A 30 años de la Ley de Cupos
Por Danya Tavela
Contadora Pública y Magíster en Finanzas Públicas Provinciales y Municipales. Docente de grado y posgrado. Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires. Vicerrectora de la UNNOBA (en uso de licencia). Ex secretaria de Políticas Universitarias de la Nación.
Hace poco se cumplieron 30 años de un hecho histórico en nuestro país: la sanción de La Ley 24.012 de cupos, que establecía que en las listas de candidatos a cargos legislativos haya al menos un 30 por ciento de mujeres. Es un proceso que arrancó con el debate por el voto femenino a principios del siglo XX, continuó cada vez que se pudo durante períodos democráticos, se comenzó a consolidar a partir de 1983 y, a mediados de los 90, cuando se comenzó a estabilizar la democracia como sistema de gobierno en nuestro país, se siguió plasmando.
Todo esto sucedía mientras el rol de la mujer en la sociedad mundial crecía en el ámbito laboral, educativo y científico, en el marco de una lucha feminista que hacía visible su pelea para garantizar derechos que eran negados históricamente. Argentina fue pionera en ellos, pero aún falta mucho para superar el “techo de cristal”, tanto en ámbitos públicos como privados.
Si bien hoy nos encontramos con una participación mayor y más activa de la mujer en la política, aún ella no ocupa espacios centrales en la toma de decisiones partidarias en los ejecutivos de ningún nivel. Son muy pocas las que tienen responsabilidades de “alta dirección” en el mundo productivo, sindical o universitario, por poner algunos ejemplos, ya que aún en estos ámbitos perduran los modelos masculinos de conducción.
A partir de esa ley que se sancionó hace tres décadas, la mayor presencia de mujeres en ámbitos legislativos se tradujo en la sanción de leyes de protección de sectores vulnerables, leyes que ampliaban derechos o que apostaron a factores centrales de desarrollo, como la educación y la salud. También se empezó a legislar para prevenir la violencia en todas sus formas.
Considero que nos hizo bien como sociedad la sanción de esa ley, ya que previamente la cultura social invisibilizaba a las mujeres en política, las relegaba en la participación democrática, aún a pesar de que en nuestro país ellas tenían una larga trayectoria de protagonizar luchas, desde las batallas por la Independencia hasta las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo contra la dictadura. Claramente, el sistema político no creía que la participación de la mujer era importante.
El hecho de que mujeres peronistas y radicales trabajaran juntas para conseguir que se sancione esa ley vino a ratificar, una vez más, que el diálogo político para celebrar los acuerdos trascendentales para el país es el camino. Este es un claro ejemplo, hay muchos otros; lo importante es la tolerancia y el respeto al otro, aceptar las miradas distintas con objetivos comunes. Lamentablemente, los cultores de la grieta que se benefician con esta han sometido a la sociedad argentina, desde hace mucho tiempo, a privarse de estos avances.
Ese es uno de los desafíos de nuestro país y de la política argentina. También trabajar en forma conjunta para terminar con la falta de participación de las mujeres en las mesas de decisión partidarias, en los encabezamientos de las listas, en los Ejecutivos, en los máximos órganos de la Justicia, en las Universidades y en el sector privado. Para ello se necesitan legislaciones que contribuyan a la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres.
En el Congreso, y en todos los espacios de gestión —sean políticos, públicos o privados— tenemos que continuar visibilizando el accionar de las mujeres, la forma de construcción, la capacidad de diálogo, así como generar estrategias para que haya más mujeres protagonistas.
En aquel entonces, cuando se debatió y sancionó la Ley de Cupo, había sectores que la vivían como un avance (yo, seguramente, así lo veía, mientras transitaba la secundaria), pero no le dábamos la importancia que tenía porque centrábamos la discusión en que las mujeres tenían que ocupar esos espacios por su propia capacidad (y no por cupos). En la actualidad, las y los jóvenes viven este presente de creciente protagonismo de mujeres como algo absolutamente natural; creo que, por ejemplo, la percepción de mi hija que cursa la secundaria es que si todavía se discute la igualdad de oportunidades para mujeres y varones es porque no entendemos nada como sociedad.
Igualmente, creo que hay que celebrar aquella ley que se sancionó hace 30 años, porque hemos mejorado en ese tiempo y fue, además, el punto de partida para que luego, en el año se 2017, se sancionara la Ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política, que amplía esa participación en la política de nuestro país.
Diseño: Laura Caturla