El movimiento reformista durante el peronismo

La relación de los universitarios reformistas con el peronismo fue de oposición y conflicto. El gobierno de Perón avanzó en lo que se conoció como “democratización de la universidad pública”, pero retrocedió en una de las conquistas reformistas: la autonomía universitaria.

“De tal modo, medidas como el otorgamiento de becas (1947), la creación de la Universidad Obrera Nacional (1948, base de la UTN), la eliminación de los aranceles, la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (1949) y la supresión del examen de ingreso (1953), nos hablan de una democratización del acceso a la universidad”, asegura la socióloga Nayla Pis Diez, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del CONICET. Pero advierte que al mismo tiempo “fueron suprimidas las conquistas más importantes del movimiento estudiantil reformista en lo que hace a la democratización política de la universidad, es decir, a la ampliación de la participación en el gobierno universitario”.

La investigadora, que además integra el Centro de Estudios para el Cambio Social (CECS), sostiene que los entretelones y matices de este enfrentamiento se pueden pensar desde diferentes factores históricos nacionales e internacionales; algunos universitarios y otros más políticos. “Cuando analicé esta cuestión para el caso del Movimiento Estudiantil de La Plata, en ese período histórico pensé una respuesta en esa clave: multicausal. Los factores son, por un lado, lo que sería el ‘recuerdo’ del golpe de 1943, del cual Perón fue parte, donde los grupos católicos y antirreformistas pasaron a dominar los espacios culturales y educativos. Tengamos en cuenta que ellos [por los católicos] eran los enemigos históricos de los reformistas. Hubo también medidas concretas, intervenciones a las universidades o ilegalizaciones de centros de estudiantes que ayudaron a esa oposición. A lo que sucedía en la educación y la política argentina, hay que sumar la influencia del contexto internacional y la Segunda Guerra Mundial. La identificación de muchos miembros del gobierno militar con el fascismo fue otro elemento que definió una oposición. Pensemos además que la FUA, en su tercer Congreso Nacional (1942) proclamó la incompatibilidad entre la Reforma y el ‘nazismo’ y su adhesión al bloque de los países aliados”, contextualiza Pis Diez.

“El esquema de pensamiento con que los universitarios concibieron al peronismo -interpreta Pis Diez- se encontraba inmerso tanto en las lecturas que realizaron partidos como el socialista o el radical; como en el juego de opuestos democracia/totalitarismo que marcaba la realidad europea. En síntesis, una avanzada antirreformista en las universidades y una situación política signada por ciertos temas es lo que fue delimitando esa relación de oposición que no hizo más que acentuarse durante el período”.

¿Democracia social vs. democracia política?

La política universitaria del gobierno peronista comenzó a tomar forma con la sanción de la Ley 13.031 en el año 1947, norma por la cual los gobiernos de las universidades pasaban a depender del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). De esta manera, el PEN designaba tanto al rector como a los profesores.

“Constituida la universidad y los reformistas en activos opositores al gobierno, un nuevo ordenamiento político fue sancionado. Como vemos, fueron suprimidas las conquistas más importantes del movimiento reformista en lo que hace a la democratización política de la universidad, es decir, a la posibilidad de autogobernarse y participar en el gobierno”, señala Pis Diez y añade: “La reacción frente a la sanción fue de oposición. Pensemos que fue una Ley que barría con principios importantes de la Reforma, como el cogobierno y la participación política estudiantil”.

Pero por otra parte, la Ley contemplaba el otorgamiento por parte del Estado de becas que permitirían a los estudiantes transitar gratuitamente sus estudios superiores. En consonancia con esta iniciativa, durante el decenio peronista se llevaron adelante una serie de medidas que apuntaron a democratizar el acceso a los estudios superiores: eliminación de los aranceles y la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (1949), supresión del examen de ingreso (1953) y creación de la Universidad Obrera Nacional (1952).

Para la socióloga, “estas medidas, muy identificadas con el peronismo, no estaban en las banderas de la Reforma en los inicios”. “Creo que más allá de defender una postura u otra sirve ver la cuestión de forma relacional, entendiendo las posiciones de los actores. En mis trabajos he planteado las ideas de ‘democratización social’ y ‘democratización política’ como banderas o ejes, no opuestos entre sí. De esta manera, los actores pasaron a defender una u otra bandera. El tipo de medidas que comentaba se ubican en el primer eje, que no era precisamente el que más movilizaba a los estudiantes reformistas que, además, estaban ilegalizados”.

La política universitaria peronista y el movimiento estudiantil

Dentro de este contexto social y político que se abría en el país, los claroscuros y matices de la gestión del gobierno de Perón respecto a la vida universitaria fueron evidentes. Nayla Pis Diez analiza: “Hubo una nueva forma de concebir a las universidades. Y creo que sirve más ver de forma articulada las características de la política universitaria peronista, entendiéndola no solo a partir de lo que anuló sino también como ‘modelo’. Sus innovaciones se pueden ver en dos planos, uno de ordenamiento interno y otro externo, que nos habla de las funciones de la educación, como de una nueva relación con la economía y la política. A diferencia del reformista, este modelo se caracterizó por el abandono de los principios liberales aplicados a la universidad: la autonomía, la democracia interna, y hasta la participación política y el pluralismo ideológico. Este aspecto es seguro el que más asociamos a la universidad peronista, el control ideológico y autoritarismo político, traducidos en exoneraciones y formación política obligatoria, entre otros”.

Para el gobierno peronista se trató de “arrebatar las facultades de las manos de las élites oligárquico-liberales que se habían instalado en ellas como en cotos privados, ajenos a los intereses mayoritarios”, mientras que para la oposición lo que se buscaba era barrer con las conquistas históricas del 18, para poner a la Universidad al servicio del poder.

Fue así que la militancia universitaria reformista se unió en un fuerte frente opositor que abarcó a independientes, radicales, socialistas y anarquistas.

La Ley 14.297 y la “peronización”

A fines de 1953 se sancionó una nueva legislación universitaria, la “Ley Orgánica de la Universidad” (Ley 14.297), cuya finalidad expresaba el abandono de “una política de no política” sobre las universidades, según formula Pis Diez. “Se levantó la prohibición de hacer política en las universidades que existía antes, pero, al mismo tiempo, la que se habilitó era solo la peronista, oficial. Por esto también es conocida como la ley de la ‘peronización’. Es importante decir que ratificaba la gratuidad de los estudios, establecida ya por decreto en noviembre de 1949. Pero también impulsaba la creación de cursos de formación sobre cultura e historia argentina, que eran obligatorios y fueron muy resistidos por los reformistas, que los entendieron como espacios de adoctrinamiento. Por último, también incluyó cambios en el gobierno universitario, uno de los más importantes fue el siguiente: los representantes estudiantiles solo podrían ser elegidos de una entidad oficial. Ningún espacio reformista lo era, por lo cual, la única habilitada para hacerlo fue la Corriente Gremial Universitaria”, la cual estaba integrada por universitarios peronistas.

De esta manera, la famosa frase del Manifiesto Liminar de 1918 “los dolores que quedan son las libertades que faltan”, seguía vigente aún en las décadas del cuarenta y cincuenta, y cobraba nuevos sentidos para los reformistas de la época.



La unión obrero-estudiantil, luego de Perón

Según Nayla Pis Diez la consigna “unión obrero-estudiantil” se constituyó en clave del ideario reformista desde los inicios del movimiento. Décadas después, la intromisión del peronismo en el gobierno de las Universidades y la cesantía de profesores reconocidos (que no eran afines ideológicamente al peronismo) fue un punto conflicto entre los sectores populares peronistas y los universitarios reformistas.

Estos dos grupos volvieron a converger para rechazar la afrenta a las libertades democráticas y al modelo económico de la dictadura de Pedro Aramburu (1955-1958). Unidos en sus esperanzas también estuvieron durante el gobierno constitucional posterior de Arturo Frondizi (1958-1962), el cual fue apoyado por un gran frente popular. La decepción posterior por algunas medidas de Frondizi no hizo más que consolidar la alianza obrero-estudiantil.

El debate entre “universidad laica o libre” (1958) resulta fundamental para entender el reformismo de este período. Ocurre cuando Frondizi decide reglamentar un artículo que, desde Aramburu, establecía la posibilidad de que las universidades particulares, o “libres”, expidieran títulos que habilitasen a sus egresados a ejercer profesionalmente. Esto suscitó la oposición al proyecto de grupos reformistas y obreros que veían en la Ley la posibilidad de crear dos modelos universitarios. En rigor, y tal como plantea Pis Diez, “no se trataba de un debate respecto de la libertad de pensamiento y enseñanza sino de la posibilidad de creación o no de universidades del privilegio”.

Pese a la resistencia que suscitó la reglamentación de la Ley (con una manifestación convocada por la FUA de más de 250.000 personas), ésta fue finalmente aprobada por el Congreso.