Potenciar el desarrollo a través del conocimiento

Plastino

“¿Cómo entender el rol clave que tienen las universidades en el mundo?”. Con esa pregunta tan significativa y amplia arrancó la conferencia “Desarrollo Económico, Universidad y Ciencia” brindada por Ángel Plastino en la UNNOBA.

El ex presidente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en el período 1986-92 instó a estudiantes, docentes e integrantes de la comunidad a pensar en la importancia de las universidades como “reservorios de innovación y conocimiento”, en una conferencia abierta que se desarrolló en el Aula Magna.

El ejemplo que dio Plastino para responder al interrogante planteado al inicio de la conferencia fue el siguiente: “Un genio matemático de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, llamado Alan Turing, había dedicado parte de su vida a estudiar criptografía, una rama de las matemáticas. Cuando el gobierno inglés necesitó descifrar los códigos secretos con los que los nazis se comunicaban, pidió desesperado a todos los departamentos de matemáticas del país una ayuda. Fue Turing quien descifró los códigos alemanes, de manera que los ingleses pudieron saber adónde ir a defenderse de los alemanes. En resumen, un departamento de matemáticas, de una universidad, salvó prácticamente al mundo: si esa invasión se concretaba el destino del mundo hubiera sido otro”.

Ángel Plastino es doctor en Física e investigador superior del CONICET. Visitó la UNNOBA invitado por la Secretaría de Investigación, Desarrollo y Transferencia y brindó su conferencia como parte de las actividades por los 30 años de la recuperación de la democracia en Argentina.

El propósito de su charla fue plantear la fuerte correlación que existe entre “el desarrollo económico de un país y sus universidades”, no como la simple defensa de un sector sino como una verdadera forma de entender la economía y la cultura.

Más allá del capital y el trabajo

De acuerdo a lo que planteó Plastino, los factores clásicos de la economía hasta 1980 eran el capital y la fuerza laboral: “Esto aparece en la obra de Karl Marx sobre el capital. Sin embargo, a partir de la década del 80 del pasado siglo un profesor de la Universidad de Stanford, California, llamado Paul Romer encontró la fórmula que se usa actualmente para medir el valor de la producción”.

Más allá del capital y el trabajo están “el conocimiento tecnológico disponible y el capital humano calificado. Entonces hay cuatro factores que están actuando en el mercado, no sólo los dos tradicionales, sino que se le deben sumar conocimiento y calificación laboral”.

Aquí aparecen las universidades, ya que el conocimiento disponible lo producen, y lo tienen en una medida aún mayor, este tipo de instituciones. “Si no lo hace la universidad no lo hace nadie”, afirmó. Plastino planteó que estos nuevos factores implican dos tercios de la productividad posible. “Ahí está su magnitud económica”, resaltó.

Conocimiento para producir

“Aunque estos postulados son un saber que ya circula por las universidades del mundo, lamentamos que todavía no llegó al discurso político. Nadie está pidiendo más conocimiento, por el contrario hay problemas para importar libros”, sentenció el docente.

Para enfatizar el rol del conocimiento como verdadero motor económico, Plastino se refirió a la “ilusión” que genera la inversión de capitales: “No tenemos la gente calificada necesaria para poder aprovechar unas supuestas inversiones externas. Por lo tanto es necesario hacer crecer el sector universitario. El número de estudiantes universitarios en Argentina es dramáticamente bajo. Si hoy faltan ingenieros e informáticos, dentro de veinticinco años, y si no hacemos algo ahora, vamos a tener faltante de todo”.

En vez de estar esperando las inversiones externas, para Plastino hay que seguir otro camino: “En las principales universidades del mundo la principal preocupación es cómo formar ingenieros para que tengan sus propias empresas”. Frente a esto aparece con claridad el ejemplo de las pequeñas y medianas empresas, ya que “en el mundo desarrollado el 90% de los nuevos puestos de trabajo se generan en empresas con menos de 50 empleados”. Y para que exista esa cantidad elevada de empresas es necesario que exista un gran número de empresarios. Plastino se pregunta, “¿quién forma a los empresarios? La universidad”. Desarrollo económico y conocimiento se vuelven a encontrar.

Innovación y la trampa del mercado

Otro factor clave en el siglo XXI para el crecimiento económico es la innovación. “Para innovar hacen falta dos ingredientes: imaginación y conocimiento”, indicó el catedrático.

Ángel Plastino sintetizó el concepto de innovación con otro ejemplo muy gráfico: “Henry Ford, uno de los grandes innovadores de todos los tiempos, el inventor de la línea de montaje, afirmaba que el innovador no le puede estar preguntando a la gente qué quiere. Cuando empezó a hacer el Ford T decía que si le hubiera preguntado a la gente qué quería, le hubieran dicho ‘queremos caballos más veloces’, simplemente porque la gente no se imaginaba el automóvil”.

El conferencista utilizó esta anécdota para advertir sobre cómo entender el conocimiento universitario. “Hay que tener cuidado con el discurso que dice que la universidad tiene que responder a las demandas del sector empresarial. Cualquier cosa que demande el sector empresarial hoy, va a ser obsoleta cuando salgan los graduados. Entonces si piden algo, eso es lo que no hay que hacer, seguro, porque los empresarios le hubieran pedido a Henry Ford carretas más sólidas para caballos más veloces”.

Plastino concluyó enfatizando: “Las universidades siempre fueron muy importantes, pero nunca fueron tan decisivas como ahora, porque nunca el conocimiento tuvo tanto que ver con el desarrollo económico de un país”.