Biodigestor: un proyecto “win-win”
Por Sebastián Martino
En el Campo Experimental “Las Magnolias” de la UNNOBA se está desarrollando un proyecto para la puesta en marcha de un biodigestor que va a permitir la obtención de gas y fertilizante a partir de la utilización de estiércol de cerdos.
La iniciativa del Laboratorio de Investigación de Energías Renovables (LIDER) cobra una gran relevancia para la región en este tiempo puesto que, de acuerdo a un documento de la Cancillería que se conoció a principios de agosto, hay altas chances de que en el corto plazo Argentina cierre un acuerdo comercial con China para abastecer al gigante asiático de carne de cerdo, con lo que se prevé que se duplique la producción porcina en nuestro país, y ésta es una actividad que tiene un desarrollo interesante en la zona de influencia de la UNNOBA
Lo cierto que estos criaderos suelen traer asociadas dificultades para el tratamiento de los efluentes que allí se generan, que pueden resultar contaminantes.
En este contexto, los biodigestores funcionan como un procedimiento “win-win” (“ganar-ganar”, según su traducción del inglés), es decir, una estrategia con la que se favorecen todas las partes o se obtienen provechos extras al objetivo original. En este caso, el mecanismo no solo permite el tratamiento de los desechos, sino que de allí también se obtiene gas que podría ser utilizado, por ejemplo, para encender una hornalla, calefaccionar y hasta generar electricidad. Pero los beneficios no terminan ahí, ya que este mismo proceso admite, además, la producción de fertilizante.
El proyecto
El inicio del proyecto del biodigestor arrancó en el laboratorio LIDER de la UNNOBA en 2015 y desde entonces se está trabajando en su armado. El año pasado se resolvieron algunas cuestiones estructurales que estaban pendientes y se fueron realizando diferentes prototipos con la idea de ponerlo en marcha este año. Si bien la pandemia por la COVID-19 generó un retraso en los tiempos, a mediados de agosto ya se empezó a probar.
“Tuvimos que armar un prototipo que no tuviese pérdidas, los materiales estaban pero teníamos que buscar la forma de unir las lonas, hacer las conexiones, montar la pileta, asegurándonos de que no pierda el gas que se generase”, explica el ingeniero químico Tomás Guerriero, uno de los responsables de esta iniciativa.
Una particularidad de este biodigestor es que mide cuatro metros por ocho, es decir que tiene un tamaño intermedio. El ingeniero industrial Mauricio Busso, agrega: “Hay algunos que son más pequeños y después están los industriales, más grandes. Pero este está pensado para productores agropecuarios como los que están en esta zona” . En definitiva, se trata de un biodigestor concebido para trabajar con los desechos de entre 300 y 400 cerdos.
Utilidades
Con la pileta limpia y la lona colocada y sellada, los responsables del proyecto ya comenzaron a volcar allí los efluentes de porcinos, una tarea que se repite cada dos días. El tiempo de retención y procesamiento del purín de cerdo depende de distintas variables aunque, en condiciones normales, es de unos 35 días para nuestra región.
¿Cómo es el trabajo que hace el biodigestor? “La biodigestión anaeróbica, es decir, con ausencia de oxígeno, hace que se potencien y se desarrollen ciertas bacterias que bajan la carga orgánica del efluente, lo que permite contaminar menos y, a su vez, producir un gas metano, que es de calidad relativamente baja. No es lo mismo que el de pozo, pero tiene el mismo compuesto, aunque con menor concentración”, explica Guerriero.
Es decir que el biodigestor no solo es de utilidad para tratar los desechos porcinos, sino también para generar unos 50 metros cúbicos de biogás diarios, aunque la cantidad depende de diversos factores. “Para tener una idea, eso que se obtiene en un día es, aproximadamente, lo que se puede consumir en un mes de verano en una casa donde vive una pareja, utilizando una cocina, un horno y un termotanque”, ejemplifica Busso.
Asimismo, del resultado de ese proceso también se puede obtener un tipo de fertilizante que el año pasado fue aprobado por la entonces Secretaría de Gobierno, Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (en la actualidad, Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible), a través de la resolución 19/2019.
Proyección futura
Los ingenieros del laboratorio LIDER involucrados en este proyecto consideran que podría tener un fuerte impacto en la región. “Esto puede ser innovador en esta zona y, si todo funciona correctamente, sentaría un precedente que nos permitirá saber cuánto se genera con un biodigestor de este tamaño”, explican.
Busso comenta que “la idea original es la de poner un motogenerador que funcione con este biogás y genere electricidad que podría ser utilizado por el Campo Experimental”. Y hasta se podría ir más allá: “Si estuviésemos en otra provincia podríamos inyectar electricidad a la red, pero todavía no hay una ley que lo permita en todo el país, así que por ahora será para uso interno de la UNNOBA”.
En efecto, si bien algunas jurisdicciones provinciales permiten que un particular pueda vender energía para incorporar a la red, todavía no hay una normativa nacional que regule esta práctica en todo el territorio argentino, más allá de algunos proyectos que están en estudio.
Con todo, Guerriero remarca que el objetivo principal de esta propuesta está en la transferencia: “En esta zona ya había un problema de qué hacer con el efluente de las producciones porcinas medianas o más grandes, porque esos residuos, a la larga, terminan siendo riesgosos. Con la producción a gran escala, que parece que va a venir, esto se potenciaría aún más. Por eso está pensado en ese sentido: algo que el mediano productor pueda instalarlo y que vea el beneficio de hacerlo, desde tratar sus desechos hasta calefaccionar sus galpones con biogás y generar electricidad para su casa”.
Innovador
Ambos ingenieros —que también son docentes de la UNNOBA— sostienen que hay varias cuestiones que permiten caracterizar a este proyecto como innovador: “Como dijimos, el tamaño es poco frecuente y sería útil para esta zona. Y también están los materiales que se emplearon, que se encuentran acá, en la ciudad. Por ejemplo, la lona es la que se utilizan en los camiones. Entonces, cuando uno vaya a asesorar a algún productor que la quiera instalar no le va a pedir materiales que no hay o que deba importar, porque eso se le haría complicado. Es muy importante que lo hayamos hecho con componentes que hay en los comercios locales”.
Además, el proceso “es versátil”, por lo que puede ampliar su campo de acción. “Con alguna pequeña modificación y con estudios que se podrían hacer en el mismo laboratorio a futuro, es probable que el día de mañana se puedan tratar también los efluentes de un tambo o de una fábrica de quesos o de un feedlot. Por eso se pensó en la transferencia”, concluye Guerriero.
Diseño: Laura Caturla