La contaminación de la abundancia

 

Por Ligia Nicolai

A lo largo de la historia el ambiente que habitamos ha sufrido un fuerte impacto negativo debido, principalmente, a la emisión de gases de efecto invernadero y al agotamiento de los recursos naturales. El consumo es uno de los causantes de esta contaminación, lo que genera un importante desequilibrio en nuestro planeta.

El consumismo causa una vinculación crítica entre el ser humano y el medioambiente, poniendo en riesgo la posibilidad de un futuro sostenible. En esta línea, cada vez más organizaciones e instituciones buscan concientizar sobre la imperiosa necesidad de proteger y preservar el medio ambiente y, cómo hacerlo. Ecomujeres, por ejemplo, es un sitio que se dedica a promover el desarrollo sustentable y para ello difunde conductas responsables en distintos espacios de la cotidianeidad y de la sociedad. Nace con la premisa de comunicar con precisión  sobre el ambiente y el desarrollo sustentable. “Era necesario comunicar las temáticas ambientales en un idioma coloquial. Había una brecha entre los profesionales del ambiente y los comunicadores, por lo que entendíamos que era necesario comunicar las temáticas ambientales y llegar a la sociedad con un idioma coloquial”, expresó Aleandra Scafati, su fundadora y presidenta, quien estuvo presente en la  jornada “Diálogo Interregional sobre Educación y Desarrollo en América Latina, el Caribe y África” que se llevó a cabo en la UNNOBA.

Aleandra Scafati, fundadora y presidenta de Ecomujeres

—¿La fundación está destinada especialmente al género femenino?
—La Fundación es para todos, pero identificamos a la mujer como vocera natural por varias razones. En primer lugar, porque busca dar respuesta a la acción climática y entendemos que el consumo es el principal factor causante de la aceleración que estamos viviendo. Desde esta óptica, según varios estudios internacionales, sabemos que por cada dólar consumido en el mercado, las mujeres somos responsables de la decisión de gastar 80 centavos. Es así que, teniendo en cuenta la participación clave de las mujeres en las decisiones de consumo, es claro que somos necesarias para la transformación en los hábitos diarios. Creemos que somos las que tomamos la mayor cantidad de decisiones respecto del consumo, pero también sin duda somos los motores multiplicadores de cambio de vida.

—Al entender que las mujeres tomamos más decisiones en relación al consumo ¿no les estaríamos sumando más responsabilidades al vincularlas especialmente con el cuidado del ambiente?
—A la mujer, el cuidado de la vida le surge de manera natural, por razones de orden biológicas y psicológicas-evolutivas. Es algo natural que no le genera esfuerzo adicional. Al ser un ser preparado para dar vida, la cuida en todas sus formas, instintivamente. Y el cuidado del ambiente, no es más que el cuidado de la calidad de nuestros espacios y de la naturaleza. Esto se ha estudiado muy bien en la antropología, y por eso recomiendo la lectura del libro Sapiens de Yuval Noah Harari.

 —¿Podemos medir la huella de carbono desde el género? En ese caso: ¿cuál es la de cada uno?
—La huella de carbono tiene que ver con el consumo, como tal no está planteado desde el género sino desde el poder de consumo. Tal es así que el 1% más rico de la población mundial ha sido responsable de más del doble de la contaminación por carbono que el 50% más pobre de la humanidad durante los últimos 25 años, período en el cual las emisiones han alcanzado niveles sin precedentes. Por ello, los que más huella generan, que son los que más consumen, tienen la obligación moral de cambiar sus patrones de conducta.

—¿Qué efecto tiene la huella de carbono individual en relación a la emitida por las empresas y/o territorios?
—La medición de la huella de carbono se puede hacer en todas las dimensiones mencionadas, pero los impactos son diferentes y no comparables. Es importante que sepamos cómo se distribuyen estos impactos a nivel geográfico, porque considero que es hora de entender que no todos los países, y por ende sus empresas y sus ciudadanos, tienen las mismas responsabilidades y obligaciones. Existe una inequidad climática entre los países y deudas ambientales, y eso tiene que ser corregido en forma inmediata para evitar un colapso socioeconómico y ambiental.

 

Países desarrollados como China y Estados Unidos registran las tasas más altas de huella de carbono, siendo responsables de los mayores daños ambientales al planeta. En tanto, zonas menos desarrolladas, como Latinoamérica y África, poseen menores niveles de emisiones de dióxido de carbono.

—¿Cuál es la situación de nuestro país en relación a otros más desarrollados y menos desarrollados respecto de la contaminación?

—Argentina es un país megadiverso en términos de calidad de los recursos naturales, lo cual presenta una ventaja que es ser superavitario ecológicamente, a diferencia de la mayoría de los países del norte global que no lo son. Es importante analizar esta óptica porque en este contexto global donde la naturaleza y la calidad ambiental se revalorizan en el mundo, contar con recursos naturales en buen estado de conservación es una ventaja competitiva. Considero que Argentina tiene una oportunidad histórica para liderar un cambio de época, solamente falta voluntad política y una estrategia clara para aprovechar a nuestro favor el contexto global internacional.

—¿Y en relación al cuidado y a la educación?
—Respecto de la educación y el cuidado, existe un índice que mide esas cuestiones conocido como Índice de Desarrollo Humano. Este índice relaciona tres dimensiones: longevidad, educación e ingresos y expone la oportunidad efectiva que tienen las personas de expandir sus capacidades. Nuestro país también se destaca en esta medición, igualmente es importante aclarar que en todos los escenarios podríamos estar aún mejor.

—¿De qué manera las instituciones, como por ejemplo las universidades, pueden colaborar con el desarrollo sustentable?

—El paradigma de la sustentabilidad nos exige otras formas de enseñar y aprender, dado que se requieren más que conocimientos, el desarrollo de ciertas capacidades que permitan a las personas ser flexibles, innovadoras, creativas, colaborativas y solidarias. En el nuevo paradigma, los contenidos están en todos lados y al alcance de todos, el desafío es cómo logramos que esa información sea interpretada con una mirada transversal y disruptiva. Ese es el gran desafío que tenemos los educadores.

—Muchas veces se habla de salvar al planeta, pero es probable que el planeta se salve a sí mismo, quizás Chernobyl lo demuestre, allí donde la flora y la fauna se recuperaron en menos de 40 años. Entonces: ¿Puede ser que lo que desaparezca sea la humanidad si no mejoramos el trato con el planeta?

—Sin duda el planeta está desde mucho tiempo antes que nosotros y va a seguir estando. Si hiciéramos una escala en un año calendario del paso del ser humano en el planeta Tierra, significa solamente los últimos 12 minutos.

El rol de la UNNOBA

Las carreras de la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales están vinculadas a la producción primaria y al agregado del valor. Por lo que el impacto en el ambiente, como en  toda actividad humana es intrínseco. Pero lejos de “naturalizar” esta situación la directora de la Escuela, Virginia Pasquinelli, explicó que desde el punto de vista académico se busca abordar la productividad en los espacios curriculares, desde un enfoque sostenible y amigable con el ambiente.

“Existen de hecho espacios curriculares específicos como la asignatura de Agroecología en el plan de estudios de Ingeniería Agronómica. Los nuevos estándares de las carreras de Agronómica y Alimentos, de hecho, requieren contenidos relacionados con la gestión ambiental y la inclusión de estrategias y prácticas que permitan un desarrollo sostenible”, remarcó Pasquinelli.

Virginia Pasquinelli, directora de ECANA, en las jornadas sobre Educación y Desarrollo en América Latina, el Caribe y África.

Entre los objetivos y misiones de la Universidad y de la Escuela se encuentran “formar profesionales comprometidos con el aseguramiento de la sostenibilidad y la sustentabilidad de los diferentes sistemas de producción”, así como promover que los graduados adquieran “habilidades variadas capaces de generar transiciones socioeconómicas y ambientales.

Entonces, como parte del aprendizaje continuo, se llevan a cabo conferencias en diferentes temáticas como el aprovechamiento de subproductos de la industria, y diferentes actividades de vinculación con el sector socioproductivo. Además, la universidad cuenta con ofertas de posgrado como la Diplomatura en Agroecología y la Maestría en Energías Renovables y su Gestión Sustentable. “Muchos de los objetivos del plan estratégico de la UNNOBA se orientan hacia los retos del desarrollo sostenible no sólo en las disciplinas de la ECANA si no también en las que conciernen a todas las Unidades académicas de la Universidad”, agregó la doctora en doctora Pasqunielli.

Por otro lado, destacó: “La Universidad es parte de una red internacional para la disminución de la pérdida y desperdicio de alimentos, cuenta con un gobierno digital y lleva a cabo un conjunto de acciones que están delineadas en su política ambiental y que se pueden conocer en https://gestionambiental.unnoba.edu.ar/