Por Lorena Berro
“La incertidumbre que siempre definimos como una característica de la posmodernidad, los escenarios cambiantes que obligan a la adaptación como condición básica para lograr mejor eficacia social y política, se han expresado como nunca antes en esta pandemia. De algún modo esta situación excepcional es un laboratorio impresionante y, en la medida en que cada uno pueda apropiarse de esta experiencia, nos vamos a encontrar todos en mejores condiciones para enfrentar el futuro”. Así reflexiona el rector Guillermo Tamarit sobre la pandemia, cuando la entrevista lo convoca a evaluar las respuestas brindadas por la Universidad en la emergencia sanitaria.
Lo que expresa el rector de la UNNOBA se entrelaza con conceptos que forman parte del núcleo medular de la Universidad y que han hallado correlato en la realidad de manera tangible. Como ha ocurrido en otras esferas de la vida social, la irrupción de la COVID-19 interpeló a la propia Universidad en su capacidad para ensayar soluciones que puedan facilitar al conjunto de la sociedad el tránsito por una experiencia compleja.
Tamarit diferenció dos planos de respuesta de la institución en la crisis: “Por un lado, nos pusimos a disposición de las autoridades sanitarias y políticas de la región para colaborar con lo urgente. Así fue como ofrecimos laboratorios, espacios físicos, recursos humanos y capacitación. Todas estas iniciativas son producto de haber podido poner en valor todos los instrumentos que tiene la Universidad. Y por otro lado, tuvimos que resolver la emergencia académica para dar continuidad a las actividades transformando nuestro modelo de presencial a virtual, dando lugar a una experiencia que destacan estudiantes y docentes”.
--Poder brindar estas respuestas, ¿significó una inversión adicional desde el punto de vista presupuestario?
--Estas acciones no hubieran sido posibles sin tener una infraestructura y recursos humanos de calidad. Lo que nos exigió la emergencia fue redireccionar la inversión presupuestaria. Por ejemplo, recursos que iban a ser destinados a becas de transporte se volcaron a becas de conectividad para el acceso a la educación virtual por parte de muchos estudiantes. También volcamos recursos al funcionamiento de los laboratorios y a la infraestructura que pusimos a disposición de las autoridades sanitarias para la eventual atención de pacientes. En materia de formación de recursos humanos, nuestras acciones se orientaron hacia lo urgente como fue el entrenamiento del personal de salud de la región. También invertimos fondos de la Fundación de la Universidad para la producción de máscaras faciales, tapabocas y envases para el traslado seguro de las muestras que se procesan para el diagnóstico de la COVID-19.
--¿Algunas de las cuestiones que llegaron con la emergencia marcarán el camino de los próximos tiempos?
--Considero que el aprendizaje que adquirieron tanto docentes como estudiantes para el manejo de las plataformas virtuales llegó para convertirse en un elemento sustancial del proceso educativo. Si bien lo presencial va a volver a tener preeminencia, las posibilidades tecnológicas van a acompañar la actividad universitaria.
--¿La dimensión que tiene la UNNOBA ha sido un sello distintivo en la posibilidad de brindar respuestas?
--Ideamos respuestas para poder avanzar en todos los niveles de acción que nos planteó la crisis. Integramos la Red de Laboratorios de Diagnóstico, por el desarrollo de nuestra infraestructura y por la calidad de nuestros recursos humanos. Lo mismo ocurre en términos de la oferta académica. Somos de las pocas universidades que ha mantenido su calendario académico. Estamos entre las instituciones que han podido resolver la coyuntura de la mejor manera.
--En un escenario bastante incierto desde lo sanitario, ¿la idea es sostener las estrategias implementadas por la UNNOBA hasta el fin de la pandemia?
--El panorama es muy cambiante, seguramente habrá avances y retrocesos y en esta dinámica estamos previendo las actividades del segundo semestre para tener a mano respuestas en cualquiera de los escenarios que nos plantee la cuestión sanitaria. Si las ciudades de la región de influencia de la UNNOBA avanzan y permanecen en fase 5, podremos implementar estrictos protocolos para el desarrollo de actividades presenciales. Pero lo que seguro va a funcionar es la virtualidad y para ello hemos trabajado en el diseño de un modelo híbrido.
Los valores de la universidad
El rector de la UNNOBA observa cómo la situación planteada mostró la vocación solidaria de la Universidad. En este punto, se detiene en el compromiso demostrado por el conjunto de la comunidad universitaria para adaptarse a una situación extraordinaria y resalta la enseñanza que han dejado los propios estudiantes: “La emergencia señaló muy claramente su voluntad de participación. Quienes provenían de carreras del campo de la salud, enseguida se postularon en las distintas convocatorias de voluntariado que requerían de perfiles específicos; y otros, a través de los Centros de Estudiantes, se organizaron en diversas tareas para estar a disposición de la comunidad”.
Con una mirada retrospectiva sobre la tarea desplegada hasta el momento y sabiendo que la pandemia aún no ha quedado atrás, Guillermo Tamarit entiende que hay valores de la universidad pública que se han expresado en la emergencia. Resalta la capacidad de adaptación y la solidaridad como atributos que la UNNOBA tiene internalizados en su concepción: “La Universidad forma parte de su sociedad, le debe todo a su sociedad y tuvo la oportunidad en esta crisis de presentarse como un instrumento valioso”.
Diseño: Laura Caturla
julio de 2020
Plasma inmune: el tratamiento que mira el mundo
Por Lorena Berro
En las décadas del 50 y 60 las epidemias de Fiebre Hemorrágica Argentina se cobraban una innumerable cantidad de vidas hasta que la ciencia hizo su aporte y consiguió hallar un tratamiento efectivo: el plasma inmune de convaleciente, que aplicado en etapas tempranas de la enfermedad, logró reducir significativamente la letalidad. El hacedor de este hallazgo fue el doctor Julio Maiztegui quien, acompañado por un grupo de profesionales, trabajó sin descanso en la contención de una situación sanitaria que desvelaba por las trágicas consecuencias del “Mal de los Rastrojos”, una enfermedad viral aguda grave producida por el Virus Junín y transmitida por el ratón de la especie Calomys musculinus.
En plena pandemia de Coronavirus, los ojos del mundo se detienen en esa estrategia científica y el plasma inmune de convaleciente aparece como una de las promesas para tratar a pacientes afectados por el COVID-19. Estados Unidos ya anunció que comenzará a aplicarlo y desde el propio Ministerio de Salud de la Nación se señaló que el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui” (INEVH), con sede en Pergamino, trabajará en protocolos de investigación específicos.
La doctora Delia Enria es médica, trabajó a la par del doctor Julio Maiztegui y lo sucedió en la dirección del INEVH, cargo que desempeñó hasta 2018 cuando se jubiló. Hoy integra el comité estratégico de asesores en infecciones peligrosas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ella comenzó a trabajar con el doctor Julio Maiztegui cuando el plasma inmune de convaleciente ya se había instaurado como un tratamiento. Desde entonces, en su trayectoria como médica fue testigo y protagonista de cómo de la mano de la ciencia fue posible no solo hallar una terapéutica apropiada sino una vacuna (la Candid I) producida en el Instituto Maiztegui- para prevenir la enfermedad.
“La estrategia de Julio Maiztegui consistió en aplicar ciencia y metodología científica. Que es lo mismo que yo sugiero que se haga frente al COVID-19”.
Hoy, cuando la atención se centra en el trabajo de “Don Julio”, como lo recuerdan quienes lo vieron luchar incansablemente contra la Fiebre Hemorrágica Argentina, su testimonio cobra especial relevancia porque es la voz de una mujer de ciencia que narra en primera persona los pasos que dio Maiztegui para alcanzar este desarrollo, cuya metodología se erige como un modelo y una promesa.
--¿En qué momento de la lucha contra la Fiebre Hemorrágica Argentina comenzó a utilizarse el plasma de convaleciente para tratar a los pacientes?
--Desde que se describió la enfermedad en la década del 50 distintos grupos empezaron a usar lo que se dio en llamar “suero de convaleciente” para tratar a pacientes con Mal de los Rastrojos. Es decir, era plasma de personas que se suponía que habían tenido la enfermedad, porque las técnicas de diagnóstico eran bastante limitadas, y se habían recuperado. Estas transfusiones no se hicieron con una adecuada metodología; probablemente hayan sido eficaces en casos individuales. En ese momento generaron mucha polémica y no lograron modificar la curva general de letalidad, que siguió siendo de alrededor del 30 por ciento.
--¿Cuál fue el desarrollo científico logrado por Julio Maiztegui para bajar ese índice de letalidad?
--El trabajo comenzó en 1965 registrando caso por caso, certificando el diagnóstico etiológico y corroborando la existencia de anticuerpos en la convalecencia. El estudio clave para reducir la mortalidad por Fiebre Hemorrágica Argentina se hizo en la década del 70, cuando se comparó la eficacia del plasma inmune, es decir plasma donde se había corroborado existencia de anticuerpos para el Virus Junín mediante una técnica de inmunofluorescencia. Se hizo un ensayo clínico controlado al azar, cuyos resultados se publicaron en 1979. El autor de esta publicación fue Julio Maiztegui y los coautores fueron Néstor Fernández y Alba Damilano. Ese fue el estudio definitivo que terminó con la controversia respecto de si plasma sí o plasma no, e inició una nueva era en el tratamiento. Ya no era usar “plasma de convaleciente”, sino “plasma inmune de convaleciente”. Y esa distinción fue central. A partir de ese momento se supo que el plasma era inmune y controlado por una técnica de reconocimiento de anticuerpos. Esa fue la verdadera estrategia de Julio Maiztegui. De ahí en más el Instituto montó su estrategia para sembrar bancos de plasma controlado y fue así como se bajó la letalidad de la Fiebre Hemorrágica Argentina.
--¿Esa estrategia considera que es replicable a Coronavirus?
--En Coronavirus aún no está claro cómo se va a utilizar, porque todavía no se han desarrollado adecuadas técnicas de detección de anticuerpos o están en etapas preliminares. Probablemente la estrategia pueda ser exitosa, pero estamos frente a una enfermedad nueva y no hay tampoco muchos convalecientes. Nosotros cuando elegíamos a los convalecientes, pretendíamos que ya hubieran superado la enfermedad y se encontraran en buen estado de salud para poder hacer la extracción del plasma. Es un requisito demostrar que el plasma que se extrae está libre de virus y posee una determinada cantidad de anticuerpos. Solo así podría evaluarse su eficacia si se aplicara tempranamente. Pero por ahora en COVID- 19 la mayoría de las terapéuticas se están utilizando en pacientes con etapas avanzadas de la enfermedad. La estrategia de Julio Maiztegui consistió en aplicar ciencia y metodología científica. Que es lo mismo que yo sugiero que se haga frente al COVID-19. Pero no sé si actualmente están dadas las condiciones porque no tenemos suficientes reactivos diagnósticos, ni tanta cantidad de convalecientes con buen estado de salud, y los test de identificación de respuesta inmune están en una etapa inicial y requieren validación.
--¿Esta falta de condiciones está dada por lo novedoso de la enfermedad?
--En cierto modo sí. El nuevo Coronavirus fue descripto recién el 7 de enero de 2020, probar la eficacia del plasma para Fiebre Hemorrágica Argentina demandó alrededor de veinte años. El COVID-19 y el Virus Junín son muy distintos. La realidad es que viendo los ensayos disponibles todavía resta mucho trabajo científico por hacer. Con mucho trabajo podría ser una herramienta útil. Hay que hacer el trabajo que hizo Julio Maiztegui. También desde la biología molecular se podrían ofrecer respuestas. Mientras tanto, se puede ir llevando un registro de pacientes y ver si de ellos se puede obtener plasma, pero demostrando que éste tiene evidencia de adecuada respuesta inmune contra el Coronavirus.
--¿Esta estrategia desarrollada por Julio Maiztegui ha sido explorada para otro tipo de enfermedades?
--Se ha intentado en todas las enfermedades nuevas que no tienen terapéutica específica, pero los resultados no han sido satisfactorios. Hubo algunos intentos en Ébola, en MERS y en SARS, pero como tratamiento indicado y efectivo la única enfermedad que yo conozco que tiene este desarrollo es la Fiebre Hemorrágica Argentina. En otras no ha quedado demostrado.
--¿Considera que es posible hallar un tratamiento efectivo para el nuevo Coronavirus más allá del uso de plasma inmune?
--No lo sabemos aún. Nuestro país ha ingresado en la iniciativa Solidaridad impulsada por la Organización Mundial de la Salud que integran distintos países. Eso va a permitir contar con distintas alternativas de tratamiento y tener resultados científicamente validados. El objetivo final es llegar a tener una o más terapéuticas con eficacia demostrada lo antes posible. Pero para poder abordar esta pandemia, es necesario que los desarrollos se vayan validando científicamente de manera rigurosa.
--¿Considera que es un trabajo que no puede hacerse contra reloj?
--Se pueden apurar algunas etapas. De hecho, las normas regulatorias en este momento están acelerando los tiempos. Lo ideal es que los estudios sean colaborativos, que se incorporen muchos países para tener resultados más rápidamente y para que los hallazgos puedan estar verdaderamente a disposición de la humanidad. Julio Maiztegui marcó un camino.
--¿Cuál es su mirada respecto de cómo el país está abordando la pandemia?
--Considero que el país está en un buen camino, trabajando con su grupo de asesores de excelencia y siguiendo las pautas que se han generado desde la Organización Mundial de la Salud con las cuales he contribuido. Respeto absolutamente las medidas que se están tomando. Esta etapa es difícil, pero lo más complejo está por venir y tiene que ver con el modo en que vamos saliendo de esta emergencia que exigió que las medidas de distanciamiento físico fueran absolutas. Ahora debemos conducirnos hacia modalidades más flexibles, sin que eso impacte en lo sanitario y le permita al sistema de salud brindar respuestas. Es un enorme desafío que debemos asumir como sociedad.
Una historia de ciencia
En el contexto actual, el relato de la doctora Delia Enria tiene la particularidad de poner “la ciencia en perspectiva”. Su palabra tiene la precisión del lenguaje científico, pero también la sensibilidad de quien estuvo en la primera línea de la atención de pacientes en las épocas en que muchas personas se morían de “Mal de los Rastrojos”. Muchos de los desarrollos alcanzados en el control de la Fiebre Hemorrágica Argentina la tuvieron como parte esencial.
--¿En qué instancia estaba la estrategia desarrollada por Julio Maiztegui cuando usted comenzó a trabajar en el Instituto y cómo recuerda esos comienzos?
--Cuando entré al Instituto en el año 1979 ya se usaba de rutina el plasma inmune en etapas tempranas de la enfermedad. Mi primera investigación fue precisamente establecer las dosis de anticuerpos que resultaban apropiadas para tratar a los pacientes. Ese fue "mi primer hijo". Eran épocas muy complicadas, de grandes epidemias. Me apasionó la tarea porque soy médica de alma. Los pacientes se atendían en el Instituto y trabajábamos a destajo en la asistencia.
--¿Los pacientes se atendían en el Instituto Maiztegui?
--En aquel momento el hecho de que la enfermedad estuviera circunscripta a una región permitía que los pacientes se atendieran en su gran mayoría en el Instituto. Esa centralización permitió usar plasma inmune y nada más. Era excepcional que se les diera un antibiótico. En las circunstancias actuales de atención esto es impensable. La nuestra fue una estrategia aplicada hace 40 años. Trabajábamos en un pabellón de circulación restringida y los pacientes estaban en cuarentena, algo parecido a lo que ahora sucede con los pacientes afectados por el Coronavirus.
Un aprendizaje para la humanidad
En su relato rescata el aprendizaje de aquel tiempo. Ese que le permitió tomar el legado de Julio Maiztegui para seguir sus pasos. “La tarea que desplegó Julio Maiztegui es digna de imitar. Es un clásico de la ciencia. La Fiebre Hemorrágica Argentina es la única fiebre hemorrágica viral en el mundo que se ha controlado, después del tratamiento tuvimos la vacuna. Eso no sucede muchas veces en la vida”, señala.
Y sobre el final agrega: “Creo que si sigo haciendo mi aporte a la ciencia en esta etapa de mi vida, es precisamente porque el trabajo de Julio Maiztegui ha sido ejemplar y sirve a la humanidad”.
“Mi consejo es que siempre se apele a metodología científica. Eso lo aprendí de Julio Maiztegui”, concluye, rememorando cómo quedaron a atrás las épocas de las grandes epidemias gracias a un trabajo que se sostuvo en la rigurosidad de la ciencia.
Una estrategia vigente
En el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Doctor Julio Maiztegui" (INEVH), dependiente de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) funciona el Banco de Plasma y algunas ciudades de las provincias del área endémica han conformado sus propios bancos o cuentan con centros de stock. El uso de plasma inmune de convaleciente, que consiguió bajar al 1% la letalidad por Fiebre Hemorrágica Argentina, junto a la vacuna Candid I, forma parte de la estrategia sanitaria propuesta por el Programa Nacional de Prevención y Control que lidera el INEVH.
El banco se nutre de la acción solidaria de pacientes que tuvieron la enfermedad y recuperados, donan este insumo vital que, sometido a técnicas de identificación de anticuerpos, se dosifica y aplica para el tratamiento de pacientes en etapas tempranas del curso de la enfermedad.
Una referente
La doctora Delia Enria, exdirectora del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Doctor Julio Maiztegui", fue co-directora de la Maestría en Prevención y Control de las Zoonosis de la UNNOBA, cuyo director fue el doctor Alfredo Seijo. Es referente de consulta para la comunidad científica internacional por su experiencia y trayectoria en el estudio y manejo de enfermedades complejas.
Diseño: Laura Caturla
Salud mental y coronavirus
Por Lorena Berro
La irrupción del coronavirus y su propagación en distintos países puso al mundo entre paréntesis. Obligó a la gente a detenerse y a las comunidades les planteó el desafío de acatar la recomendación de cumplir con las pautas de distanciamiento social que, de acuerdo a la opinión de los sanitaristas, parece ser una de las herramientas más efectivas para minimizar la circulación del virus y “aplanar la curva”de contagio, posibilitando a los sistemas de salud brindar respuestas apropiadas.
Esto condiciona la vida de los pueblos y ciudades, pero también limita al extremo la vida cotidiana de las personas que queda confinada al universo íntimo del “hogar”. La consigna #QuedateEnCasa se instaló como imperativo y mientras los mensajes que circulan a través de los medios de comunicación hacen foco en la sucesión de casos, solo tangencialmente señalan cómo cuidar el bienestar psíquico y emocional en el tránsito por la cuarentena.
En este contexto, cobra vital importancia detenerse a reflexionar sobre cómo se afectan las emociones y ensayar estrategias para poder gestionarlas minimizando las consecuencias que surgen del abandono casi absoluto de las rutinas, tanto en lo individual como en lo colectivo.
A juicio de los especialistas para afrontar de manera saludable esta pandemia quizás haya que apelar a los recursos internos disponibles en cada persona y construir un presente sostenido en pilares afectivos sólidos, aun cuando el riesgo de enfermar imponga la tarea de configurar las relaciones interpersonales con otros códigos.
La dimensión social del aislamiento
La licenciada en Psicología Graciela Giménez, secretaria Académica del Instituto Académico de Desarrollo Humano de la UNNOBA, reflexionó sobre el aspecto psicosocial de la pandemia: “Las medidas tomadas por el Estado argentino en el plan de respuesta al COVD-19 impactan notablemente en las rutinas diarias de toda la sociedad, cualquiera sea su estatus, rol, función o condición socioeconómica”.
En esta línea, advirtió que “el aislamiento social y la práctica del distanciamiento generan una cantidad de reacciones y conductas que favorecen el malestar”.
“En este escenario la salud mental aparece como preocupación porque los cambios que produce el impacto de una pandemia y las conductas impuestas por instituciones de gobierno en la sociedad, generan distintos niveles de estrés. Esto afecta el mundo de las relaciones vinculares y la toma de decisiones”, plantea la docente.
Así, Giménez advirtió que desde el punto de vista social son momentos en los que tienen lugar acciones no reflexivas, debido a la nueva situación de emergencia. “El límite entre el equilibrio y el caos social es más débil debido a la falta de socialización como fenómeno vehiculizador de las tensiones sociales”, agregó.
En este punto, mencionó que "el aislamiento sostenido en el tiempo puede provocar situaciones de mala salud social” que se traducen individualmente en trastornos como depresión, agorafobia, baja estima, todo lo cual se potencia en el comportamiento de cada persona frente a la carencia de habilidades sociales necesarias para afrontar la contingencia.
En relación a esto señaló la necesidad de “evitar el aislamiento emocional” y para ello apeló a “acciones cotidianas que no solo organizan, sino que generan equilibrio como sujetos sociales en la interacción con otros”.
“Perder las rutinas y la interacción social nos generan un malestar que puede manifestarse como aburrimiento, irritación, miedo y desencadenar incluso síntomas o episodios de trastornos de ansiedad”, planteó.
La secretaria Académica del Instituto de Desarrollo Humano de la UNNOBA acercó una reflexión de Claudia Borensztein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), para recordar que “la mente, el aparato psíquico y el mundo interno de las personas reaccionan a la llegada de esta pandemia con mucha angustia porque se trata objetivamente de una situación preocupante frente a la cual se reacciona con miedo y preocupación, y anormalmente con pánico”.
En esa línea, la docente abundó: “El estar ansiosos, preocupados o angustiados es completamente racional dado que desconocemos cómo se desarrollará la pandemia que constituye una amenaza. No obstante, es recomendable trabajar en la reflexión que nos permita atravesar estos tiempos con lógica inquietud, no con ansiedad”.
En el plano de la acción, resaltó la importancia que tienen las interacciones sociales, muchas de las cuales hoy pueden sostenerse mediadas por los dispositivos tecnológicos disponibles y para ello enfatizó sobre el valor de “establecer y cuidar vínculos armoniosos y solidarios”.
“Si la tecnología tiene que ser el único medio de comunicación en tiempos de aislamiento y distanciamiento social, incorporarla a nuestras vidas como un recurso de bienestar social es saludable y vital”, concluyó.
La capacidad de resiliencia
La licenciada en Enfermería y magíster en Salud Mental, Cristina Curia, se refirió a la importancia del cuidado de la salud mental en esta contingencia y centró su reflexión en la dimensión humana apelando a la “capacidad de resiliencia de las personas”, entendida como aquella habilidad de salir fortalecidos de una situación perjudicial.
“En el devenir histórico, la humanidad se ha enfrentado a distintas catástrofes y el mundo sobrevivió y desarrolló estrategias sociales e individuales para resolver la adversidad”, recordó.
Curia, docente en las materias "Salud Mental" y "Filosofía en Enfermería" en la UNNOBA remarcó que para fortalecer las cualidades que todos tienen y hacerlas visibles en momentos adversos hay una serie de estrategias que pueden instrumentarse a modo individual para afianzar lazos sociales, aún en contextos de aislamiento, y establecer sociales que permitan sobrellevar esta situación excepcional y disruptiva.
Con esta impronta, apuntó una serie de recomendaciones para abordar con inteligencia emocional las situaciones que pueden generarse en el universo íntimo de las personas y poder sobrellevar de mejor manera este tiempo de aislamiento y distanciamiento social.
“Es importante mantener la comunicación con las personas significativas de nuestro entorno con los medios que tengamos a nuestro alcance. También armar una rutina, ya que la estructura ordenadora de la misma funciona como contención”, señaló la docente de Enfermería.
En otro orden, Curia recomendó elegir alimentos que fortalezcan la inmunidad, privilegiar el consumo de frutas y verduras, beber abundante cantidad de líquidos, preferentemente agua o infusiones naturales.
También resaltó la importancia de la actividad física y recomendó establecer una rutina de ejercicios que sirva “no solo para descargar energía sino para aumentar hormonas que favorecen la relajación y el pensamiento positivo”.
“En tiempos de aislamiento social es conveniente elegir breves momentos para informarse a través de fuentes oficiales, y dedicar tiempo en lo cotidiano a crear situaciones que convoquen el sentido del humor, recordando que la risa aumenta nuestra inmunidad”, añadió.
Asimismo, resaltó el valor de la respiración e instó a la adopción de técnicas que favorezcan la relajación cada vez que un pensamiento negativo interfiera con el bienestar, logrando enfocar la atención en las fortalezas que cada persona tiene para sortear esta crisis.
Por último, instó a tomar este tiempo como la posibilidad para “ayudar a otras personas en la medida de lo posible, realizando un llamado telefónico, verificando si tiene lo necesario para realizar su aislamiento” y puso el acento en el cuidado de los adultos mayores y personas más vulnerables. “Siempre aumenta la autoestima y fortalece el poder ayudar a otros”, resaltó.
Además, acercó una conocida frase de Viktor Frankl, psiquiatra creador de la logoterapia, que señala: “Si no está en tus manos cambiar una situación que produce dolor, siempre se puede escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.
“Nuestra tarea hoy está orientada a eso”, concluyó, instando a poner en juego los recursos internos de cada persona para transitar este tiempo y construir el bienestar.
Coronavirus: pedagogía del cuidado
Por Lorena Berro
La descripción que hace la ciencia del Coronavirus refiere a una familia de virus que se conocen desde hace años. Sin embargo, la irrupción del COVID-19 en China, donde se registró el brote que motivó el alerta por su virulencia, su extensión por distintos países y sus consecuencias todavía impredecibles causó una conmoción a escala planetaria poniendo en vilo a los sistemas sanitarios del mundo.
Lo que se sabe hasta el momento es que los adultos mayores son los más vulnerables y que las personas que tienen enfermedades preexistentes o sus sistemas inmunológicos deprimidos conforman los grupos de riesgo; pero que cualquier persona puede contraer la enfermedad y transmitirla. Aunque la letalidad es menor a la de otras patologías, su capacidad de propagarse genera preocupación, con implicancias económicas y sociales que superan lo sanitario. Desde el punto de vista epidemiológico, hay países con circulación sostenida; otros donde se reportan solo casos importados asociados a un nexo epidemiológico y algunas geografías donde aún no han aparecido casos.
Hace unos días la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia y obligó a los países del mundo a instrumentar medidas y adecuaciones en sus propios sistemas de atención para minimizar el impacto de la enfermedad y reducir al máximo posible el número de contagios.
En este contexto, cobró especial relevancia la importancia de la educación social en la adopción de hábitos individuales y colectivos para contener la pandemia y evitar males aún mayores.
Como si hubiera sido un concepto desaprendido, lavarse las manos volvió a marcar la diferencia entre salud y enfermedad y los principales especialistas coinciden en el rol vital de determinadas acciones cotidianas como mecanismo de prevención de ésta y otras patologías. A la par de ello, la distancia física interpersonal se puso en el primer plano de la tarea colectiva.
Una cuestión de educación
Haciendo valer el principio de responsabilidad que le cabe como institución pública, la UNNOBA puso en funcionamiento rigurosos protocolos de prevención e instrumentó una serie de medidas, en coincidencia con los lineamientos que a nivel nacional se han brindado para afrontar la contingencia.
En este marco, desde el Instituto Académico de Desarrollo Humano se brindaron charlas dirigidas a la comunidad universitaria. En esos encuentros se recordaron conceptos y se actualizó información sobre un contexto epidemiológico que cambia minuto a minuto exigiendo por parte de todos el mayor compromiso cívico para “poder cuidarnos y cuidar a otros”.
Estas charlas estuvieron a cargo del médico especialista en Epidemiología Facundo Fernández Moll; la médica Adriana Torriggino; y la licenciada en Enfermería y especialista en Control de Infecciones, Antonela Culaciati, docentes de la carrera de Enfermería de la Universidad. Acompañados por María Mónica Lázzaro, directora del Instituto Académico de Desarrollo Humano, remarcaron que en su protocolo de manejo institucional, la UNNOBA logró reunir una serie de acciones que resultan vitales no solo para la prevención del Coronavirus sino de otras patologías respiratorias.
Además de la suspensión de las actividades presenciales, se tomaron previsiones para asegurar las condiciones óptimas del medio ambiente laboral y realizar controles de salud e identificación de factores de riesgo para desarrollar Coronavirus entre el personal universitario.
Costumbres que cambiar
El doctor Facundo Fernández Moll, quien además es referente de Epidemiología de la Región Sanitaria III, abogó por la adopción de “hábitos sencillos, efectivos y de bajo costo” capaces de “perdurar en el tiempo”.
Así se refirió a conceptos que, si bien son conocidos, no terminan de internalizarse, como el lavado frecuente de manos con la técnica adecuada; la correcta higiene respiratoria; y la desinfección y ventilación de los ambientes, además de la distancia física con otras personas, en tanto medidas de prevención.
“Institucionalmente hemos tomado la decisión de activar todos los dispositivos para que la gente reconozca cuáles son las medidas preventivas. Se trata de recomendaciones que están estandarizadas y sirven no solamente a la comunidad universitaria, sino a la sociedad en general”, sostuvo el docente.
En este punto, coincidió con la directora del Instituto Académico de Desarrollo Humano en señalar que “las precauciones y el acatamiento a las normas que vayan estableciendo las autoridades sanitarias son valiosas para contener esta situación”.
“Son hábitos que tenemos que generar todos, tratar de cambiar costumbres muy arraigadas para estar preparados para un escenario de circulación viral sostenida”, abundó Fernández Moll.
El docente remarcó que frente al miedo, la gente reclama “un antiviral que hoy no está disponible”, y olvida que “hay estrategias para prevenir que dependen de cada uno”.
“Lavarse las manos, evitar los lugares de alta concentración de personas, ventilar los ambientes, toser y estornudar sobre el pliegue del codo, respetar el aislamiento que imponen las normas, y quedarse en casa si se está enfermo son acciones fundamentales, ya sea que se tenga un nexo epidemiológico que haga suponer un cuadro de coronavirus o se esté cursando una gripe estacional”, destacó.
En el mismo sentido María Mónica Lázzaro recordó: “Resulta vital respetar las recomendaciones. Vacunarse contra la gripe y la neumonía si se presenta uno o más factores de riesgo; informarnos sin alarmarnos; y quedarnos en casa, sabiendo que si aparecen síntomas compatibles con un cuadro respiratorio no hay que acudir a la guardia, sino llamar al sistema de emergencias, respetando los protocolos que cada ciudad ha delineado”.
El valor del conocimiento
La doctora Adriana Torriggino, quien también es docente de la Licenciatura en Genética de la Universidad, remarcó que “las políticas públicas que se están tomando en el país en relación al COVID-19 tienen base epidemiológica, es decir que surgen del análisis de la situación que se vive en los países que están sumidos en la pandemia”.
La docente, que fue directora ejecutiva de la Región Sanitaria IV, destacó el valor del conocimiento en el abordaje de estos eventos de salud y ponderó que “las acciones que se instrumentan no surgen como medida inconsulta, sino que resultan de lo que la epidemiología informa”.
Con respecto a ello recordó que “la epidemiología es una disciplina que siempre trabaja con la incertidumbre”.
“Nunca uno más uno es dos, porque el desarrollo de una pandemia de estas características va a depender del virus en sí, pero también del comportamiento de las personas que se enferman y, en gran medida, del modo en que la sociedad en su conjunto se comporte”, agregó Adriana Torriggino, introduciendo un concepto clave: la solidaridad social.
“Nadie puede apresurar una conclusión respecto de esta situación y su desenlace, lo que sí podemos es ensayar escenarios y contribuir con el cumplimiento de las normas que se han diseñado, entendiendo que son medidas de contención que hay que apoyar porque de ese modo vamos a poder lograr lentificar el desarrollo de la pandemia”, sostuvo Torriggino. Y prosiguió: “Valiéndonos del atisbo que tuvimos en 2009 con la Gripe A (H1N1), una de las cosas que tenemos que fomentar frente alCoronavirus es la solidaridad social, ese atributo de lo humano que corre la mirada de uno mismo hacia los otros para cuidarnos y cuidarlos”.
Una tarea de todos
Los docentes de la UNNOBA insistieron en que varias de las medidas instrumentadas en lo preventivo en la fase de contención del COVID-19 son difíciles de instrumentar porque suponen modificaciones en la dinámica de la vida cotidiana, pero recalcaron que es imperativo de “ser conscientes”.
También se refirieron a las políticas sanitarias que van adoptando varias localidades, cuyos municipios, en un trabajo articulado con las regiones sanitarias, se han organizado planes de contingencia para potenciar las posibilidades del sistema de salud de dar respuestas.
En relación al alcance del protocolo de manejo de la UNNOBA en el marco de esta contingencia reiteraron que “todas las recomendaciones que fueron incluidas y las medidas tomadas a nivel institucional están orientadas a la educación, y valen para todos en un momento en el que estamos convocados a cuidarnos de un modo consciente y responsable”.
Diseño: Laura Caturla
La investigación: medida de la calidad
Por Lorena Berro
“Las grandes transformaciones de la humanidad, esas que han modificado los estilos de vida para siempre, han surgido por obra de la razón y su manifestación más sofisticada: la ciencia”. Esta apreciación se ha constituido en el eje central de la gestión UNNOBA, para marcar la importancia que el trabajo científico en todas las disciplinas tiene en la dinámica universitaria, y en la posibilidad de realizar aportes concretos desde la Universidad pública para resolver los problemas de la sociedad de la que es parte. Investigar es generar conocimiento, apropiarse de un bagaje de saber y traducirlo en alternativas que aporten el sello distintivo al hacer universitario.
La doctora Carolina Cristina, secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la UNNOBA, hizo un recorrido por las etapas fundantes y los avances conseguidos por la Universidad en materia de investigación. Asimismo, trazó los lineamientos que marcarán el rumbo.
--Para una universidad, ¿qué significa la investigación científica?
--Significa la oportunidad de crecimiento permanente. Investigar es generar el conocimiento desde una institución para transmitirlo en primer lugar a los estudiantes, pero también para volcarlo a los recursos humanos que se formen en investigación y a la sociedad mediante la transferencia de herramientas y tecnología. La investigación científica de excelencia es a la que debería aspirar toda universidad.
--¿Cómo empieza una institución nueva a hacer investigación?
--La mejor manera de hacer ciencia es teniendo todo: recursos humanos, infraestructura, equipamiento y políticas de investigación integrales. Pero esto no siempre es posible en las etapas iniciales de una institución universitaria. Entonces, la mejor estrategia es dotar a la estructura de recursos humanos formados que sostengan la base de la pirámide de investigación. En una etapa de inicio ese fue el pilar para la UNNOBA y el eje que institucionalmente fue marcando el camino que permitió determinar qué infraestructura se necesitaba y qué equipamiento había que adquirir. La formación de equipos de investigación posibilitó establecer un cimiento sólido para crecer. El proceso fue muy lento y se invirtieron muchos fondos y esfuerzos. Cuando las bases estuvieron hechas, fue más fácil crecer porque los que se formaron en el inicio siguieron formando a nuevos jóvenes y conformando los equipos que hoy investigan en las distintas áreas disciplinares.
--¿Qué valor tuvo el trabajo con organismos o instituciones que tienen una tradición más larga en el campo de la ciencia?
--Fue fundamental poder contar con direcciones externas para los investigadores jóvenes que se estaban formando y para los primeros becarios. También fue vital contar con estas alianzas para el uso de instalaciones y equipamiento que no teníamos. Los vínculos de la UNNOBA con instituciones de prestigio que hacen investigación nutrieron a la institución de un capital importantísimo. Todo eso contribuyó al crecimiento. Y mientras tanto se fue generando la infraestructura propia y se la dotó de equipamiento básico primero y más específico en lo sucesivo. En las etapas iniciales, entonces, trabajamos en instalaciones que adaptamos a las necesidades y también viajamos para investigar en otros centros y universidades. Hoy contamos con nuestra propia infraestructura y con recursos humanos muy valiosos, producto de una política de investigación sostenida en el tiempo. Por ejemplo, se creó el programa de subsidios bianuales que sostiene las convocatorias para que cada vez más equipos se puedan presentar. Al irse generando más recursos formados capaces de dirigir proyectos, ha crecido el número de proyectos de investigación que se ejecutan con financiamiento propio de UNNOBA.
--¿Existen otras fuentes de financiamiento además de las propias?
--Sí, existe financiamiento externo proveniente de instituciones públicas y privadas. En este campo hay mucho por hacer porque no todos nuestros investigadores conocen o tienen el hábito de presentarse a las convocatorias externas que el sistema de ciencia y técnica tiene a nivel provincial y nacional. Es una cultura que hay que desarrollar. En este sentido hoy tenemos proyectos cofinanciados entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación y la Universidad que apuntan a fomentar la participación en este tipo de convocatorias. Por otra parte, los grupos ya consolidados buscan además fondos en el exterior, que generalmente incluyen, además de recursos para las investigaciones en sí, la posibilidad de acceder a pasantías para becarios e investigadores.
Investigar en áreas estratégicas
La secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la Universidad se refirió a los ejes rectores del trabajo científico en la UNNOBA. Resaltó que han sido marcados por el proyecto institucional y la política de investigación de la Universidad para abarcar los distintos campos disciplinares. También describió el complejo proceso que supone transferir conocimientos a la sociedad, producto de lo que se investiga en los laboratorios.
“Se investiga en agronomía, genética, en ciencias del ambiente, en biomedicina, en alimentos, en las ingenierías así como en informática y diseño. Y también en el terreno de las ciencias sociales, aunque un poco menos, no porque no se haya promovido, sino porque es un campo en el que no hay tanto desarrollo científico, pasa en la UNNOBA y en el resto de las universidades”, describió.
"Nuestro desafío es fortalecer la investigación en todas las áreas disciplinares que tenemos, y esto incluye promoverla en el campo de las ciencias sociales con estrategias especiales”.
En este punto mencionó que en el Programa de Promoción de la Investigación Científica se está impulsando la participación en proyectos a docentes de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas. “Por el perfil de sus carreras resulta más difícil crear la cultura de investigación en el campo de las ciencias sociales. En cambio está muy internalizada la idea de investigar en quienes provienen de las ciencias exactas. Pero este es un paradigma que hay que transformar y estamos avanzando en muchas acciones para ello. Nuestro desafío es fortalecer la investigación en todas las áreas disciplinares que tenemos, y esto incluye promoverla en el campo de las ciencias sociales con estrategias especiales”.
--¿La UNNOBA hace ciencia básica o aplicada?
--Hay investigación básica, aplicada y traslacional. Esta última se define como el esfuerzo para construir desde la investigación científica básica nuevas terapias o procedimientos médicos. En el Centro de Bioinvestigaciones de la UNNOBA y en el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA) hacemos mucha investigación básica y allí se genera el conocimiento para poder en un futuro transferirlo. Sin ese conocimiento esa transferencia no se da. Por otro lado, la sociedad necesita adquirir ese conocimiento para avanzar y por eso es importante la transferencia. Los investigadores básicos queremos transferir lo que descubrimos, y vamos desarrollando capacidades para eso. No siempre es una tarea sencilla. Es importante constituir buenos equipos de trabajo para lograrlo.
--¿Cómo se hace la transferencia de ese conocimiento?
--Se hace habiendo crecido mucho en el tema de investigación. La transferencia de conocimiento científico y tecnologías se hace cuando ese conocimiento está arraigado. Hay que tener muy identificado qué problema de la sociedad podría resolverse con el conocimiento que se está generando en un laboratorio. Muchas veces hay que asociarse para transferir conocimiento. Generar vínculos con el medio para conocer la demanda.
"Hoy hay mucha comunicación de la ciencia y esto es positivo porque por un lado se visibiliza nuestro trabajo, y por otro es necesario mostrar a la sociedad en qué invertimos los recursos".
--¿La UNNOBA está en la instancia de transferencia en alguno de los proyectos?
--Hay centros como el Laboratorio de Ensayos de Materiales y Estructuras o el Instituto de Investigación y Transferencia en Tecnología que hacen mucha transferencia y brindan servicios a terceros. Otros centros están en pasos más iniciales. Y en otros la transferencia de conocimientos y tecnología es aún una aspiración. Tenemos una convocatoria propia abierta para generar empresas de base tecnológica con la que buscamos generar las bases para la transferencia del conocimiento que producimos en la UNNOBA.
--¿La sociedad demanda la actividad científica que realiza la Universidad o aún la desconoce?
--Las dos cosas. Por un lado hay una demanda. Pero también hay un gran desconocimiento respecto del tipo de trabajo y de preparación que requiere la investigación científica en determinadas áreas y por sobre todo el tiempo que demanda hacer un desarrollo. Lo bueno es que hoy hay mucha comunicación de la ciencia y esto es positivo porque por un lado se visibiliza nuestro trabajo, y por otro es necesario mostrar a la sociedad en qué invertimos los recursos. Mostrar los resultados de lo que hacemos en los laboratorios con fondos del Estado o del privado es vital.
--¿Cuál es la motivación de los investigadores para publicar?
--Se publica para dar a conocer los descubrimientos al ambiente científico, a la sociedad y a la industria. Alguien en cualquier parte del mundo utiliza tu descubrimiento para seguir avanzando. Eso es increíble. Claro que existe una demanda de la sociedad en general, pero además los organismos de ciencia y tecnología y las instituciones que apoyan la investigación exigen la publicación de resultados. Los organismos que nos evalúan aún privilegian la publicación en revistas de prestigio respecto a la vinculación tecnológica y esto suma el mayor puntaje en la carrera del investigador. Con el tiempo algunas cosas van cambiando en el sentido de la transferencia, pero todavía en nuestro país se investiga para publicar, aunque todos conocemos el valor de la transferencia. Además, las publicaciones posicionan a la institución y la jerarquizan de acuerdo al nivel de producción científica. No es lo mismo publicar en un journal con referato que en uno donde no hay evaluación por pares o no esta indexado, por ejemplo.
--¿Cómo estamos posicionados en el concierto de las universidades nacionales que hacen investigación?
--Si nos detenemos en la cantidad de investigadores, becarios, personal técnico y producción científica, estamos dentro de las universidades chicas o de desarrollo incipiente. Pero si nos ubicamos en los 17 años que tiene la UNNOBA, no estamos mal posicionados en cuanto a las políticas y acciones que hemos llevado a cabo para llevar adelante los desarrollos científicos. Tenemos infraestructura, equipamiento de alto porte y recursos humanos propios. Nos falta mucho. Pero ha habido un crecimiento muy grande. El balance es positivo. Ha sido sostenido el apoyo a la investigación, los que vivimos todo el trayecto lo sabemos y lo valoramos.
--Se habla mucho de la crisis económica y de su impacto en las actividades científicas ¿Esto ha tenido impacto en la UNNOBA?
--Esto se ha sentido indirectamente porque los investigadores que aplican a convocatorias para financiamiento externo han visto condicionadas sus posibilidades, pero la UNNOBA ha salido a sostenerlos con nuevas estrategias para que puedan trabajar y publicar. Nunca se dejó de apoyar con convocatorias, infraestructura y equipamiento para ampliar las capacidades propias.
Hacia el futuro
En relación a los lineamientos que deberían regir la política de investigación de cara al futuro, la doctora Carolina Cristina reflexionó: “Necesitamos seguir fortaleciendo la masa crítica de investigadores para seguir creciendo. Esto es un punto clave que vamos a atender especialmente para poder formar nuevos recursos. Creo que el esfuerzo deberá orientarse a seguir apoyando la formación de doctorado de nuestros graduados y categorizando docentes investigadores en el sistema nacional porque esto nos dará mayores oportunidades y otra visibilidad”.
"Descubrir en el laboratorio el eslabón que puede resolver un problema de la sociedad, es la satisfacción máxima que puede experimentar un investigador".
“Es fundamental instaurar la publicación en revistas científicas de alto impacto con referato. Así funciona el sistema científico nacional e internacional y en esa dirección debemos avanzar”, agregó, la secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la UNNOBA que además realiza su trabajo como científica de UNNOBA y CONICET en el campo de las ciencias médicas, en las áreas de la neuroendocrinología y la oncología.
“En materia de equipamiento e infraestructura venimos creciendo mucho. También, necesitamos desarrollar nuestras capacidades de transferencia tecnológica”, añadió.
La curiosidad por lo nuevo
--¿Se hace ciencia pensando que el trabajo científico puede cambiar algo de la sociedad en la que vivimos?
--El investigador hace ciencia para descubrir cosas. Y cuando va creciendo en su trabajo además advierte que ese conocimiento también podría servir para transformar la vida de alguien. Pero el conocimiento es el motor de la investigación. Es la curiosidad por lo nuevo; es ir armando las piezas de un gran rompecabezas que conjuga el conocimiento nuevo con el existente. Descubrir en el laboratorio el eslabón que puede resolver un problema de la sociedad, es la satisfacción máxima que puede experimentar un investigador.
--¿El sello de calidad a una universidad se lo da la investigación?
--Un investigador es un docente que todo el tiempo está enseñando lo que sabe o lo que descubre. El investigador trabaja con el conocimiento. Eso transmitido al aula, es calidad de educación. Una universidad que realiza investigación de excelencia, brinda una educación integral y eso le aporta al proceso un valor agregado muy grande respecto de una institución que no hace investigación y no genera conocimiento. El conocimiento que puede generar un grupo de investigación, sea en el terreno de las ciencias sociales o exactas, y se vuelque a los estudiantes, le confiere a esa enseñanza otro valor, distinto del que proviene de una institución donde solo se enseña lo que está en un libro. Sin dudas la investigación es la medida de la calidad.
Diseño: Laura Caturla
Posgrado: con la mirada en el futuro
Por Lorena Berro
“Si nos comparamos con universidades históricas y de larga tradición tenemos mucho camino por recorrer, pero si la mirada se centra en la realidad de las universidades contemporáneas, desde la UNNOBA estamos liderando el campo del posgrado”. Con esta apreciación la doctora Adriana Andrés, directora del Instituto de Posgrado de la UNNOBA inició un diálogo sobre la conformación de la oferta de la Universidad y la descripción de las alternativas que a su juicio otorgan “un sello distintivo y de calidad” que además marcan un rumbo institucional en un aspecto estratégico como es el de la formación de recursos humanos altamente calificados para enfrentar desafíos que plantea el futuro en materia de generación y adopción de conocimientos para la resolución de problemáticas complejas.
---¿Cuál es el principal desafío de la UNNOBA en lo que concierne a la formación de posgrado?
---El principal desafío es formar tanto a nuestros egresados como a nuestros docentes, pero también atender la demanda que proviene de los sectores de ciencia y técnica regional, nacional e internacional, y de los profesionales que se referencian en la UNNOBA para continuar con su formación de posgrado.
---¿En el contexto actual es imprescindible el posgrado para el ejercicio profesional?
---Sabemos que la capacitación no termina en el grado y en función de eso es compromiso de las universidades diseñar ofertas que acompañen la formación de los recursos humanos con capacidad de gestionar la generación de nuevos conocimientos. El posgrado debe ofrecer alternativas pertinentes a las necesidades de aquellos profesionales que deberán intervenir en la resolución de problemas complejos y enfrentar los desafíos del futuro. Por supuesto que nuestro principal compromiso sigue siendo con la región; pero vamos avanzando en propuestas para propiciar la formación de recursos humanos a nivel nacional e internacional. Y para esto estamos convocados a ir más allá de las maestrías y especializaciones y comenzar a transitar por los doctorados que son el mayor grado académico que confieren las universidades.
---¿Con el Doctorado en Mejoramiento Genético se están dando esos primeros pasos?
---Exactamente. Este doctorado que es único en el país de algún modo era una deuda que teníamos, pero para lanzarlo primero hubo que sentar bases sólidas. Es decir realizar un trabajo sostenido de conformar planteles docentes y consolidar equipos de investigación. Hay que tener muy claro que la investigación es no solo un concepto central dentro de las universidades sino la piedra fundamental de los posgrados. Es crucial que la formación de posgrado en áreas de ciencia y técnica, vaya acompañada de la investigación y que estos desarrollos tengan impacto directo en el territorio. En el caso de la UNNOBA estas bases están establecidas y por eso fue posible conseguir la aprobación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) para el primer doctorado de la Universidad. El doctorado es, sin lugar a dudas, el salto de calidad que necesitábamos dar como Universidad.
---¿Por qué se cifran tantas expectativas en el dictado de esta carrera?
---En principio porque se trata de una oferta única en el país. Y porque abarca un área de conocimiento en la que la Universidad ha dado muestras de la capacidad que tiene en materia de investigación y transferencia. Estamos en una región estratégica del sector agropecuario donde la genética es el principal driver de los desarrollos tecnológicos de alto impacto, y faltan mejoradores. Pero esto no ocurre solo en Argentina y sabemos que esta carrera puede despertar el interés de profesionales del Cono Sur e incluso de algunos de lugares más lejanos.
Un crecimiento sostenido
La doctora Adriana Andrés reconoció que “aunque hay mucho camino por recorrer” en materia de posgrado, la Universidad ha experimentado “un crecimiento sostenido”. En este punto describió algunas alternativas de la oferta y aportó su mirada respecto de lo que considera son los desafíos.
---Así como en el grado se observa una consolidación de la oferta de la Universidad, ¿esto también ocurre en el posgrado?
---Nos falta mucho por recorrer todavía, pero hemos crecido y esto queda claramente plasmado en nuestra oferta. Por ejemplo, hay dos maestrías que son muy importantes por la temática que abordan y por la transversalidad con que lo hacen. Una es la Maestría en Prevención y Control de las Zoonosis, y la otra es la Maestría en Energías Renovables y su Gestión Sustentable. Ambas atienden temas estratégicos para el país, y dan respuesta a necesidades de formación que tienen muchos profesionales y le aportan a la Universidad un sello distintivo. Algo parecido ocurre con la Maestría en Diseño orientada a la Estrategia y Gestión de la Innovación, una carrera que no solo nos ha permitido extender el alcance territorial, ya que se dicta en Pergamino, Misiones y Mar del Plata, sino que tiene como característica la interdisciplina. Hay otras como la Maestría en Bioinformática y Biología de Sistemas que avanzan en campos muy específicos de la actividad científica y han dado respuestas a la necesidad de formación de recursos humanos en estas áreas. Son todas alternativas que definen un perfil y marcan un rumbo.
---¿Qué rol desempeñan otras alternativas como las especializaciones y los cursos de posgrado no estructurados?
---Los cursos cortos no estructurados apuntan a resolver la demanda del corto plazo y están muy vinculados a las necesidades del entorno. Son alternativas de actualización y deben abarcar todas las áreas del conocimiento en las que la Universidad esté en condiciones de dar respuestas. Las especializaciones son una herramienta más amplia de gestión de los saberes en aspectos propios de cada profesión. Deben ser dinámicas y no competir con las maestrías. Nosotros tuvimos una especialización muy reconocida vinculada a la Gestión de la Innovación y la Vinculación Tecnológica en el Sector Agroindustrial que hoy se transformó en una maestría. Se trata de una propuesta de formación de profesionales con capacidades en la gestión de las innovaciones tecnológicas, de manera que los resultados que se logran en determinadas investigaciones lleguen al medio agroindustrial y se puedan adoptar. Estos conceptos quiebran una tendencia histórica en Argentina donde muchas veces los resultados de la actividad científico-tecnológica no se traducen en mayor competitividad.
---¿Es en el posgrado donde más compromiso la Universidad toma con el futuro?
---Para mí el compromiso institucional nace en el grado. Si no formás correctamente en el grado y en las áreas de interés en las cuales estas proyectando para los próximos 50 años, dudo que se tengan los recursos humanos que luego realizan el posgrado. Es un continuo. Lo que sí sucede en el posgrado es que la oferta se diseña en función de una pertinencia que atiende mucho las demandas reales de la sociedad y esto exige una mirada muy atenta del entorno porque deben brindarse herramientas que les permitan a los profesionales entrenarse en el abordaje de problemáticas muy complejas y anticipar soluciones.
---¿Qué mirada tiene de Argentina en relación a la formación de posgrado?
---Personalmente opino que el país debería plantearse algunas cuestiones en materia de educación. Una de ellas tiene que ver con la edad a la que se termina egresando del grado. Si nos comparamos con otros países del mundo que están a la vanguardia, observamos que egresan de maestrías o doctorados con edades inferiores a 25 años. En Argentina, por diversas razones, una persona termina su formación de grado a los 28 o 30 años, y luego define realizar un posgrado, con la consecuencia de tener una edad avanzada, en la que resulta más difícil insertarse laboralmente. Otra cuestión que entiendo debe ser central es aquella que tiene que ver con la pertinencia de la oferta.
---Tomando esta consideración ¿en qué aspecto considera que debe estar puesta la mirada del Instituto de Posgrado de la UNNOBA para potenciar la pertinencia de su oferta?
---Creo que hay que trabajar fuertemente con la mirada puesta en el territorio. Sabemos que cada vez más las poblaciones que nos rodean, donde se hace agricultura, ganadería y donde funcionan industrias, están muy preocupadas por cómo impactan estos procesos en sus vidas, ya sea, en el agua que toman, en el aire que respiran, en los alimentos que ingieren y en la salud en general. La Universidad ha dado pasos importantes en el abordaje de estas temáticas, hay especializaciones que están tocando aspectos del efecto ambiental, hay cátedras abiertas que ofrecen miradas diversas sobre estas cuestiones. Pero considero que hay que construir una mirada integral que aborde estas temáticas no solo disciplinariamente, sino en forma holística. Entiendo que allí el posgrado tiene por delante un enorme desafío que debe involucrar a toda la Universidad y a las comunidades en su conjunto para reflexionar sobre cuál es el impacto ambiental, socioeconómico y productivo de determinadas prácticas y cómo se legisla sobre estas cuestiones, para así diseñar alternativas de formación que permitan dar respuesta a muchos interrogantes que se plantean en este terreno al tiempo que adoptar conocimientos que posibiliten producir de un modo sustentable.
---¿Cómo está posicionada la UNNOBA en materia de posgrado en el concierto de las demás universidades nacionales?
---Depende con quién nos comparemos. Lo cierto es que la UNNOBA es una Universidad nueva que se ha consolidado muy rápidamente, pero queda mucho camino por transitar. Nuestro mayor compromiso, además del que tenemos con la sociedad, es con nuestros propios docentes investigadores. Que todos alcancen el posgrado y trabajen en investigación es lo que va a imprimir un salto cualitativo porque les va a permitir formarse en las áreas que son centrales a nuestros intereses y a los de la comunidad en su conjunto.
Una radiografía de la agricultura familiar
Por Lorena Berro
La agricultura familiar es un modelo productivo de gran importancia para el país ya que representa al 66% de las familias que viven en el campo y a 250 mil establecimientos productivos que involucran a dos millones de personas. Los datos surgen del último censo nacional agrícola y resaltan la importancia de incluir al sector con políticas activas para garantizar su sustentabilidad.
Con el propósito de caracterizar esta actividad en la región, la Universidad ejecutó un proyecto de investigación del que participaron también profesionales del INTA. La iniciativa tomó como núcleo de relevamiento las ciudades de Pergamino y Junín y permitió hacer “una radiografía” de los establecimientos y su perfil productivo.
El ingeniero Carlos Senigagliesi, director del proyecto, señaló que se tomó como parámetro para la selección de los establecimientos que las tareas, tanto físicas como administrativas, fueran realizadas por familias. Precisó que se realizaron entrevistas para conformar “la tipología de la agricultura familiar” e indagar en los sistemas de producción que se utilizan, al tiempo que alentar algunas acciones de mejora que potencien su “sustentabilidad”.
“Tanto en Pergamino como en Junín existen varios tipos de agricultores familiares que fueron caracterizados en un proyecto de investigación que llevamos adelante y que profundizamos a través de otras iniciativas de investigación y extensión”, planteó.
Tipos diversos
“Hay un tipo de productores que llamamos 'de patio' que son los que producen en la zona periurbana. Son producciones pequeñas que se emplean para autoconsumo. Desde el punto de vista económico, este sistema es poco sustentable porque no cuenta con estrategias definidas para la comercialización de los productos”, describió, refiriéndose a productores que en general se dedican a la horticultura y a la cría de animales de granja. En este grupo hay problemas de productividad, pero también de calidad y comercialización.
Entre los productores pequeños, Carlos Senigagliesi diferenció a los llamados “pequeños productores emprendedores”. "Son aquellos que tienen poca superficie, pero una mirada distinta de la actividad”, caracterizó. “En este grupo hay horticultores, pero que funcionan de manera más organizada. Se dedican a comercializar sus productos abasteciendo a las verdulerías y también los emplean para el autoconsumo. Muchos de ellos son bolivianos, realizan una tarea que demanda mucho esfuerzo físico, pero han logrado progresar. Varios han conseguido comprar la tierra que trabajan y hasta tienen sus propios comercios”, señaló.
“Hay otra tipología definida por aquellos que ven la producción a lo largo de la cadena y se preocupan por generar productos de calidad apuntando al mercado. Es gente que tiene buena formación y que trata de producir con marcas propias, agregando valor”, precisó. Así, comentó que son productores que en general cultivan hortalizas y se dedican a la cría de cerdos. Algunos producen miel y todos tienen la particularidad de observar de forma permanente lo que demanda el mercado para diversificar su producción, son como los describe la investigación “productores dinámicos”.
En vías de desaparición
El investigador de la UNNOBA comentó que existe en la región un grupo de productores que funcionan en “chacras o granjas” que han reducido su tamaño por divisiones de herencias. “Cada charca o granja no supera las 25 o 30 hectáreas y quienes las trabajan son personas mayores, propietarias de la tierra, que hacen una vida austera”.
“Estos productores hacen de todo un poco, comercializan lo que producen, pero la actividad no es rentable más allá de la subsistencia. Los hijos ya no están más en el campo y por esta falta de recambio generacional es un sector que está en vías de desaparición”, prosiguió.
“Hay otra categoría definida por aquellos que trabajan superficies más grandes, son los llamados productores preponderantemente familiares que trabajan 50 o 60 hectáreas en propiedad y arriendan otras superficies familiares”, detalló. Este grupo también está conformado por personas mayores que se dedican a la agricultura, la generación siguiente tampoco se ha quedado en el campo. “Es una tipología que también está en vías de desaparición porque no se ha tecnificado y la maquinaria que emplean ha quedado obsoleta”.
Productores capitalizados
El ingeniero destacó el perfil de los productores preponderantemente familiares capitalizados que son aquellos que trabajan superficies mayores- tienen hasta 100 hectáreas propias y arriendan otras- son más jóvenes, han comprado maquinaria y tienen “proyectos a futuro”.
“Aquí se observa que los hijos están cerca y participan de la actividad y buscan crecer ya sea diversificando la producción agropecuaria como mejorando los sistemas de comercialización”, resaltó.
Un paso más allá
Al evaluar los resultados obtenidos en términos de sustentabilidad, Senigagliesi remarcó: “Los más sustentables son los horticultores. También los productores dinámicos y los capitalizados que tienen potencial de futuro, inventiva y buscan el modo de permanecer y crecer en la actividad”.
En relación a las estrategias que pueden ponerse en marcha para fortalecer la agricultura familiar en la región, puso la mirada en el mejoramiento de los sistemas de producción, en las buenas prácticas y en la búsqueda de herramientas para potenciar el trabajo cooperativo entre los propios productores.
"El sistema de producción hortícola podría mejorar mucho tanto en la tecnología de producción como en las cuestiones vinculadas a la bromatología".
En este punto comentó que la UNNOBA llevó adelante un segundo proyecto de investigación que indagó sobre dos producciones en particular: el sistema de producción hortícola y porcina, ya que ambos tienen mucha incidencia en la región.
Respecto de los productores hortícolas, mencionó que lo que producen representa para Pergamino y Junín entre el 10 y 15 por ciento de lo que se consume en las ciudades. “Esto quiere decir que es una producción que tiene mercado”, marcó.
“El sistema de producción hortícola -continuó Senigagliesi- podría mejorar mucho tanto en la tecnología de producción como en las cuestiones vinculadas a la bromatología. Pero el nudo es la comercialización, que está muy poco organizada. Hoy el productor vende lo que cosecha en un sistema muy informal. El desafío es acercar esa producción de modo directo a los consumidores y para ello es válida la figura del mercado o la feria, que demandaría por parte de los productores un trabajo cooperativo muy beneficioso para ellos”.
"Aquellos que se formaron desde chicos, tomaron cursos y estuvieron vinculados a entidades cooperativas lograron trabajar con un ideal"
Asimismo, advirtió: “Hay un descuido en la aplicación de agroquímicos que requiere de una tarea de control por parte del Estado y contar con instrumentos adecuados para conocer qué tipo de residuos tienen estos productos que se comercializan”.
"En cuanto al sistema de producción porcina, hay una gran posibilidad para esta producción en un contexto en el que el consumo de este tipo de carne va en aumento y se abren mercados internacionales. Sin embargo, a nivel de la agricultura familiar las explotaciones son pequeñas”.
En este punto marcó limitantes vinculadas al capital porque para ser competitivas estas producciones requerirían de inversiones no solo en infraestructura, sino en genética. Así, resaltó la “asociatividad” de los productores como una clave.
“El mercado necesita cantidad y calidad. Un criadero de mil madres invierte en lograr una genética uniforme; para productores pequeños que trabajan en forma individual, esto es más difícil de lograr y por eso es tan importante pensar en formas asociativas y de trabajo cooperativo”.
Transformar la mentalidad
En el plano de los desafíos, el investigador resaltó la importancia de la formación en tanto recurso para transformar la mentalidad del productor. “Cuando uno analiza el perfil de la agricultura familiar de la zona advierte que aquellos que se formaron desde chicos, tomaron cursos y estuvieron vinculados a entidades cooperativas lograron trabajar con un ideal" concluyó resaltando el trabajo interinstitucional logrado en esta experiencia de trabajo que “seguramente deberá fortalecerse para avanzar hacia nuevos desafíos que potencien la agricultura familiar de esta región”.
Cannabis para la salud
Por Lorena Berro
La sanción de la ley que habilita el uso medicinal del aceite de cannabis abrió un horizonte de expectativas en el tratamiento de algunas enfermedades para las cuales existe cierta evidencia empírica de que este producto podría resultar efectivo. Aunque la norma contempla solo la epilepsia refractaria, hay inquietudes respecto de la posibilidad de profundizar los estudios y ahondar en el efecto posible frente a otras.
En este contexto, la UNNOBA lleva adelante un proyecto de Extensión en el marco del cual se desarrollan jornadas sobre Cannabis Terapéutico que sirven para abundar en diversos aspectos vinculados al uso medicinal de esta sustancia e informar sobre el marco normativo vigente. Con gran interés por parte de los participantes de ciudades como Pergamino y Alberti, profesionales de distintas disciplinas que conforman el equipo del proyecto dialogan en forma abierta sobre un tema en torno al cual surgen muchas inquietudes y algunas controversias.
Durante los encuentros se relatan experiencias de familiares de pacientes que utilizan el aceite de cannabis para el tratamiento de diversas patologías, incluso algunas no contempladas en la ley.
El proyecto enfatiza sobre la necesidad de profundizar la investigación en relación a la utilización de esta sustancia en el abordaje terapéutico de distintas enfermedades y aspira a que en algún momento pueda ampliarse la legislación vigente para hacerla extensiva a otros cuadros clínicos, previa validación científica de sus efectos a través de trabajos de investigación.
“Estamos realizando charlas en el marco de un proyecto de extensión que generamos el año pasado y que cuenta con financiamiento de la Universidad”, destacó Paola Ferrero, directora del proyecto de Extensión.“Buscamos tener una noción del panorama de Pergamino y la región sobre las necesidades de las personas en relación a temas de salud y su vínculo con la posibilidad de ser tratados con cannabis o sus derivados”, explicó.
“Nos resulta necesario conocer cuántos pacientes hay o quiénes tienen alguna dolencia que sea candidata para el tratamiento; saber quiénes ya lo están haciendo informalmente, qué médicos están interesados en informarse o en poder adquirir más conocimiento tanto de la parte médica como del contexto legal vigente”, abundó Ferrero.
"El imperativo es generar cierto marco de conocimiento, dado que hay varias cepas y para cada patología aplica una en particular"
En relación al marco legal, la investigadora recordó que existe una ley que promueve la investigación y posibilita el tratamiento de pacientes con un aceite en particular, previa inscripción en un registro. La ley considera muy pocas patologías, fundamentalmente la epilepsia refractaria.
En este punto, consideró que el abanico de posibilidades de uso es mayor y señaló que existen personas con otras patologías que se está tratando informalmente con cannabis o sus derivados. “Esto sucede con otras dolencias como esclerosis múltiple, Parkinson, dolor en pacientes oncológicos”, especificó y opinó: “Todo esto falta ser contemplado dentro de la ley y las posibilidades que los pacientes necesitan para tratar sus enfermedades”.
-¿La investigación que prevé la ley está orientada a ampliar el abanico de patologías que pudieran ser tratadas?
-Sí. Pero es muy difícil porque si bien se habla de que se puede investigar, en términos prácticos eso no está siendo posible como debiera, por varias cosas: el financiamiento destinado a los grupos de investigación, la consolidación de una red formal que esté representada adecuadamente ante los organismos encargados de las políticas de ciencia... a la vez tampoco tenemos acceso de la manera que quisiéramos a los elementos para trabajar, por ejemplo los extractos o los estándares, porque es muy difícil importarlos. Sigue siendo restrictivo porque se lo aborda como una droga de abuso. Todas estas cosas hacen que el marco para investigar todavía siga siendo limitado.
-Los pacientes que lo usan ¿cómo consiguen el extracto para tratar su enfermedad?
-Dentro del marco legal el productos se tiene que importar. Pero lo que la gente hace, y lo ha hecho incluso antes de la sanción de la ley, es tratarse informalmente con extracciones caseras o a través del autocultivo. Si bien algunas organizaciones podrían contar eventualmente con cierto amparo para llevar adelante eso, es inentendible decirle a una madre que no puede tratar a su hijo por restricciones legales. Entonces la gente lo consigue como puede, de donde puede y eso no está bien porque lo que obtienen no necesariamente es lo que necesitan. Hay muchas variedades y tampoco se sabe si la forma de administración es la correcta. Hay mucha gente que se está tratando de una manera que no sabemos si es la que corresponde. El imperativo es generar cierto marco de conocimiento a partir del cual se pueda tener noción, dado que hay varias cepas y para cada patología aplica una en particular. Es decir, no da lo mismo consumir una que otra. Hay mucho que considerar, desde lo agronómico hasta lo biomédico, pasando por la ciencia básica.
-¿Fabricar el aceite de cannabis es posible en el país?
-La fabricación es posible, hasta relativamente sencillo. Pero tiene que estar regulado, tiene que haber un determinado control de las condiciones de esa producción. Mi insistencia es desde el uso terapéutico. Tiene que estar claro, tiene que hacerse y no se hace todavía. Lo que prima es la cuestión prohibicionista.
- Quienes lo usan en un marco de informalidad, ¿están infringiendo la ley?
- Si. Y es un tema complejo, porque esto sucede en función de los vacíos. Todo tiene que evolucionar. Estas cuestiones tienen que estar amparadas para que las personas puedan emplear esa sustancia y para que los médicos puedan prescribirla.
-¿Estas cuestiones no han sido consideradas en la ley?
- La ley es como un título, ahora falta el desarrollo. O bien la reestructuración de la ley donde se especifique que se podrían habilitar determinadas cosas. Eso no pasa. Por lo tanto es una ley en algún punto decorativa porque no alcanza a cubrir todo lo que se necesita. Es un comienzo, es importante y es valioso que exista. Pero es insuficiente.
El equipo de trabajo
El equipo que trabaja en el proyecto Relevamiento sanitario y abordaje educativo sobre el uso medicinal de cannabis y sus derivados en la comuna de Pergamino está integrado por: Paola Ferrero, Manuela Santalla, Natalia Sberna, Ivana Gómez, Marcelo Morante, María Eugenia Amarillo, Sofía del Valle, Lorenzo Morro, Magdalena Diab, Fernando Cejas y Ana Laura López.
Foto de portada: Freepik
Uno de los integrantes del equipo relató su experiencia personal.
Los caminos de la ESI
Por Lorena Berro
En un país donde se debate la legalización o no del aborto, en el que las noticias de abusos sexuales que tienen como víctimas a niños son la moneda corriente; en un contexto en el que las nuevas generaciones conviven con la diversidad y avanzan en nuevas construcciones de su identidad por fuera de los mandatos biológicos, hablar de Educación Sexual Integral se vuelve imprescindible.
Desde el punto de vista de la salud, los índices de embarazo adolescente van en aumento y se incrementan las infecciones de transmisión sexual entre los jóvenes por el mantenimiento de relaciones sin la adecuada protección. Resulta entonces crucial dotarlos de herramientas, para lo cual la escuela cobra relevancia significativa. Sin embargo, y a pesar de la existencia de una ley de Educación Sexual Integral (ESI), su implementación es errática y aparece atravesada por múltiples obstáculos.
En la UNNOBA existe una Cátedra Libre sobre Género y Educación Sexual Integral. En un ciclo promovido por el colectivo Juntada Feminista Pergamino, el tópico "Los caminos de la ESI" fue abordado por Gabi Díaz Villa, licenciado en Educación, con orientación en Educación y Género. En el mano a mano de una entrevista realizada en este marco, planteó los recorridos que ha transitado la institución escolar y marcó algunos desafíos para garantizar el cumplimiento de la ley.
"Las dificultades de implementación de la ESI aparecen cuando algunos preceptos se instalan con violencia"
Integrante del colectivo “Mariposas Mirabal” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Díaz Villa resaltó el valor de algunos hitos que se dieron dentro del sistema educativo para dar cumplimiento a la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) :“Ha sido muy importante, porque porque contar con un currículum a nivel nacional que ampare a los docentes y propuestas para el trabajo en el aula hicieron que muchos se animaran, a título personal, a trabajar esto en las escuelas”.
En este punto remarcó que “en las instancias de concreción del proyecto estuvieron representadas compañeras del feminismo, de las organizaciones religiosas y de otros movimientos, lo que posibilitó llegar a acuerdos que establecieron el 'piso' de la Educación Sexual Integral". "Hoy, bajo el paraguas de la ley, esas bases están construidas”, aseguró.
A su juicio, "las dificultades de implementación aparecen cuando algunos preceptos se instalan con violencia y cancelan la posibilidad de que las chicas y los chicos se apropien del espacio que les brinda la educación sexual integral para plantear sus dudas e inquietudes”.
"... la ESI debe generar una apertura en la que las chicas y los chicos puedan expresar sus dudas reales"
“Los lineamientos de la ley permiten la entrada del discurso religioso y nadie puede oponerse a ello porque hay un ideario institucional que atraviesa. Nadie puede impedir que una escuela católica incorpore en la educación sexual integral sus propios valores morales. Eso va en sintonía con lo que esa escuela propone y con lo que los padres eligen. Sin embargo, el piso de saberes científicos validados que el marco de la ley también plantea otras cuestiones que el dogma católico no acepta”, planteó. Y en este sentido mencionó: “Somos varones y mujeres porque tenemos una identidad de género construida en ese sentido, no porque haya un sexo biológico que determine. Sabemos que el discurso católico no está de acuerdo con eso. Es ahí donde comienzan a primar las formas en que cada escuela negocia y cuanto atravesamiento moral incorpora al trabajar la educación sexual integral”.
“Más allá de esto, desde el punto de vista pedagógico la ESI debe generar una apertura en la que las chicas y los chicos puedan expresar sus dudas reales. Y ya se sabe que lo que se vive como un sermón cancela la posibilidad de apropiación de ese espacio por parte de los chicos”, remarcó.
Resistencias subjetivas
Desde su mirada como formador de docentes, Díaz Villa entiende que los mayores obstáculos puertas adentro de las aulas han sido “subjetivos”, producto de la sensación de inseguridad que sienten los educadores. “Ellos perciben que entre las culturas sexuales juveniles y lo que ellos han vivido hay un abismo y esto los afecta en su seguridad”, expresó.
“Sobre educación sexual los jóvenes saben mucho más que los adultos, en relación a prejuicios discutidos y herramientas disponibles"
“La cantidad de experiencias que las chicas y los chicos de hoy tienen disponibles forman parte de los espacios desde los cuales construyen su identidad sexual y esto para los adultos genera un nivel de inseguridad muy grande”, resaltó.
Así, refirió que este tema pone en discusión el saber docente y por lo tanto su autoridad: “Sobre educación sexual los jóvenes saben mucho más que los adultos, no en términos quizás de conocimiento académico, pero sí en relación a prejuicios discutidos y herramientas disponibles que brindan un saber del que se van nutriendo por fuera de la escuela”.
Formar a los docentes
“Hay un clima de época que impacta en las relaciones erótico-afectivas que los jóvenes están teniendo hoy, lo cual desafía al docente”, reflexionó.
Frente a ello consideró fundamental fortalecer los procesos de formación de los educadores: "Los docentes deben hacer un trabajo de construcción de las propias certezas sobre la sexualidad y para muchos resulta atemorizante que sean los alumnos quienes desafían el saber planteando que nada está determinado. Por eso es tan importante la capacitación, que además de brindar herramientas didácticas y un marco conceptual del cambio de paradigma, propone el encuentro entre pares para compartir preocupaciones y experiencias”.
La lógica patriarcal, el gran obstáculo
Respecto del contexto en el que la escuela debate estas cuestiones consideró que “hay una lógica patriarcal que representa un obstáculo para instrumentar una educación sexual integral real que atraviese a la institución y no quede solo en la incorporación de algunos temas en determinada materia”.
En un recorrido por distintas experiencias, marcó: “Todas las escuelas tienen algún espacio rudimentario de acción, pero el gran desafío es aunar criterios y garantizar recursos para que esas personas que se están cargando al hombro esta cuestión, con mucho trabajo a pulmón, puedan hacerlo respaldadas por un marco institucional apropiado y con la formación adecuada que respete la diversidad”.
"Todo es muy artesanal. Estamos en un momento en el que hace falta política"
En el plano de las cuestiones pendientes mencionó que “en muchas jurisdicciones del país no hay una materia específica dentro de la formación docente” y consideró que "la gran tarea es incluir la ESI en todos los niveles de la educación, desde una perspectiva crítica que permita discutir preceptos establecidos que aparecen como mandato y cómo fórmulas de felicidad que hay que discutir para que las chicas y los chicos puedan imaginar otro futuro”.
En este aspecto, valoró la contribución al debate que hacen los colectivos sociales, como los movimientos feministas, aunque reconoció que “desde la militancia por fuera de la gestión en un gobierno que no abre mesas de diálogo, la acción es muy limitada”.
Igualmente destacó que esos colectivos tienen formas de acercarse a la escuela y generar cierta sensibilización. Sin embargo, opinó sobre estas acciones: "Todo es muy artesanal. Estamos en un momento en el que hace falta política”.
Enfermedades desatendidas
Por Lorena Berro
En 1871 en Argentina se produjo una epidemia de fiebre amarilla con epicentro en Buenos Aires que ocasionó 13.614 muertes. Por entonces la ciudad era una gran aldea de 187.000 habitantes, mezcla de inmigrantes y criollos. Esta enfermedad causada por el mosquito Aedes Aegypti es una zoonosis. En la actualidad siguen reportándose casos y la desaprensión ciudadana respecto de las conductas de cuidado para evitar la proliferación del vector que transmite la enfermedad al ser humano crea las condiciones propicias para generar una epidemia de mayor envergadura, atendiendo a que solo en el conurbano bonaerense la población se cuenta por millones.
Esta es la comparación con la que el doctor Jorge Bolpe, director de Zoonosis Rurales de Azul, se introdujo en un diálogo sobre las enfermedades transmitidas por animales, en oportunidad de abrir la tercera cohorte de la Maestría en Prevención y Control de las Zoonosis que dicta la UNNOBA.
“Las zoonosis son enfermedades transmisibles entre los animales y las personas. Son largamente conocidas e involucran a un gran número de agentes causales. Surgen de la convivencia del ser humano con el reino animal”, indicó Bolpe.
Respecto de la atención que el sistema de salud les presta a estas patologías, el especialista refirió que varias de ellas entran en la categoría de enfermedades desatendidas porque en general son enfermedades que tienen una forma de presentación silenciosa o se manifiestan clínicamente después de haber infectado a la persona muchos años antes.
“... la política de salud se centra en el asistencialismo y esto va relegando los programas preventivos”
“En el caso de las emergentes, como dengue, fiebre amarilla o zika o hantavirus por mencionar solo algunas, como provocan una alta letalidad o situaciones de epidemia, el sistema de salud les presta mucha atención de acuerdo al impacto que tengan en la población”, explicó el especialista y aclaró que en general las tradicionales, tanto parasitarias como bacterianas, “no han tenido desarrollo en cuando a su control como el país merecería”.
“Como nuestro sistema de salud se orienta más a la atención médica de los pacientes, la política de salud se centra en el asistencialismo y esto va relegando los programas preventivos. En este esquemas las zoonosis han quedado un poco olvidadas”, abundó.
Igualmente diferenció que hay ciertas zoonosis como la Fiebre Hemorrágica Argentina, la enfermedad de Chagas o la brucelosis que han contado con programas específicos de control y han logrado importantes avances.
La clave, formar recursos humanos
Para quebrar esta realidad, y evitar las consecuencias que generan las zoonosis emergentes, el especialista resaltó la importancia de formar recursos humanos que tengan herramientas apropiadas para actuar sobre las personas y el ambiente.
En este punto puso el ejemplo del brote de hantavirus ocurrido a principio de año en la localidad de Epuyén, en el sur del país, para referir que “confirmada la transmisión interhumana, la intervención sobre el agente causal y sobre las personas afectadas fue crucial”.
“...estas enfermedades no son erradicables, porque el agente que las produce está presente en la naturaleza...”
Así, sostuvo que en un país que tiene más de 1.300 municipios, es impensable no contar con recursos preparados, capaces de actuar localmente porque el control de una zoonosis depende tanto de la atención de salud de las personas, como de las acciones que se tomen sobre los animales y el ambiente.
A su juicio, en materia sanitaria, este es uno de los serios problemas que tienen los municipios de la provincia de Buenos Aires: “Cuando aparecen situaciones de emergencia como son las epidemias de dengue, hay necesidad de actuar sobre el ambiente y esto requiere de personal preparado para manejar situaciones complejas”.
“Frente a una zoonosis la atención del paciente es imprescindible, pero impedir una epidemia o controlarla, exige actuar sobre el agente causal y sobre el ambiente y esto implica un trabajo constante con la comunidad”.
Una atención dispar
En la opinión de este referente, otro de los problemas que conlleva el control de las zoonosis es que la propia comunidad suele atender a estas enfermedades cuando ocurre un brote u observa cercanamente el impacto negativo de una determinada enfermedad.
“Cuando se manifiestan problemas como zika o chicungunya o se da una situación epidémica que afecta a un núcleo importante de población, la sociedad se alarma, pero si esto no ocurre las acciones de prevención se relajan. Esto es muy peligroso”.
De este modo, volvió sobre la referencia a la historia del país respecto de la fiebre amarilla y recordó: “Argentina tuvo la peor situación epidémica de su historia con una zoonosis como la fiebre amarilla que terminó con gran parte de la ciudad de Buenos Aires. Eso sucedió en el 1800 cuando no había conocimiento del agente causal ni la forma de transmisión. Hoy se conoce mucho más, pero sin embargo, no se termina de tomar conciencia de que con la presencia de reservorios como el mosquito Aedes Aegypti esto puede volver a repetirse con una población totalmente distinta y con un impacto mucho mayor, haciendo colapsar los servicios de asistencia hospitalaria”.
Educar para prevenir
Frente a las zoonosis y lo que representan para la salud de las personas, Jorge Bolpe insistió sobre el “compromiso de la auto-responsabilidad” para señalar que “como ciudadanos no hay que esperar todo de la asistencia hospitalaria”.
“Tenemos que tener una actitud de cuidado de manera tal que nuestra vida se prolongue, sin la necesidad de la atención médica que cada día es más cara y más compleja”, remarcó.
En esta línea y en relación a enfermedades que tienen un componente ambiental, explicó que las modificaciones provocadas por el ser humano suelen tener un impacto negativo y ejemplificó: “Antes las gaseosas venían en envases de vidrio retornable, hoy en día muchos envases son descartables y deberían reciclarse. Sin embargo, quedan dispuestos en cualquier lugar generando una innumerable cantidad de criaderos de mosquitos que antes no existían. Una acción tan sencilla tiene consecuencias para la salud que muchas veces resultan impensables”.
“...en un país que tiene más de 1.300 municipios, es impensable no contar con recursos preparados, capaces de actuar localmente”
“Esas conductas de la población tienen que ser modificadas y esto es muy difícil. Se requiere de una educación ambiental sostenida. Esto va más allá de la información que sirve para que la gente conozca. La educación contribuye a cambiar hábitos”, concluyó.