“Quiero dedicar mi vida a cuidar a los demás”

Por Lorena Berro

José Rodolfo Herrera tiene 23 años. Es enfermero universitario, egresado de la UNNOBA y estudiante de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario. Hasta aquí su perfil no dista demasiado de cualquier joven de su edad que elija estudiar. Sin embargo, su biografía personal dice mucho más de él y de lo que representa —para aquellos que viven en zonas alejadas de los grandes centros urbanos— llegar a la universidad y encontrar una verdadera red de contención en el trayecto.

José nació en “El Arenal”, un pequeño pueblo rural de la provincia de Santiago del Estero. En verdad, su mamá debió viajar hasta Tucumán para dar a luz, porque en su localidad no había hospital. Creció en un núcleo familiar conformado por sus padres Manuel y Viviana y tres hermanos: Alejandro (18), Florencia (16) y Rodrigo (14). Desde muy pequeño fue consciente de que, para resolver cualquier situación de enfermedad, había que buscar asistencia en lugares alejados, porque en su pueblo solo había un centro de atención primaria. Quizás eso y una temprana vocación, lo acercaron al deseo de poder seguir una carrera vinculada a lo sanitario. Ese fue el sueño que lo acompañó en su niñez y adolescencia. “Todo el tiempo me preguntaba si alguna vez iba a poder hacer realidad esa historia que yo armaba en mi mente”, reconoce, hoy que ya obtuvo su primer título universitario y sigue haciendo de la educación su elección.

De niño, en “El Arenal” su abuela lo impulsaba a ir detrás de sus anhelos.

“En mi pueblo no tenemos hospital, eso da un pantallazo de la situación que vivimos y muestra que no hay mucha accesibilidad para garantizar la atención de salud ante casos de cierta complejidad. Lo que sucede con la salud, pasa con la educación, ya que no podemos seguir allí una carrera”, refiere. “Yo pude hacer la secundaria en ‘El Arenal’ porque abrió un colegio que hoy tiene diez años”, aclara, y prosigue: “Antes, no se podía ni siquiera pensar en la secundaria. Es un pueblo hermoso, pero ha tenido pocas oportunidades de desarrollarse”.

En 2019, conoció a Marcelo Rodríguez, un voluntario de la Fundación Sí, una organización no gubernamental creada por Manuel Lozano, cuyo objetivo es promover la inclusión social de sectores vulnerables de Argentina. Desde la ONG le hablaron del Proyecto Residencias Universitarias. “Fue la primera vez que me dije a mí mismo: ‘José, quizás tu sueño de irte a estudiar, se puede cumplir’”, evoca.

El trabajo de esa organización civil le abrió las puertas a un mundo que hasta ese momento desconocía: “La tarea que hacen es extraordinaria porque dan la posibilidad de acceder a la educación superior a chicos y chicas de zonas rurales, los acerca a centros urbanos para que puedan estudiar y les facilitar vivienda, comida, herramientas tecnológicas y traslados. En la actualidad esa organización cuenta con 22 residencias universitarias en el país”.

Revertir la propia historia y la de otros

Gracias a la Fundación Sí, José Herrera descubrió la existencia de la UNNOBA y encontró en la carrera de Enfermería el modo de traducir en una profesión su inclinación natural al cuidado. “Me inscribí al Programa Residencias Universitarias, pasé todas las instancias del proceso y quedé seleccionado para iniciar mi carrera. La Fundación fue un puente para poder estudiar lo que siempre había querido, una carrera vinculada a la salud“, resalta.

José Herrera llegó a la Residencia Universitaria en plena pandemia.

“Quizás porque viví muchas carencias y tuve cerca historias que me mostraron que cuando se necesitaban profesionales, había que buscarlos lejos del pueblo, es que siempre supe que, si podía estudiar, iba a ser algo relacionado con la atención sanitaria”, insiste, haciendo un recorrido por vivencias que fueron imprimiéndose en él y en su vocación. Le interesaba ayudar a revertir una realidad desventajosa. “De chico, siempre he querido cuidar a las personas, acompañarlas, y la UNNOBA ofrecía la carrera de Enfermería, así que en 2021 me mudé a Pergamino, a la residencia de la Fundación Sí”, recuerda.

Del pueblo a la ciudad

Admite que el desarraigo no fue sencillo, pero recalca que recibió mucho apoyo: “La Fundación ofrece una red de contención que es valiosa y la Universidad también estuvo ahí para mí, desde el comienzo”. En Pergamino hizo amistades y conoció mucha gente: “En la Universidad he hecho familia, hasta hoy. Tengo compañeros con los cuales nos tratamos como hermanos”.

José pasó de vivir en un pueblo de nueve mil habitantes, alejado de todo, a convivir con gente que no conocía y en una ciudad que le resultaba “grande” . “Fue un crecimiento enorme y se lo agradezco a la UNNOBA porque me brindó muchas herramientas”, destaca. Su apreciación va mucho más allá de lo académico: “No solo adquirí conocimientos y obtuve mi título, sino que abrí el pensamiento, aprendí a mirar mi realidad y la de otros desde una nueva perspectiva, mucho más diversa. Más allá de la educación que me ha brindado, la UNNOBA me ha dado la posibilidad de conocer que hay otras cosas que existen. La Universidad me ha transformado”, expresa.

“Algo que desde el principio me llamó la atención, es que todos me llamaban por mi nombre, así como a mis compañeras y compañeros. Quizás por la dimensión que tiene esta Universidad en particular, el contacto de los docentes con los estudiantes es muy cercano, y, cuando uno está tan lejos, eso resulta valioso”, opina.

A través de un programa de movilidad, estudiando Enfermería, pudo viajar a Brasil y cumplir otro sueño.

“Podía ser uno de ellos”

Mientras estudiaba, obtuvo una beca para hacer una experiencia de movilidad en Brasil: “A través de un programa de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM) logré una estadía de seis meses en ese país y fue extraordinaria”. ”Estudiar en el exterior es una aspiración para muchos estudiantes, pero a veces, sienten que es algo reservado a otros. La Universidad me demostró que yo podía ser uno de ellos y me dio la oportunidad”, confiesa. Y continúa: “De chico soñaba con ir a estudiar en otro país. Ese sueño se me hizo realidad en la UNNOBA, pude viajar, aprender otro idioma y crecer como persona. Esas cosas no tienen precio, son las que me llevó conmigo del paso por la UNNOBA”.

Aprender para la vida

Obtuvo el título de Enfermero Universitario en marzo de 2025. Tiempo antes de recibirse, había comenzado a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Rosario. Vive en otra residencia de la Fundación Sí y asegura que aspira a poder recibirse de médico. Cuando lo expresa, abunda en apreciaciones que no tienen que ver con el rendimiento académico, ni con sus habilidades como enfermero: “La Universidad ha trabajado, quizás sin saberlo, en mi seguridad personal. Me ha enseñado a seguir adelante. La UNNOBA me ha demostrado de que yo podía estudiar una universitaria, algo que parecía imposible. Soy enfermero gracias a la UNNOBA. Intentar, es algo que yo he aprendido en la Universidad”.

José Herrera junto a Delfina Ludueña, voluntaria de la Fundación Si, al graduarse en marzo de 2025.

Un sueño familiar

Siente un profundo orgullo por su crecimiento. Con la sencillez de aquellos que no pierden de vista el valor del esfuerzo ni olvidan el punto de partida, al mirar en retrospectiva, habla de su gente. Cuenta que su familia sigue viviendo en Santiago del Estero. “Sé que, en cierto punto, al recibirme, más allá de cumplir mi propio sueño, cumplí también el de ellos”, dice y menciona que su papá fue cosechero de limón y se ve a sí mismo ayudando de en esas tareas en el pasado.

Su mamá, acompañándolo cuando recibió su título de enfermero.

“Mis padres han trabajado mucho y siempre nos han alentado a que estudiáramos y aprendiéramos a aprovechar las buenas oportunidades”, sostiene. “Soy el primer universitario de mi familia, eso es algo hermoso”, concluye, agradecido, sabiendo que algunas historias de esas que se sueñan fuerte, pueden hacerse posibles.

Diseño: Laura Caturla

Fotografías: José Herrera y Fundación Sí, Pergamino

Edición de imágenes: Lautaro Chiesa