Pocas frutas y verduras en el menú de los más chicos
La obesidad y el sobrepeso en niños son una problemática que crece a nivel mundial y la Argentina no está exenta. Las causas son múltiples: la educación, la cultura que promociona la comida chatarra como premio y la ausencia de comida saludable en los hogares, entre otras.
Joaquín Giménez se graduó como técnico universitario en producción de Alimentos en la UNNOBA y presentó su trabajo final sobre el consumo de verduras y frutas de chicos en edad escolar. Hizo 273 encuestas en escuelas públicas, privadas, rurales y de diferentes barrios de Capitán Sarmiento, de donde es oriundo. Lo primero que le sorprendió fue que apenas la mitad presenta un peso normal y el resto tiene sobrepeso o padece obesidad. Al ser entrevistado por El Universitario cuenta detalles del trabajo que hizo asesorado por Guadalupe Carrera, nutricionista y profesora de la Universidad en las carreras de Alimentos.
El nombre del trabajo final completo es “Análisis del consumo de alimentos vegetales y frutas en niños en edad escolar como estrategia de la industria en relación a la nutrición infantil”. Lo concluyó en abril de 2014, luego de un año de trabajo.
El trabajo de campo consistió en obtener, en primer término, datos cuantitativos de los niños: índice de masa corporal, altura y peso de los chicos. En segundo lugar, realizó una encuesta sobre consumo de frutas y vegetales, tanto en recreos escolares como en sus hogares. “Vimos que solo el 53 por ciento estaba dentro de lo que la Organización Mundial de la Salud considera peso normal. El 24 por ciento de sobrepeso y 23 de obesidad, un porcentaje sumamente alto”, cuenta.
Joaquín Giménez habla de la relación directa entre sobrepeso u obesidad y la falta de consumo de vegetales en los chicos: “Eso se da porque estos alimentos aportan micronutrientes, tanto vitaminas como minerales o antioxidantes, fibras, que pueden ayudar a una mejor alimentación y desplazar a los alimentos con calorías vacías, que vienen de las grasas y las comidas chatarra, preferidas entre los niños”.
Según los datos que se obtuvieron de las encuestas, en pocos hogares hay presencia de frutas y verduras. En los casos que hay, la mayoría de los chicos no los consumen, aún cuando los padres sí. “Quizás es un problema de educación, porque ni siquiera prueban esos alimentos. Teníamos que mostrarle las imágenes de los vegetales porque a la mayoría no los reconocían. Conocen lechuga, tomate, papa, zanahoria, choclo y pará de contar. Con las frutas lo mismo, conocen tres o cuatro”, resume.
Problema cultural también: “Las publicidades en la tele influyen mucho para que los chicos consuman comida chatarra. El caso de Actimel es un ejemplo de cómo venden mal los productos: decía que aumenta las defensas sin aclarar que se refiere solo a las defensas del intestino, no del sistema total. La fábrica de este producto tuvo un juicio importante por publicidad engañosa”.
Por el trabajo final, Giménez también visitó comedores escolares: “Vimos que los precios con que se manejan los presupuestos son de 2011. Y encima atrasados con el pago de proveedores. Estaban asesorados por nutricionistas pero no tenían dinero para comprar alimento saludable”. “Juega mucho la educación y lo cultural porque cuando hacían el esfuerzo y les conseguían frutas los chicos no las comían”, añade.
Giménez asegura que al principio la mayoría tiene rechazo por la verdura, y eso incluye a los adultos también: “El tema es cómo se inculca esta costumbre. Hay muchas maneras de presentar un plato con verduras y frutas para que sea atractivo”.
Y hay mucha diferencia si se tiene en cuenta el marketing que acompaña a las golosinas y la comida chatarra: “Culturalmente es considerada en muchos casos un premio: dicen “si te portás bien te llevo a Mc Donalds, te compro un chocolate”. A nadie se le ocurre decir “si te va bien en la escuela te doy un kilo de kiwi”, que sería lo más lógico porque es saludable y te va a hacer bien. Y en la casa pasa algo parecido: en vez de que el postre sea una fruta es un helado o postrecitos envasados. Frutas no conocen más que una manzana, una banana o una naranja”.
El nuevo técnico de la UNNOBA pone el ejemplo de lo que sucede en Uruguay, país en el que, por ley, los kiosqueros de las escuelas no venden comidas chatarra. Incluso, allí se impuso la moda de los “kioscos saludables”, algo que en Argentina se intentó llevar adelante y fracasó: “Fue mal afrontado. Cuando hablás con los kiosqueros te dicen que si ofrecen fruta no la consumen y se pudre, que prefieren el alfajor. Es una cuestión de decisión política. Hay dos recreos, si vos en el primero le vendés alfajor, en el segundo nadie te consume fruta”.
“Si nos presentan una manzana y un helado de tres bochas con crema es probable que la mayoría elija el helado. Lo más lógico es que ante las dos opciones opten por la fruta, pero como eso no sucede quizás lo mejor sería que los chicos tengan como única opción la comida saludable”, opina.