Pumas en la pampa bonaerense

Por Sebastián Martino

En el último tiempo hubo al menos dos noticias en la región que tuvieron a los pumas como protagonistas: cuando un funcionario de Chacabuco subió a las redes sociales imágenes de un ejemplar que había faenado luego de que fuera atropellado por un camión; y cuando la policía de Germania –una pequeña localidad del partido de General Pinto– encontró uno de estos felinos muerto, presuntamente por ahorcamiento con su propia cuerda, ya que estaba atado a una planta en una propiedad privada.

Luego de la causa iniciada por el primer hecho y del acta de infracción labrada por la Jefatura Comunal pintense en el segundo, los restos de ambos animales fueron trasladados a la UNNOBA, una vez realizados los trámites legales correspondientes, para que puedan ser utilizados en un proyecto de investigación que está llevando a cabo la Universidad y que tiene a estos mamíferos como objeto de estudio.

“Se podría decir que hay un puma propio de esta zona, el que se creía que estaba prácticamente extinto en ciertas áreas de la provincia”

Es que, aun cuando es un animal silvestre y su presencia suele estar asociada a otras zonas geográficas, la presencia de pumas en esta región no es un hecho extraordinario. La doctora Gabriela Fernández, que dirige este proyecto de investigación en la UNNOBA, cuenta que este animal tiene una distribución muy amplia: desde el sur de Argentina hasta América del Norte. Inclusive, se trata de una especie “generalista” porque se alimenta de una variada gama de presas (silvestres y domésticas), y se adapta a una gran variedad de climas y condiciones, inclusive en ambientes antropizados, que son los que están muy modificados por el hombre.

“Se podría decir que hay un puma propio de esta zona, el que se creía que estaba prácticamente extinto en ciertas áreas de la provincia de Buenos Aires –explica la doctora Fernández– pero que en los últimos años empezó a observarse un aumento considerablemente del tamaño de sus poblaciones”.

La investigadora y docente de la UNNOBA señala que el puma “es un animal poco estudiado, principalmente en su parte genética, por creerse a priori que no se encuentra amenazado”. Esto se debe en parte a su amplia distribución geográfica, ya que uno de los criterios clave para los organismos que evalúan el estado de conservación de las especies es su área de distribución: si ésta es grande, no está amenazado, pero sí puede estarlo si ésta es restringida.

“Como consecuencia del reemplazo de actividades ganaderas por agrícolas en la región, el puma comenzó a ser menos cazado”.

Con todo, en el último tiempo se advirtió una mayor presencia de pumas en el territorio pampeano. Fernández indica cuál es la principal hipótesis que puede explicar esta situación: “Décadas atrás disminuyó mucho el tamaño de sus poblaciones debido a que, por ser un predador oportunista de ganado, fue intensamente perseguido por el hombre. Como consecuencia del reemplazo de actividades ganaderas por agrícolas en la región, el puma comenzó a ser menos cazado. Además, el abandono del campo por parte de los criadores ganaderos dejó disponible lugares –como taperas– ideales para que se refugie, y en conjunto con la abundancia de presas silvestres, llevó a su aumento demográfico. Por esta razón se observa un mayor número de casos de avistaje, encuentro y atropellamiento de estos animales en las rutas”.

Fernández toma una muestra de un ejemplar hallado.

Objeto de estudio

El proyecto de investigación que dirige Fernández, doctora en Ciencias por el Programa de Posgrado en Genética y Biología Molecular de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), excede nuestra región y apunta a caracterizar genéticamente a los diferentes linajes de pumas que hay en Argentina para poder compararlos con lo que se encuentren en la provincia de Buenos Aires. Esto permitirá conocer el origen de los animales que están “recolonizando” esta zona pampeana.

“A través de las herramientas moleculares esperamos poder caracterizar genéticamente a las poblaciones de diferentes áreas geográficas, compararlas con los ejemplares encontrados en la provincia de Buenos Aires y así poder definir su origen filogenético”, resume Fernández.

El objetivo del trabajo también pasa por analizar “lo que puede estar cambiando en el ambiente y comprender mejor la influencia del hombre en la recolonización del puma”.

Para esto son útiles todo tipo de rastros que se encuentren, desde huellas y materia fecal, hasta pieles de animales atropellados e, inclusive, encontrados en cautiverio, como los ejemplos expuestos al principio de esta nota.

Proyecto de largo alcance

El proyecto de investigación que surgió hace al menos dos años, hoy lo integran investigadores de la UNNOBA, de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) y del  Conicet. Está dirigido por Fernández, acompañada por el doctor Mariano Merino, más un grupo de alumnos de la carrera de Genética, en particular Matías Mac Allister, becario doctoral de la UNNOBA, también bajo la dirección de Fernández  y la codirección de Alejandro Travaini del Centro de Investigaciones Puerto Deseado UNPA-CONICET (Santa Cruz). Además, se trabaja en colaboración con el grupo que encabeza Patricia Mirol en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, y con investigadores de otras Universidades del país y de Uruguay.

El objetivo de largo alcance de este proyecto es “tener un conocimiento cabal de la variabilidad genética y los diferentes linajes de puma de todo el país, para poder entender cuáles son las fuerzas evolutivas, tanto naturales como artificiales, que fueron modelando las características poblacionales de la especie y de su distribución en Argentina”. Por eso es un trabajo colaborativo que llevará años de estudio.

Según su análisis, la preservación del puma es tan importante como la de otras especies que forman parte del ecosistema pampeano, que son necesarias para garantizar la perpetuación de los sistemas biológicos. “Para poder conservar una especie –agrega– hay que conocerla. Si no sabemos qué características tienen y qué ambientes ocupan los pumas de nuestro país, mal podemos saber qué debemos preservar. Por eso es clave contar con información desde diferentes áreas: la genética, la biología, la ecología, conocer los ambientes en los que se distribuyen, las relaciones entre los predadores y las presas, trama de conocimiento que permitirá evaluar y proponer unidades de conservación y manejo para esta enigmática especie”.