El potencial del sorgo en la región
El sorgo es el quinto cereal en importancia a nivel mundial, luego del maíz, el trigo, el arroz y la cebada. Las características agronómicas particulares del sorgo han llevado a un aumento del área de cultivo en los últimos años, ya que se puede incluir en las rotaciones y resultar beneficioso para el suelo. Además, puede ser un buen reemplazo del maíz en la dieta nutritiva, sobre todo en zonas o períodos de sequía, debido a que es más eficiente en la utilización del agua. En Argentina, la producción de sorgo se concentra en la región pampeana, destacándose las zonas de Santa Fe y Córdoba como las que mejores aptitudes tienen para su siembra.
Los usos del sorgo son múltiples y dependen de su genética: además de la utilización para la alimentación animal, se puede recurrir a él para consumo humano. En este sentido el grano de sorgo posee la ventaja de carecer de prolaminas (proteína que forma el gluten), que sí están presentes en otros cereales como trigo, avena, cebada y centeno. Esto lo lo convierte en un alimento apto para el consumo de personas celíacas. Según el informe del Departamento Social y Económico de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) del año 2015, el sorgo es un alimento básico esencial en muchas partes del mundo, especialmente en las zonas más áridas y marginales de los trópicos semiáridos como Asia o África. Esta gramínea de origen tropical, adaptada a través del mejoramiento genético a una gran diversidad de ambientes, también posee otras propiedades como ser insumo para la producción de papel, adhesivos, refinamiento de minerales y elaboración de embutidos, entre otros usos industriales. En nuestro país, la demanda de sorgo se compone esencialmente de la molienda para alimentación y de la exportación. Los que demandan para molienda son principalmente firmas dedicadas a la producción ganadera y lechera, mientras que las ventas externas se componen principalmente de grandes traders internacionales.
En la sede Pergamino de la UNNOBA, científicos y especialistas del ámbito nacional e internacional expusieron los últimos avances sobre el tema en el Tercer Simposio Nacional y la Primera Conferencia Internacional de Sorgo. Todos coincidieron en que existe un panorama “más que alentador” para el sorgo, no solo como granífero, sino también como recurso forrajero y de usos alternativos. De hecho, en los últimos años se ha puesto la mirada nuevamente en incluir especies gramíneas que permitan diversificar la secuencia de cultivos y estabilizar el sistema de producción en su conjunto.
La ingeniera agrónoma Adriana Andrés, directora de la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales de la UNNOBA, sostuvo que el sorgo constituye un importante recurso forrajero y económico. “Hoy está ocupando un rol destacado en la alimentación de vacunos de carne y leche, pero lo que se pudo poner de manifiesto en el Congreso es, además, la importancia creciente del uso de este cultivo para la alimentación de aves, cerdos, humanos y la utilización de grano como biomasa para la producción de energía renovable. Por otra parte, hay que destacar el aporte del cultivo a la rotación y a su rol en la conservación del recurso productivo más importante, que es el suelo. En Argentina se siembran anualmente entre 1,2 y 1,5 millones de hectáreas de sorgo y potencialmente puede crecer mucho. En las zonas más marginales, donde la agricultura es más difícil, el sorgo aporta estabilidad y seguridad además de rendimiento”.
Alimentación animal
El doctor y médico veterinario Leandro Abdelhadi se refirió al rol fundamental del sorgo en esquemas ganaderos, lo cual permite mejorar la productividad: “Los vacunos tienen un sistema digestivo de 4 estómagos, es decir, son poligástricos. Esto les permite aprovechar eficientemente no solo el grano de sorgo sino también la planta completa. Los sorgos con taninos condensados en el grano, la mayoría de los producidos en Argentina, pueden ser utilizados para las raciones de los rumiantes, logrando de esta manera buenas producciones de carne y leche. El uso de sorgos para la categoría de vacas de cría es una herramienta fundamental para aumentar la eficiencia de los rodeos”.
Abdelhadi explicó que existe una “brecha muy grande entre lo que se hace y el potencial que tiene el sorgo”: “Hoy seguimos haciendo sorgo como en 1960. Se piensa que hacer sorgo consiste en sembrar una semilla barata, que no necesita control de malezas ni fertilidad y que el rendimiento lo define la naturaleza”.
“En realidad ya se ha comprobado que al sorgo le gusta tanto el nitrógeno y el fósforo como al maíz, y requiere un control de malezas como el maíz”, sostuvo y fue por más: “De hecho, si le damos todo esto, el sorgo hasta puede dar más que el maíz”.
Participación de los alumnos de la UNNOBA
Alumnos avanzados de la carrera de Agronomía tuvieron la oportunidad de estar presentes en este importante evento como parte de su capacitación. Fernando Vallejo: “Estoy haciendo mi tesis en sorgo y pude obtener mucha información complementaria sobre potenciales de rendimiento y brechas en el cultivo. Muy enriquecedora la experiencia de ver manejos en otros países y destacada la conferencia del doctor Miller sobre la interrelación del cultivo del sorgo y el consumo humano”. Natalí Lebreo: “Destaco la importancia que le dan al sorgo en la rotación y sus beneficios en la conservación del suelo. Mi mayor interés es la protección vegetal y me gustó mucho la parte de enfermedades y plagas”.
Pasado y presente del cereal
Uno de los momentos más desatacados del Congreso fue la disertación del doctor Frederick Miller, profesor emérito de la Universidad de Texas de Estados Unidos, quien trabajó como educador en más de 81 comités de evaluación de PhD y Msc (doctorados y maestrías en el sistema universitario anglosajón) en 23 países. Como mejorador, liberó 1.700 materiales mejorados de sorgo para uso público. Sus líneas participan de híbridos comerciales en todas las regiones sorgueras del mundo. Publicó más de 350 trabajos científicos.
En su charla se refirió a la relación del sorgo con el ser humano desde tiempos ancestrales y cómo se fueron seleccionando los genes y otros caracteres para lograr que esta planta de origen tropical se pudiera adaptar a diferentes regiones del mundo. “El sorgo fue y sigue siendo la base de la alimentación de muchas culturas, principalmente de África e India”, afirmó. “Existen restos arqueológicos con pinturas en las que se puede apreciar el sorgo, por lo que se cree que su cultivo se remonta al 2.200 AC. Algunas hipótesis sostienen que en los siglos XVIII y XIX los esclavos procedentes de África trajeron el cereal a América. Gracias a las características que tiene, puede adaptarse a climas y tierras hostiles y constituye el 70% del consumo de calorías de algunas poblaciones de India y África”, contó Miller.
Según explicó, el empleo de cereales para consumo animal ha sido un elemento dinámico en el consumo global de sorgo. Su demanda ha constituido la principal fuerza motriz para elevar la producción mundial y el comercio internacional a partir de 1960. La demanda se halla fuertemente concentrada en los países desarrollados, donde supone un 97 por ciento del empleo total. Los Estados Unidos, México y el Japón son los principales países consumidores, seguidos por la Argentina y los territorios que fueron de la Unión Soviética y Venezuela. Estos países absorben conjuntamente más del 80 por ciento de la utilización mundial de sorgo en forma de alimento para animales. En los últimos años China creció en la utilización de sorgo ocupando el primer lugar como importador”.
Por qué el sorgo mejora la tierra
Manuel Ferrari, especialista del equipo de suelos del Inta y docente de la UNNOBA, fue uno de los disertantes del encuentro. En su exposición se refirió a los aportes del sorgo a la sustentabilidad de los sistemas de producción agrícola. En ese sentido, subrayó que “para ser sustentables los modelos de producción deben cumplir algunos requisitos: conservar los recursos productivos, preservar el medio ambiente, responder a los requerimientos sociales y ser económicamente competitivos y rentables”.
El sistema de rotaciones actual en la región pampeana húmeda, con alta preeminencia de soja (en muchos casos como monocultivo), atenta contra la conservación de recurso productivo que constituye el suelo. Esto ocurre desde los aspectos químico (extracción de nutrientes) y físico (estructura del suelo y porosidad).
Además, esto tendría un alto impacto ambiental por un menor aprovechamiento de las lluvias y el aumento de la escorrentía, es decir, el agua de lluvia que circula libremente por la superficie del terreno. Todo ello contribuye al desarrollo de plagas y malezas resistentes que complican económicamente el manejo futuro de los lotes. Ante esta certeza fue que explicó la importancia de incorporar al sorgo en la rotación de los suelos: “La inclusión de cultivos de gramíneas en la rotación favorece el aporte de carbono y eso impacta positivamente en la estructura y porosidad de los suelos. El sorgo como cultivo aporta abundante rastrojo, el cual genera una buena cobertura de suelo de gran perdurabilidad. Esto mejora el balance de carbono y mejora las propiedades químicas, físicas y biológicas asociadas a la materia orgánica y hace más eficiente el aprovechamiento del agua”.
Después de analizar el aporte del cultivo de sorgo en las rotaciones con soja (que en algunos casos se ha medido hasta en un 32 % de aumento en el rinde de esta oleaginosa) “se llega a la conclusión que para la región pampeana el sorgo tiene un lugar en aquellos suelos erosionados, en suelos degradados por una extensa agricultura no conservacionista, y en suelos de menor aptitud agrícola donde el maíz tiene limitantes”.