COVID-19: estudio sobre el impacto en estudiantes
Por Gricelda Incerti
Y de pronto se encontraron de nuevo en sus habitaciones. Recordando momentos de una adolescencia no tan lejana, sentados en la mesa de siempre y sintiendo olores que los llevaban a la infancia. Vieron a sus padres con otra mirada, más cansados y tal vez, un poco tristes. Encontraron abuelos desorientados y palabras nuevas. “Confinamiento”, “distanciamiento social”, o “aislamiento” se instalaron en sus vidas.
Y los amigos del otro lado de la pantalla del celu, todos con la misma pregunta “¿qué onda, che?”. Empezaba la cuarentena. “¿Cuarentena?”, “¿de qué se trata?”, “¿adentro de casa?”, “¿pandemia?”, “¿coronavirus?”, “¿y la facu?”, “son quince días, tranqui.”
Debido al cierre de las instituciones educativas y la cancelación de eventos, muchos adolescentes y jóvenes admitieron que se perdieron algunos de los momentos de su juventud, como charlar con amigos, la participación en clase y la socialización propia de su edad. La empatía, el estrés, el autocontrol y la ansiedad fueron conductas recurrentes que manifiestaron tras el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
La UNNOBA, desde el Instituto Académico de Desarrollo Humano, de manera conjunta con la Escuela de Arte XUL-Solar realizó una investigación en sobre el impacto generado en la población estudiantil, a partir de la implementación del ASPO, el cual irrumpió en la vida institucional e individual de cada sujeto.
Las licenciadas en psicología Raquel Castro (docente de la UNNOBA en la carrera de Enfermería) y Claudia Mariel Dell’Oglio (profesora de la Escuela de Arte Xul Solar de Junín), llevaron a cabo un sondeo en alumnos de la UNNOBA y la Escuela de Arte en el año 2020. Se realizaron 433 encuestas, de todas las zonas de incumbencia de la Universidad y de la Escuela, respondidas en su mayoría por mujeres. Los rangos de edad oscilaron, entre los 17 y 40 años.
“Las instituciones educativas se vieron obligadas pasar a una dinámica virtual, lo cual modificó la escena del aprendizaje y también el modo cotidiano de vivencias en cuanto a los lazos sociales en los estudiantes. Esto despertó el interés en generar conocimiento en relación al impacto producido en las subjetividades de cada estudiante, conociendo el efecto a nivel físico, psíquico y social sobre sus vidas, y también sobre la vida institucional”, sostuvieron las psicólogas, a lo que agregaron: “Esta investigación tiene como objetivo construir conocimiento. Desde una situación tan límite como fue la pandemia, quisimos conocer el impacto en los estudiantes, y qué sucedió en ellos al pasar de la presencialidad a la virtualidad”.
Aspectos psicosociales
De acuerdo a los resultados de la investigación, los jóvenes en su gran mayoría no sentían estar en alto riesgo de contagio; sólo creyeron que estaban expuestos los trabajadores de la salud , quienes atienden al público, o trabajadores del transporte, gastronomía, cuidado de niños, personas mayores y sus familiares cercanos. Como significativo aparece que el ASPO provocó dificultades en la situación laboral y económica de los encuestados y/o su familia. “Algunos estudiantes vieron como sus familiares o ellos mismos perdieron sus fuentes de trabajo. Esta situación irrumpió en su vida, generando incertidumbre respecto al futuro inmediato”, afirma la magíster Raquel Castro.
A su vez, resalta que la cuarentena estricta tuvo cuestiones positivas: “Encontraron que tenían más tiempo. Pudieron dedicarse a cosas que les gustaba hacer y compartir más tiempo con su familia. En relación a lo económico, llamó la atención el ahorro de dinero, al no tener que viajar”.
Salud Física y emocional
Con respecto a la salud física, un importante porcentaje de los encuestados señaló que, al margen de mantener una dieta variada, tuvieron un marcado aumentado en el apetito. También sufrieron alteraciones en el sueño. Un 78 por ciento dijo sentirse cansado o con poca energía, y un 72 por ciento mostró trastornos de ansiedad refiriendo haber aumentado su consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias.
Un porcentaje significativo presentó dolencias fuera de lo habitual, desde migrañas hasta trastornos digestivos y alergias, y varios debieron recurrir a profesionales de distintas especialidades de la salud.
Otros estudiantes expresaron que, por el estrés y las restricciones que les generó la pandemia, no pudieron concentrarse ni llevar a cabo sus hobbies o actividades placenteras, perdiendo interés en ellas. Un dato significativo es que 72 por ciento tuvo dificultad en concentrarse en actividades que lo requerían. Al ser interrogados si vieron la necesidad de recurrir a un profesional de la salud mental, el 20 por ciento respondió afirmativamente.
Consultados sobre la salud emocional en su gran mayoría indicaron sufrir de estrés, ansiedad, aburrimiento, frustración, angustia, molestia, miedo, apatía y felicidad. “¿Se detiene mi proyecto de vida? ¿Qué va suceder con lo que aspiro? Eran preguntas recurrentes”, sostiene Dell’Oglio y agrega: “Los estudiantes describen este tiempo como de introspección profunda, reflexión, interioridad, encuentro con uno mismo; de maduración y en algunos casos de relajación. Tiempo para estar en sus casas, reordenar el hogar, leer, mirar series. También aseguran que este ‘tiempo’ les ha permitido tener una mejor organización en relación a la rutina diaria y a la eficiencia y optimización en el uso del tiempo; aprendieron cosas nuevas y se animaron a nuevos emprendimientos”.
Por lo que la licenciada se pregunta: “¿Necesitábamos una cuarentena para poder hacer lo que nos gustaba? Quiere decir que estamos viviendo bastante complicados; y esto marca el grado de felicidad de las sociedades. Si te dicen teníamos tiempo para hacer lo que nos gustaba, quiere decir que en la vida cotidiana no existe tiempo para nuestros hobbies, para hacer lo que nos gusta”.
Desempeño en los estudios
En su gran mayoría los estudiantes encuestados dijeron poseer recursos y conectividad adecuada, y sólo la mitad de ellos cuentan con espacios ideales para el estudio. Otros aseguraron verse afectados en su intimidad . Ante dificultades en la realización de tareas tuvieron contacto con sus compañeros y docentes. Con respecto al manejo del tiempo en las clases no presenciales algunos se ordenaron en una rutina, mientras que otros manifiestan haberse sentido desorganizados.
De las instituciones y las clases presenciales contaron extrañar la rutina horaria, los saludos y abrazos, los encuentros con los compañeros, las actividades grupales, la explicación y acompañamiento de los profesores. “Pensando en que por una cuestión generacional los alumnos están acostumbrados a las nuevas tecnologías, lo primero que aparece es que desean volver a la presencialidad, quieren los abrazos, los saludos en las aulas y en los pasillos; estudiar en grupo, quieren volver al contacto con los profesores”, sostienen las docentes.
Dell’Oglio señala que si bien muchos plantean el modelo híbrido “necesitan el lazo con el otro”. “Hasta antes de la pandemia veníamos cuestionando si la escuela sí o no, si las instituciones educativas estaban actualizadas o no, si los planes teníamos que reverlos. Se cuestionaba mucho todo. Si de algo no podemos dudar es de la necesidad y la importancia del espacio institucional”, afirma. Y asegura contundente que esa transferencia con el otro es necesaria para aprender y tiene que estar: “La ausencia de lo institucional-educativo incidió negativamente en el aprendizaje y en lo social. Imaginen aquellos chicos que ingresaron a la universidad o a nuestra escuela. Ese momento físico es único. Es el lugar que ‘me va a pertenecer’“.
Fortalezas y debilidades que encontraron en las instituciones
Sobre a la situación académica durante la pandemia algunos estudiantes destacaron que se animaron más a participar en las clases virtuales que en las presenciales; otros refieren sentirse más cómodos y libres de elegir estar o no en las clases, y también sobrevaloran el ahorro del tiempo y el dinero. Con respecto a los docentes destacaron la comunicación y el aprendizaje mutuo, la adaptación a los cambios, la buena disposición, disponibilidad y esfuerzo para darle continuidad al ciclo lectivo.
“Los estudiantes marcaron la dificultad que reviste la no presencia en el aula, la falta de contacto con los compañeros para llevar a cabo las actividades grupales. Fueron apreciaciones recurrentes”, subraya Castro.
Y agrega que surgió todo el tiempo el valor que tiene para los estudiantes el acompañamiento de los docentes: “Lo vivieron como algo muy positivo, valorando mucho a nivel institucional cómo rápidamente se pusieron en funcionamiento las plataformas, destacando el acompañamiento de los docentes. A su vez, marcaron en todo momento la necesidad, no solo de la explicación del docente, sino de estar en el aula con ellos”.
“El valor del otro quedó plasmado en esta pandemia, porque no se aprende si no hay otro”, concluye.
Las docentes agregaron que la investigación posibilita diferentes líneas de lectura, entre las cuales destacaron la conversión de la institución educativa de manera virtual: “Se puede leer que los agentes de toda la comunidad educativa (docentes, alumnos y familias) se vieron interpelados en la nueva modalidad de vinculación social, existiendo una demanda por la presencia real del otro. Se revalorizó la transferencia de trabajo en el ámbito de las instituciones educativas”.
La investigación se realizó durante el inicio de la pandemia y los resultados surgieron del primer impacto de la cuarentena estricta. Ambas prevén una segunda etapa de investigación: “Nos interesa conocer la voz del docente. Qué sucedió en este año con los estudiantes, y evaluar si se mantiene la virtualidad en forma híbrida”.
Diseño: Laura Caturla