Energías renovables para enfrentar el cambio climático

Por Marcelo Maggio

Después de vivir casi diez años en un campo al sur de Santa Fe, por fuera de los tendidos eléctricos tradicionales, fue que Pablo Atencio se empezó a encontrar con las energías renovables. Allí se puso a explorar las energías solar y la eólica, por su cuenta. “Había que tener lo necesario para los consumos de la casa”, rememora.

Hoy es el primer egresado de la Maestría en Energías Renovables y su Gestión Sustentable, dictada en la UNNOBA. La tesis, que fue defendida este año, hace un estudio ambiental y propone la implementación de un parque fotovoltaico en la localidad de O’Higgins, partido de Chacabuco. Y fue a partir de su experiencia como subsecretario de Medio Ambiente en este municipio, entre 2015 y 2019, que surgió toda la inquietud, tanto de cursar como de elaborar la propuesta.

La relación entre “generación de energía” e “impacto ambiental” es mayor de lo que se pueda pensar. En su trabajo, Atencio publica que, por ejemplo, en Chacabuco la categoría Energía es la que produce la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, con un 53%, seguido por la producción agropecuaria, que es de un 44%. Es por eso que ya desde el título de la tesis invita a pensar en la multiplicidad de dimensiones: “Políticas Públicas Locales frente al cambio climático en la Ciudad de Chacabuco: Plan Local de Acción Climática y uso de Energías Renovables”.

“El cambio climático está potenciado por las acciones antropogénicas, entre ellas la producción de energía, esto es, cuando para producir energía emitís gases de efecto invernadero. Esto va desde los motores diésel hasta el uso de represas hidroeléctricas, que implican inundación de superficies y el desplazamiento social”, explica Atencio. En este sentido, la construcción de parques solares o eólicos implica una reducción de la producción de las energías tradicionales, como las fósiles. “La implementación de energías renovables implica también un cambio de paradigma en lo social, porque todo cambio tiene que ir acompañado en el uso. Por ejemplo, un exceso de consumo de bienes lleva a malgastar energía, porque se usó energía en producir esos productos”, agrega. En este sentido “la domótica en las casas (automatizar procesos como encendido de luces o el mantenimiento de la temperatura del hogar) lleva a economizar los consumos; o la bioconstrucción, que permite que la calefacción o refrigeración sea utilizada de manera eficiente, sin derroches; todos estos pasos que acompañan a las energías renovables y a un futuro necesario”.

En el título mismo de la maestría se utilizan dos conceptos que pueden o no ir de la mano: renovable y sustentable. Sin embargo, hay energías con diversos cuestionamientos en relación a sus impactos, desde las tan extendidas represas hidroeléctricas hasta las más asociadas con lo renovable, como los biocombustibles, el litio para los acumuladores eléctricos o los residuos de los paneles solares.

Leonardo Amet es codirector de la maestría y docente de las asignaturas “Energía Eólica” y “Energía Fotovoltaica y Térmica”, y en este sentido afirma: “Es verdad que para fabricar algo, por ejemplo una turbina eólica, generás una huella de carbono, debido a la energía que se necesita, a los materiales que extraés, los residuos que se generan. Lo mismo pasa con los paneles y hay debates sobre este tema. En mi opinión, tanto la tecnología no renovable como la renovable generan huella de carbono, pero la diferencia hay que verla con lo que pasa durante su vida útil”, y ahí es donde la energía renovable y sustentable saca su ventaja.

Sin embargo, muchas veces renovable no es equivalente a sustentable, como plantea Atencio: “Los denominados biocombustibles no los considero como una energía renovable porque el recurso que se utiliza es finito. El suelo, si no se lo cuida adecuadamente, se degrada. El agua es también un recurso finito. No lo veo como una solución, aunque sí lo veo como una forma de resolver una problemática puntual para el sector agropecuario, utilizarlos en un ámbito particular y no de forma masiva. Pero priorizar los biocombustibles para mantener la misma flota de automóviles, para mí, es demencial”.

Por eso, quienes trabajan en energías renovables están planteando la idea de la eficiencia energética, para lo cual la innovación tecnológica es clave, tanto en el lado del consumo como de la producción. Leonardo Amet lo explica en estos términos: “Primero, tratás de ser eficiente para bajar el consumo energético. Por ejemplo, lo que sucedió con la iluminación en pocos años, pasando de la lámpara incandescente a la tecnología LED. Pero también en el lado de la producción de energía, se están haciendo más eficientes los paneles fotovoltaicos, con los que se está tratando de aprovechar cada vez más la cantidad de radiación solar que les llega”.

Crear dos, tres, muchos parques

En O’Higgins tenían un problema recurrente: la caída de tensión eléctrica. Esto era, en parte, debido al largo trayecto que recorre su línea para conectarse a la red. “¿Por qué un parque fotovoltaico? Porque se nos acerca la Sociedad de Fomento de O’Higgins y nos comentan que tienen un predio disponible y que quieren llevar adelante la construcción de un parque fotovoltaico”, relata Pablo Atencio, en ese momento subsecretario de Medio Ambiente local. Con el parque solar podrían inyectar energía a la red y minimizar las caídas de tensión.

Desde la subsecretaría, Atencio se puso a trabajar junto a la Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático para poder contar con un “plan local de acción climática”, verdadera “llave” para acceder desde el municipio a los créditos que otorga el “fondo verde” europeo. Pero ese plan iba a tardar. Incluso la aprobación llegaría mucho más tarde, con el cambio de gestión administrativa. ¿Cómo seguir?

Granja fotovoltaica del predio Mariápolis, en O’Higgins.

“El presupuesto nos daba que había que gastar cerca de 1,3 millones de dólares. ¡Obviamente no nos pudimos ni acercar a esa cifra!”, se lamentó Atencio. Sin embargo, tanto desde el municipio como desde la Sociedad de Fomento y la Cooperativa Eléctrica se pusieron a buscar opciones. “Dimos con Alfredo Zuccotti, gerente jubilado de la cooperativa que nos ayudó mucho, y a través de su informe técnico se pudo llegar al Ministerio de Energía de la Provincia y obtener fondos del Programa Provincial de Incentivos a la Generación de Energía Distribuida (PROINGED)”. “Hoy ese parque ya está en funcionamiento, un parque pequeño, de 400 KW, pero que es un hecho”, celebra Atencio.

“Mientras esto pasaba, yo cursaba la maestría. Quería plantear una tesis sobre cómo se tienen que plantear las políticas públicas para el sector”, indica. Es por eso que en su texto está no sólo el proyecto para la construcción de un parque fotovoltaico de 2000 KW de potencia en un predio municipal. También está el planteo de un proyecto a mediano plazo, que implicó la elaboración de un “plan local de acción climática” con todas las etapas necesarias, “un proceso de cuatro años que va desde el inventario de los gases de efecto invernadero, los planes de adaptación, planes de mitigación y el plan de acción”. Políticas públicas, energías renovables, cambio climático y una gran cantidad de actores involucrados. ¿Es algo posible de articular desde lo local?

Para que los tiempos de implementación sean efectivos, es mucho más ágil la interacción entre gobiernos locales”. Quizás debido a ese convencimiento es que Atencio se puso a trabajar junto a la Red Argentina de Municipios Frente al Cambio Climático, un espacio que une a los municipios que quieren seguir este lineamiento y busca los medios de coordinación internacional y los fondos para llevarlos adelante.

Parque Fotovoltaico Cauchari, Jujuy. Es el parque solar más grande de Latinoamérica con 300 MW de potencia.

“Desde mi punto de vista, los gobiernos locales tienen que ser un nexo. El municipio tiene que ser uno más y no la figura principal. ¿Por qué? Porque de esa manera la interacción va a ser más sana y con más llegada social, sostenible en el tiempo, porque a la larga la gente se cansa de las manipulaciones políticas”, opina haciendo un balance del camino recorrido.

Para Atencio, es fundamental el involucramiento de la sociedad en las políticas públicas relacionadas con el medio ambiente. “Se trata de políticas que tienen un impacto directo en la calidad de vida, por eso es la gente la que tiene que presionar para que se lleven adelante las decisiones”.

En este sentido, Argentina, como todos los países firmantes del Acuerdo de París, está obligada a informar sus emisiones de gases de efecto invernadero periódicamente, utilizando un inventario como instrumento para hacerlo. “A nivel nacional, la última comunicación nacional fue publicada en 2015, con los resultados de la evaluación de emisiones del año 2012”, detalla.

“El desafío lo marca el cambio climático, porque si no tenemos un cambio de mentalidad pronto, el futuro va a ser cada vez más difícil”, sintetiza Atencio.

 


Diseño: Laura Caturla