Posgrado: con la mirada en el futuro
Por Lorena Berro
“Si nos comparamos con universidades históricas y de larga tradición tenemos mucho camino por recorrer, pero si la mirada se centra en la realidad de las universidades contemporáneas, desde la UNNOBA estamos liderando el campo del posgrado”. Con esta apreciación la doctora Adriana Andrés, directora del Instituto de Posgrado de la UNNOBA inició un diálogo sobre la conformación de la oferta de la Universidad y la descripción de las alternativas que a su juicio otorgan “un sello distintivo y de calidad” que además marcan un rumbo institucional en un aspecto estratégico como es el de la formación de recursos humanos altamente calificados para enfrentar desafíos que plantea el futuro en materia de generación y adopción de conocimientos para la resolución de problemáticas complejas.
—¿Cuál es el principal desafío de la UNNOBA en lo que concierne a la formación de posgrado?
—El principal desafío es formar tanto a nuestros egresados como a nuestros docentes, pero también atender la demanda que proviene de los sectores de ciencia y técnica regional, nacional e internacional, y de los profesionales que se referencian en la UNNOBA para continuar con su formación de posgrado.
—¿En el contexto actual es imprescindible el posgrado para el ejercicio profesional?
—Sabemos que la capacitación no termina en el grado y en función de eso es compromiso de las universidades diseñar ofertas que acompañen la formación de los recursos humanos con capacidad de gestionar la generación de nuevos conocimientos. El posgrado debe ofrecer alternativas pertinentes a las necesidades de aquellos profesionales que deberán intervenir en la resolución de problemas complejos y enfrentar los desafíos del futuro. Por supuesto que nuestro principal compromiso sigue siendo con la región; pero vamos avanzando en propuestas para propiciar la formación de recursos humanos a nivel nacional e internacional. Y para esto estamos convocados a ir más allá de las maestrías y especializaciones y comenzar a transitar por los doctorados que son el mayor grado académico que confieren las universidades.
—¿Con el Doctorado en Mejoramiento Genético se están dando esos primeros pasos?
—Exactamente. Este doctorado que es único en el país de algún modo era una deuda que teníamos, pero para lanzarlo primero hubo que sentar bases sólidas. Es decir realizar un trabajo sostenido de conformar planteles docentes y consolidar equipos de investigación. Hay que tener muy claro que la investigación es no solo un concepto central dentro de las universidades sino la piedra fundamental de los posgrados. Es crucial que la formación de posgrado en áreas de ciencia y técnica, vaya acompañada de la investigación y que estos desarrollos tengan impacto directo en el territorio. En el caso de la UNNOBA estas bases están establecidas y por eso fue posible conseguir la aprobación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) para el primer doctorado de la Universidad. El doctorado es, sin lugar a dudas, el salto de calidad que necesitábamos dar como Universidad.
—¿Por qué se cifran tantas expectativas en el dictado de esta carrera?
—En principio porque se trata de una oferta única en el país. Y porque abarca un área de conocimiento en la que la Universidad ha dado muestras de la capacidad que tiene en materia de investigación y transferencia. Estamos en una región estratégica del sector agropecuario donde la genética es el principal driver de los desarrollos tecnológicos de alto impacto, y faltan mejoradores. Pero esto no ocurre solo en Argentina y sabemos que esta carrera puede despertar el interés de profesionales del Cono Sur e incluso de algunos de lugares más lejanos.
Un crecimiento sostenido
La doctora Adriana Andrés reconoció que “aunque hay mucho camino por recorrer” en materia de posgrado, la Universidad ha experimentado “un crecimiento sostenido”. En este punto describió algunas alternativas de la oferta y aportó su mirada respecto de lo que considera son los desafíos.
—Así como en el grado se observa una consolidación de la oferta de la Universidad, ¿esto también ocurre en el posgrado?
—Nos falta mucho por recorrer todavía, pero hemos crecido y esto queda claramente plasmado en nuestra oferta. Por ejemplo, hay dos maestrías que son muy importantes por la temática que abordan y por la transversalidad con que lo hacen. Una es la Maestría en Prevención y Control de las Zoonosis, y la otra es la Maestría en Energías Renovables y su Gestión Sustentable. Ambas atienden temas estratégicos para el país, y dan respuesta a necesidades de formación que tienen muchos profesionales y le aportan a la Universidad un sello distintivo. Algo parecido ocurre con la Maestría en Diseño orientada a la Estrategia y Gestión de la Innovación, una carrera que no solo nos ha permitido extender el alcance territorial, ya que se dicta en Pergamino, Misiones y Mar del Plata, sino que tiene como característica la interdisciplina. Hay otras como la Maestría en Bioinformática y Biología de Sistemas que avanzan en campos muy específicos de la actividad científica y han dado respuestas a la necesidad de formación de recursos humanos en estas áreas. Son todas alternativas que definen un perfil y marcan un rumbo.
—¿Qué rol desempeñan otras alternativas como las especializaciones y los cursos de posgrado no estructurados?
—Los cursos cortos no estructurados apuntan a resolver la demanda del corto plazo y están muy vinculados a las necesidades del entorno. Son alternativas de actualización y deben abarcar todas las áreas del conocimiento en las que la Universidad esté en condiciones de dar respuestas. Las especializaciones son una herramienta más amplia de gestión de los saberes en aspectos propios de cada profesión. Deben ser dinámicas y no competir con las maestrías. Nosotros tuvimos una especialización muy reconocida vinculada a la Gestión de la Innovación y la Vinculación Tecnológica en el Sector Agroindustrial que hoy se transformó en una maestría. Se trata de una propuesta de formación de profesionales con capacidades en la gestión de las innovaciones tecnológicas, de manera que los resultados que se logran en determinadas investigaciones lleguen al medio agroindustrial y se puedan adoptar. Estos conceptos quiebran una tendencia histórica en Argentina donde muchas veces los resultados de la actividad científico-tecnológica no se traducen en mayor competitividad.
—¿Es en el posgrado donde más compromiso la Universidad toma con el futuro?
—Para mí el compromiso institucional nace en el grado. Si no formás correctamente en el grado y en las áreas de interés en las cuales estas proyectando para los próximos 50 años, dudo que se tengan los recursos humanos que luego realizan el posgrado. Es un continuo. Lo que sí sucede en el posgrado es que la oferta se diseña en función de una pertinencia que atiende mucho las demandas reales de la sociedad y esto exige una mirada muy atenta del entorno porque deben brindarse herramientas que les permitan a los profesionales entrenarse en el abordaje de problemáticas muy complejas y anticipar soluciones.
—¿Qué mirada tiene de Argentina en relación a la formación de posgrado?
—Personalmente opino que el país debería plantearse algunas cuestiones en materia de educación. Una de ellas tiene que ver con la edad a la que se termina egresando del grado. Si nos comparamos con otros países del mundo que están a la vanguardia, observamos que egresan de maestrías o doctorados con edades inferiores a 25 años. En Argentina, por diversas razones, una persona termina su formación de grado a los 28 o 30 años, y luego define realizar un posgrado, con la consecuencia de tener una edad avanzada, en la que resulta más difícil insertarse laboralmente. Otra cuestión que entiendo debe ser central es aquella que tiene que ver con la pertinencia de la oferta.
—Tomando esta consideración ¿en qué aspecto considera que debe estar puesta la mirada del Instituto de Posgrado de la UNNOBA para potenciar la pertinencia de su oferta?
—Creo que hay que trabajar fuertemente con la mirada puesta en el territorio. Sabemos que cada vez más las poblaciones que nos rodean, donde se hace agricultura, ganadería y donde funcionan industrias, están muy preocupadas por cómo impactan estos procesos en sus vidas, ya sea, en el agua que toman, en el aire que respiran, en los alimentos que ingieren y en la salud en general. La Universidad ha dado pasos importantes en el abordaje de estas temáticas, hay especializaciones que están tocando aspectos del efecto ambiental, hay cátedras abiertas que ofrecen miradas diversas sobre estas cuestiones. Pero considero que hay que construir una mirada integral que aborde estas temáticas no solo disciplinariamente, sino en forma holística. Entiendo que allí el posgrado tiene por delante un enorme desafío que debe involucrar a toda la Universidad y a las comunidades en su conjunto para reflexionar sobre cuál es el impacto ambiental, socioeconómico y productivo de determinadas prácticas y cómo se legisla sobre estas cuestiones, para así diseñar alternativas de formación que permitan dar respuesta a muchos interrogantes que se plantean en este terreno al tiempo que adoptar conocimientos que posibiliten producir de un modo sustentable.
—¿Cómo está posicionada la UNNOBA en materia de posgrado en el concierto de las demás universidades nacionales?
—Depende con quién nos comparemos. Lo cierto es que la UNNOBA es una Universidad nueva que se ha consolidado muy rápidamente, pero queda mucho camino por transitar. Nuestro mayor compromiso, además del que tenemos con la sociedad, es con nuestros propios docentes investigadores. Que todos alcancen el posgrado y trabajen en investigación es lo que va a imprimir un salto cualitativo porque les va a permitir formarse en las áreas que son centrales a nuestros intereses y a los de la comunidad en su conjunto.