Ciencia para la salud
Por Ana Sagastume
Flexibilidad y compromiso social, dos cualidades que están demostrando investigadores y becarios de la UNNOBA, quienes dejaron todo lo que antes hacían para abocarse al diagnóstico de COVID-19 en la región sanitaria que tiene sede en Junín.
Este equipo creado desde el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas de la UNNOBA, hasta hace unas pocas semanas estaba trabajando para generar nuevos conocimientos dentro de distintas líneas de investigación de la salud humana (cáncer de mama, Alzheimer, bacterias resistentes, entre otras). Pero la pandemia mundial que tiene a Argentina bajo cuarentena, los conmovió personalmente y los interpeló en su rol social.
Carolina Cristina, directora del Centro, recuerda que luego de que el Ministerio de Salud convocara al CIBA para trabajar en el diagnóstico regional de coronavirus se reunió con investigadores y becarios para presentarles la propuesta: “Pregunté, con mucha cautela, quiénes estaban dispuestos y fueron impresionantes las respuestas positivas. ¿Cómo no vamos a participar si podemos ser útiles para el país y estamos capacitados para hacerlo?, me decían”.
Cristina cuenta que desde el CIBA ya empleaban para sus investigaciones la técnica de PCR, que es la que se utiliza para diagnosticar coronavirus y que, además, contaban con los equipos. “Por eso, cuando nos enteramos de que íbamos a formar parte de esta red, lo vivimos con mucha alegría porque era una manera de contribuir desde nuestro conocimiento en esta situación crítica que la sociedad está atravesando”.
“En lo que nos capacitamos mucho y nos entrenamos todos es en la bioseguridad para el manejo de la muestra infectiva en el laboratorio. Siguiendo los protocolos del Ministerio de Salud de la Nación, nos equipamos en el CIBA con los elementos de protección personal recomendados, e hicimos prácticas para utilizarlos”. Nada podía quedar librado al azar cuando se tratara de bioseguridad.
En la actualidad, el CIBA está recibiendo a diario muestras de Junín y la región que se logran procesar en “una única tanda”. La estructura actual permitirá analizar hasta 50 muestras por día, lo que dependerá del devenir de la pandemia en el país. “Tenemos prevista una cobertura de 24 horas diarias, si esto fuera necesario”, señala la doctora Cristina.
El equipo está conformado por unas 25 personas, entre investigadores del CONICET que están trabajando en el CIBA, becarios de investigación (graduados de la UNNOBA realizando sus doctorados), técnicos y profesionales de apoyo de UNNOBA y del CONICET, además del grupo de bioquímicos del Hospital Interzonal General de Agudos “Abraham Piñeyro” (HIGA Junín) con quienes, según palabras de Cristina, trabajan “codo a codo” en este proceso. “Generamos un protocolo interno y estamos todos participando, ya sea de manera presencial, como remota”, indica Cristina.
Cristina aclara que, de acuerdo al protocolo, las muestras para detectar el virus SARS-CoV-2, llegan primero al Hospital Interzonal de Agudos Abraham Piñeyro y, desde allí se derivan al CIBA: “En el laboratorio del HIGA se les asigna un código único, es decir que para nosotros son anónimas, y se las ingresa en el Sistema de Vigilancia Nacional antes de derivar al CIBA en un envase de seguridad para muestras infecciosas”, cuenta la investigadora de UNNOBA y del CONICET.
La muestra, que se abre en una cabina de bioseguridad en el CIBA, se le extrae un volumen pequeño. “La técnica (lisis) consiste en romper la partícula (el virus) para exponer el material genético que hay en su interior”, detalla Cristina.
El genoma de este virus no está basado en ADN, sino en ARN. Cristina caracteriza: “Además de conferirle al virus una gran capacidad de mutar, el ARN es más lábil que el ADN. Es decir, se degrada fácilmente. Por eso, tenemos que tener mucho cuidado ya que lo necesitamos entero para que la técnica de PCR funcione. De ahí que se trabaja en condiciones de seguridad e higiene extremas”. Si bien no se necesita trabajar en condiciones de esterilidad, sí hay que asegurarse que la cabina (que protege a los profesionales y al medioambiente) esté libre de un tipo de enzimas que, justamente, se ocupan de degradar las moléculas de ARN (las ARNasas).
Luego de la extracción del material genético, éste se purifica con soluciones de lavado, con lo que se obtiene ARN purificado. Ahí viene el momento de la técnica propiamente dicha para detectar genes del virus: la PCR o Reacción en Cadena por Polimerasa. Cristina aclara que si bien comparte las iniciales con la Proteína C Reactiva, no se trata de lo mismo: “Esta PCR es una técnica de Biología Molecular que produce gran número de copias de una secuencia de ADN, mientras que la Proteína C Reactiva es una proteína plasmática que se produce en respuesta a la inflamación y se mide en otras patologías”.
La técnica de PCR se realiza en otro laboratorio del CIBA, ya que, como explica Cristina, “todo tiene que estar sectorizado”. El instrumento “ estrella”, en este caso, es el “termociclador”, que a través de ciclos de temperaturas altas y bajas, a las que se llega con gran velocidad, una proteína polimerasa y otros reactivos amplifican de la muestra tres genes que “selectivamente” identifican el SARS-CoV-2. “Los valores obtenidos determinan si la muestra es positiva o negativa para este virus que produce la COVID-19”, informa Cristina
El resultado se informa al HIGA donde los bioquímicos cotejan el valor analítico obtenido en el CIBA con los datos de la historia clínica del paciente. Una vez hecho el análisis completo, se carga el resultado final en el Sistema de Vigilancia Nacional SISA, al que acceden las autoridades de salud locales, provinciales y nacionales.
Crecer en tiempos de crisis
Ante la pregunta respecto de las medidas tomadas por el gobierno nacional en relación a la cuarentena, Cristina considera: “Están tomadas a partir del conocimiento de lo que es capaz de resistir nuestro sistema de salud y de lo que no es capaz, mirando el espejo de lo que ocurrió en China y en el resto del mundo”, considera. “Todo lo que se está haciendo nos resulta difícil, pero tiene sentido”, asegura.
Aunque la coyuntura actual instala una serie de preocupaciones sanitarias y económicas que parecen proyectarse hacia el futuro mediato de Argentina, Cristina no se desanima. Con un hablar continuo, sin pausa, su discurso exhibe distintos tonos con los que intenta comunicar las emociones que le suscitan las experiencias. Con ello logra transmitir entusiasmo por lo que hace a quienes la escuchan: la ciencia en beneficio de la sociedad.
Cristina, en lugar de lamentarse, prefiere concentrarse en todo lo que esta crisis propició: “Hoy estamos trabajando en la Universidad con el Hospital como si fuésemos una única unidad. ¡Como si fuésemos el mismo laboratorio! Yo creo que de esta nueva realidad en que nos puso el coronavirus, terminamos aprendiendo todos: nosotros (el CIBA), del sistema de salud, del manejo de pacientes y de la muestra clínica. Ellos (los profesionales de HIGA), con las técnicas y la forma de trabajo nuestra”.
“Se trata de una transferencia de tecnología impresionante que la UNNOBA está haciendo en beneficio de la sociedad”, destaca. En ese sentido, Cristina se permite imaginar nuevos proyectos que podrían contribuir con la salud pública: “Existen otras patologías que se diagnostican por PCR en tiempo real y que junto al hospital podríamos abordarlas a partir de esta experiencia, por ejemplo la influenza”.
La secretaria de Investigación subraya que, a partir de la pandemia, el sistema de salud y científico trabajaron en conjunto a nivel nacional: “Que la ciencia trabaje junto al sistema de salud, resulta algo muy beneficioso para el país. Los países desarrollados tienen en los hospitales los centros de investigación incluidos, trabajan juntos. Es lo ideal y tenemos que trabajar para que esto pase en Argentina”.
Diseño: Laura Caturla