Producir en clave de futuro

Por Lorena Berro

El mejoramiento genético se asocia al incremento de la rentabilidad de los cultivos. Sin embargo, esta ciencia aúna el trabajo de muchas disciplinas para ponerlas al servicio de potenciar el desarrollo y contribuir a la resolución de problemáticas complejas de las sociedades actuales. La producción de alimentos de calidad a costos razonables, la generación de energía, la disminución de los efectos no deseados del cambio climático son algunas de las dimensiones en las que el mejoramiento puede intervenir para aportar soluciones.

Adriana Andrés, directora del Instituto de Posgrado de la UNNOBA, y Guillermo Eyherabide, director del Doctorado en Mejoramiento Genético de la UNNOBA, brindaron su mirada respecto de los aportes que el mejoramiento genético vegetal y animal ha hecho en distintos campos de la actividad productiva nacional y las transformaciones que ha generado en términos de sustentabilidad, mostrando su potencialidad para abordar problemas complejos que enfrenta la humanidad.

Las definiciones antiguas del mejoramiento genético hablaban de la ciencia y el arte de incrementar la productividad de especies animales y vegetales o la uniformidad y calidad de sus productos. Esto sigue siendo cierto, pero de arte queda muy poco, relegado a la creatividad y subjetividad de los mejoradores. El mejoramiento se ha potenciado muchísimo con los avances en genética clásica, la genética molecular, la estadística y las tecnologías de la información, de manera tal que hoy podemos decir que es la ciencia que atiende el desarrollo de plantas y animales mejor adaptados para satisfacer las necesidades humanas de alimentos, fibra y energía en un marco sustentable”. Con esta apreciación Guillermo Eyherabide, describió los cambios que se han dado en esta ciencia.

En la misma línea, Adriana Andrés mencionó la evolución que han tenido las disciplinas que compromete y resaltó la importancia de fortalecer la inversión en investigación para “seguir generando conocimientos en un área estratégica para el desarrollo”.

—¿Cómo convive el mejoramiento genético con la sustentabilidad, ya que a menudo aparecen como procesos enfrentados?

—Adriana Andrés: El mejoramiento genético apunta a la sustentabilidad y aúna horizontalmente una serie de disciplinas que sirven como herramientas para lograr un producto mejorado, es decir, un cultivo que rinde más en condiciones más sustentables porque requiere menor uso de fertilizantes, o porque es tolerante a sequías o inundaciones, o porque puede desarrollarse en condiciones extremas de vulnerabilidad ambiental. El mejoramiento no compite ni está divorciado de la sustentabilidad. Todo lo contrario, trabaja en el mismo sentido de lo que pretendemos de la sustentabilidad. Hace varios años la única forma de mejorar el rendimiento de los cultivos era controlando ciertas enfermedades con fungicidas, que no eran los mejores en términos de sustentabilidad. Hoy, a través de la genética, se han logrado obtener variedades resistentes, con lo cual este divorcio que parece haber entre la genética, la biotecnología, el mejoramiento y la sustentabilidad es una falacia.

—¿El mejoramiento genético es condición imprescindible para el incremento de la rentabilidad de la producción agropecuaria?

—A.A: Hay determinadas áreas o regiones de Argentina donde hay cultivos que están adaptados naturalmente y van a seguir siendo los que predominen, porque son áreas con variables bioclimáticas que no las hacen acordes a poder introducir tecnología. Pero hay otras regiones, como la zona núcleo, donde el mejoramiento ha sido la principal herramienta para dar el salto cualitativo y cuantitativo en lo relacionado al rendimiento ya sea de fibras, granos y calidad de forrajes.

—Guillermo Eyherabide: Es impensable poder producir alimentos para una población mundial en crecimiento si no es de la mano del mejoramiento genético. Existen pocas regiones del planeta que todavía tienen áreas de cultivo inexplotada. Si observamos lo que pasó en Argentina, se nota un incremento de la producción de granos y frutos sobre una superficie que es mucho menor a la que se hubiera requerido si los rendimientos se hubieran mantenido en los índices que tenían hace cincuenta años. Esa es, entre otras cosas, consecuencia del mejoramiento genético.

—A.A: En el país, en los últimos treinta años la expansión de la agricultura mediada por las nuevas tecnologías y la soja ha desplazado la ganadería a ambientes marginales, cuyos suelos estaban colonizados por determinadas especies que no eran productivas porque los animales no podían alimentarse de ellas. A través del mejoramiento genético se ha logrado expandir las fronteras de la ganadería, logrando desarrollar variedades que se adaptan a condiciones de adversidad. Argentina tiene amplias superficies que no están exploradas y el mejoramiento genético es un proceso que, si se conduce con objetivos y finalidades claras, es exitoso y permite, cuidando el ambiente, aumentar la productividad en el área que sea.

—Se habla de mejoramiento genético y se piensa inmediatamente en la productividad, ¿hay otros aspectos en los que esta ciencia contribuye al desarrollo?

—G.E: Se habla mucho del cambio climático y no hay otra forma de enfrentarlo que adaptando los cultivos. Puede haber medidas de mitigación desde las políticas públicas, pero el mejoramiento genético puede ayudar a que los efectos indeseables del cambio climático sean menores. Si observamos que una de las causas de este fenómeno es el uso de combustibles fósiles, con el mejoramiento genético se pueden hacer cultivos energéticos; esto puede lograrse tanto con cultivos que tradicionalmente se han destinado para granos, como con cultivos herbáceos que no tienen finalidad alimentaria. Frente a la problemática mundial del cambio climático, el mejoramiento genético puede ayudar desde una doble vía: por un lado, tratando de reemplazar combustibles fósiles; y por el otro, adaptando los cultivos a las condiciones que el propio fenómeno ha generado.

En un buen lugar

Respecto del posicionamiento del país en lo que concierne al cambio climático, los investigadores, que cuentan con nutrida experiencia de trabajo en este campo de la actividad científica, coincidieron en señalar que “Argentina está en un buen lugar porque, tanto en el sector público como en el privado, y hay un fuerte trabajo en mejoramiento genético que ha tenido impacto en la producción”. “El mejoramiento genético en el país está bastante actualizado e integrado a redes globales que facilitan la ejecución de proyectos”, comentó Eyherabide.

En el plano de las necesidades, consideraron que es prioritario formar recursos humanos altamente calificados y en ese sentido señalaron que “la UNNOBA, a través del doctorado en Mejoramiento Genético Vegetal y Animal,  está dando los primeros pasos para satisfacer esta demanda”. “No hay tantos especialistas formados en mejoramiento y los avances, no solo de la genética, sino de otras disciplinas, es tan grande y se producen a un ritmo tal que exigen de un plan de estudios que los atienda específicamente”, sostuvo Adriana Andrés.

—¿El doctorado en Mejoramiento Genético Vegetal y Animal de la UNNOBA viene a cubrir esta área de vacancia?

—A.A: Indiscutiblemente sí. Nuestros alumnos mayoritariamente vienen de la actividad privada, esto está marcando la importancia que tiene la Universidad en el territorio que brinda,  a través de la carrera, la posibilidad de que muchos profesionales que hacen mejoramiento y desarrollo de semillas tengan su título habilitante.

Fortalecer lo público

La impronta de la actividad privada en el terreno del mejoramiento genético es indiscutida. Como lo es la trayectoria que algunas instituciones públicas han logrado producto del sostenimiento de líneas de investigación en condiciones que no siempre propiciaron su desarrollo. Sobre esta cuestión, Adriana Andrés y Guillermo Eyherabide resaltaron que “el peso de la inversión privada es muy significativo”. En este punto marcaron con preocupación que “en lo público no se ha invertido en investigación todo lo que hubiera sido necesario”.

Si bien reconocen que hubo instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y algunas universidades que han apoyado proyectos, siempre los presupuestos fueron magros. Por eso consideraron que es tan importante fortalecer la inversión en investigaciones en áreas disciplinares que apoyan al mejoramiento genético y cuyos resultados no se obtienen en el corto plazo.

—¿A qué atribuyen el hecho de que los alientos a la investigación en el ámbito público no siempre hayan sido los adecuados?

—G.E: Muchas veces cuando se discute el financiamiento de la ciencia, se entiende que el mejoramiento genético apunta solo al rendimiento de los cultivos y que eso sirve solamente a los productores y se desatienden otros aspectos que son muy importantes. Erróneamente, desde esa mirada se dejan de lado otras cuestiones asociadas a cómo impacta el mejoramiento en la calidad de vida, sin importar que una persona viva en el campo o en una ciudad.

—¿Robustecer la actividad en el ámbito público es uno de los desafíos?

—G.E: Ese es uno de los desafíos. Pero la gran tarea es disponer de una articulación público-privada mucho más fuerte de la que existe hoy. Hasta ahora lo que ha ocurrido es que las instituciones públicas han ofrecido sus capacidades al sector privado; lo que hay que lograr es que los dos ámbitos se fijen metas mucho más ambiciosas que alcanzar juntos.

—¿Qué rol consideran que cabe a las universidades en esta articulación?

—A.A: Tienen un rol fundamental. En el caso de la UNNOBA, a pesar de ser una universidad joven, desde siempre apoyó la investigación en mejoramiento genético para la generación de conocimientos y el desarrollo de germoplasma. Queda mucho camino por transitar. Tenemos planificado conformar un criadero, que es la base para el registro de cultivares o variedades con patente propia. También estamos fortaleciendo nuestra infraestructura de laboratorios y formando recursos humanos. Todo esto puede contribuir al desarrollo de las empresas pequeñas a las cuales la Universidad puede apoyar desde la generación de conocimientos.

Más cerca de lo que se supone

Aunque asociado a conceptos que resultan abstractos al común de la gente, el mejoramiento genético y las disciplinas que engloba están, a juicio de los investigadores de la UNNOBA, más cerca de la vida diaria de lo que se sabe y su desarrollo tiene implicancias ciertas. A pesar de presuponer que se trata de saberes confinados a un grupo de científicos aptos para manejar complejas tecnologías, mejorar genéticamente es algo que, transforma un producto en otro para cumplir con un determinado cometido, habitualmente asociado a la calidad en un marco de sustentabilidad. Así lo expresa Guillermo Eyherabide al marcar: “La posibilidad de acceder a alimentos en cantidad y a niveles de costo razonables va de la mano de la capacidad de poder producir cada vez más respetando el ambiente”.

En este aspecto, que es quizás el más próximo a la sociedad, ejemplificó: “Algunas líneas de trabajo buscan desarrollar cultivos biofortificados, en el sentido de que sus granos o la pulpa de sus frutos tengan algunos componentes que puedan contribuir a la salud, y de este modo contribuir a resolver problemas nutricionales que existen aquí y en otras partes del mundo”.

“Estas cuestiones van a tener cada vez más importancia, en paralelo a lo que la propia población vaya demandando”, planteó Eyherabide, quien en coincidencia con la directora del Instituto de Posgrado de la UNNOBA concluyó: “El mejoramiento genético está mucho más cerca de la gente de lo que puede percibir”.

El doctorado

Como parte de su oferta de formación de posgrado, la UNNOBA dicta el doctorado en Mejoramiento Genético Vegetal y Animal. La carrera tiene cuatro años de duración y este año se abrió la segunda cohorte con la participación de profesionales de distintos lugares del país y del exterior. Los tres primeros años de cursada están destinados al desarrollo del programa académico y el cuarto a la investigación para la presentación de la tesis final.

Se trata del primer doctorado en Mejoramiento Genético Vegetal y Animal de Argentina. Otras universidades nacionales tienen trayectoria en el dictado de maestrías y doctorados en temáticas puntuales en áreas disciplinares específicas, pero no planteadas de modo integrador.

Un doctorado constituye el mayor grado académico que se confiere en Argentina y el programa de la carrera fue aprobado por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU).

Diseño: Laura Caturla