Unicornios y otros animales fantásticos
Por Marcelo Maggio
Las promesas de la economía global, conectada en tiempo real gracias a las nuevas tecnologías de la información, con prosperidad de crecimiento veloz y ruptura de todo lo establecido, aparecen detrás de una denominación: empresas unicornio. Sin embargo, ¿qué características tienen?, ¿cómo se preparan los Estados para los desafíos que plantean este tipo empresas?
Aníbal Cueto, profesor titular del área de Comercialización de la UNNOBA, explica que “antes de poder definir una empresa unicornio hay que definir una empresa startup, porque van de la mano”. “Una startup es un emprendimiento, implica la organización de personas para diseñar nuevos productos en condiciones de incertidumbre extrema, y busca un crecimiento exponencial”, sostiene. La traducción de startup nos dice que es algo que se pone en marcha, pero no cualquier cosa: se trata de proyectos vinculados a la tecnología y eso los diferencia de emprendimientos tradicionales.
Ahí aparece otra diferenciación. Según Cueto, todas las startups son emprendimientos, pero no todos los emprendimientos son una startup. “Si mañana ponés una pizzería o una panadería, claramente se trata de un emprendimiento, pero no de una startup, porque no se desarrolla un producto que no existe y tampoco hay incertidumbre”. Las startups, por lo tanto, se definen y juegan el todo o nada ahí: en la incertidumbre. Por eso es que sólo dos de cada diez startups sobreviven, una tasa que no se corresponde con emprendimientos de mercados más tradicionales.
“Emprendedurismo no es emprender cualquier cosa”, advierte Cueto. No estamos hablando de emprender el ejercicio de un deporte o de comenzar a estudiar una profesión. Se trata de desarrollar un proyecto económico: “Está vinculado a proyectos que desarrollan ideas de negocios, por lo que la idea es la piedra fundamental que, a su vez, tiene que estar vinculada a una oportunidad de negocio”, detalla el docente.
No es sólo una cuestión de tamaño
Vemos que las startups están llamadas a dar el salto. Y de hecho algunas lo hacen, ¡y cómo! Por eso es que aparece “una suerte de subcategoría de startup”: los unicornios. “Se trata de una expresión de Aileen Lee, quien la utilizó en el año 2013, haciendo referencia a estas criaturas mágicas. Ella decía que unicornios son las startups que tienen un desarrollo extraordinario. Y lo termina cuantificando: hoy decimos que un unicornio es una startup que alcanza una valoración de mercado de mil millones de dólares”.
Por eso es que los unicornios empresariales, al igual que los seres mágicos, son poco numerosos, escasos. Argentina tiene los suyos, no podía ser menos, y se ubica segundo después de Brasil en la cantidad de esta especie en Latinoamérica: Mercado Libre, Globant, Despegar, OLX, Auth0, Vercel, Aleph Holding, Mural, Bitfarms, Ualá y TiendaNube.
Otras características que tienen los unicornios, detalla Cueto, es que “son creadas y administradas por personas de entre treinta y cuarenta años, que están vinculadas a la tecnología y las redes y que, por lo general, funcionan con la modalidad B to C”. Se trata de la abreviatura del inglés business to consumer, es decir que son empresas que le venden directo al consumidor. En esta terminología también se pueden distinguir las empresas B to B (empresas que le venden a empresas), o B to G (empresas que le venden al gobierno). “En general, los unicornios se orientan al consumidor”, enfatiza Cueto.
Parece impensable este desarrollo sin un escenario digital, sin una gran penetración de las nuevas tecnologías de la información. ¿Será este el factor determinante hacia la consolidación de una economía de los servicios que desplace a la productiva, como se auguraba hacia fines del siglo XX? Cueto, quien está a cargo de la Maestría en Dirección de Empresas de la UNNOBA, confirma que si bien la economía de servicios se ha expandido en los últimos setenta años, “la transformación digital cruza de modo transversal a toda la economía, no solo a los servicios”. Lo digital “se puede encontrar en plataformas de pago y en el e-commerce, pero también en toda la industria, por ejemplo en internet de las cosas y en todos los desarrollos que la pandemia ha consolidado; eran recursos que estaban disponibles pero que se fueron incorporando a la cotidianidad, desde la educación hasta la compra de comida”.
¿Global versus multinacional?
“Las startups, y los unicornios en general, tienden a un mercado global: aunque después cada una segmente en su negocio, miran al mundo como un solo mercado. Tienen otra visión del negocio, con criterios de desarrollo del producto por segmentos, regiones, tal como lo hace Netflix”, aporta el profesor de UNNOBA.
En este sentido es que resulta interesante pensar el rol de los Estados, ya que si se trata de empresas que no reconocen fronteras, ¿cómo se puede regular ese movimiento global? Incluso Argentina, en este terreno, ya no se puede pensar como un simple consumidor, porque posee once empresas que traspasan sus fronteras de cara al mundo. ¿Sabe el país cómo relacionarse con este emergente económico?
“El gran desafío que tienen hacia adelante los gobiernos es pensar cómo regular estas nuevas formas de economía y comercio, y lo vemos con Mark Zuckerberg sentado en el Congreso de los Estados Unidos —grafica Cueto—, dando explicaciones: ahí vemos a la economía y la política tratando de buscar acuerdos, consensos, un desafío más grande que nunca”.
Pero, ¿qué sucede con las empresas multinacionales, ya no existen más, se han quedado quietas? Cueto explica que empresas como Ford, Coca-Cola o Toyota “están hace mucho tiempo operando en todo el mundo, pero con concepciones distintas”. Y las define: “La multinacional es una empresa que opera en distintos mercados, adecuada a las reglas de cada uno de esos mercados locales, a sus leyes. En cambio, la empresa global opera por arriba de los Estados, y ese es el gran desafío. ¿Cómo regular a un Facebook o un Netflix si no están radicadas en tu país?”, se pregunta el docente.
Trabajo local en crisis
Se suele abordar la cuestión del mercado global desde las características del denominado “mundo empresario”, esto es, el rol de las ideas, el trabajo en equipo, la inserción en el mercado global, cómo hacer para no quedar aislados del mundo, y temas similares. Pero, ¿cómo impacta el fenómeno en el trabajo, sus características, sus derechos?, ¿cuáles son las respuestas trabajadoras para acoplarse a este tren?, ¿y qué hacer con las relaciones y contratos establecidos durante el siglo XX?
Por el momento, en este terreno no aparecen las respuestas innovadoras. Más bien se ve una suerte de duelo entre las posiciones clásicas, por ejemplo “Estado de bienestar“ versus “liberalismo salvaje“, o sindicatos versus desregulaciones al estilo siglo XIX. Por eso es que se pueden leer las críticas a la burocratización del mercado laboral por “exceso de derechos” por un lado, o las propuestas de dejar el trabajo humano expuesto a los vaivenes del mercado, por el otro. Pero la dinámica económica no espera a la resolución política del debate: avanza. Una base que determinará a su superestructura jurídica. Entonces, tanto unicornios como multinacionales moldean su mercado laboral. Por ejemplo Mercado Libre dio la nota con el informe 2021, año en el que generó siete puestos de trabajo por día. O Toyota Argentina, que no alcanzó a cubrir los puestos ofrecidos por problemas en la cualificación de la mano de obra.
Aníbal Cueto estima que aún se está “en el inicio de la curva de aprendizaje sobre estos nuevos formatos”. “Es un desafío saber cómo regular estas nuevas relaciones laborales y económicas. No va a ser sencillo, porque implica un verdadero cambio de paradigma. Cuestiones como el home office resultan todo un cambio, porque ¿cuál es el horario de trabajo?”, reflexiona.
—¿No considera preocupante el actual escenario de auge político antiestatal y antiderechos laborales? Siguiendo su planteo, tanto con la defensa de las burocracias como del liberalismo salvaje se podría estar anulando por completo esa curva de aprendizaje que mencionaba, ese diálogo entre política y economía.
—Por eso decía que es un gran desafío buscarle reglas a esta nueva economía. Las soluciones viejas para los problemas nuevos no van a funcionar. Esta es otra economía. La solución no pasa por regular o desregular todo, la solución pasa por ser lo suficientemente creativos para encontrarle las reglas a esta nueva realidad, estando seguro de que las reglas viejas ya no funcionan. Y, si queremos ir con esas reglas viejas, nos vamos a quedar fuera, porque todos se van a ir donde tengan mejores condiciones. Es otro mundo, en el cual la oferta de puestos de trabajo también es global. Si uno quiere obtener los beneficios de esta transformación y desarrollarse en la economía digital, tiene que ver la manera de generar condiciones favorables y a la vez contención.
Diseño: Laura Caturla