“Ser universitario es un modo de vivir”

Por Lorena Berro

En su discurso, Guillermo Tamarit habla del valor de la educación pública y de su importancia como instrumento para la movilidad social. También reflexiona sobre los 40 años de democracia, de los logros alcanzados y las deudas. Sus reflexiones introducen el rol de la universidad como institución llamada a asumir nuevos retos, sin perder sus mejores tradiciones. Acaba de asumir como rector de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) por un nuevo período. Finalizado ese acto sucede la entrevista que lo convoca a hablar de cosas de las que no conversa a menudo, no por lo menos en la esfera pública de su actividad. Pero es difícil separar sus consideraciones inherentes a su universo privado, de esas cuestiones que hacen a su desempeño público, tal vez porque su condición de “universitario” abarca todas las dimensiones de su vida y definitivamente un modo de pensar y de vivir.

Cuenta que tiene 61 años. Nació el 3 de septiembre de 1961 en la ciudad de La Plata y cuando menciona a su núcleo familiar de origen habla de sus padres, Carlos y Beatriz; sus hermanas Sandra y Marcela; y enseguida aparece el recuerdo de su abuela Dolores, que fue “como una madre”.

Al hacer un recorrido por su historia de vida, recalca los valores inculcados por su familia.

“Mi mamá trabajaba en la Dirección General Impositiva (DGI) y mi padre era empleado administrativo del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Ambos estaban fuera de casa buena parte del día y mi abuela cumplió un rol fundamental”, se refiere en el comienzo. Y recuerda que ella era la persona que los mandaba a la escuela, resolvía los imprevistos y marcaba los límites.

“La familia se ‘completaba’ por la tarde, así que en todo ese lapso la abuela desempeñaba un papel sumamente importante”, resalta y reconoce que ese vínculo fue muy nutritivo. “Ella fue mi mayor influencia, algo que me valió un par de discusiones con mi madre”, destaca recordándolas a ambas con la ternura de alguien que encontró en esas mujeres valores que atesoró para siempre.

Su padre fue un hombre que lo acompañó siempre.

También habla con profundo orgullo de su padre, un hombre del que aprendió mucho de lo que sabe. “Él se dedicó a la administración dentro del sistema de salud, trabajó muchas horas, pero siempre estuvo presente”, destaca. Y el recuerdo guarda algo de nostalgia, esa que se siente cada vez que algo trae al presente la impronta que han tenido en la constitución de la biografía personal aquellos seres imprescindibles.

Una decisión que moldeó su camino

La convicción de sus padres respecto del valor de la educación hizo que desde muy pequeño tuvieran contacto con la Universidad Nacional de La Plata, institución que fue elegida por su familia para que ingresara al jardín de infantes de la UNLP. “Creo que mi historia escolar fue lo que modeló mi camino”, afirma convencido y destaca: “Mi primera actividad institucional fue en el seno de una universidad pública. Después continué el primario, el secundario y por supuesto hice mi carrera universitaria allí”.

“Esa decisión que tomaron mis padres hizo que realmente mi vida estuviera siempre asociada a la Universidad, incluso mucho antes de lo que recuerdo de esa experiencia”, refuerza.

Además de la valoración que hace de la calidad de la educación que recibió, pondera lo que el paso por esa institución representó en la conformación de sus vínculos: “A lo largo del trayecto forjé muchas de mis mejores amistades. Son relaciones que conservo, me llevé de la universidad aprendizajes y vivencias que fueron mucho más allá de la experiencia formativa”.

Entre la ingeniería y la historia

Al egresar del Colegio Nacional con el título de bachiller, se inscribió para estudiar ingeniería aeronáutica en la Universidad Nacional de La Plata. Le intrigaba y le gustaba lo relacionado con la física, pero no como carrera. “Lo que no tuve en cuenta es que ingeniería, si bien tenía una interesante cuota de física, también tenía mucho de matemáticas”, comenta refiriendo: “Un día en una clase de análisis matemático cerré el cuaderno y en medio de un auditorio dije ‘a esta clase no vengo más’. Todos se rieron, pero realmente no regresé, solo seguí cursando física ese semestre porque era una materia que me gustaba, y en la mitad del año dejé la carrera”. “A esa decisión seguirá una crisis fenomenal en mi casa, estuve ese medio año realizando trabajos eventuales y pensando qué estudiar”, agrega.

Confiesa que su primera opción había sido el profesorado de Historia, pero no terminó de configurar esa disciplina como un campo de desarrollo laboral. La abogacía apareció como un modo de estructurar una formación más humanística y de ejercicio profesional. “Sinceramente me veía como abogado y no tanto como académico, a contracorriente de lo que luego sucedió en mi vida”, reconoce y refiere que, a pesar de no haber seguido al profesorado, la historia lo acompaña todo el tiempo y sigue siendo de interés, tanto como la física. “Me inscribí en la carrera de Derecho y transité ese camino con una impronta fuerte de la política, por los tiempos en que me tocó estudiar”, agrega.

Fue estudiante universitario en un momento clave de la historia. La reapertura democrática habilitó un clima social particular y una dinámica de participación muy movilizante. “Uno, más allá de lo que piensa, es y se desarrolla en el tiempo en que le toca vivir algunas experiencias. Yo tuve la fortuna de ser parte de una generación que pudo participar activamente de la política en el momento de recuperación de la democracia”, resalta.

La gestión académica

Antes de obtener su título universitario y, cuando imaginaba que iba a trabajar de abogado, la política y la propia vida universitaria lo llevaron por el camino de la gestión académica. A la par de ello, incursionó en la docencia como ayudante alumno y en el último año de la carrera ya daba clases en la cátedra de Derecho Político en el Colegio Nacional que antes lo había tenido como alumno. “También trabajó en la editorial de la Universidad Nacional de La Plata en una tarea vinculada a la gestión”, agregó.

Ya con su título de abogado, fueron creciendo sus responsabilidades institucionales y ejerció la docencia siempre. En el plano de la gestión, fue prosecretario de Planeamiento , cuando el ingeniero Luis Lima asumió como rector de la UNLP. Más tarde fue secretario general de la UNLP y continuó como funcionario de esa casa de estudios durante la gestión de Alberto Dibern.

La creación de la UNNOBA

Cuenta que estado en la Universidad Nacional de La Plata se creó la UNNOBA. “De hecho fui yo quien, por la confianza que teníamos, llamé a Luis Lima para ofrecerle que impulsara el proceso de organización de la Universidad. Institucionalmente para la UNLP era una oportunidad valiosa, porque había sido creadora de varios centros universitarios”, recuerda.

“Yo di clases de Derecho Político en el Centro Universitario Regional Junín, y vi la creación de la Universidad como una enorme oportunidad para el sistema universitario y superior para la región. Luis Lima aceptó el ofrecimiento y rápidamente me convocaron para organizar la carrera de Derecho. Ese fue mi primer vínculo institucional con la UNNOBA”, relata.

En 2007 fue el primer rector electo de la UNNOBA, tras la etapa de organización que llevó adelante a Luis Lima.

Su descripción se refiere a la génesis de la Universidad, algo que vivió con expectativas y que terminó modificando el rumbo de su vida, porque lo llevó a desarraigarse de su lugar para radicarse en el noroeste bonaerense: “Tímidamente me fui acercando. Es una situación excepcional para un universitario tener la posibilidad de crear una universidad. Era imposible decir que no al ofrecimiento de ser parte de la vida de la UNNOBA”.

Durante el proceso de organización, Tamarit fue secretario Académico, secretario General y vicerrector. De aquellos primeros años destaca el acompañamiento de municipios e instituciones muy comprometidas con el sueño de tener una universidad.

“La actividad de los centros regionales universitarios había sido muy difícil de sostener, no siempre tenían la previsibilidad suficiente y la comunidad iba de la expectativa a la frustración de manera cíclica. Cuando se creó la UNNOBA, esas condiciones cambiaron naturalmente y era posible imaginar la educación superior de la región desde otra perspectiva”, resalta.

“La UNNOBA es hija de la política y esto ha sido determinante en su desarrollo. Es inimaginable el funcionamiento de una institución universitaria sin el acompañamiento de la política. No hay forma de sostener una actividad tan compleja si no hay una decisión de la política, no partidaria, sino institucional”, destaca.

Poner en marcha una institución universitaria y sostenerla exige una convicción muy fuerte respecto del lugar que una sociedad pretende darle a la educación. Hay un testimonio de la educación pública como herramienta de la movilidad social y de la universidad pública como un instrumento específico para ello, y la UNNOBA es esa posibilidad puesta en valor”, reflexiona y considera que el principal capital que posee la institución es “el hecho de transitar de la mano de su sociedad que está orgullosa y reconoce el instrumento que tiene”.

Ser rector

Guillermo Tamarit, que además de abogado es doctor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP fue el primer rector electo de la UNNOBA. Desde 2007 ha ocupado ese cargo, fruto de la decisión unánime de la comunidad universitaria que respaldó su gestión y avaló su continuidad en los distintos períodos. Cuando recuerda esa primera elección reconoce que supuso para él “una enorme responsabilidad”, además de un orgullo.

Entiende que la figura del rector es “una síntesis de los valores institucionales” y considera que el liderazgo que requiere esa tarea debe ser intelectual y académico. “No alcanza con tener vinculaciones políticas o de carácter. Ser rector impone una responsabilidad adicional porque no puede desnaturalizarse el sentido que tiene la universidad, que es una institución cultural, intelectual y de conocimiento”.

“Esa responsabilidad es abrumadora inicialmente”, reconoce. Y confiesa que algo que lo desvelaba era “estar a la altura la responsabilidad y la expectativa que generaba la situación”.

Varios años después de aquella experiencia inicial, y comenzando un nuevo período de gestión al frente de la UNNOBA, sabe que los desafíos que tiene por delante son mucho más complejos. “La elección del rector supone la expresión de una voluntad de la propia comunidad universitaria que decide quién es la persona que debe liderar la gestión de la institución, así que vivo esta situación con el soporte que da ese respaldo”, marca. Y añade: “Además, esta institución tiene alianzas virtuosas con el entramado de sus instituciones y de la propia sociedad civil, eso hace que me sienta acompañado en la tarea”.

En orden a los propósitos de la gestión, planteó: “Todo lo que la UNNOBA tiene por hacer, está por construir. Hay un contexto muy valioso para la universidad”.

Su universo privado

Cuando el diálogo lo conduce a hablar de su vida personal, señala que su historia fue escrita a la par del recorrido universitario. “Se nos va la vida en esto”, afirma e insiste: “Desde el jardín de infantes, la primaria, el Colegio Nacional, la carrera de abogacía, luego la gestión universitaria, tanto en la UNLP como en la UNNOBA, todo mi recorrido universitario ha ido modelando mi estilo de vida, desde donde vivo hasta como me relaciono con mis hijos”.

Guillermo Tamarit es padre de tres hijos y asegura que la paternidad es una condición que lo define.

Hincha de Estudiantes de La Plata, amante del golf y lector incansable, reconoce que nunca hay una desconexión total de la responsabilidad durante el tiempo libre. “Lo intento, pero la gestión de la Universidad es lo suficientemente compleja como para lograrlo”.

Tiene tres hijos: Bruno (33) que es estudiante de ingeniería; Dolores (24) que estudia medicina; y Pilar (22) que estudia psicología. Divorciado hace varios años, está en pareja con Florencia Castro en quien encuentra  una compañera de vida con la que ha podido ensamblar las dinámicas de lo personal y el ritmo de la gestión universitaria.

Al hablar de sus hijos se introduce, quizás, en el aspecto medular de su vida. Se traduce en la mirada la satisfacción que motiva el haber crecido junto a ellos en el ejercicio de la paternidad: “Cuando yo me establecí en la región, mis hijos quedaron en su casa. Eran chicos y la repercusión inicial fue negativa para ellos. Hicimos grandes esfuerzos para mantenernos unidos y lo logramos. Con el paso del tiempo, y en la medida que fueron avanzando en sus proyectos, comprendieron mejor esa situación. Todos estamos muy orgullosos del camino que hemos transitado juntos”.

Afirma con profunda convicción de que ser papá es una condición que lo define. “Cuando me preguntan quién soy, mi respuesta es unívoca: ‘Soy el papá de Bruno, de Lola y de Pili’. Todo lo demás es accesorio a esa condición de ser padre. Soy rector de la UNNOBA, pero podría no serlo, no me cambiaría sustancialmente. Lo que nunca me imagino es no ser el padre de mis hijos. No tengo por fuera de eso ninguna otra condición que me defina”.

Un modo de vivir

Con una mirada introspectiva que traduce aquellas cosas que para él son importantes, habla de sus afectos, de sus raíces. Poco resalta sus atributos de liderazgo, más bien se detiene en aquellas cuestiones que han forjado su identidad. Sabe que ese adolescente que fue, jamás se hubiera recibido de ingeniero. “A ese chico le diría que lo hizo bien”, remarca, aunque confiesa que en sus inolvidables charlas con Luis Lima, quien además de su “maestro universitario” fue un destacado profesional de la ingeniería, más de una vez fantaseó con aquellas cosas que seguramente se perdió por haber dejado en el camino aquella vocación inicial.

El acompañamiento incondicional de los afectos resulta un pilar fundamental.

Por lo demás, se define simplemente como “un universitario” : “Un día Ángel Plastino, primer presidente de la UNLP recuperada la democracia, me dijo que ‘ser investigador era pensar todo el día en lo mismo, igual que ser universitario’. Jamás olvidé esa apreciación porque nos define. Ser universitario es eso, una forma de concebir el mundo”.

“Es una forma de vivir, de estar con los demás, es algo que, más lejos o más cerca, está todo el tiempo en tu pensamiento”, describe, instando a la tarea: “Hay que pasar por la universidad porque es una experiencia que transforma”.

Momento de la firma del acta, en la asunción como rector de la UNNOBA para el período 2023-2027.

“Por supuesto que la experiencia universitaria estructura una profesión, pero también tiene un impacto inocultable en el desarrollo de la sociedad”, señala. Y sin poder disociar la experiencia personal de su responsabilidad de gestión, sobre el final de la entrevista, vuelve sobre la Universidad y sobre el recuerdo de Luis Lima, creador de la UNNOBA, para concluir: “Esta institución ha naturalizado aquella idea que Luis tenía  de construir una universidad de su tiempo y su territorio. La UNNOBA es una herramienta que transforma a la sociedad y la mejora, y eso sucede porque la propia sociedad ha legitimado esa certeza”.

Diseño: Laura Caturla