¿Mentira, la verdad?

Por Luciano Toledo

Una década atrás, el periodista Ignacio Ramonet decía que pretender informarse sin esfuerzo era una ilusión que tenía que ver con el mito publicitario, más que con la movilización cívica. Pero en años de sobreinformación, la novedad y la actualidad están a un clic de distancia.  Ya no vamos hacia las noticias, porque las noticias vienen a nosotros. ¿Pero qué es verdad y qué no? ¿Cómo reconocer la veracidad de los enlaces que atraviesan las redes sociales y los dispositivos móviles? Las audiencias se modificaron y la responsabilidad de una información confiable depende de todos.

El Diccionario Cambridge define a las fake news (noticias falsas) como «historias falsas que parecen ser noticias, difundidas en Internet o usando otros medios, generalmente creadas para influir en las opiniones políticas, o como una broma». Según la doctora en Ciencias Sociales Adriana Amado, las fake news, en esta forma de circulación extendida que tiene una noticia, facilitan al instante la verificación o la desmentida, y generalmente están concentradas en el grupo de los fanáticos, que es minoritario: “El fanático no necesariamente cree en lo que comparte, pero aun así hace circular información falsa, mitos y rumores que reafirman su forma de pensar. Pero los fanáticos son los que menos cambian la opinión pública, con lo cual el impacto es relativo”.

Uno de los problemas que generan las fake news es que intoxican el sistema de información y, cuando un medio sale a desmentir, lo que hace es contribuir a la pérdida de confianza.

Según estudios experimentales que miden el impacto de la publicidad y las campañas en las redes sociales, 2 de cada 10 mil personas se sienten interpeladas y, según Amado, si se aplica a la noticia falsa se puede suponer que va a tener menos incidencia, pero agrega: “Tampoco hay que minimizarlo, porque el volumen de circulación de los avisos y las fake news es por millones, cuando antes se acotaba a lo que era la audiencia o el rating y, en el mejor de los casos, llegaba a 2 millones. Hoy se llega al mismo número [2 millones] apenas se dispara el aviso”.

Uno de los problemas que generan las fake news es que intoxican el sistema de información. Así, surge lo que Amado llama efecto boomerang: cuando un medio sale a desmentir, lo que hace es contribuir a la pérdida de confianza: “Si los medios dedican parte de su agenda a la desmentida, es poco probable que logren un cambio de opinión. Y un punto interesante para empezar a reflexionar y a incorporar  es la limpieza o el rechazo a las fake news, es decir, sacarlas de la agenda, porque los medios al desmentirlas no hacen más que ratificarlas.”

Adriana Amado (Fuente: UNICEN)

 ¿La audiencia es el medio?

Los cambios comunicacionales impactaron tanto en el emisor como el receptor de la información y ya no hay grandes masas atendiendo a grandes medios. Según Amado, lo que está funcionando es la comunicación de comunidad, que es lo que facilita las redes sociales, y se genera de abajo hacia arriba. “El gran problema que tienen los medios tradicionales, no necesariamente hegemónicos, es la pérdida de audiencia y credibilidad. Es un fenómeno de los últimos 25 años: los grandes medios están en crisis para retener las audiencias. Esta caída de credibilidad en los medios impacta directamente en la caída de credibilidad de la política”.

Para la docente de la UBA, uno de los ejemplos más resonantes del impacto del nuevo modelo comunicacional frente a la política, es el caso de Jair Bolsonaro en Brasil: “Las entrevistas más vistas del candidato no fueron de ninguno de los medios hegemónicos, fueron de blogueros o charlas con artistas populares en redes sociales, y mayormente acotadas a lo regional. Por eso las campañas diseñadas de forma tradicional demostraron que no estaban funcionando, debido a la pérdida de influencia de los grandes medios en la opinión pública”.

En busca del impacto perdido

De acuerdo a Amado, magíster en Comunicación Institucional,  el debate es uno de los pocos eventos políticos que captan la atención simultáneamente,  y es una de las formas que propicia la comunicación en redes, y dice:  “Vos podés verlo mediante las redes o los canales habituales y te da la excusa para conversar en tu propia comunidad y generar una comunicación personalizada que es la que tiene más impacto en las elecciones. Y ya es un puntapié  para que el usuario o el periodismo, más allá del interés personal, investigue, indague, contraste o tome alguna de las cosas que aparecieron en el debate para debatir en su propia familia, o en su propia red”.

“Twitter da de baja 400 mil cuentas por semestre, falsas o con actividad mecánica”

El debate de candidatos suele tener más estímulo que un aviso publicitario de 12 segundos, que es lo que marca la ley, y Amado sostiene: “En este contexto donde las herramientas tradicionales de la comunicación política no tienen efectividad y la prensa obsesionada hace eco de las operaciones mediáticas, se genera un cambio en la composición de fuerza del sistema. Porque hoy es muy fácil cambiar de canal o poner Netflix, y el debate es uno de los únicos eventos que logran capturar la atención de una gran cantidad de gente en simultáneo”.

¿Cómo sanear el sistema informativo?

Un estudio  realizado entre 2006 y 2017 por una consultora especializada en comunicación, estima que existen unos 48 millones de bots (programas que replican de forma mecánica los tuit) en Twitter y 60 millones en Facebook. Y según la analista en medios, paradójicamente los perjudicados por las fake news son las mismas plataformas que pierden audiencia, y propone: “Como medida que podemos tomar todos, y es una acción política interesante es la utilización de los sistemas de denuncias activos y efectivos. Cuando tenés una dirección falsa o una suplantación de identidad, la red actúa rápidamente porque el troll no tiene seguidores: busca el enojo de terceros para que la respuesta tenga visibilidad, y puedan llegar con el mensaje de odio. Pero si denunciamos rápidamente se puede obtener una respuesta, y el usuario es bloqueado si su discurso es falso, de odio o agresivo”.

Para Adriana Amado la denuncia es la herramienta más práctica para tener un ambiente saneado y libre de trolls y fake news, y agrega: “Hay que aprovechar los mecanismos de autorregulación sabiendo que las plataformas están siendo observadas por organismos globales como el parlamento de la Unión Europea. Sabemos que Twitter da de baja 400 mil cuentas por semestre, falsas o con actividad mecánica, es decir, que el panorama va a ser más limpio. Por eso los ciudadanos tenemos mucha responsabilidad en sanear nuestras propias redes, porque eso contribuye a sanear el sistema informativo en general”.


Fuente: Entrevista realizada en La Mañana de UNNOBA Radio