Cuando el mejor perfume es el repelente
Por Ligia Nicolai
Allá por el 2020, a la par de la aparición del COVID-19, también atravesábamos uno de los brotes más importantes de dengue en Argentina. Escuchábamos la recomendación de usar repelente, por entonces las góndolas estaban llenas y la oferta incluía varias marcas, tamaños y precios. Muy distinta la situación actual, cuando, en muchas circunstancias, es difícil conseguir este producto que puede protegernos de esta epidemia.
Varias son la hipótesis que se escuchan entre la gente sobre el porqué estamos atravesando hoy un nuevo brote de dengue. Las condiciones climáticas, la sequía, la pandemia y la poca circulación de personas durante aquel 2020, son algunas de los planteos que circulan para explicar por qué la epidemia se frenó por aquellos años para resurgir con mayor virulencia en la actualidad.
En este sentido Silvina Goenaga, doctora en química biológica y especialista de enfermedades transmitidas por mosquitos en el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio L. Maiztegui” (INEVH) y Asociación Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS), explicó: “En general, como ocurre con las enfermedades transmitidas por vectores, las causas son multifactoriales. Lo que sí puede haber sido un desencadenante que, durante el invierno de 2023, no hubo corte de la transmisión de dengue en algunas de las provincias de Argentina, como solía haber”.
Como se sabe, esta enfermedad vírica es transmitida por el mosquito llamado Aedes aegypti, que actúa como vector. “Acá hemos tenido grandes brotes en 2009, 2016, 2020 y, actualmente, el de este año”, añadió Goenaga, docente de la Licenciatura en Genética que se dicta en la UNNOBA.
“Es posible que alguna vez hayamos escuchado frases como ‘me pico un dengue’ , ‘es un dengue’, ‘maté un dengue’ y eso es un error”, explica Goenaga y aclara: “El dengue no es un mosquito, sino la enfermedad viral transmitida por un tipo determinado de mosquito que ha picado previamente a una persona infectada con dengue”.
Goenaga describió, además, que la capacidad del vector para transmitir la enfermedad no es inmediata: cuando el virus llega a un mosquito tiene que crecer durante un tiempo dentro del insecto, para que luego infectar a otra persona: “Si un mosquito pica a una persona que ya tiene dengue y ese mismo día pica a otra persona no va a transmitir inmediatamente la enfermedad. Primero, el virus tiene que ir al estómago, crecer, atravesar el estómago y viajar a la glándula salival, donde tiene que duplicarse”. En suma, este proceso tarda de 7 a 10 días.
En tanto, existe también lo que se llama la transmisión vertical: cuando una hembra que hizo una ingesta sanguínea a una persona con un virus pone huevos y algunos de esos huevos nacen infectados, Sin embargo, “esto sucede en una muy baja proporción y no es justamente el modo en que el virus se mantiene en la naturaleza”. “El virus se mantiene a través de las personas que están virémicas y de las picaduras que realiza este tipo de mosquito”, aseguró.
Esta enfermedad, que por estos tiempos se ha transformado en epidemia en nuestro país, es considerada por la OMS uno de los principales problemas de salud de la humanidad y es causada por cuatro serotipos: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4.
Erica Períes, directora de Epidemiología, Estadística e Inmunizaciones de Pergamino, afirmó que en Argentina, por el momento, la mayor circulación es de los serotipos 1 y 2 y que hubo un aumento del 86 por ciento respecto del año anterior.
Antonela Culaciati, licenciada en Enfermería, especialista en epidemiología y control de infecciones, quien además coordina el Comité de Prevención y Control de las Infecciones Asociadas al cuidado de la Salud, habló sobre las características y los síntomas del dengue: “Se trata de una enfermedad febril que afecta a lactantes, niños y adultos. La infección puede ser asintomática, o cursar con síntomas que van desde una fiebre moderada a una fiebre alta incapacitante, con dolor de cabeza intenso, dolor detrás de los ojos, dolor muscular y en las articulaciones y sarpullidos. La enfermedad puede evolucionar a un dengue grave que se caracteriza por dificultad para respirar, sangrado y/o complicaciones graves de los órganos”.
“La infección por un serotipo, seguida por otra infección con otro serotipo diferente aumenta el riesgo de una persona de padecer dengue grave, por eso es importante seguir cumpliendo las medidas de prevención, aunque ya se haya cursado la enfermedad, tanto para protección del otro como propia”, expuso Culaciati, docente en la Licenciatura en Enfermería de la UNNOBA.
Aedes aegypti es un mosquito doméstico que vive en y cerca de las casas y que se reproduce en cualquier recipiente artificial o natural que contenga agua. Este vector vive aproximadamente entre 4 y 6 semanas, siendo la hembra la que transmite la enfermedad.
En relación a las características y modos de vida del mosquito y ante una situación como la actual de alta circulación de la enfermedad, Silvina Goenaga explicó: “Este mosquito pica de día, mayormente en el crepúsculo, es decir a la mañana y en el atardecer, lo que no significa que no lo pueda hacer en otro momento del día. Son atraídos por ropas oscuras, por lo que se recomienda el uso de ropa clara y, en lo posible, cubrir las piernas, ya que suelen picar preferentemente en las pantorrillas y tobillos, aunque también pueden hacerlo en los brazos”.
Goenaga subrayó: “El Aedes aegypti recorre una distancia muy corta, es un mosquito domiciliario. En ensayos puede recorrer 100 metros, pero realmente cuando está en tu casa allí se queda, no le hace falta salir si tiene las condiciones dadas como abrigo, recipientes para poner huevos, personas para hacer la ingesta sanguínea. Cuando se trasladan, lo hacen por fuentes pasivas, es decir, por ejemplo, por el viento”.
Ante todas estas características, las especialistas coinciden en las medidas de prevención que debe hacer la sociedad, como evitar la acumulación de agua en recipientes al aire libre para evitar que sirvan como lugares de reproducción de mosquitos, no acumular basura y arrojarla en bolsas de plástico cerradas. También es importante el uso de repelente tanto en la persona sana como en la enferma. En este último caso es fundamental para evitar ser picado nuevamente y que el mosquito sea el vector de la enfermedad viral que estaba en el cuerpo de la persona infectada.
Si bien no existe cura para esta enfermedad, la ANMAT aprobó la vacuna contra el dengue a partir de los 4 años. Aquellas personas que tengan VIH y los mayores de 60 años deben consultar a su médico para evaluar su aplicación y seguimiento. En tanto, sí está contraindicada en personas embarazadas, periodo de lactancia y inmunocomprometidas, según explicaron especialistas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Aun no esta establecida dentro del calendario de vacunación obligatorio, pero la SADI afirma que la vacuna es una herramienta útil, segura y eficaz.