Más democracia
Por el doctor Guillermo R. Tamarit
@RectorUNNOBA
El gran historiador del siglo XX, Eric Hobsbawn, plantea “que se puede gobernar contra todo el pueblo por algún tiempo, y contra una parte del pueblo todo el tiempo, pero no contra todo el pueblo todo el tiempo”. Esta afirmación no es ni más ni menos que la constatación de que a través del siglo XX se expandió el sistema democrático en el mundo, como nunca antes en la historia.
Nuestro país atravesó el siglo con suerte dispar, y sólo en el final (en el año 1983), y de la mano del Presidente Raúl Alfonsín, logró el desarrollo continuo de su modelo democrático.
En este turno electoral, con balotaje incluido, los ciudadanos votaron por la alternancia entre quienes compitieron por ejercer el mandato en el Poder Ejecutivo Nacional. Y es la alternancia en el poder una de las características posibles de los sistemas democráticos.
La alternancia en sí misma no resulta una virtud, sin embargo abre las expectativas para profundizar el conjunto de políticas correctas, corregir aquellas que no lograron los resultados esperados, así como presentar nuevas iniciativas.
Por lo que la Argentina que viene será bastante parecida a la actual. Las principales políticas e improntas que el gobierno saliente ha desarrollado, continuarán, y veremos cambios en aquellas políticas en las que los ciudadanos expresaron con toda claridad una voluntad de cambio: la política exterior, la políticas institucionales (rol del Poder Legislativo y Judicial), aspectos de la política económica, de seguridad y lucha contra la corrupción, entre otras.
Hay discusiones en torno al lugar de la entrega de los atributos del Poder Ejecutivo (banda y bastón), que cuesta creer que estén sucediendo, pero resulta revelador respecto de los posicionamientos que surgen a partir de ese debate. Aquellos que se comporten como fanáticos quedarán en los márgenes. Decir que lo hecho por el gobierno que se va no admite críticas y todo lo que viene será desastroso, es equivalente a no rescatar nada de lo logrado y brindar un cheque en blanco a quienes asumieron el 10 de diciembre.
La democracia es bastante más compleja que apostar a la infalibilidad de dirigentes providenciales, y también se encuentra alejada de la épica y los mesianismos.
La democracia es diálogo y consenso. Requiere de un esfuerzo continuado para procesar las diferencias, a la vez que cada persona o colectivo social mantiene su identidad. Para ello el sistema de convivencia y el imperio de la ley resultan cruciales, junto al conjunto de derechos y obligaciones, sumados a los bienes sustanciales como salud, educación, trabajo, seguridad y coberturas sociales.
A todo esto, sin lograr penetrar en la discusión pública, el observatorio social de la Universidad Católica Argentina acaba de publicar que en el país hay 2,5 millones de niños que sufren déficit de alimentación, lo que representa el 21,2% de la población de hasta 17 años.
Si ponemos en perspectiva la discusión de la banda y el bastón y la dura realidad de la nutrición de nuestros niños, veremos la formidable tarea que aún tiene por delante nuestra joven democracia.