Cerdos silvestres, una amenaza para la agricultura

En los vastos pastizales de la Estancia El Centenario, en el sur de la provincia de San Luis, se libra una batalla que hasta hace poco pasaba desapercibida para muchos: la invasión de cerdos silvestres. Estos mamíferos, originarios de Eurasia y del norte de África, son el producto de la hibridación entre cerdos domésticos liberados y jabalíes europeos, y, actualmente, representan una amenaza creciente no solo para la biodiversidad sino para las actividades agropecuarias del país.
El doctor Mariano Merino, biólogo, investigador de la CIC (Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires) y docente de la UNNOBA, dirige una investigación pionera sobre este fenómeno, dando un enfoque distintivo sobre un problema que se está expandiendo de manera paulatina por todo el país. “Estamos trabajando en un proyecto que comenzó hace más de 25 años en este lugar. El jabalí (Sus scrofa), junto con el cerdo silvestre y sus híbridos, es una de las especies invasoras más dañinas y extendidas globalmente. En Argentina, ocupa casi todo su territorio y afecta a muchos s ecosistemas, expandiéndose anualmente”, explica Merino, quien desarrolla esta línea de investigación en el Centro de Bioinvestigaciones ( CeBio) junto con el licenciado en genética Emiliano Pinardi (UNNOBA), becario doctoral del Conicet CIT-NOBA.
De hecho, el jabalí fue identificado en 2016 como una de las especies invasoras que exigían “acción urgente”.
La Estancia El Centenario, con sus casi 40.000 hectáreas, alberga una de las últimas poblaciones del Venado de las Pampas (Ozotoceros bezoarticus), especie en peligro de extinción. Es allí donde, precisamente, los cerdos silvestres han encontrado un hábitat ideal para su desarrollo, interactuando negativamente con estos ciervos autóctonos y amenazando la posibilidad de recuperación de la especie nativa.
“El jabalí y los cerdos silvestres están experimentando un crecimiento poblacional y dispersión geográfica alarmante a nivel mundial. Los factores de degradación global, como el cambio climático y los cambios en el uso de la tierra, interactúan con el impacto de las especies exóticas invasoras, muchas veces exacerbando sus efectos”, afirma Merino y señala: “La Argentina, como muchos otros países del mundo, enfrenta el peligro que representan especies invasoras como el jabalí y los cerdos silvestres, los cuales amenazan la integridad funcional y la biodiversidad de los ecosistemas nativos.”
La situación es compleja, con poblaciones que siguen aumentando y expandiéndose en vastas regiones del país. Pero las consecuencias de la introducción y proliferación de estas especies exóticas no se limitan a los ecosistemas, sino que también impactan en el sistema agropecuario y las economías regionales.

Impacto en la biodiversidad y la agricultura en Argentina
La investigación, desarrollada en el ámbito del Centro de Bioinvestigaciones de la UNNOBA, se enfoca en las consecuencias de la presencia de estos cerdos en los cultivos, especialmente en los de maíz. “El daño no se limita al consumo directo de los cultivos”, revela Merino y añade: “Los cerdos, en su búsqueda de refugio bajo el intenso sol pampeano, no solo se alimentan de las mazorcas, sino que también destruyen las plantas al voltearlas. Este simple acto impide que la cosechadora recoja el grano, causando pérdidas significativas para los productores”. Aunque los datos sobre este impacto aún están en fase preliminar, el primer año de la investigación estimó una pérdida del 13% de la cosecha, debido al accionar de los cerdos silvestres y su comportamiento destructivo.
Lo más alarmante es la rapidez con que estos animales se están adaptando a su entorno. La hibridación con cerdos domésticos ha dado lugar a ejemplares más grandes y resistentes, capaces de generar camadas más numerosas y con una mayor tasa de supervivencia. “Estamos frente a animales de 200 a 250 kilos, capaces de producir hasta dos camadas al año, cada una con 12 crías, de las cuales sobreviven por lo menos ocho, logrando, en algunos casos, duplicar su tamaño poblacional en un año. Esto empeora la situación considerablemente”, alerta Merino, quien destaca que este fenómeno constituye una preocupación global. Australia, por ejemplo, lleva años buscando soluciones ante la proliferación de especies invasoras similares.
Poblaciones de cerdos silvestres de la Argentina
En nuestro país existen una veintena de especies de mamíferos exóticos invasores. Entre ellos se encuentran el jabalí y los cerdos cimarrones (cerdos domésticos asilvestrados), todos pertenecientes a la especie Sus scrofa. Merino, quien en la UNNOBA es profesor de a materia Ecología y Evolución, remarca que resulta un aspecto singular que los cerdos domésticos convivan, en la actualidad, con sus antecesores, los jabalíes.
“Entre los impactos asociados a la presencia de cerdos silvestres podemos mencionar los cambios en los procesos ecosistémicos debido a alteraciones en el ambiente, daños en suelos por efecto de las hozadas (comportamiento de búsqueda de alimento en las capas superficiales del suelo), predación de crías de otras especies, pérdida de biodiversidad, despojo de semillas y dispersión de plantas exóticas”, enumera.
Además, compite por los recursos con las especies nativas. En el último quinquenio se comenzaron a detectar fuertes impactos sobre las actividades agropecuarias, tales como ataques a cultivos, rotura de silo bolsas, depredación sobre crías de animales domésticos y transmisión de varios patógenos, tanto en animales como en humanos.
Desafíos y avances en el control de los invasores
Aunque la investigación avanza, el desafío sigue siendo enorme. Para mitigar los daños, Merino, Pinardi y equipo están evaluando diversas estrategias que van desde el uso de cazadores experimentados hasta métodos más innovadores, como trampas automáticas y cebos. Sin embargo, los cerdos silvestres son animales que, según describen, son “muy inteligentes”. “Hay que atrapar a todo el grupo. Si se te escapa uno, nunca más volverán a la trampa”, comenta el experto, subrayando su capacidad de aprender.

Otro aspecto de la investigación es la seguridad alimentaria: “La carne de estos animales, en caso de ser capturada, debe pasar por estrictos controles veterinarios, especialmente para prevenir enfermedades como la triquinosis. En el Parque Nacional El Palmar (Entre Ríos), donde se desarrolla un plan de control de exóticas hace unos 15 años, la carne de jabalí se procesa y se dona a comedores escolares; el manejo de esta carne es una cuestión delicada que requiere de más protocolos. De todas formas, no se descarta su consumo, cumpliendo estrictos protocolos de sanidad”.
Mientras la investigación continúa, el equipo del doctor Merino también trabaja en un manual de buenas prácticas para los productores que, más temprano que tarde, podrían verse enfrentados a una plaga de cerdos silvestres. Afortunadamente, en la región del sur de San Luis no se ha alcanzado un nivel de invasión tal que amenace la zona núcleo de la agricultura argentina, la zona pampeana. Sin embargo, todos saben que es solo cuestión de tiempo.

Actualmente, se carece de un método para la estimación de la pérdida por ataque de cerdos silvestres. Hasta ahora, se confió en la percepción del productor para que, en algunos casos, el Estado pueda compensar sus pérdidas.
Métodos para evaluar pérdidas
Teniendo en cuenta esta necesidad, en la UNNOBA se está desarrollando y poniendo a prueba un innovador método que permitirá evaluar directamente el daño causado por los cerdos silvestres en los cultivos. Este método no solo se enfoca en el análisis de las mazorcas consumidas por los animales, sino que también tiene en cuenta los daños causados por su tránsito en el lote de cultivo, donde, al caminar sobre las plantas, las destruyen o las voltean, lo que imposibilita la cosecha. Además, el análisis incluye la evaluación de la superficie hozada por los cerdos silvestres, que no solo queda marcada por su tránsito, sino que también es un área donde las plantas son destruidas, aumentando aún más la pérdida de rendimiento del cultivo.

El proyecto, que lleva dos años en desarrollo, está enfocado en generar una metodología precisa para cuantificar las pérdidas económicas generadas por estos animales. “En los inicios de 2025, después de dos años de trabajo arduo y de validación del método para estimar las pérdidas ocasionadas por los cerdos silvestres en un cultivo de maíz, estamos enviando a publicación la metodología que desarrollamos”, explica Merino, investigador principal, con un tono de satisfacción y expectación.
Merino destaca que esta metodología, además de ser útil para los productores en el cálculo de las pérdidas, también tiene el potencial de influir en políticas públicas, ya que podría brindar datos más precisos sobre el impacto económico que estos animales tienen en la agricultura. “Hasta el momento, la información disponible sobre los daños causados por los cerdos silvestres ha sido más anecdótica. Con este nuevo enfoque, esperamos ofrecer una base sólida para la toma de decisiones, tanto en el ámbito privado como en el público”, comenta Merino.

Además, Merino resalta que este método tiene aplicaciones prácticas no solo para el maíz, sino también para otros cultivos afectados por la presencia de cerdos silvestres. “Los resultados preliminares en maíz han sido muy prometedores, pero la idea es expandir la metodología a otros cultivos como la soja, el trigo o el girasol, que también sufren ataques de estos animales. De este modo, podremos tener un panorama más completo de cómo afectan a la producción agrícola en nuestra región”, considera.
Merino también señala la importancia de una colaboración estrecha entre las instituciones científicas, los productores y las autoridades locales para enfrentar la problemática, ya que el daño de los cerdos silvestres es un fenómeno complejo que requiere soluciones integrales.
A medida que se profundizan los estudios sobre las poblaciones de cerdos silvestres, los esfuerzos por controlar su expansión podrían marcar la diferencia entre una amenaza manejable y una catástrofe agrícola de grandes proporciones. La contienda apenas comienza. El conocimiento adquirido en estos primeros años será fundamental para enfrentar lo que está por venir.
Además de Merino y Pinardi, integran el equipo de investigación: las doctoras Gabriela Fernández (Dto. de Ciencias Básicas y Experimentales, UNNOBA) y Diana Acosta (becaria posdoctoral Conicet, CIT-NOBA), y los licenciados Matías MacAllister (becario doctoral Conicet, CIT-NOBA) y Virginia Zelada Perrone (becaria doctoral Conicet, CIT-NOBA).