“La UNNOBA cambió la vida de la región”

 

Por Lorena Berro

 

Mónica Carolina Sarobe tiene 48 años. En febrero de 2023, el consejo directivo de la Escuela de Tecnología de la UNNOBA la eligió por unanimidad para conducir esa unidad académica hasta 2027. La gestión representa para ella un reto y le brinda la posibilidad de retribuir lo que ha recibido de la educación pública. Lo señala con profunda convicción en el inicio de una entrevista que la convoca para hacer un recorrido por su biografía personal y mostrar aristas de la vida de los funcionarios universitarios que a menudo quedan reservadas al universo de lo privado.

Nació y vive en la ciudad de Lincoln. Es la mayor de tres hermanos. “Mi hermana Cecilia es contadora pública y mi hermano Ignacio es ingeniero en Sistemas”, cuenta y habla de sus padres Juan Carlos y Rosita, quienes con mucha vocación de trabajo lograron brindarles educación y formarlos en los valores que ellos abrazaron para su vida: “Mi mamá es ama de casa y de joven vendía zapatos, y mi papá siempre se dedicó a la producción lechera, actividad que realiza en la actualidad”.

Yo nací en el campo y cuando tenía 3 años mi familia se estableció en la ciudad de Lincoln. Comencé el jardín de infantes en la Escuela Nuestra Señora de Lincoln y allí hice todo el trayecto académico hasta terminar el secundario”, comenta y afirma que siempre le gustó estudiar: “Era muy aplicada y me gustaba mucho ir a la escuela. En la primaria incluso recibí un libro en reconocimiento por no haber faltado nunca. Pero no solo me importaban las clases y lo que aprendía, sino el vínculo con mis compañeros, muchos de los cuales hoy son mis amigos. Una de las distinciones que me causó mayor felicidad es la de haber sido elegida por ellos como ‘mejor compañera’”.

Su vocación de la mano de la curiosidad

Estando en el último año del secundario, una charla que brindaron en su colegio los integrantes del Centro Universitario Regional Junín fue determinante para decidir qué carrera iba a seguir. Sabía que le gustaban las ciencias básicas y en el colegio había tenido buenos profesores de matemáticas que habían favorecido esta inclinación. Decidió que el camino era la Informática. “Opté por esa carrera no porque me gustaran las computadoras, no había tenido demasiada cercanía a ellas, más que a alguna que había en la escuela y que usábamos muy rara vez. No había informática en la escuela y tampoco tecnología. Más bien elegí la carrera porque me atraían las ciencias básicas y la resolución de problemas. Y fundamentalmente creo que la elegí porque soy muy curiosa, la curiosidad hizo más tarde que además de la informática me haya dedicado a otras ramas como la educación. Siempre estoy buscando el modo de aprender cosas nuevas y de contribuir a encontrar soluciones a los problemas y en ese sentido la tecnología brinda muchas herramientas”, relata.

Así fue que al egresar del secundario comenzó a estudiar la carrera de Analista de Computación que se dictaba en el Centro Regional Universitario Junín, a través de un convenio con la Universidad Nacional de La Plata. “El primer año de la carrera lo hice viajando y a partir del segundo ya me establecí en Junín, terminé de cursar, me quedaron algunos finales que los rendí viajando, y obtuve mi título de Analista”, refiere y comenta que promediando la carrera comenzó a incursionar en la docencia como ayudante alumna en la asignatura “Programación” que dictaba el profesor Rodolfo Bertone.

El ejercicio profesional

Ya recibida, trabajó en el Colegio Nuestra Señora de Lincoln como profesora de Informática. “También trabajé en Future Kids, una franquicia de informática donde se enseñaba computación a niños y adultos. Después tuve un instituto propio de enseñanza de computación y apoyo escolar; fui vicedirectora del Colegio Universitario de Lincoln; y a la par de ello en la ciudad de Junín brindaba capacitaciones en el Centro Universitario”.

Su llegada a la UNNOBA se dio de la mano de Jorge Doorn, quien había sido docente suyo en la Universidad. “Un día recibió un llamado en el que me cuenta que se estaban armando los planes de estudio, ya creada la UNNOBA, y me convocó para dar clases. Eso sucedió en el año 2004, empecé a viajar, a preparar algunas asignaturas de la carrera. Al poco tiempo comencé a trabajar como secretaria técnica y no me fui más de la Universidad”.

La formación continua y la gestión

Asegura que haber sido parte de la vida institucional de la UNNOBA desde sus instancias iniciales representó “un crecimiento personal enorme”. Además, la existencia de la UNNOBA le dio la posibilidad de seguir formándose. “Los que teníamos título de Analista por la Universidad Nacional de La Plata y por la Universidad Nacional de Luján pudimos hacer el ciclo de complementación para obtener el título de licenciados. Hice esa capacitación, cursé la licenciatura en Sistemas de la UNNOBA y más tarde empecé la maestría en Tecnologías Aplicadas a la Educación”, precisa Mónica Sarobe, quien en 2008 asumió como secretaria Académica de la Escuela de Tecnología de la Universidad.

“Mi primera experiencia de gestión fue la secretaría Académica de la Escuela y aprendí mucho junto a Claudia Russo”, destaca.

En el año 2019 dejó esa función para comenzar a trabajar, también junto a Claudia Russo, en el área de Educación Digital de la Universidad. La irrupción de la pandemia le imprimió a su tarea otra dinámica. “Tengo un registro de ese tiempo en que me levantaba muy temprano para sentarme en la computadora y salía de ella muy tarde. Teníamos que migrar todas las asignaturas presenciales a una modalidad virtual para asegurar la continuidad académica. No fue angustiante, ni un paso que nos pareciera imposible de dar, pero realmente no fue fácil. Implicó un trabajo de muchas áreas, de mucha gente y nos llena de alegría haber podido lograr el objetivo y que las y los estudiantes de la UNNOBA pudieran continuar sus clases durante la emergencia sanitaria”.

En 2022 volvió a ser secretaria Académica de la Escuela de Tecnología, acompañando a Oscar Spada, y un año después fue electa como directora de esa unidad académica.

“Cuando me propusieron como directora de la Escuela sentí una emoción enorme. Si bien yo había hecho un camino de gestión, fue un reconocimiento institucional. Sentí que confiaban en mí y en mi formación para llevar adelante la gestión de una unidad académica que tiene por delante enormes propósitos, porque estamos atravesados por cambios tecnológicos transversales a nuestras carreras y debemos trabajar con mucho empeño para acompañar esas transformaciones y brindar a las y los estudiantes las mejores herramientas para su formación”, recalcó.

Una institución que transforma

Cuando el diálogo la lleva a reflexionar sobre la importancia que la Universidad tiene para la vida de la región, la directora de la Escuela de Tecnología afirma que “la presencia de la UNNOBA le ha cambiado la vida a la región”. Y argumenta que antes la gente debía enviar a sus hijos a las grandes ciudades para que estudiaran con todo lo que ello conlleva, y muchos de ellos no regresaban. “Ahora esos mismos jóvenes se quedan en la zona, incluso el teletrabajo les permite incluso desarrollarse profesionalmente en grandes empresas sin moverse de su lugar. Las y los universitarios de la UNNOBA nutren a la región de las capacidades necesarias para aplicar a distintos puestos de trabajo. Es importantísimo formar los recursos humanos que necesita la región”, sostiene y considera que “la educación de calidad es clave para el desarrollo productivo”.

Mónica Sarobe, junto a autoridades de la Universidad, en el acto de asunción.

El pilar afectivo que sostiene

En el año 2008 se casó con Daniel Morán. En 2011 fue mamá de Catalina (12). “Habíamos construido nuestra casa en Lincoln, mi marido es mecánico y tiene su propio taller, así que yo viajo todos los días para trabajar. Me separan de mi casa sesenta kilómetros y asumí que los viajes son parte de mi trabajo”, señala.

Abocada a la gestión sin abandonar nunca la docencia ni la investigación, Mónica Sarobe es profesora de Análisis y Diseño de Sistemas en las carreras de Ingeniería en Informática y Licenciatura en Sistemas de la UNNOBA, y dirige un proyecto de investigación sobre tecnologías aplicadas a la educación. “No concibo la actividad universitaria sin la docencia y la investigación, son pilares fundamentales”, asevera.

Tampoco imagina todo lo que hace sin el acompañamiento incondicional de los suyos. “Siempre están ahí sosteniendo”, afirma, agradecida. Cuando lo señala vuelve sobre sus orígenes y con una mirada retrospectiva observa el camino recorrido con satisfacción. “Soy la primera universitaria de mi familia y eso me llena de orgullo y me compromete”, expresa. Y prosigue: “Mi papá fue a una escuela de campo hasta sexto grado. Mi mamá terminó séptimo grado en el seno de una familia muy humilde. Y ambos nos transmitieron un mensaje muy fuerte en relación al valor de la educación”.

“Mi papá siempre trabajó mucho en el campo, pero estuvo muy presente. Mi mamá se ocupó de nosotros y los dos nos inculcaron desde chicos que la educación era necesaria para la movilidad social ascendente. Mis hermanos y yo somos universitarios y ninguno de nuestros padres hizo el secundario, ambos tuvieron un desarrollo exitoso y económicamente les fue muy bien, pero siempre hubo una convicción de que la educación era el camino a seguir y nos ayudaron para que pudiéramos estudiar”, agrega, recordando el gran esfuerzo que hicieron alguna vez cuando ella estaba en el segundo año de la carrera para comprar su primera computadora y agradeciendo ese aliento y esa confianza.

 Diseño: Laura Caturla