Ser científico por profesión
“El sistema científico exige publicar cada vez más y eso genera estrés en el investigador”. Esta apreciación pertenece al doctor en Economía Aurelio Fernández Bariviera, quien dialogó con El Universitario en el marco de una disertación brindada en la UNNOBA durante la Jornada “Investigación y calidad” promovida por la Secretaría de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la Universidad.
Fernández Bariviera, investigador de la Universitat Rovira i Virgili de España, describió las tendencias actuales y los aspectos que se valoran para la publicación de trabajos en revistas científicas, y criticó que “la publicación sea la vara de calidad de la investigación”.
Bajo la consigna “Publicar o morir”, el experto hizo hincapié en la sobrecarga que genera en el investigador la exigencia de “publicar cada vez más” y remarcó que “esto genera un estrés en la comunidad de los distintos países, por cuanto la investigación es difícil y no siempre se obtienen resultados que ameriten ser publicados”.
“A menudo se invierten muchas horas en el desarrollo de una investigación y al finalizar ese proceso no se obtienen resultados satisfactorios. Esto ocurre en el marco de un sistema que le exige al investigador publicar y que mide la calidad de su investigación por esas publicaciones”, describió.
“Uno está horas en el laboratorio y no obtiene el resultado que quiere, y eso no significa que no haya trabajado: significa que no se consiguió lo que se buscaba. Esto va a contracorriente de la exigencia de publicación”, insistió.
Estándares uniformados
En relación a los estándares que se utilizan para decidir la publicación de un trabajo en una revista científica, Fernández Bariviera recordó que en los años sesenta se inició un proceso de “metrificación de la ciencia” que se popularizó en la década del noventa a través del denominado “índice de impacto”. Si bien se trata de un sistema aceptado e impuesto en el mundo, este ha sido criticado porque no contempla “la complejidad que concierne el proceso de divulgación de la ciencia”. “Hoy por hoy nos evalúan en base a medir en qué revistas publicamos según el factor de impacto, y este criterio no siempre resulta del todo justo”, opinó el investigador.
Para lograr un cambio en ese sentido, se deben promover estrategias colectivas. Una de esas iniciativas ha sido la “Declaración de San Francisco”, que critica el cálculo del factor de impacto y sugiere indicadores más comprensivos.
Igualmente, señaló que aún se está lejos de conseguir un cambio: “La publicación sigue siendo la vara para medir la calidad de una investigación y esta presión se ejerce tanto para quienes investigan en el campo de las ciencias duras como en el terreno de las ciencias sociales”, planteó. Sin embargo, consideró que el índice de impacto funciona mejor para ciencias exactas que para las ciencias sociales, disciplinas en las que resulta más difícil medir resultados en forma cuantitativa.
En este contexto, Fernández Bariviera apuntó la necesidad de apuntalar a los grupos de investigación y acompañarlos en una dinámica en la que “indefectiblemente se tienen que ir adaptando”. “Quienes están dando los primeros pasos en la investigación necesitan de un buen apoyo institucional por parte de las universidades”, planteó.
“Se requiere del apoyo institucional porque publicar es un mecanismo complejo”, insistió. Y visualizó la necesidad de tener programas de apoyo a grupos emergentes. “El que ya está en el sistema sabe cómo funciona y conoce el camino porque lo ha transitado. A ese hay que seguir apoyándolo. Pero al emergente, que es una semilla, hay que apuntalarlo para que no muera en el intento”, concluyó.
Este especialista, que se definió como “un defensor de la investigación básica”, se refirió también a cuánto del conocimiento científico publicado en revistas especializadas se vuelca a la comunidad: “Al final toda la información se termina volcando, aunque no suceda con la inmediatez que se reclama”.
“Es verdad que estamos en la era de las redes sociales, pero hay algo que debe quedar claro: lo que se publica hoy en una revista científica quizás tiene que ver con un avance teórico que no necesariamente se traduce en una aplicación real de tipo industrial, por ejemplo. Pero esto no significa que en diez años ese avance no represente un hito en el terreno de la ciencia aplicada y termine representando una mejora para la vida de una sociedad”, señaló.