Ser merecedores del legado Reformista

Por Guillermo R. Tamarit
@RectorUNNOBA

El centenario reformista nos convoca a recoger las mejores tradiciones de la universidad argentina y proyectarlas para enfrentar los desafíos de la “sociedad del conocimiento”.

Este aniversario no supone una mirada nostálgica y poética del movimiento estudiantil de Córdoba, sino una profunda revisión de su actualidad y de su futuro.

En su nacimiento, la Reforma fue parte de los cambios de su contexto histórico: la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el conjunto de los movimientos socialistas y anarquistas y, en nuestro país, las primeras elecciones populares en Argentina, junto al ascenso de la Unión Cívica Radical al poder de la mano de Hipólito Yrigoyen (primer Presidente designado por el voto popular). Todo ello constituirá un nuevo orden mundial y nacional.

En nuestro país comienza a expresarse la juventud universitaria, el movimiento político del radicalismo yrigoyenista que, junto a expresiones del Partido Socialista y de incipientes movimientos de trabajadores sindicalizados, van desplazando el “orden conservador” encarnado por la alianza de sectores clericales, militares y oligárquicos que habían constituido una institucionalidad elitista en la Argentina.

Comenzaba a desarrollarse una “nueva democracia”, que le agregaba a la idea de libertad la de igualdad, con la intención de resolver los problemas sociales a través de la integración y la movilización de los sectores populares.

En la universidad, su correlato fueron los planteos para garantizar el acceso de nuevos sectores sociales a los estudios universitarios y el debate de nuevas ideas y saberes. Propendía a la construcción ciudadana a través de la formación de una nueva clase dirigente surgida de los estudiantes. Implicó un movimiento social y político que daba preeminencia a lo social y colectivo por sobre lo individual. En otros términos, eran la militancia política y universitaria al servicio del cambio social.

Otro carácter determinante del movimiento reformista fue su visión de América Latina como una entidad política y social, cuando se anuncia en el Manifesto la llegada de la “hora americana”. De esta manera, se contraponen los valores europeos, frente al surgimiento y potencia de los “ideales latinoamericanos”.

Esta concepción continental que expresaron en nuestro país Saúl Alejandro Taborda, Deodoro Roca, Julio V. González, entre muchos otros, y que fuera definida como entidad cultural, política y social, tendrá fuerte impacto en Perú, a través de la actuación de José Carlos Mariategui y Raúl Haya de La Torre (fundador del APRA); en Cuba, con Julio Antonio Mella, para mencionar sólo algunos países de América Latina. Ha sido, sin duda, el aporte original argentino de mayor trascendencia mundial.

Contexto actual de la educación superior

El desafío de esta hora para los reformistas es cómo abordar las rupturas de la denominada “postmodernidad”, que nos plantea por un lado la necesidad de formación en superespecializaciones técnicas que sostengan la reproducción del desarrollo tecnológico y por otro lado, nos asigna el rol de consumidores a quienes participamos de la sociedad como trabajadores/ciudadanos.

En este contexto el Estado-Nación cedió espacio a la internacionalización y con él, se disipó y fundió la idea de ciudadanía en el espacio del consumo.

Como nos advierte el profesor Michael J. Sandel: “Debemos debatir el significado moral de los bienes y la manera adecuada de valorarlos… es el debate que no tuvimos durante la era del triunfalismo del mercado. Y el resultado fue que sin darnos cuenta, sin decidirlo, pasamos de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado”, porque su lógica, la del mercado, ha invadido dimensiones de la vida que antes estaban regidas por normas y valores ajenos a la economía.

En este marco el desarrollo tecnológico que envuelve a la sociedad y, especialmente, a los jóvenes se expresa como un gran cambio en los consumos culturales, lo que condiciona radicalmente, entre otras cosas el proceso educativo.
La “hiperconectividad” y su sensación de que todo llega tarde, la “hipernegatividad” y su correlato de que todo es insuficiente, la “hipersubjetividad” que desalienta los proyectos comunes y la intoxicación digital, con los denominadas fakes news o noticias falsas, genera un proceso de desinformación deliberada, que impugna a las instituciones y sus valores. En este contexto se desenvuelve la educación superior.

Una de las consecuencias de este modelo de consumo, contrario a los objetivos de una universidad, lo explica Vicente Verdú: “La imagen ha ganado mucho terreno a la imaginación. La emoción ha robado prestigio a la reflexión. Lo instantáneo, el suceso puro, vence al proceso y a la reflexión, prevalece la cultura de la imagen que apela a la emoción, en un mundo instantáneo de sucesos puros”.

Nuestro desafío como universitarios abarca a su vez la nueva dinámica del mundo del trabajo. De acuerdo con los especialistas, 5 millones de puestos de trabajo desaparecerían en 2020 a manos de la tecnología. La inteligencia artificial a la vez que creará entre 50 y 60 por ciento de nuevas actividades laborales, hará crecer en forma exponencial la productividad. La mano de obra, como fuerza motriz, será desplazada y solo influirá relativamente en la generación de riqueza. El impacto previsto de la inteligencia artificial en el modo de producción es equivalente a 3000 veces el que tuvo la Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII. Y formar a las generaciones que participaran de este proceso, supone un reto adicional.

Los desafíos de la educación

Nuestra actividad supone brindar formación técnico-profesional a la vez que formamos ciudadanos, lo cual debe hacerse de manera crítica. Como sostiene el profesor Rodríguez Días “formar profesionales competentes no es lo mismo que formar a través de competencias. El individuo diplomado por la universidad no solo tiene que ser competente, esto es obvio, sino que también debe ser responsable. Tiene que ser consciente de su papel en la sociedad y no ser, simplemente, un instrumento para la producción de riquezas de las grandes empresas. Además, entrenar a alguien para un mercado de trabajo que meses después puede no ser el mismo, representará para los individuos colocarse en una situación de permanente precariedad”.

Convivimos con parte de estas transformaciones. En el caso de las ofertas educativas, la posibilidad de enseñanza personalizada a través de tutores inteligentes, la robótica educativa, los desarrollos en neurociencia cognitiva, entre otros, son ejemplos de esta realidad.

También sabemos que aquellos países que inviertan en el capital social contarán con una ventaja competitiva, podrán preparar a sus jóvenes en las habilidades necesarias para crecer y responder a las demandas económicas, sociales y políticas del siglo XXI.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología como política de Estado, en colaboración con las empresas y las instituciones de la sociedad civil; promoviendo la innovación para la inversión productiva; dando impulso al desarrollo de la infraestructura; con instituciones sólidas y transparentes; el cuidado del medio ambiente; y el establecimiento de estrategias de largo plazo, plantean el contexto a partir del cual podremos imaginar acciones concurrentes que dejen atrás los ciclos de frustración que han caracterizado a nuestra región.

Hoy los países desarrollados y aquellos que aspiran a serlo, apuestan a consolidar sociedades del conocimiento, a partir de valores como la verdad, la creatividad, la justicia y la democracia. Las sociedades integradas, que comparten una visión de futuro común, tienen mejores oportunidades para su desarrollo. Una educación inclusiva y de calidad es el punto de partida para enfrentar los desafíos que nos plantea la sociedad del conocimiento.

Desafíos del movimiento reformista

Este es el contexto para el nuevo desafío reformista: entender a las universidades como una herramienta fundamental para acortar la distancia entre la revolución tecnológica, el estado de la educación y la cultura de nuestros ciudadanos. Entender a las universidades en el contexto de una comunidad que debe avanzar de manera conjunta, para lo cual este tipo de instituciones deben ubicarse como parte del sistema de educación conjunto, buscando soluciones de manera integral.

Al mismo tiempo, se deben incorporar las demandas de igualdad, respetando la diversidad cultural, asumiendo las perspectivas de género y aceptando las diferencias culturales y religiosas; manteniendo la capacidad de incorporarnos al proceso de internacionalización de la educación sin dejar de alentar la integración regional.

Debe remarcarse que nuestros objetivos de investigación científica y tecnológica no deben abandonar los desafíos de ayudar en la generación de trabajo, combatir la pobreza y promover el desarrollo sostenible. De estos compromisos debe estar presente siempre la necesidad de una rendición social de cuentas ante los ciudadanos, que son quienes con sus impuestos sostienen el sistema de educación pública.

Aun en tiempos complejos para el país, no debemos renunciar a los objetivos de cambio social que siempre planteó el movimiento reformista, ya que hoy las universidades públicas como instituciones y el movimiento estudiantil representan un espacio contracultural que cuestiona un paradigma hegemónico de la denominada “globalización asimétrica” que, por definición, genera desigualdades en las sociedades de los países en desarrollo.
Debemos construir la mejor herramienta para que quienes no llegan aún a la universidad de calidad, puedan encontrarse con su mejor destino.

La Reforma Universitaria no es una meta, es la larga marcha de poner a la Educación Superior al servicio de los sectores populares.


El movimiento reformista durante el peronismo

La relación de los universitarios reformistas con el peronismo fue de oposición y conflicto. El gobierno de Perón avanzó en lo que se conoció como “democratización de la universidad pública”, pero retrocedió en una de las conquistas reformistas: la autonomía universitaria.

“De tal modo, medidas como el otorgamiento de becas (1947), la creación de la Universidad Obrera Nacional (1948, base de la UTN), la eliminación de los aranceles, la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (1949) y la supresión del examen de ingreso (1953), nos hablan de una democratización del acceso a la universidad”, asegura la socióloga Nayla Pis Diez, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del CONICET. Pero advierte que al mismo tiempo “fueron suprimidas las conquistas más importantes del movimiento estudiantil reformista en lo que hace a la democratización política de la universidad, es decir, a la ampliación de la participación en el gobierno universitario”.

La investigadora, que además integra el Centro de Estudios para el Cambio Social (CECS), sostiene que los entretelones y matices de este enfrentamiento se pueden pensar desde diferentes factores históricos nacionales e internacionales; algunos universitarios y otros más políticos. “Cuando analicé esta cuestión para el caso del Movimiento Estudiantil de La Plata, en ese período histórico pensé una respuesta en esa clave: multicausal. Los factores son, por un lado, lo que sería el ‘recuerdo’ del golpe de 1943, del cual Perón fue parte, donde los grupos católicos y antirreformistas pasaron a dominar los espacios culturales y educativos. Tengamos en cuenta que ellos [por los católicos] eran los enemigos históricos de los reformistas. Hubo también medidas concretas, intervenciones a las universidades o ilegalizaciones de centros de estudiantes que ayudaron a esa oposición. A lo que sucedía en la educación y la política argentina, hay que sumar la influencia del contexto internacional y la Segunda Guerra Mundial. La identificación de muchos miembros del gobierno militar con el fascismo fue otro elemento que definió una oposición. Pensemos además que la FUA, en su tercer Congreso Nacional (1942) proclamó la incompatibilidad entre la Reforma y el ‘nazismo’ y su adhesión al bloque de los países aliados”, contextualiza Pis Diez.

“El esquema de pensamiento con que los universitarios concibieron al peronismo -interpreta Pis Diez- se encontraba inmerso tanto en las lecturas que realizaron partidos como el socialista o el radical; como en el juego de opuestos democracia/totalitarismo que marcaba la realidad europea. En síntesis, una avanzada antirreformista en las universidades y una situación política signada por ciertos temas es lo que fue delimitando esa relación de oposición que no hizo más que acentuarse durante el período”.

¿Democracia social vs. democracia política?

La política universitaria del gobierno peronista comenzó a tomar forma con la sanción de la Ley 13.031 en el año 1947, norma por la cual los gobiernos de las universidades pasaban a depender del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). De esta manera, el PEN designaba tanto al rector como a los profesores.

“Constituida la universidad y los reformistas en activos opositores al gobierno, un nuevo ordenamiento político fue sancionado. Como vemos, fueron suprimidas las conquistas más importantes del movimiento reformista en lo que hace a la democratización política de la universidad, es decir, a la posibilidad de autogobernarse y participar en el gobierno”, señala Pis Diez y añade: “La reacción frente a la sanción fue de oposición. Pensemos que fue una Ley que barría con principios importantes de la Reforma, como el cogobierno y la participación política estudiantil”.

Pero por otra parte, la Ley contemplaba el otorgamiento por parte del Estado de becas que permitirían a los estudiantes transitar gratuitamente sus estudios superiores. En consonancia con esta iniciativa, durante el decenio peronista se llevaron adelante una serie de medidas que apuntaron a democratizar el acceso a los estudios superiores: eliminación de los aranceles y la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (1949), supresión del examen de ingreso (1953) y creación de la Universidad Obrera Nacional (1952).

Para la socióloga, “estas medidas, muy identificadas con el peronismo, no estaban en las banderas de la Reforma en los inicios”. “Creo que más allá de defender una postura u otra sirve ver la cuestión de forma relacional, entendiendo las posiciones de los actores. En mis trabajos he planteado las ideas de ‘democratización social’ y ‘democratización política’ como banderas o ejes, no opuestos entre sí. De esta manera, los actores pasaron a defender una u otra bandera. El tipo de medidas que comentaba se ubican en el primer eje, que no era precisamente el que más movilizaba a los estudiantes reformistas que, además, estaban ilegalizados”.

La política universitaria peronista y el movimiento estudiantil

Dentro de este contexto social y político que se abría en el país, los claroscuros y matices de la gestión del gobierno de Perón respecto a la vida universitaria fueron evidentes. Nayla Pis Diez analiza: “Hubo una nueva forma de concebir a las universidades. Y creo que sirve más ver de forma articulada las características de la política universitaria peronista, entendiéndola no solo a partir de lo que anuló sino también como ‘modelo’. Sus innovaciones se pueden ver en dos planos, uno de ordenamiento interno y otro externo, que nos habla de las funciones de la educación, como de una nueva relación con la economía y la política. A diferencia del reformista, este modelo se caracterizó por el abandono de los principios liberales aplicados a la universidad: la autonomía, la democracia interna, y hasta la participación política y el pluralismo ideológico. Este aspecto es seguro el que más asociamos a la universidad peronista, el control ideológico y autoritarismo político, traducidos en exoneraciones y formación política obligatoria, entre otros”.

Para el gobierno peronista se trató de “arrebatar las facultades de las manos de las élites oligárquico-liberales que se habían instalado en ellas como en cotos privados, ajenos a los intereses mayoritarios”, mientras que para la oposición lo que se buscaba era barrer con las conquistas históricas del 18, para poner a la Universidad al servicio del poder.

Fue así que la militancia universitaria reformista se unió en un fuerte frente opositor que abarcó a independientes, radicales, socialistas y anarquistas.

La Ley 14.297 y la “peronización”

A fines de 1953 se sancionó una nueva legislación universitaria, la “Ley Orgánica de la Universidad” (Ley 14.297), cuya finalidad expresaba el abandono de “una política de no política” sobre las universidades, según formula Pis Diez. “Se levantó la prohibición de hacer política en las universidades que existía antes, pero, al mismo tiempo, la que se habilitó era solo la peronista, oficial. Por esto también es conocida como la ley de la ‘peronización’. Es importante decir que ratificaba la gratuidad de los estudios, establecida ya por decreto en noviembre de 1949. Pero también impulsaba la creación de cursos de formación sobre cultura e historia argentina, que eran obligatorios y fueron muy resistidos por los reformistas, que los entendieron como espacios de adoctrinamiento. Por último, también incluyó cambios en el gobierno universitario, uno de los más importantes fue el siguiente: los representantes estudiantiles solo podrían ser elegidos de una entidad oficial. Ningún espacio reformista lo era, por lo cual, la única habilitada para hacerlo fue la Corriente Gremial Universitaria”, la cual estaba integrada por universitarios peronistas.

De esta manera, la famosa frase del Manifiesto Liminar de 1918 “los dolores que quedan son las libertades que faltan”, seguía vigente aún en las décadas del cuarenta y cincuenta, y cobraba nuevos sentidos para los reformistas de la época.



La unión obrero-estudiantil, luego de Perón

Según Nayla Pis Diez la consigna “unión obrero-estudiantil” se constituyó en clave del ideario reformista desde los inicios del movimiento. Décadas después, la intromisión del peronismo en el gobierno de las Universidades y la cesantía de profesores reconocidos (que no eran afines ideológicamente al peronismo) fue un punto conflicto entre los sectores populares peronistas y los universitarios reformistas.

Estos dos grupos volvieron a converger para rechazar la afrenta a las libertades democráticas y al modelo económico de la dictadura de Pedro Aramburu (1955-1958). Unidos en sus esperanzas también estuvieron durante el gobierno constitucional posterior de Arturo Frondizi (1958-1962), el cual fue apoyado por un gran frente popular. La decepción posterior por algunas medidas de Frondizi no hizo más que consolidar la alianza obrero-estudiantil.

El debate entre “universidad laica o libre” (1958) resulta fundamental para entender el reformismo de este período. Ocurre cuando Frondizi decide reglamentar un artículo que, desde Aramburu, establecía la posibilidad de que las universidades particulares, o “libres”, expidieran títulos que habilitasen a sus egresados a ejercer profesionalmente. Esto suscitó la oposición al proyecto de grupos reformistas y obreros que veían en la Ley la posibilidad de crear dos modelos universitarios. En rigor, y tal como plantea Pis Diez, “no se trataba de un debate respecto de la libertad de pensamiento y enseñanza sino de la posibilidad de creación o no de universidades del privilegio”.

Pese a la resistencia que suscitó la reglamentación de la Ley (con una manifestación convocada por la FUA de más de 250.000 personas), ésta fue finalmente aprobada por el Congreso.


Un grito de libertad

La Reforma Universitaria de Córdoba fue para Carlos Tünnermann Berheim la iniciativa que más contribuyó a dar “un perfil particular a la Universidad latinoamericana”. “El Movimiento originado en Córdoba logró muy pronto propagarse a lo largo y ancho de América Latina, demostrando que constituía una respuesta a necesidades similares experimentadas en toda la región”, sostenía el exministro de Educación nicaragüense en su libro, publicado en 2008, Noventa años de la Reforma Universitaria.

Sin embargo, resulta oportuno preguntarse: ¿cuáles eran condiciones particulares de esa “oscura Universidad mediterránea” que permitieron imaginar una transformación tan significativa y perdurable para las instituciones universitarias de hoy?

Guillermo Quinteros, doctor en Historia e investigador de la Universidad Nacional de La Plata, intenta recrear el contexto cordobés previo al “Grito de Córdoba” para luego comprender el fenómeno posterior: “Es posible que buena parte de los cordobeses y, en particular, quienes pertenecían a los claustros universitarios, continuaran pensando de forma parecida a quienes planteaban la especificidad de una identidad cordobesa. Una de sus características principales, en oposición a la identidad porteña, era su fuerte anclaje en la religión católica, que se había mantenido de alguna manera más pura por no haber sido permeada por las corrientes cosmopolitas típicas de los puertos”.

Precisamente, los estudiantes se rebelan, en una primera instancia, contra ese clericalismo que dominaba las aulas universitarias. Quinteros profundiza: “Toda una manera de pensar el mundo, la historia, el conocimiento, a partir de un dogma de fe, resultaba contrario al pensamiento científico del momento”. De alguna manera, el laicismo ocupó un lugar central en la ideología reformista porque “sintetizaba la apertura mental que los estudiantes reclamaban”. Y añade: “Ya desde fines del siglo XIX, se estaba planteando en algunas escuelas fundadas por Sarmiento que la ciencia tenía que ser experimentada, porque esa era la manera no sólo de aprender, sino de generar un pensamiento propio”.

Más allá del programa particular que la Reforma Universitaria instauró para las universidades, el estallido estudiantil “detona” a partir acontecimientos puntuales que los estudiantes cordobeses no estaban dispuestos a admitir. “Surge como una reacción a la eliminación de lo que se conoce como el internado y las prácticas de los estudiantes de medicina en los hospitales. ¿Qué significaba esto? Nada más y nada menos que la imposibilidad de los aspirantes a médicos de realizar prácticas con pacientes de carne y hueso. Es decir, se veían constreñidos al saber teórico”, relata Quinteros, quien es compilador del libro Voces de La Reforma en la Universidad Nacional de La Plata. 50 años de dirigencia estudiantil (en proceso de evaluación editorial).

Según Quinteros, el reclamo específico involucró distintos aspectos: “Por un lado, se consideraba que la formación académica resultaba insuficiente para el ejercicio de una profesión. Había, también, un problema social, ya que por la eliminación de los internados se dejaba afuera a una parte de los estudiantes con menos recursos”. No obstante, se puede “leer” también la situación de Córdoba como un reclamo de una clase social en ascenso que, a través del estudio, esperaba obtener los créditos necesarios para mejorar su status, en el contexto del primer gobierno elegido democráticamente y por voto popular de la historia argentina: “Una de las aspiraciones burguesas de los hijos de las clases medias era lograr una mejor performance en el seno de la sociedad. De manera tal que esta juventud de Córdoba buscaba, en principio, que no se les cerrara el camino hacia el logro de una modernidad más plena, para decirlo en términos generales”.

Al rememorar los hechos puntuales de la rebelión estudiantil de Córdoba, puede llamar la atención y resultar difícil de comprender que los mismos estudiantes que en el Manifiesto Liminar se refirieron a la llegada de la “hora americana” entonen La Marsellesa al marchar por las calles de la ciudad. Quinteros contextualiza el sentido que este himno cobraba en el reclamo estudiantil: “Era el símbolo de la Revolución Francesa y si hay algo que esa revolución representó para toda la humanidad fue la lucha contra la opresión. Desde entonces quedó como un himno de la libertad y toda vez que se presentaba una circunstancia de opresión como derivado de lo viejo, de lo atrasado y perimido, se cantaba La Marsellesa”.

En esa línea, Quinteros profundiza las características de lo que llama “ideología reformista”, en la que convergían diferentes corrientes (anarquistas, socialistas, radicales, comunistas): “El grito fundamental en junio del 18 fue de libertad y ello suponía la pluralidad de ideas, la tolerancia y el respeto hacia lo diferente, la garantía por parte de los poderes para practicar los mecanismos de representación. Eran ideas profundamente liberales, predominantes en la época y muy afines a la Unión Cívica Radical. Pienso que ello favoreció el apoyo de Hipólito Yrigoyen a la Reforma. Pero todavía estaba lejos la idea de conformar una agrupación universitaria que fuera la expresión partidaria de tal o cual partido. Posiblemente, los elementos de contención giraban en torno, al menos en los comienzos, a la percepción de que tenían enemigos comunes contra quien luchar, independientemente de la identidad que cada uno sustentara”. Y añade: “Todas las corrientes coincidían en luchar contra todo resabio de lo que llamaban colonialismo”.

Para terminar de perfilar aquella ideología reformista de los inicios, el doctor Quinteros ilustra: “Las bases ideológicas genéricas impulsoras se encontraban en el liberalismo, en los ideales burgueses que suponían el ascenso social, en un idealismo que se manifestará de diferentes formas, tales como el pacifismo, el antimilitarismo y lo que, según entiendo, fue el primer antiimperialismo”.

¿Jóvenes sin maestros?

En el Manifiesto Liminar, documento de base de la Reforma Universitaria (fechado el 21 de junio de 1918 y redactado por Deodoro Roca), aparece doce veces la palabra “juventud”. A lo largo del texto, los “jóvenes heroicos” se ubicaban del lado de la ciencia y de la democracia, luchando contra la tiranía y la mediocridad que representaban, desde su punto de vista, el cuerpo de profesores de la Universidad de Córdoba. “Las Universidades han llegado a ser fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil”, aseguraban.

No obstante, Quinteros intenta ser prudente diferenciando la arenga de la percepción que los estudiantes tenían de sí mismos: “Me parece que el grupo que encara la rebelión y las gestiones posteriores se percibe como un sujeto partícipe de la historia, que no quiere que lo dejen fuera de la cosa pública universitaria. Hay una disposición constructiva y de aceptación del lugar que ellos debían ocupar, más modesto que el proclamado”.

Uno de los momentos más emotivos del documento es cuando los estudiantes se refieren a lo que, para ellos, debería ser la enseñanza: “La autoridad, en un hogar de estudiante, no se ejercita mandando sino sugiriendo y amando: enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una obra de amor a los que aprenden”. A esta altura, cabe preguntarse: si ellos se rebelaban contra la autoridad de un cuerpo de docentes, a quienes consideraban indignos de ser sus maestros pero, por otra parte, exaltaban el valor de la enseñanza, ¿quiénes fueron, entonces, sus referentes? El profesor Quinteros reflexiona: “El Manifiesto Liminar critica a los profesores por ejercer una práctica docente en la que no había espacio para pensar. Muy probablemente estaban buscando nuevos maestros. Los van a encontrar, pero luego, porque personajes tales como Alejandro Korn, Alfredo Palacios, Manuel Ugarte, Aníbal Ponce, Saúl Taborda, y también José Ingenieros, Sergio Bagú, José Carlos Mariátegui, Víctor Haya de la Torre, el propio [Gabriel] del Mazo, y muchos más, son todos intelectuales que suscribieron a un ideario reformista en proceso de construcción”.

La cuestión social

De acuerdo a Tünnermann, el programa de la reforma “desbordó los aspectos puramente docentes e incluyó toda una serie de planteamientos político-sociales”. Entre ellos aparece las preocupación del rol de la Universidad y el aporte de ella a su sociedad. Según el autor, durante el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios (julio de 1918) se formula un programa completo de la Reforma que, entre otras cuestiones, incluye la extensión universitaria. En otras palabras, se comienza a bosquejar de qué manera la institución debía relacionarse con su comunidad.

Para Quinteros, existen antecedentes previos de lo que llama preocupación social de la Universidad. El docente, también extensionista, recuerda: “Siendo Ministro del Interior, Joaquín V. González elabora una ley nacional del trabajo a raíz de la cual encarga en 1904 a Juan Bialet Massé el primer informe sobre las condiciones de la clase obrera en la argentina. ¿A qué viene esto? Se reconoce en González y en un grupo de dirigentes de la élite gobernante ser los precursores, aunque resulte paradójico, de la tímida puesta en agenda de la cuestión social”. Sin embargo, aclara: “Para 1918 la función social de quienes tenían acceso a la Universidad no tenía el desarrollo que, en todo caso, tuvo décadas después. No obstante, este tipo de sensibilidad para con los problemas sociales comienza a ser objeto de atención proponiendo la Extensión Universitaria como mecanismo para traspasar los límites de los claustros. Ciertamente este concepto, el de extensión, era todavía muy vago y lo seguirá siendo por mucho tiempo, pero denotaba una preocupación que probablemente todavía no supieran cómo resolver”.

-A cien años de la Reforma, ¿considera que el movimiento contribuyó a otorgar mayor calidad a las Universidades y a mejorar la sociedad?

-Considero que sí, que fue muy positivo visto lo acontecido a lo largo de estos cien años. Claro que hay cuestiones a mejorar en todos los aspectos: docencia, investigación, extensión, divulgación científica, nuestra relación con el Estado, nuestras relaciones con las provincias y con el sistema de educación. Entonces no hablaría de mayor calidad porque habría que considerar períodos y sería muy largo. Me inclino a pensar que una cosa ha perdurado, y es una de las pocas cosas que debieran seguir abonándose: la idea de que cada uno de los estudiantes que ingresa a la Universidad puede, junto con otros, cambiar el mundo. Parece grandilocuente pero es así, porque los principios de la Reforma llevados a la práctica implicaban trabajo, investigación original, resolución de problemas, pensamiento libre. Entonces, si los favorecemos, es posible que mejoremos mucho.


Chau efectivo

La reducción del uso de dinero en efectivo, junto con el incremento sostenido del empleo de transferencias y pagos electrónicos, configuran una tendencia cada vez más asentada en las economías más desarrolladas del mundo. En Argentina el proceso ha sido algo más lento pero se está consolidando paulatinamente.

En ese marco, la actual administración central apunta a profundizar ese camino a través de algunas medidas puntuales. El contador Marcelo Storani, secretario Académico de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNNOBA, puntualiza: “Se empezó a desarrollar un programa para que los contribuyentes paguen sus obligaciones tributarias y fiscales a través de los Volantes Electrónicos de Pago, normalmente denominados VEP”.

De esta manera, la Administración Federal de Ingresos Públicos apuesta a que las liquidaciones de algunos tributos se hagan a través de pagos electrónicos. Storani detalla que el organismo acepta seis formalidades: home banking, débito automático, débito en cuenta en el cajero automático, débito directo en una cuenta bancaria, pago telefónico con una tarjeta de crédito, y pago con tarjeta de débito en las entidades recaudadoras.

Asimismo, desde el Banco Central se desarrolló, a través del Banco Nación, el programa PIM, un monedero virtual mediante el cual se les paga a los beneficiarios del plan Progresar, mientras se piensa en extenderlo a otros programas sociales. “La idea del PIM es la de poder acreditar en el celular el pago de esta asignación y, de una manera muy simple, poder pagar bienes y servicios”, detalla el contador.

Beneficios

El pago electrónico y la eliminación o disminución del uso del dinero efectivo tiene consecuencias beneficiosas, que pasan por la seguridad y la rapidez. “Si te roban el celular, tenés a salvo tu cuenta porque se paga a través de una clave, mientras que si te roban el billete, lo perdiste”, ejemplifica Storani. Y agrega: “Hoy en día, en Capital Federal y otros lugares se ve cómo se paga el transporte con la SUBE, una tarjeta personalizada que, en caso de perderla, recupera el crédito que tenía cuando saca otro plástico”.

De acuerdo al docente de la UNNOBA, eliminar el uso de efectivo trae aparejado una disminución significativa de los costos logísticos: “En la actualidad trasladar dinero es muy caro. Si una empresa solicita a una entidad bancaria que le administre un sistema de recaudación de efectivo, los bancos le van a decir que no, o le van a cobrar muy caro. Se intenta manejar el dinero a través de transferencias, evitando el movimiento del físico”.

Sin retorno

Para Storani, esta tendencia es “un camino que no tiene retorno”. Y en tal sentido, agrega: “Antes nos costaba tomar la decisión de pagar un impuesto por internet. En la actualidad, evitamos hacer la fila y dedicamos ese tiempo a otra cosa. Lo podemos hacer desde nuestra casa, a cualquier hora sin esperar a que esté abierta la boca de cobranza”.

En ese escenario, resta “coordinar varias patas” para que este sistema termine de implementarse en el país. “No creo que sea algo rápido o de un día para el otro, pero cuando uno hace una mirada retrospectiva a cinco años atrás, ve cómo han cambiado nuestras costumbres en el tiempo. Yo creo que con esto ocurrirá algo similar”, concluye Storani.


“La energía renovable será la próxima energía dominante”

Para Silvina Carrizo la energía es un factor “clave” en el bienestar de las poblaciones. Desde el Centro de Estudios sobre Territorio, Energía y Ambiente (TEAM), que dirige en la UNNOBA, planteó una perspectiva que trasciende lo meramente técnico y comprende la problemática desde el aspecto social. “Sin energía, no podés hacer funcionar el tractor, no podés refrigerar los productos de primera necesidad, y ni siquiera podés obtener justicia, ya que no accedés a la información necesaria para realizar una elección a la hora de votar”, sostuvo.

Aun cuando Argentina se encuentra en segundo lugar como poseedora de los recursos gasíferos, existen un millón y medio de argentinos que no tienen acceso a la electricidad y consumen leña como combustible. “No nos faltan recursos de gas y petróleo, lo que nos falta es la capacidad y la tecnología para aprovechar esos recursos. Es necesario seguir invirtiendo para suplir lo que en estos momentos se importa y, por ende, es más costoso”, insistió.

Hacia la sustentabilidad

Sin embargo, la tendencia mundial apunta hacia los recursos renovables, como la energía solar y eólica. Para la doctora Carrizo, este tipo de energías alternativas son las que tienen el mayor potencial de crecimiento en el mundo. “Se pretende hacer una transición hacia las energías renovables, disminuir el uso de petróleo y gas para aprovechar estos recursos”, explicó.

La especialista, cuyo tema central de investigación es “Redes de energía y transformaciones territoriales en la Argentina del siglo XXI”, hizo hincapié en la importancia de la transición hacia ese nuevo modelo: “Es un cambio lento y se requieren demasiadas transformaciones, tanto económicas y tecnológicas, como sociales y culturales”.

De esta manera, en los próximos años se asume la convivencia entre ambos modelos, por lo que es necesario desterrar ciertos prejuicios: ni los combustibles fósiles son tan malos ni las energías renovables son totalmente inocuas. “Para tener energía renovable se necesitan baterías de litio. Para construir un panel fotovoltaico o un molino eólico se necesitan otras actividades como la minería”, ejemplificó. Sin embargo, “todavía no se puede funcionar sin los combustibles fósiles”.

La investigadora remarcó que las transformaciones demandan muchos años, tal como ocurrió cuando se pasó del carbón al petróleo, que tardó ochenta años. “Son desafíos tecnológicos, cambios que ha tenido la sociedad. Imaginemos lo que era la vida antes del carbón, cuando todo era fuerza humana o animal; después vino el carbón que hoy decimos que es tóxico y contaminante, pero para la humanidad fue un desarrollo enorme como lo fue el petróleo también”, rememoró.

En esa línea, Carrizo aseguró que la transición es ineludible, aun cuando demandará décadas: “La energía renovable va a ser la próxima energía dominante, pero va a tardar en posicionarse, ya que cualquier cambio en este sentido implica inversión en infraestructura”.

Los países referentes en relación al uso eficiente de las energías son Alemania, Suecia y Dinamarca. “Alemania ha apostado a hacer una transición más rápida a la energía renovable y sus programas son de referencia. En tanto en Suecia, los promotores y los más comprometidos son los municipios, que pautan consignas y objetivos. Ellos determinan el plan de utilización energética: cómo y qué tipo de energía van a consumir, y lo van realizando progresivamente, fijando estrategias que se revisan y se ajustan”, explicó.

Carrizo enfatizó que hay mucho para hacer en materia energética desde los diversos ámbitos. Detalló que desde su profesión [es arquitecta y doctorada con un diploma de estudios avanzados en la Universidad de París] “se puede trabajar mucho para lograr ciudades sustentables, por ejemplo en aislación y diseño bioclimático, para aportar a la reducción del consumo energético y de emisiones de dióxido de carbono”. Incluso en las viviendas hay muchas medidas que colaboran con la sustentabilidad, como la utilización de equipamiento moderno y eficiente.


DOS POSGRADOS EN ENERGÍAS RENOVABLES

La doctora Carrizo dirige la Maestría en Energías Renovables y la Especialización en Energías Renovables que comienzan a dictarse en marzo de 2018.

Para más información consultar al correo posgrado@unnoba.edu.ar o al sitio web http//www.unnoba.edu.ar/posgrado


“Quizás la sociedad deba aprender a no tener miedo”

Alexis Rodríguez tiene 40 años y vive en Pergamino desde los 16. Tiene una discapacidad visual severa y sobre el final del ciclo lectivo 2017 egresó de la Tecnicatura Universitaria en Gestión de Pymes que se dicta en la UNNOBA. “Estudiar una carrera universitaria era una asignatura pendiente”, afirma y asegura que fue su esposa Fanny, con quien se casó en 2009, la que lo alentó a inscribirse en la universidad. En una entrevista con El Universitario habló de su condición de no vidente y de cómo el esfuerzo, la dedicación y el apoyo incondicional de los suyos le permitieron alcanzar el título.

-¿Por qué elegiste esta carrera?

-Siempre me gustó la tarea empresaria y emprender. Además tuvimos emprendimientos familiares, es decir, crecí vinculado a esa tarea.

-¿Cómo había sido tu experiencia educativa antes de llegar a la Universidad?

-Había hecho parte de los estudios primarios en Lincoln. A mitad de mi escolaridad, como yo tenía una discapacidad visual importante, surgió una diferencia con las autoridades de la escuela a la que iba porque consideraban que no podía seguir estudiando ahí. Recuerdo que un médico de Buenos Aires les dio a mis padres un listado de las escuelas a las que podía ir y una de ellas estaba en Pergamino, así que en el año 1994 nos mudamos y así pude seguir estudiando. Terminé el secundario en el Colegio Nacional.

-¿Cuándo comenzaste a tener problemas en la vista?

-Cuando estaba en primer grado. De un día para el otro empecé a escribir mal, fuera del renglón. Fui perdiendo la vista de forma progresiva. A los 9 años había perdido la visión del ojo derecho. Me sometí a un par de operaciones del ojo izquierdo y a los 23 años dejé de ver por completo. El diagnóstico fue una enfermedad congénita que no tiene un origen determinado.

-¿La discapacidad visual condicionó tu paso por la universidad?

-No. Solo tuve los inconvenientes normales que puede tener una persona con discapacidad para seguir un ritmo de estudio determinado.

-Para estudiar, ¿cómo se sortea la barrera de no ver?

-Trabajé mucho con lectores de pantalla que van leyendo los contenidos en la computadora. Y cuando eso no era posible, con mi esposa grabábamos el material de estudio para que yo pudiera escucharlo.

-¿Fue necesario contar con algún acompañante para la tarea formativa?

-En la cursada no. En el tiempo de estudio en materias que requerían mucho de lo visual tuve un tutor con quien repasaba las clases. Pero siempre fui consciente de que el profesor no podía dictar la clase a mi ritmo, sino que era yo el que tenía que adaptarme.

-¿Cómo fue la relación con los pares en la experiencia universitaria?

-Buena. Por supuesto que hubo un aprendizaje mutuo. Con el tiempo las barreras que podía generar el prejuicio se fueron rompiendo.

El gran pilar

Alexis asegura que su familia fue el sostén que lo ayudó a lograr sus objetivos. “Tengo una esposa extraordinaria, Fanny, y dos hijos: Miqueas y Cecilia. Ellos fueron fundamentales en mi paso por la universidad”.

“Una de las principales motivaciones que tuve fue enseñarle a mis hijos la importancia de la educación”, resalta y rescata: “Miqueas hoy tiene 7 años, cuando yo empecé en la UNNOBA él tenía 3 y, en la actualidad, por haberme acompañado, siente que la Universidad es su casa”.

El desafío de seguir

Estudiar la Tecnicatura Universitaria en Gestión de Pymes le demandó a Alexis cuatro años. Su próximo desafío será cursar la Tecnicatura en Gestión Pública. Reconoce que ama aprender y confiesa que no lamenta “no ver”: “Me dijeron que un trasplante de retina me podría ayudar a ver y estoy anotado en un registro para cuando pueda hacer ese tratamiento, pero sinceramente no sé si estoy dispuesto a someterme a una operación. Siento temor a volver a ver, porque yo construí mi mundo de esta manera”.
Con esa apreciación se aferra a su realidad, proyecta su futuro profesional con las dificultades que conlleva el desempeño laboral con una discapacidad. Pero confía en que la universidad le dio “herramientas que pueden abrir puertas”.

Aprendizajes

-¿Qué considerás que le falta aprender a la sociedad de la discapacidad?

-Quizás la sociedad deba aprender a no tener miedo. Si bien hay más apertura hacia la discapacidad, siguen existiendo las barreras. Más allá de eso, soy un agradecido porque tengo una familia detrás, que me eligió sabiendo de mi discapacidad. Y tuve una Universidad que me recibió y me dio la posibilidad de formarme.

-¿Cuál fue tu principal aprendizaje de tu paso por la universidad?

-Me demostré que podía. Creo que es la mayor enseñanza que les dejé a mis hijos, porque estudiando les mostré constancia y dedicación. Mis hijos me acompañaron y venían a jugar a la UNNOBA. Con el tiempo podrán asociar que venían porque papá estaba estudiando para lograr su objetivo.


Diálogo, trabajo en equipo y por proyectos: cómo es la Escuela Secundaria de la Universidad

Desde que la Universidad anunció la creación de una escuela secundaria en la ciudad de Junín la noticia se esparció como un viral de los nuevos tiempos. Rumores y preguntas, familias sorprendidas, alumnos con ojos encendidos. Es que la educación secundaria es desde siempre un terreno de múltiples demandas y tensiones, entonces la creación de oferta educativa genera expectativas de todo tipo.

En febrero de 2018 se inició el ciclo lectivo de la Escuela Secundaria de la UNNOBA, con sesenta alumnos, divididos en dos cursos de primer año. La matrícula se irá completando con el paso de los años hasta llegar a los seis que constituyen el nivel secundario.

Para conocer algunas de las características de este proyecto y explorar el ideario que lo sostiene, El Universitario dialogó con Pilar Traverso, prosecretaria Académica de la Universidad, y con Juliana D’Andrea, a cargo de la coordinación académica de la Escuela.

La aventura educativa

Un primer aspecto a considerar es qué motiva a la Universidad a incursionar en un proyecto de este tipo. “En primer lugar hay que tener en cuenta en qué momento del desarrollo de la Universidad nace la idea de una escuela secundaria. Este proyecto ya lleva más de cuatro años desde las primeras conversaciones. Surge cuando la UNNOBA ha alcanzado cierto grado de desarrollo en cuanto a su oferta académica y luego de trabajar fuertemente en la articulación entre niveles, con la consolidación de proyectos con las escuelas de la ciudad, como la EES N° 5, y con muestras y actividades para estudiantes, como es TEC-UNNOBA”, señalan.

“En este escenario, de ya estar con un pie en el secundario, es que surge este proyecto”, enfatizan desde la Secretaría Académica. Y agregan: “Por supuesto que como a la escuela secundaria se le pide de todo, hay una problemática a resolver. Debe preparar para la universidad, para el mundo del trabajo, terminar la instancia formativa y socializadora. Es un nivel muy exigido y además no hay que olvidar que en Argentina la escuela secundaria es obligatoria, lo que reconfigura el mapa educativo”.

Modelo para armar

-En Argentina existen otras escuelas que dependen de universidades, ¿qué relación tuvieron con esas experiencias y qué aspectos consideraron para el armado de este proyecto?

-Muchas escuelas universitarias en Argentina tienen la impronta de la formación de la élite, plantean su acceso a través de un examen. Eso implica que van a entrar los mejores, y generalmente los mejores son los que tuvieron las mayores oportunidades económicas, porque para esos exámenes existe toda una industria paralela de centros de preparación. Nunca estuvo en nuestro horizonte ese tipo de modelo, sino el de una escuela a la que pudieran acceder todos aquellos que quisieran hacerlo y que estuvieran dispuestos a hacer el esfuerzo, con jornada extendida y todo su modelo de enseñanza. Cuando nos convoca el rector, nos plantea el desafío de no hacer ni una escuela de élite ni una escuela más. Así fue que decidimos implementar el ingreso por sorteo, teniendo en cuenta la relación varón-mujer y garantizando las vacantes de las escuelas de gestión pública.

Aunque la Escuela Secundaria Presidente Domingo Faustino Sarmiento de la UNNOBA está anclada territorialmente en la provincia de Buenos Aires, no depende de su jurisdicción educativa, por lo tanto el marco curricular establecido se desprende de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP) establecidos a nivel nacional. “Por supuesto que tenemos mayor afinidad con los diseños curriculares de la provincia, porque es donde estamos insertos, y porque además debe garantizarse la movilidad de los estudiantes por la infinidad de situaciones familiares que puedan surgir”, explican las funcionarias. Agregan que de modo administrativo la Escuela depende de la Secretaría Académica de la Universidad, y que la máxima autoridad responsable de la institución es el rector de la UNNOBA.

Innovación en el aula

-¿Qué impacto esperan que tenga en la formación de los alumnos la orientación en Ciencias Exactas y Naturales de la Escuela?

-La escuela secundaria tiene que tener en su ciclo superior una orientación, eso es parte de los lineamientos nacionales. A ese lineamiento le agregamos un diseño curricular simple y muy flexible, por competencias y por proyectos, no con una infinidad de espacios curriculares sino con pocas materias, con mucha carga horaria en cada espacio y con un trabajo muy fuerte sobre las competencias básicas, fundamentalmente de lengua y matemática.

-¿La relación con la Universidad implicará reforzar la función propedéutica de la enseñanza, esto es propiciar la continuidad en los estudios superiores?

-La aspiración es que todos los graduados de la Escuela sean luego estudiantes universitarios, pero es algo que no se limita a esta escuela en particular, es una voluntad del sistema universitario que cada vez más estudiantes secundarios lleguen a los estudios superiores, aunque esto no va en desmedro de las otras funciones de enseñanza de la escuela secundaria.


-¿Cómo piensan desarrollar las innovaciones en el nivel pedagógico?

-Hay dos aspectos que son condición de posibilidad de la innovación. El primero es el trabajo en equipo. En el marco de la discusión de un equipo, de poner en práctica distintas estrategias, de poder hacer el seguimiento del material que se produce, es que puede pensarse la innovación. El otro aspecto es el acompañamiento de la trayectoria del estudiante durante los seis años, porque es muy diferente a la responsabilidad aislada sobre un curso que empieza en febrero y termina en diciembre, ya que después se olvida porque le toca a otro. Una organización que abarca la responsabilidad de los seis años permite tanto recuperar lo bueno que se hizo como también corregir a partir del conocimiento de lo realizado. Esas son las condiciones de posibilidad de la innovación, no es algo que tenga que ver sólo con aspectos de la tecnología.

-De todos modos, es un cambio que implica un desafío enorme para los docentes, romper esa tradición educativa del trabajo individual.

-Pero además está el hecho de que el saber no esté compartimentado: sale una materia y entra otra. El sistema muchas veces no propone que se entienda que es un mismo estudiante el que está ahí, al que le van pasando los profesores por delante. Por eso también pensamos una estructura edilicia que va a facilitar romper con esto: el alumno va a entrar al aula de cierta materia y va a transitar todo el edificio. Por ejemplo, en esa aula va a cursar Lengua y va a encontrar al equipo docente, tendiendo a reconocer al equipo y no sólo a una persona. Cada lugar, cada aula, tiene sus características propias y está adaptada al espacio de conocimiento que allí se trabaje, con distintos recursos según las decisiones de los docentes para darle al espacio una impronta.

-¿Esto incluye también cambios en el mobiliario?

-¡Sí! Los estudiantes no están sentados en filas ni en bancos individuales uno atrás de otro, sino que existen mesas grandes para promover el trabajo en grupo, con ruedas para permitir el movimiento, de modo que el aula no tiene una configuración fija, porque no todas las actividades son iguales. Es lo que muchos docentes, mediante un esfuerzo enorme, tratan de hacer en otras escuelas con los recursos que tienen. No estamos, ni mucho menos, inventando el trabajo en grupo, pero la diferencia es que acá se pensó el edificio a partir de una forma de trabajo.

Además de contar con aulas temáticas o por “asignatura”, la Escuela tiene un espacio dedicado al comedor, ya que “al ser de jornada extendida se prevé un desayuno y un almuerzo dentro del horario escolar”. Otro aspecto edilicio a destacar es que cuenta con su propio espacio polideportivo, de modo que las actividades deportivas se realizan sin necesidad de salir del predio escolar.

Hacia una formación integral

-Dentro de la oferta curricular estarán teatro y música, son decisiones poco convencionales, ¿cómo llegan a esta elección?

-Se trata de dejar de pensar en la educación del estudiante sólo de los hombros para arriba. Para eso está la formación artística, que tiene que dialogar también con lo deportivo. Lo artístico va a ir cambiando a lo largo de los años, se incorpora música y plástica, luego tendrán teatro, y la posibilidad de optar por estos espacios a medida que la escuela vaya creciendo. El valor de la formación artística está definido por ser un espacio de creación, en el que se permita desarrollar todo el potencial creativo. Y también está la educación en lenguas extranjeras, como aspecto integral, pero en su aspecto formativo y no en su valor instrumental en tanto lengua para el comercio o para el intercambio profesional. Pensar el valor formativo que tiene aprender una lengua extranjera implica la flexibilidad que aporta a nivel cognitivo, la capacidad de pensar en más de un código, desde una concepción del mundo diferente a la propia.

Por último, desde la Secretaría Académica, Pilar Traverso y Juliana D’Andrea destacaron que la problemática de la deserción escolar será un punto clave para abordar de modo permanente: “Queremos trabajar con la alerta temprana. La deserción va dando signos, los chicos no dejan la escuela de un día para el otro, hay señales para tener en cuenta. Ver por qué faltan, qué podemos hacer y abordar el problema del rendimiento”. Por eso plantean trabajar desde un equipo de tutores que, junto a los equipos de docentes, realizarán los seguimientos de manera conjunta. “La idea es que tanto profesores como tutores estén alerta. Aspiramos a que haya mucho diálogo entre los equipos de las distintas materias para abordar los problemas de los alumnos”, expresaron.


Cuidados básicos para los árboles frutales

Los árboles frutales se distinguen por su aroma y belleza visual. Adornan cualquier patio o granja y pueden convertirse en fuente de ingreso para las familias. Por esta razón cuando las plagas atacan los frutales es normal preguntarse cómo se las podría haber evitado.

Por ejemplo, tener un limonero y que, además, dé limones, es el deseo de muchos. Según la mitología china es uno de los árboles que atrae el dinero y aumenta los ingresos. Para las hormigas es el plato preferido. ¿Cómo lograr, y de modo ecológico, conservar este tipo de planta?

Las ingenieras Agrónomas María Eugenia Sticconi (INTA Pergamino) y María Josefina Durand (Escuela Agrotécnica N° 1 de Pergamino) dictan la materia “Fruticultura” en el último año de la carrera de Agronomía y brindan algunos secretos para mantener la salud de este tipo de árboles.

Para ellas el punto de partida para contar con un buen material, desde el punto de vista fitosanitario, es adquirir árboles certificados por todos los organismos que participan en la generación de germoplasma (SENASA por ejemplo), que se venden en cualquier vivero que cuente con certificación. “Eso va asegurar, por un lado, la identidad genética del material. Por ejemplo, un limonero de tal variedad, que realmente lo sea; y por otro lado, un manejo fitosanitario que tiene el material original”, explican. De este modo se puede estar seguro de que la especie no tiene determinadas enfermedades al momento de salir del vivero.

El INTA San Pedro es uno de los lugares que cultiva plantas cítricas libres de virus. Esto certifica que la planta (fundamentalmente el limonero) está controlada. Por ejemplo uno de los peores es el “dragón amarillo” (Huanglongbing), un agente infeccioso que ataca a los árboles y hace que produzcan fruta amarga y con anomalías en su tamaño y forma.

El buen manejo de los frutales es el inicio del éxito de la cosecha. Pero no es lo mismo un monte frutal para la comercialización, que incorporar frutales a nuestro hogar. Por ello, las ingenieras identifican dos caminos: “Si queremos tener un monte frutal porque vamos a comercializar, el espacio es fundamental. Además, la planificación y sistematización de los trabajos debe estar muy bien regulada. Ahora ¿qué pasa si quiero plantar uno o dos árboles en el patio de mi casa?”. En principio debe tenerse en cuenta el momento en que se trasplanta el árbol: “En nuestra zona convienen plantarlos cuando salimos del invierno, en días con una temperatura de entre 20 a 25 grados”. Además es importante tener en cuenta la técnica correcta: “Las ollas de plantación deben ser generosas para permitir que la planta entre, siempre más grande en diámetro de lo que tenga la maceta”.

Otra cuestión crucial es la orientación, a partir del lugar del injerto: “Hay que saber visualizar el injerto, que es como un callo en la planta, y este callo no debe quedar enterrado, siempre debe estar por encima de la superficie. También hay que fijarse de qué lado están los vientos predominantes: no es lo mismo la plantación de un árbol urbano, donde existen cercos y otras protecciones, que en un predio rural con poca protección. Hay que tener en cuenta que el injerto siempre debe quedar de espalda al viento predominante”.

Además, el suelo debe ser rico en materia orgánica: “En un patio podemos tener una mixtura de suelo, y debe tener cierta cantidad de compuesto orgánico. Si no la tenemos, se la tenemos que ir agregando con lombricompuesto, con materia compostada seca de oveja o caballo. Una vez al mes, o cada dos meses, anexarle sulfato de hierro que ayuda a mantener una cierta acidez en el suelo, otorgando vigor, sanidad y lozanía al vegetal”.

Aunque parezca obvio, el agua es fundamental en cualquier plantación de este tipo. En verano, si no llueve, hay que regar como con cualquier otra planta. “Es óptimo hacer una buena olla alrededor que llegue a la proyección de la copa, remover despacio y no puntear. Solo hay que remover tres o cuatro centímetros y cubrir con hojas secas, o chalas y luego regar. En invierno lo mismo, sirve como material orgánico y me sirve para que se mantenga humedad en el suelo”.

Visitantes no deseados

Durante el verano hay que tener especial cuidado con los árboles frutales ya que pueden ser atacados por plagas, enfermedades e incluso por pájaros, aunque los insectos son los peores enemigos. No pueden resistirse a las delicias de los frutales. Atacan no solo a la fruta, sino también a hojas y flores.

En este sentido, Sticconi y Durand apuntan a las barreras mecánicas para evitar hormigas. “Esas barreras tienen que quedar lo suficientemente ajustadas para que las hormigas no pasen, y estar lejos de las hojas. También tenemos que realizar buen control de malezas que crecen alrededor, para que los insectos no suban por ahí”, señalan.

Otra plaga es el “minador de la hoja”, un insecto que hace galerías dentro de la hoja y la destruye. Esta plaga puede controlarse con aceites minerales. La colocación de plantas de aroma alrededor de los árboles es un buen método preventivo, ya que harán de ‘hoteles’ para distintos insectos que vayan al frutal.

Respecto de las aves, si bien son benéficas porque se alimentan de algunos insectos, pueden ser dañinas para los cultivos. “Los pájaros pueden atacar cultivos de maduración temprana o muy tardía”, sostienen. “En momentos en que hay menos comida en los campos, la presión de los pájaros sobre ese tipo de cultivos es mucho mayor. Para solucionar este problema existen prácticas como los espantapájaros digitales, que emiten ultrasonidos que ahuyentan a las aves y son imperceptibles para el oído humano; espantapájaros móviles, que se pueden hacer con molinos o veletas que se muevan con el viento, o redes antiave, que rodean el árbol para evitar que el pájaro pique el fruto”.


Escolarización con aprendizaje, inclusión con calidad

Por el doctor Guillermo R. Tamarit
@RectorUNNOBA

En el debate educativo, debemos insistir sobre dos variables independientes, relacionadas y relevantes: la escolarización y el aprendizaje.

Tal como señala el informe sobre el desarrollo elaborado por el Banco Mundial, quienes participan del sistema educativo pero no aprenden (es decir, no logran conocimientos, habilidades y competencias mínimas), pierden una oportunidad única. Puntualmente, son los sectores más pobres de la sociedad quienes sufren las consecuencias de la ineficacia del sistema educativo. De acuerdo a este informe, los estudiantes pertenecientes al promedio más pobre de la población tienen un desempeño más bajo en matemáticas y lenguaje que el 95 % de los estudiantes de los países desarrollados. Esta brecha perpetúa y aumenta la desigualdad.

Los problemas que los distintos sistemas plantean, en general, responden a:
a. Capacitación y salarios docentes.
b. Ausentismo docente y pérdida de días de clases.
c. Deficiencia o ausencia de materiales de estudio.
d. Contexto de pobreza estructural.
e. Influencia negativa de sectores corporativos.
f. Corrupción.

En el ámbito de la educación superior, el desafío es lograr mayores niveles de inclusión garantizando la calidad. En esa línea, hemos avanzado en los niveles de incorporación de alumnos a la educación superior. A nivel mundial, la matrícula en 1970 representaba el 9 % de los jóvenes entre 18 y 25 años; en tanto, en 2015 alcanzó el 35 %. En América Latina pasó del 6 % al 43 % y, en Argentina, el 82 %, un nivel similar al de los países más desarrollados del mundo.

Sin embargo, se observa aun la persistencia de una fuerte desigualdad, con sesgos relevantes por ingresos familiares, educación de los padres y género, con la participación de los sectores medios y de altos ingresos, y con alta presencia de la educación superior de gestión privada.

A la vez, en nuestro país asistimos a un escenario de masificación, aunque con altas tasas de abandono entre el primer y segundo año que alcanzan el 50 %, y un egreso por debajo del 40 %. Estos datos dan certezas sobre la existencia de un modelo de inclusión “excluyente” que debemos cambiar, garantizando acceso, permanencia y egreso de calidad, para todos.

Si quienes se incorporan al sistema educativo lo hacen en instituciones de baja calidad, resultarán condenados a los peores empleos y no podrán participar en forma plena de la sociedad del conocimiento. Tampoco estarán capacitados para realizar un aporte sustancial al desarrollo de la sociedad.

Así, la calidad de la educación deviene en un elemento estratégico determinante para garantizar la igualdad de las personas.

Para ello debemos adoptar cuatro medidas básicas:
1. Evaluar la situación del sistema. La información es determinante para el desarrollo de políticas de mediano y largo plazo.
2. Garantizar la calidad del sistema. La calidad será la medida de la eficacia de los sistemas y las posibilidades de desarrollo individual y social de los países.
3. Asegurar la escolarización desde la más temprana edad.
4. Incorporar el uso de tecnología como aliada estratégica, que no resuelve todo, pero puede ayudar mucho.

Existen tres ejemplos exitosos a tener en cuenta que siguieron estas políticas. El caso de Corea del Sur, que en 1950 era un país devastado por la guerra con enormes cifras de analfabetismo y, en la actualidad, su sistema educativo brinda algunos de los mejores estudiantes del planeta. El caso de Vietnam que, entre 1955 y 1975 fue el escenario de uno de los conflictos bélicos más desgarradores del siglo XX y hoy sus alumnos de 15 años muestran el mismo rendimiento académico que sus pares alemanes. Y, finalmente, el caso de nuestro país. La educación en la Argentina fue definida en forma estratégica por Domingo F. Sarmiento, promocionada por Nicolás Avellaneda y finalmente tocó al gobierno de J.A. Roca sancionar en el año 1884 la ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria. Los datos muestran que, al momento de la sanción de la ley, menos del 25 % de la población estaba alfabetizada. Hacia el Centenario, en 1910, el 66 % de las personas sabían leer y escribir, y para los menores de 10 años esta cifra alcanzaba el 90 %.

Ya lo hicimos una vez, debemos volver a hacerlo.


Repensar el sistema universitario como un deber del Estado y un derecho humano

Por Danya Tavela*

El Centenario de la Reforma Universitaria insta a repensarnos como sistema universitario para que, desde la construcción de un diagnóstico común, estemos en condiciones de diseñar políticas y acciones que permitan mejorar las condiciones de inclusión, calidad, pertinencia y rendición de cuentas de la educación superior. En la actualidad la sociedad interpela a la universidad y le exige una educación superior más inclusiva y de calidad, e instituciones transparentes, con fortalezas en la gestión y en la planificación.

Incluir no es solo facilitar el acceso. Tampoco hoy se satisface con la gratuidad y el ingreso irrestricto sino que, por ejemplo, debemos fortalecer los sistemas de becas para ampliar las oportunidades, en el marco de otras estrategias que apunten a garantizar el acceso y permanencia de todos los sectores sociales.

En efecto, se observa aun la persistencia de una fuerte desigualdad. Los principales sesgos se relacionan con los ingresos familiares, la educación de los padres, el género, como así también la combinación de todos estos factores. Sigue existiendo una fuerte exclusión de los sectores que tradicionalmente no llegan a la educación superior. Asistimos a un escenario de masificación, pero con altas tasas de abandono (entre el primer y segundo año alcanza el 50%) y un bajo nivel de egreso (menor al 40%).

Por ello, es necesario entender a la calidad como un concepto multidimensional. Se requiere que las universidades implementen estrategias para compatibilizar los saberes entre el secundario y el nivel superior y, a su vez, innovar en la forma de enseñanza y en los contenidos, como así también comprender el rol de la tecnología.

La actividad universitaria está inmersa en la sociedad del conocimiento, lo que demanda que mayor cantidad de personas reciban la mejor educación posible, tanto para su desarrollo personal, como para su aporte al desarrollo social. Tengamos en cuenta que es el capital humano el que distingue el nivel de desarrollo de los países.

La calidad y pertinencia en las actividades científicas y de transferencia tecnológica para el desarrollo sustentable deben ser el núcleo de nuestras preocupaciones. Debemos trabajar en mejorar la capacitación de nuestros docentes y sus trayectorias.

La universidad tiene hoy otras necesidades, tales como la búsqueda de incorporar a la formación a los sectores que, por distintas razones, no buscan o demandan las carreras de grado tradicionales, sino que necesitan complementar sus saberes con formación técnica o científica que los fortalezca en su desempeño laboral. Esta nueva realidad requiere que se comprendan las experiencias de vida diferentes y los requerimientos de esas actividades productivas.

Además, es determinante comprender las características psicológicas y sociales de los jóvenes de hoy, su relación con el contexto, sus capacidades desarrolladas previamente vinculadas a su autonomía en la toma de decisiones, en la resolución de problemas, entre otras. Estos jóvenes están inmersos en un nuevo mundo donde la generación y transmisión de la información no registra fronteras (ni físicas ni intelectuales). De esta manera, no podemos pensar que la presencialidad, las horas dentro del aula, los planes de estudio que datan de la Revolución Industrial y una forma de enseñanza basada en las repeticiones memorísticas, puedan satisfacer sus ansias de conocimiento.

Es importante incorporar acciones de innovación en la enseñanza y en los planes de estudio, en aras de que el esfuerzo social que se realiza por la inclusión efectivamente se logre, evitando el abandono y la escasa graduación.

La universidad argentina debe estar a la altura de los desafíos del mundo global y asumir el reto en el proceso de generación y transferencia del conocimientos. La eficacia de la planificación universitaria y la transparencia en la gestión son fortalezas históricas que no deben perderse.

En este sentido, las universidades deben explicitar sus acciones y sus resultados, asumir el desafío de crecer en las áreas de vacancia y prioritarias para el desarrollo, asegurar igualdad de oportunidades para todos los jóvenes, garantizar el acceso, la permanencia y la graduación y contribuir a la generación de conocimiento significativo para mejorar la calidad de vida de las personas.

Nuestro país necesita a sus universidades para garantizar su crecimiento y su desarrollo, lo que implica vencer las dicotomías y poner en valor la Educación Superior como un bien público y social, un derecho humano y universal y un deber del Estado.

La única certeza a la que nos enfrentamos en la educación es el cambio. Y son los estudiantes los garantes del cambio y de la vigencia de la Reforma Universitaria argentina, como hace 100 años. Son los líderes de la construcción del futuro, son a quienes llamamos a interpelar, demandar, reclamar, cuestionar, criticar, a ser los hombres y las mujeres libres de la Argentina, a ser quienes dobleguen los dolores y consigan las libertades que nos faltan.

* Secretaria de Politicas Universitarias. Contadora Pública y Magíster en Finanzas Públicas Provinciales y Municipales. En el año 2007 fue designada Vicerrectora de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, cargo que actualmente tiene en licencia. Es docente y posee una gran cantidad de presentaciones científicas.