmediata, otras mediata, o aportarán al conocimiento general de la sociedad.