El fervor por encontrar la verdad
“Nada hay más vulnerable que ‘lo real’ de la realidad, y no hay peor ingenuidad que la de no creerse ingenuos”. Así interpelaba a sus estudiantes de la UBA el profesor Alejandro Piscitelli durante 1993, en un trabajo sobre el conocimiento científico. Pero, ¿qué pretendía con estas palabras? ¿Por qué lo real es vulnerable? Quizás intentaba generar esos primeros chispazos en quienes querían dar sus primeros pasos en el camino de la ciencia, con planteos disparadores, incómodos.
Para quienes eligen dedicar su vida a la actividad científica existe en Argentina un día conmemorativo: el 10 de abril. Ese día, pero de 1887, nacía en Buenos Aires el primer premio Nobel del país, el doctor Bernardo Houssay (1887-1971). Ese galardón de Medicina, recibido en 1947 por sus investigaciones sobre la hipófisis, es solo uno de sus muchos logros. Se destaca sin dudas, también, el haber sido cofundador, en 1958, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la institución más reconocida en el país para desarrollar la carrera de investigación.
Pero, ¿cómo nace una vocación científica? ¿Se la puede motivar, impulsar, encauzar? Desde el laboratorio que dirige en el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA) de la UNNOBA, la doctora Carolina Cristina rememora: “A medida que avanzás en tu carrera de pronto querés saber más, surgen la vocación y las preguntas, es algo que te va empujando hacia el ambiente científico. Charlaba con mis profesores en Bioquímica y surgían más preguntas, ¿cómo será la vida del investigador, cómo será trabajar y publicar lo que investigué, cómo será crecer en un ambiente científico? Recuerdo que la primera vez que entré a un centro de investigación, fue en la Universidad de La Plata, y pensé que tocaba el cielo con las manos”.
Carolina Cristina, además de dirigir las investigaciones en Neuroendocrinología / Fisiopatología de la Hipófisis en el CIBA, se desempeña como secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la UNNOBA, por lo que debe combinar su doble rol, de funcionaria y científica. ¿Es contradictorio ese trabajo? Algo que trasluce rápidamente de su labor cotidiana es que no hay contradicción ya que, explica, todo científico debe tener muy presente la dimensión institucional y también la administrativa para poder avanzar en sus proyectos y construir una verdadera carrera.
“Necesitás saber a qué convocatorias presentarte y presentar a tu equipo -señala-, dónde y cómo solicitar financiamiento, dónde es conveniente publicar tus resultados, a qué congresos llevar los avances de tu grupo, etc. Todo eso lo hice y lo maduré primero como investigadora y después, desde la Secretaría, empecé a gestionarlo para toda la Universidad. Fue una continuación para mí, que implicó un poco más de esfuerzo, pero fue en cierta forma natural”. Y agrega: “Ahora además de utilizar las herramientas del sistema, busco generarlas y adaptarlas a nuestros investigadores”. Cristina además destaca que su rol de funcionaria le permite “transmitir a los centros y a los recursos humanos de la universidad mucho de lo nuevo que se comparte con pares institucionales de otras universidades”.
Hay un énfasis en la carrera del investigador, opina, y es que hay que ir “prestando mucha atención en los pasos que se dan, sobre todo para saber cómo se hace para recorrer ese camino, ¡un camino que hay que construirlo!, porque al principio no se lo conoce”. Y ejemplifica desde su tarea docente: “Se te acerca un estudiante avanzado de Genética y te dice: quiero empezar a investigar, pero no sé cómo hacerlo”.
En ese trayecto están las becas de investigación para estudiantes primero, luego para los graduados (las becas doctorales) y las instancias de posdoctorado. Todo este camino, absolutamente necesario, es la denominada “etapa de formación”. Luego sí se puede pensar en la carrera de investigador científico, a la que se puede acceder desde diversas instituciones: en Argentina el CONICET es muy reconocido en el sistema científico. Pero hay más alternativas, aclara Cristina: “Se pueden encontrar instancias provinciales de ciencia y técnica, como la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires, y también podés ser investigador de una universidad, ya que también forman parte del sistema de ciencia y tecnología del país”.
Además, y no es menor, la investigación implica entrar en un mundo donde hay categorías o escalafones, en los que se va “haciendo carrera”. “Para la carrera -afirma Cristina- tenés que sumar antecedentes con resultados y acciones concretas, como publicar trabajos científicos en revistas que tengan impacto en la especialidad en la que trabajás, formar recursos humanos, desarrollar proyectos propios, participar en colaboraciones nacionales e internacionales, asistir a congresos, todas las actividades que permiten sumar antecedentes, que se evalúan periódicamente”. En ese camino de crecimiento se va encontrando la oportunidad de transferir los conocimientos que se fueron generando y hacer además una “vinculación tecnológica” con la sociedad.
Trabajo en equipo y sociedad del conocimiento
--Existe una idea que flota, y es que el investigador científico es más bien una persona solitaria, tal vez una mirada romántica que venga de un pasado cercano, de figuras ilustres a lo Einstein. ¿Es posible desarrollar el trabajo científico de un modo solitario en la actualidad?
--Efectivamente antes se podía trabajar en soledad, pero hoy no hay lugar a tal posibilidad, porque no estás aprovechando al máximo tus capacidades ni las del resto. La ciencia va mucho más rápido que el ritmo de una sola persona, y necesitás de las interacciones y las colaboraciones de distinto tipo. Cada uno sabe hacer algo, o tiene un equipo especial o la infraestructura necesaria y de todo eso sacamos mejores proyectos, buenos resultados e informes. Además, las publicaciones que realizás son internacionales, de modo que el nivel demandado es ese. Lo mejor es siempre trabajar en equipo, es la mejor manera de avanzar en la ciencia. Claro que hay una instancia de soledad, de reflexión individual, donde estás vos y tu aporte, analizás los datos, los mirás con detenimiento uno por uno para ver qué te dice el conjunto, leés muchos trabajos del tema, pero luego todo eso se vuelca en herramientas de uso compartido y se trabaja así, en colaboración, tanto a nivel interno como a nivel externo.
--¿Hay algún tipo de tensión o contradicción entre seguir las complejas reglas de la comunidad científica por un lado y, por otro, tener la capacidad de tener iniciativa, innovar, crear, o incluso ser disruptivo?
--Por suerte hay muchas instancias de evaluación en el sistema científico: hay una evaluación por pares, por coordinadores, y hay evaluación a nivel de directorios. Si hay algo que es disruptivo pero es realmente bueno, si tiene sustento científico, y tiene un equipo atrás que puede demostrar que lo que se está diciendo va a ser bueno o va a cambiar algún paradigma, entonces sí tendrá un lugar. Te puede costar, pero en algún momento vas a tener la oportunidad o de divulgar, aplicar, transferir al sector privado, comunicarlo… pero solo si tu resultado es bueno. Siempre la disrupción va a pesar, se busca la innovación, se la busca pero no por la disrupción misma.
--Claro, vemos que el nombre “innovación” se le agrega a muchas instancias “institucionales”.
--Es que hoy hay muchas cosas hechas, hay mucho recorrido y cuando alguien agrega un plus hay que apoyarlo. Aunque es claro que vas a tener que buscar y luchar por tu lugar para demostrar que es valioso tu hallazgo innovador.
Ciencia y sociedad, ¿un par dispar?
--¿Qué sucede con la capacidad para generar “pensamiento crítico” en la ciencia? Existen temas en los que un científico puede ofrecer ideas alternativas, objeciones y hasta participación en el activismo político. Imagino desde cuestiones como el uso de la energía nuclear para la paz hasta, más acá en la historia, las luchas ambientales, por la ética aplicada a la inteligencia artificial o el aborto. La pregunta es ¿puede existir esa conversación?
--El debate no se da en todas las disciplinas del mismo modo. Por ejemplo, nosotros acá (CIBA) tenemos una práctica experimental, que va a lo demostrable. Pero, de alguna manera, todos los científicos tenemos una forma de razonar que hace que tengamos un pensamiento crítico, con mayor o menor capacidad de expresarlo. En nuestro caso sucede que muchas veces nos pone a reflexionar un comité de ética con preguntas, ¿por qué vas a hacer esto?, ¿qué razón de ser tiene tu experimento con tantos animales?, o ¿por qué elegiste esa patología o ese rango de edad en los pacientes? Uno está preparado para responder eso porque el pensamiento científico te permite hacerlo. Entonces sí hay un lugar, cada disciplina tendrá el suyo, pero también es cierto que aparece y está muy ligado a lo personal, y así se va mucho más allá de tu tema o tu disciplina. En las ciencias sociales y humanísticas, estas cuestiones tienen otra centralidad que hace que todos los temas y los enfoques sean cuestionables, y es bueno que así sea.
--Hay otro foco de conflicto entre ciencia y sociedad y que se ha manifestado con gravedad sobre todo en estos últimos años. Se trata de teorías o planteos políticos que se basan simplemente en la negación de la ciencia. ¿Hay algún tipo de responsabilidad por parte de la comunidad científica en este auge?
--Que aparezca un movimiento antivacunas, por dar un ejemplo, para mí es grave e impensable, sobre todo cuando se sabe que las vacunas han salvado poblaciones enteras. En mi opinión, no creo que hoy en día los científicos no comuniquemos. Quizás no sabemos comunicar de la mejor manera, pero no sucede que no comunicamos. En las redes sociales, en los medios masivos, aparecen y se citan los trabajos científicos, y eso hace que estén accesibles a las personas, tanto a las receptivas como a las que van a tener una posición contraria a priori. Y no nos olvidemos que hay toda una corriente de periodistas con gran interés por dar a conocer nuestros avances, y ese nexo es para aprovecharlo.
Revistas, vacunas y coronavirus
--A partir del debate por las vacunas, puntualmente sobre la validez o no que tenía una de ellas, apareció en la agenda de los medios el rol de las revistas científicas: ¿por qué son tan importantes estas revistas?
--Para empezar, publicar en una revista científica de alto impacto significa que la comunidad científica de la especialidad te va a leer, lo cual es importante para tu equipo de trabajo, ser aceptado por una revista que es revisada por pares y por el comité editorial de la revista. Así se avala tu temática, tu metodología y el mensaje que tiene tu trabajo científico. Ese resultado se reconoce mundialmente. Para el avance de la investigación es fundamental y fue siempre así.
--¿Y con los estudios de las vacunas para COVID-19 qué fue lo que pasó?
--Se escuchó mucho que el estudio clínico de fase 3 de la vacuna tenía que estar publicado en una revista científica. Está muy bien que esté publicado, pero previo a eso las entidades regulatorias de la salud de cada país, tanto del que originó la vacuna como de los países que la fueron adquiriendo, ya tenían una información más completa que iba mucho más allá de lo que se publica. Por lo tanto no había que esperar a la publicación para saber si la vacuna era segura o no, porque nuestro ente regulador ya había tenido acceso a la información completa, muy vasta por cierto, y no reducida a unas cuantas hojas de un artículo que dispone sólo de algunos de los datos, que son seleccionados para el formato y enfoque de la revista científica elegida.
--Por último, ¿cómo ha impactado la pandemia en la subjetividad y en el ánimo de la comunidad científica?
--Lo evidente es que gran parte de la comunidad científica se puso a estudiar de inmediato para ver qué podía aportar en relación a la pandemia. Al menos en Argentina se lo vio así. Eso demuestra que el sistema científico tiene preparación para resolver problemas y tiene adaptabilidad. Y esto nos habla del capital humano y técnico del que disponemos en nuestro país. También creo que demuestra la fuerza y el valor que tiene la ciencia. Pero tampoco se puede aislar lo humano y personal, y es cierto que tuvimos distintos momentos. Acá en el CIBA, por ejemplo, no sabíamos cómo íbamos a trabajar y hoy, después de un año, lo manejamos de otra manera, nos paramos frente a la pandemia de otro modo. Le tenemos mucho respeto al virus, por eso hacemos los diagnósticos con mucha responsabilidad: nos turnamos, nos apoyamos, nos repartimos tareas, para que nunca falten los resultados. Y es así porque tenemos confianza en que la ciencia, de alguna manera, ésto lo resuelve. No lo vivimos con miedo, sí con respeto, aunque al principio no sabíamos lo que era y mucho menos lo que se venía. Hoy conocemos mucho de esta infección, el comportamiento, la evolución, la vacunación, las conductas a seguir. Y seguimos estudiando, porque además tenemos proyectos de investigación sobre COVID-19 en este momento. Y todo esto fue posible por la preparación que teníamos y, por supuesto, nuestra confianza en el trabajo científico.
Diseño: Laura Caturla
De vocación, genetista
Por Marcelo Maggio
En la actualidad, hablar de genes, organismos modificados, o de las mutaciones genéticas de los virus ya es una parte de las noticias cotidianas o de las series de ficción que llevan todo al límite. En tiempos de pandemia, el estudio de los genes dejó de ser algo trivial para convertirse, literalmente, en esperanza.
Las jugueterías de la ciudad de Casilda, provincia de Santa Fe, deben haber estado en problemas cuando Gianina Demarchi, con 8 años, pidió un microscopio de regalo. Se iniciaba un camino con ese pedido y con esa inquietud. Más tarde, ya entrando al secundario, para seguir con sus amigos se anotó en "el comercial”, pero rápidamente se dio cuenta que no era lo suyo. Se enteró de otra escuela en su ciudad donde tenían la orientación en Ciencias Naturales, y hacia allá fue. No se equivocó, aunque doliera dejar amistades detrás. “Hubo un ejercicio de una materia, Biología, que era sobre ADN, algo muy básico y de escuela, pero ahí me surgió algo y dije esto es lo que quiero hacer”, recuerda.
Empezó a buscar qué era la genética con esa mirada al infinito, o al vacío, que se da cuando se está en el último año de la escuela secundaria. Buscando, fue que dio con la UNNOBA, que estaba bastante cerca de Casilda, y se encontró a su vez con la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), en la que también se dicta Genética. “Les pedí a mis padres ir a Misiones a conocer la universidad, y también visitar la UNNOBA; finalmente decidimos por la UNNOBA donde me sentí como en mi casa... sería la cercanía con mi ciudad, la gente, el lugar”.
Comenzó a cursar en 2007 en la sede de Pergamino. La UNNOBA tenía apenas cuatro años de vida y a ella le atrajo esa juventud. Y durante el último año de cursada conoció a la doctora Carolina Cristina, a cargo de una materia que marcaría su graduación: “En ese momento Carolina estaba formando su grupo de becarios en la Universidad en sus líneas de investigación en tumores, al que me permitió ingresar como pasante para iniciar mi tesis de grado, con un tema que sigo hasta el día de hoy”.
Desde aquellos tempranos días en Genética fue avanzando y haciendo un camino que le permitió alcanzar, a sus 31 años, el Doctorado en Ciencias Biomédicas por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, con una tesis que ya desde el título parece intratable para quienes no pertenecen a su campo de investigación: “Participación de las células madre en el desarrollo y progresión de los tumores hipofisarios. Nuevos blancos terapéuticos: vías de señalización Wnt/β-Catenina”.
Una mirada desde la genética
Al elegir una carrera, tanto quien la realizará, como quienes financiarán ese camino del conocimiento, quieren saber de qué se puede “trabajar”, por el “hacer” concreto. Gianina Demarchi confiesa: “Al inicio de la carrera leía sobre las salidas laborales y no entendía nada. Lo único que sabía era que quería estar adentro de un laboratorio”. ¿Se imaginaba como una investigadora? Gianina respondió que no: “En el último año, hablando con una docente —Virginia Pasquinelli— me enteré de la existencia de los doctorados, de ese tipo de futuro laboral, y ahí empecé a entender cuál podría ser mi carrera más allá de la tesis”.
“La salida laboral está muy relacionada con el agro en nuestra zona —explica—, los cultivos modificados genéticamente, los inoculantes, o incluso las empresas farmacéuticas para tareas, como el monitoreo de protocolos. Muchos de mis compañeros, una vez que obtuvieron el título de grado, empezaron con esos trabajos”. Pero la genética puede ir por tantos lugares, que hasta sus propios estudiantes se sorprenden: “Si tiene ADN, lo podés estudiar. Entonces si es un cultivo, cerveza, o un paciente con cáncer, podés avanzar, porque tenés las herramientas para profundizar en eso”. Gianina reconoce que desde lo laboral nunca le interesó lo vegetal, pero rememora que tenía “compañeros que ya entraron sabiendo qué cultivo querían mejorar”.
Así fue que se alejó de los cultivos para encontrar su tema, ya desde la tesis de grado: “Las vías de señalización, los componentes de la célula que van llevando mensajes. Hay distintas señales y yo me ocupo de una en particular”. Esta investigación forma parte de un proyecto más amplio que dirige la doctora Carolina Cristina, investigadora a cargo del Laboratorio de Neuroendocrinología / Fisiopatología de la Hipófisis que formó en el CIBA.
“La vía que yo estudio se llama Wnt/β-Catenina, y su funcionamiento en el desarrollo de tumores de hipófisis. En mi tesina de grado lo que hice fue generar estímulos en células hipofisarias de ratones y observar cómo respondía esa vía a esa estimulación. Ese fue el puntapié para la investigación en el doctorado, donde profundizamos el rol de esa misma vía pero en otros modelos experimentales, de rata y ratón, como así también en muestras provenientes de cirugía de tejido tumoral hipofisario de pacientes con y sin quimioterapia”, detalla.
Defensa virtual: saltando todos los obstáculos
“Creo que nadie hubiese ido a Rosario a ver algo como una defensa doctoral. Entonces, con mi novio organizamos para transmitirla por una red social: amigos, familiares de todas partes, compañeros de la escuela, del laboratorio, estaban todos conectados para seguirla en vivo”, cuenta feliz de haber compartido ese momento, que terminó siendo comunitario en un año que apretaba con el aislamiento de cada amanecer.
“La situación de aislamiento obligó a abandonar la parte experimental final de la tesis porque el laboratorio se cerró en marzo. Pero mi tesis de doctorado ya estaba escrita y entregada antes de la pandemia en su versión borrador en noviembre de 2019”, detalla Gianina.
Sin embargo corría julio de 2020 y Gianina no tenía noticias de su trabajo, ¿lo habrían aprobado? ¿se habría perdido en los pasillos virtuales debido a la pandemia? Nada de eso: el trabajo borrador estaba aprobado y, ya que preguntaba, tenía que mandar la versión final para hacer la defensa. "¡La tenía que completar, no estaba lista!", exclama Gianina. "Fueron quince días en los que pude tomarme un tiempo del trabajo del diagnóstico en el laboratorio. Gracias al apoyo del equipo y de mi directora, pude terminar de escribir. Ahí me dijeron que la defensa iba a ser online, que no había otro modo. Y nos preparamos para eso", recuerda.
De la hipófisis a la tesis, un camino
—La glándula hipófisis es objeto de estudio desde la Grecia Antigua, es decir que es bastante célebre. ¿Podrías describirla y explicar cómo afectan los tumores que ahí crecen?
—Es una glándula endócrina que secreta hormonas, que son mensajeros que van por la sangre y le dan indicaciones al resto del organismo, por eso se dice que controla la homeostasis. Por ejemplo, "le dice" a la glándula mamaria que produzca leche. Con otra hormona "le dice" a la glándula de la tiroides que produzca las hormonas tiroideas. Va orquestando las funcionalidades del cuerpo. A su vez, es regulada por hormonas del hipotálamo. En algunos casos se desarrollan tumores en la hipófisis, que tienen un comportamiento complejo porque si bien en general son “benignos”, es decir, no hacen metástasis, en realidad se ve que pueden resistir los tratamientos. Por su ubicación en la base del cerebro pueden llegar a comprimir nervios y estructuras cerebrales, con consecuencias difíciles de tratar luego.
—En términos estadísticos, ¿cuánto representa el tumor de hipófisis?
—Los tumores de la hipófisis rondan el 15% de todos los tumores que se dan dentro del cráneo, no es un número menor. Hay un porcentaje de ellos que responde a los tratamientos, entonces, se logra controlar, pero hay un porcentaje que los resiste y es donde está el mayor desafío. Los tratamientos convencionales funcionan en un buen número de pacientes y reducen la secreción hormonal, pero para los que no responden a estas terapias el tumor vuelve, incluso después de una cirugía. Hay nuevas terapias que es lo que nos interesa estudiar, terapias a las que en algunos casos se responde bien, entonces nos preguntamos por qué y qué pasó desde el nivel molecular.
—Sigamos indagando los elementos que figuran en el título de tu tesis. ¿Qué son las células madre y qué relación tienen con lo tumoral?
—Se trata de células con características del desarrollo embrionario pero que persisten en un bajo porcentaje en los tejidos adultos. Se está viendo en la actualidad que hay células madre prácticamente en todos los tejidos. Estas células son las que tienen la capacidad de responder frente a una herida o a la pérdida de células en un órgano. Es decir, tienen la capacidad de dar origen a nuevas células del tejido. Para eso se mantienen en un estado desdiferenciado, o sea que no están comprometidas a funcionar como ese órgano, pero están ahí y pueden dar origen a nuevas células del órgano. En la hipófisis están, también. Pero el problema es cuando se desregula su función, porque son responsables de originar cáncer o contribuir al cáncer que se originó. Estas células desdiferenciadas pueden autorrenovarse y proliferar, por lo que si llegan a adquirir una característica de “malignidad”, o sea, si se vuelven cancerosas, se van a diferenciar en células malignas. Por eso se maneja la hipótesis de que las llamadas recidivas, cuando vuelve la enfermedad después de un tratamiento o una operación, pueden estar dadas por la permanencia de células madre tumorales. Es un tema complejo al que resulta de interés estudiar desde las vías de señalización, porque son las que participan en el funcionamiento de esas células madre.
—Llegamos a esa frase, tal vez la más difícil del título. ¿Qué son las “vías de señalización”?
—Se llaman así a las cascadas de proteínas, uno de los componentes de las células. Una de sus funciones es la de recibir señales del exterior de las células y amplificarlas en el interior. Si la señal "le dice" a la célula, “el ambiente es favorable, podés crecer”, entonces la célula toma ese mensaje y lo va pasando entre sus proteínas hasta que promueven una modificación que da como resultado su proliferación. A veces pasa algo que rompe la regulación natural. Va todo bien pero una proteína mutó y no recibe la señal de frenar, entonces crece. Yo estudio la vía denominada Wnt/b-Catenina. También están los receptores NOTCH, que es otra señal que se estudia en el laboratorio y es parte de las tesis de mis compañeras. Hay múltiples vías y los efectos son diferentes: que la célula crezca, que se reproduzca, que muera, que se generen nuevos vasos sanguíneos, etcétera. Nos gustaría responder a preguntas tales como: si efectivamente inhibimos la señalización, ¿colaboramos con el tratamiento?; ¿es más efectiva la droga cuando reducimos la actividad de las vías de señalización?
—En tu caso, ¿cómo sigue la carrera luego de obtener el doctorado?
—Publicar nuestros trabajos de investigación, que es la manera con la que podemos comunicar nuestros hallazgos. Tenemos que cerrar los experimentos que hubo que aplazar, y en mi caso esos resultados pueden servir para completar una instancia posdoctoral. Tanto la Universidad como el CONICET nos brindan becas para realizar esa etapa de la investigación. Además durante un posdoctorado tenemos la oportunidad de prepararnos para lo que constituye, más adelante, la carrera de investigador científico.
Investigar en tiempos de pandemia
Como fue narrado en una nota anterior en El Universitario, Gianina forma parte del grupo de becarias y becarios que se doctoraron durante la pandemia y que se sumaron al trabajo cotidiano de detección de COVID-19. “Nadie imaginaba esto, así que fuimos viviéndolo. El laboratorio se cerró en marzo (de 2020) y quedamos aislados en casa. Todo lo que se podía guardar y dejar en espera hasta otro momento, se guardó, por ejemplo tejidos, cultivos, células, todo se congelaba para ser retomado en otro momento”.
“Sabíamos cómo manejar un virus, pero esto era diferente”, recuerda. ¿Por qué? “Después del cierre del laboratorio, desde el Ministerio observaron que el CIBA tenía los equipos y recursos necesarios para el diagnóstico. Preguntaron quién estaba dispuesto... ¡y fuimos corriendo! No estábamos acostumbrados a no ir al laboratorio. Además teníamos la oportunidad de hacer algo muy aplicado y formar parte de este desafío que era mundial. Personalmente me dije ‘voy a aportar mi pequeño granito de arena’ con los diagnósticos, aunque todavía no sabíamos cómo”.
Gianina cuenta que se iniciaron con “entrenamientos online”, por ejemplo, “para saber cómo ponerse y sacarse la protección correctamente, cómo moverse dentro del laboratorio, cómo preparar el edificio en zonas; aprendimos a separarnos en grupos para no cruzarnos, y desde abril de 2020 que estamos de lunes a lunes aportando con nuestra labor”. Y agrega: “Lo asumimos con mucha responsabilidad también, no nos podíamos contagiar ni visitando a nuestros seres queridos, porque si se enfermaba uno, bajábamos un grupo de trabajo entero en el CIBA”.
El desafío de la pandemia sumaba también la tarea de continuar con el dictado de las clases universitarias, aunque esta vez de forma online. Gianina trabaja en “Introducción a la Biología” y en “Química biológica”, materias que se cursan en los primeros años de Agronomía, Alimentos y Genética. “No me imaginaba dando clases, pero me encanta, siento que me complementa mucho. Hay algo que tiene la investigación básica, lo que hacemos en nuestro laboratorio, y es que no ves un resultado tangible. Nuestros resultados son publicaciones de trabajos científicos, por lo tanto, es difícil ver el aporte. Mediante la docencia me complemento, porque me ayuda a seguir pensando en lo que hago y a su vez brindarlo en las aulas”, finaliza, y se desconecta de la entrevista para ir rápido, de vuelta, rumbo al laboratorio.
Diseño: Laura Caturla
La pregunta por el “botón rojo”
Por Marcelo Maggio
Hay una idea que late, cual amenaza vedada, en el año económico argentino: el botón rojo. Pero, ¿qué significa esa metáfora? ¿Se puede simplemente “parar” la economía? Al parecer el capitalismo y el botón rojo se llevarían mal, muy mal.
El filósofo Martin Heidegger decía que la esencia de la técnica moderna reside en no reposar jamás, esto es, estar siempre dispuesta a transformar la naturaleza. No hay noche ni día, como en los ciclos de la naturaleza, sólo hay producción. Por eso mismo, quizás, el malestar con el botón rojo no sea únicamente político, o económico, sino que estaría en una profundidad mayor. Y, por eso, también, cuando las sociedades tienen que redireccionar su producción para enfrentar una guerra no aparecen tantos malestares ni resistencias. Si se trata de detener la maquinaria para reposar, cubrir con velos, esperar o cuidar, ¿qué sucede, qué se opina, quién está de acuerdo? ¿Puede deternerse la economía, hay una entidad que pueda detentar el famoso 'botón rojo'? ¿O es sólo una metáfora fallida de sanitaristas bajo los efluvios de la cloroquina?
Carlos Alberto Salguero es doctor en Economía y docente de la UNNOBA, entre otras universidades. Enseña Microeconomía y Macroeconomía desde 2016 en carreras de grado, y dirige un curso de posgrado sobre “Comercio y finanzas internacionales”. Este profesor universitario no comparte "el mito del botón rojo" que todo lo paralizaría porque "tiene una subyacencia necesaria: el planificador central”.
“Pareciera que no puede haber decisiones económicas en las que no guarde un rol preponderante el Estado, y eso no necesariamente debe ser así”, plantea. Salguero también se remonta a la teoría económica para abordar el tema: “Existen dos tradiciones mutuamente opuestas en relación a quién asigna mejor los recursos, ¿el Estado o el mercado? Es un debate que en el ámbito académico está abierto. Mi opinión particular, fundada en la ortodoxia microeconómica que establece que los controles provocan una perdida irrecuperable de eficiencia, es que resulta más saludable que se respeten las libertades individuales, que cada persona tenga la posibilidad de brindar todo su potencial sin ningún tipo de restricciones. No creo que sea necesario que un tercero, ajeno a los derechos de propiedad que cada uno detenta, tenga que venir a decir qué hacer o qué no hacer. Hay evidencia en el mundo que los países más ricos son los que tienden a tener Estados menos intervencionistas”.
Globalización, cantaban "Los Piojos" en el 2000, un año antes de que todo vuele por los aires en el país. “Ahí va Scottie Pippen/en medio de la puna/no te hagai problema darlin/slippin en la cuna”. Pero hoy ya se habla poco de la globalización, post Muro de Berlín y en el medio de una revolución de las telecomunicaciones, aunque… ¡apareció la pandemia global, y ya no resulta tan simpática la globalización! La aceleración mundial también trae la enfermedad.
Resulta evidente, y lo resultó desde el siglo XX para quienes querían desarrollar su utopía en un solo país, que la interdependencia de las economías es inevitable. Asumir la interdependencia quiere decir que no podemos hacer todo de modo local. Pero, y acá otro nudo, ¿qué está pasando con la economía global pandémica? ¿Cómo impacta en producción, comercio, finanzas? ¿Y los “bloques regionales” tan celebrados hacia fines del siglo XX y cada vez más golpeados y sin futuro aparente van a servir para salir del "shock" pandémico?
“Resulta claro que la globalización se ha dado en unas áreas más que en otras —reflexiona Salguero—. Hoy, por ejemplo, hay un acceso a la información disponible a lo largo del mundo gracias a las telecomunicaciones. Cualquier persona puede tener una videollamada en tiempo real con alguien que está del otro lado del planeta, cosa que antes no pasaba. Sin embargo, la apertura de los países está siendo relativizada. Hay grupos como la Unión Europea, por ejemplo, que no dejan de ser un bloque defensivo. En tal caso esta globalización tiene más de declamación que de correlato real en economía, y no guarda relación con la migración de las personas”, destaca Salguero al hacer un paralelo entre telecomunicaciones y migraciones.
Según informa el Banco Mundial, este año el repliegue global viene arrojando datos como los siguientes: 9,3% de baja en la demanda mundial de petróleo (para lo que va de 2020); caídas del 20% en servicios (con pico en el 30%); derrumbe del precio de commodities (energía, metales y agricultura), con excepción del oro. Muchos han visto en este escenario una necesidad de repliegue a lo local. ¿Se podría dar una reconfiguración de la teoría de las ventajas comparativas? Esto es, a partir de la necesidad de acceder a bienes que antes eran fáciles de conseguir y ahora se dificultan, ¿es viable en el presente volver a dar impulso a algo parecido a lo que otrora fue la sustitución de importaciones, por ejemplo?
Para responder, Salguero retoma el planteo inicial: “En la pregunta hay un pensamiento establecido, cosa que es razonable, porque la verdad siempre es personal. En la ventaja comparativa, desde la perspectiva del mercado internacional, hay restricciones que suponen que el comercio internacional, y el mundo, son como una torta predeterminada en la que la puja de las partes trata de sacar el tajo más grande. Y esto no debe verse así, sino que el comercio genera ventajas inexploradas y no debe enfocarse desde esa perspectiva de juego en el que lo que ‘uno gana el otro lo pierde’. Debería verse como un juego donde 'todos ganan', porque todos van a sacar el mayor provecho haciendo aquello que, en términos relativos, saben hacer mejor. No tenemos que sesgar a la persona con quien intercambiamos extramuros de Argentina como si fuera un rival al que hay que vencer, sino ver el beneficio mutuo. Sería un error muy grave proscribir el intercambio o restringir las posibilidades de las personas a un área determinada”.
—Ese podría ser un escenario también, pero hay críticas. ¿Podemos repasarlas? Por ejemplo desde el movimiento “no global”, nacido en Seattle en 1999 en respuesta a una reunión de la Organización Mundial del Comercio, se cuestionaba el problema de las asimetrías entre países, la falta de reglas parejas, y sobre todo el impacto sobre el trabajo y los derechos laborales, incluso llegando al trabajo esclavo en países donde la informalidad no puede ser controlada, por caso Argentina también. Desde 1999 para acá, ¿hubo cambios en el comercio o se asume que la no regulación es el único, o el mejor camino posible?
—Las asimetrías necesariamente se dan porque las personas contratan otras personas que no son iguales. Nadie se contrataría a sí mismo. Cuando se establecen equipos de trabajo se consideran las distintas habilidades que cada uno de los integrantes tiene para tener un incremento del trabajo conjunto. Las empresas son un conjunto de activos con riesgo y pasivo, cuentan con la presunción de que van a ganar en caso de conseguir el favor de los consumidores, y eso es eventual, porque lo único que tienen asegurado y en concreto son los costos que enfrentan, entre ellos, las tasas de salario de las personas que contratan. El rol del asalariado no es el mismo que el del dueño de la empresa, por cuanto el asalariado vende su fuerza laboral. El titular de la empresa puede tener ganancias sirviendo correctamente al mercado o, eventualmente, podría quedar desprotegido y perder sus activos si su presunción hipotética del mercado no se cumple. Las decisiones siempre se toman en un marco de incertidumbre, y se corroboran empíricamente (ex post) si fueron acertadas. En cuanto a la cuestión moral de las condiciones de trabajo esclavo, que también hemos visto en Argentina, es algo que tiene que ver con las condiciones de pobreza extrema a las que determinadas personas en el mundo están expuestas. Cuanto más ricos son los países, la distribución del ingreso tiende a ser menos desigual. Estas cosas pasan cuando hay una necesidad extrema de personas que, bajo determinados regímenes, no pueden subvertir esa condición de pobreza tan lamentable y que es repudiable desde todo punto de vista.
—Pero una cosa es pensar que es repudiable y otra sería pensar que es necesaria la regulación, por ejemplo si asumimos que el capital “tiende” a ir a los lugares a donde menos costo de producción va a tener, ya sea local, regional o internacionalmente. ¿No es el Estado el único que puede decir “¡hasta aquí!”? Incluso podría ser peor, porque además de la informalidad o la esclavitud también hay dumping (vender un producto por debajo de su precio normal, para eliminar a las empresas competidoras y apoderarse del mercado), cierre de fábricas locales y desocupación.
—No debe confundirse el comercio con la lesión de derechos. Precisamente, donde opera una ilegalidad es donde la Justicia debe actuar de oficio. Desde la Asamblea del año 1813, afortunadamente, la esclavitud ha sido abolida en nuestro país. En el comercio, sin embargo, desde que el mundo es mundo, el negocio es comprar barato y vender caro. Países como China, que hasta hace 70 años eran economías de subsistencia agrícola, gracias a los flujos de capital se han transformado, y hoy ese país es quizás la economía más preponderante del mundo, con las inequidades y condiciones de pobreza que persisten, inclusive con restricciones como la tasa de natalidad. Lo cierto es que la condición de vida de los habitantes del gigante asiático ha mejorado. Me parece que la solución va más allá de las restricciones: el ser humano viene de la pobreza extrema, pero sólo en los últimos años y gracias al acontecimiento económico más importante de la humanidad, la Revolución Industrial, ha empezado a superar esos acontecimientos. Cada año en el mundo, aunque este año va a ser particular, hay una menor cantidad de pobres. Y la tendencia global es a la disminución de la pobreza.
—En el curso de posgrado que usted dicta aparecen dos palabras: comercio y finanzas. Sin embargo muchas veces, y le hablo solo desde la “agenda de noticias”, las finanzas aparecen como una zona oscura, de dudoso proceder, asociada a la especulación o a lo “volátil”. Las bolsas que se desploman “mágicamente” son noticia, el dólar que “se dispara”, sin actores, los tenedores de bonos “sin rostro” o los capitales golondrina que generan incertidumbre. ¿Cuál es el rol de las finanzas en la economía global? ¿Es simplemente el “lado oscuro” del capitalismo como rezan las noticias cotidianas?
—Creo que eso sucede porque principalmente hay un desconocimiento cabal del mundo financiero y porque el comercio resulta más tangible. La gente está acostumbrada a hacer intercambios de bienes pero no tanto de transacciones financieras. Los particulares, los bancos y las empresas pueden poseer activos de su país o activos de otros países. De hecho, los particulares poseen casi exclusivamente activos de su propio país y, dicho sea de paso, en Argentina tenemos un mercado de valores que es despreciable en términos absolutos comparado con otras economías del mundo. Las finanzas lo que hacen es canalizar y transferir los flujos de ahorro. El problema de nuestro país es, precisamente, la falta de ahorro. Las personas, generalmente, estamos restringidas a llevar a cabo nuestra cartera en inversiones de opciones locales, en especial en bancos comerciales y no así en el mercado de valores, aunque con la revolución de las telecomunicaciones esto está comenzando a cambiar. No obstante, sigue siendo un terreno más afín a los agentes globales diversificar sus inversiones entre los mercados transnacionales. Los inversores internacionales generan una relación entre los mercados de activos del interior y del extranjero, y sus actuaciones tienen efectos fundamentales en la determinación de la renta, los tipos de cambio y de la capacidad de la política monetaria de un país para afectar a los tipos de interés. Para financiar la compra de activos durables, las empresas y particulares acuden a los bancos. Pero en el mundo, esos mismos actores se financian a través de la bolsa de valores y de los instrumentos financieros que surgen de allí. Quizás el desconocimiento de los instrumentos financieros es lo que genera, en algunos sectores de Argentina, los prejuicios sobre cómo operan los mercados.
Trabajo y pandemia
La pandemia también nos devuelve a las preguntas fundamentales. “Cuál es la razón por la cual algunas personas dedicamos nuestra vida a esta disciplina que se ha dado en llamar Economía?”, se pregunta Salguero. “El problema esencial de la Economía tiene que ver con la escasez, si con solo pensarlo pudiéramos acceder a los bienes necesarios para mantener la vida, no habría razón para intentar resolver estas cuestiones. La pandemia lo que ha hecho es golpear en el núcleo central del paradigma de la escasez. Ha hecho que lo escaso se vuelva más escaso. Debemos redoblar los esfuerzos para intentar resolver los problemas que resultan, ni más ni menos, del trade off o solución de compromiso entre las 'necesidades infinitas y los recursos que son limitados y escasos', y esto incluye aún a las personas más ricas del mundo, sea por el motivo que fuere”.
Y acto siguiente nos recuerda: “Originariamente, la ciencia se denominaba Economía Política y desde la revolución marginalista, es decir desde 1870, se ha perdido el cincuenta por ciento del nombre. Es decir, desde Alfred Marshall hasta acá hablamos de Economía a secas”. Este cambio no ha resultado menor ni baladí: “El objetivismo, producto del uso de la matemática en la teoría de la utilidad marginal —añade Salguero— ha hecho que se vea al ser humano como un autómata apto para formalismos matemáticos, pero se ha perdido la posibilidad de ver a la persona como un ser de carne y hueso que está sujeto a diversas contingencias, entre ellas, levantarse un día con el pié izquierdo, estar enfermo, o todo lo que nos pasa a las personas en el devenir de la vida cotidiana”.
La tradición teórica a la que Salguero refiere responde a una fundamentación liberal clásica, y lo que se conoce como la revolución marginalista en 1870 tuvo tres corrientes: William Jevons en Inglaterra, León Walras, en Escuela de Lausana y Carl Menger, en la Escuela de Viena. “La intervención de Marshall dio lugar al conocido 'enfoque neoclásico', aunque el prefijo ‘neo’ es un término abierto, y refiere a cualquier significado que quiera dársele”.
—En la pérdida de la palabra “política” en el nombre de la disciplina, ¿se ha perdido eficacia también? ¿Sería posible pensar una recuperación de ese nombre original y de esa práctica?
—En el presente, no. La mayoría de las escuelas de pensamiento adhieren al objetivismo. Es más, hay grupos con gran influencia que consideran que la Economía no es una ciencia social sino una ciencia dura, y cada vez más se desvelan tratando de matematizarla, incrementando su relación con los algoritmos matemáticos, más que tratar de llevarla a ese escenario inicial que la ha planteado como una ciencia social. La econometría, por ejemplo, una disciplina de la medición económica de los datos, busca argumentar o corroborar a través de la evidencia empírica. Como decía un economista y sociólogo norteamericano, Mancur Olson, los datos nos permiten mostrar todo aquello que queramos, solo bastará ver hasta dónde seamos capaces de torturarlos.
—En este borramiento de lo social hay quienes aprovechan para reflotar las hipótesis de un mundo sin empleo, a caballo del automatismo, o de una sociedad en crisis, es decir por diversos motivos se podría llegar a esa conclusión.
—No podemos pensar en una economía que sea prescindente del trabajo. Todo lo que las personas hemos logrado como mejora en nuestra calidad de vida lo hemos conseguido con trabajo, que es el ingrediente insustituible para incrementar la mejora de las condiciones de vida. No hay nada que pueda hacerse sin trabajo. Es falso el argumento que dice que un robot puede reemplazar el trabajo humano. La tecnología puede potenciar el trabajo humano, pero no reemplazarlo, porque nada puede existir sin trabajo humano. Lo que hace la tecnología, sí, es incrementar la productividad. Tomemos como ejemplo un productor rural: en determinado país necesitará una cantidad de horas, en otro le será suficiente con menos tiempo para producir mucho más, dada la manera en que se potencia su trabajo gracias al uso de la tecnología. Y eso hace que ese país sea más rico. La riqueza no está en el dinero, sino en la tasa de capitalización de esa economía que soporta el trabajo humano. Hay economistas que dicen que el dinero es la savia que lleva los nutrientes. El dinero es simplemente un medio para realizar intercambios. Lo que en realidad nos va a dar un mejor nivel de vida es el acceso a mayor cantidad de bienes y servicios, parte de esos bienes se usan para consumir y parte se ahorran.
—¿Puede suceder que se potencie la productividad pero al mismo tiempo se altere la naturaleza del trabajo humano por el impacto de la maquinaria? Algo así es lo que está en la tesis sobre la composición orgánica del capital.
—Ese es el argumento sobre el que subyace la plusvalía de Marx. Este autor, no solo partía de una concepción defectuosa de la economía, sino que sostenía que ésta, siempre referida a lo material, determinaba las características espirituales del hombre. Pero el empresario debe pagar el salario de mercado para cada tipo de trabajo, independientemente de su estado patrimonial y de sus deseos personales. La cuantía del capital determinará, en última instancia, los ingresos y salarios reales. El aumento del capital genera, entre otras cosas, que las tareas marginales desaparezcan del mercado aprovechándose el trabajo en tareas consideradas más necesarias. La evidencia, en ese sentido, ha sido contundente.
Diseño: Laura Caturla
Aula virtual, un espacio para la continuidad
Como si se tratara de una verdadera gesta, y vivenciando hechos dignos de ser recordados para las generaciones que vendrán, docentes y alumnos se esfuerzan en continuar la labor de enseñanza y aprendizaje. El escenario de la virtualidad total requiere de compromiso, comunicación y empatía, valores sin los cuales el hecho educativo no podría seguir manifestándose.
“Cuando vino la pandemia pudimos dar el salto rápidamente a la virtualidad, porque ya venía la universidad encaminada así, aunque lo habíamos intentado y no le podíamos encontrar la vuelta”. Quien reconoce esa situación es el docente Claudio Giansiracusa, de las asignaturas “Introducción a la ingeniería” y “Mantenimiento industrial”. Contento por los resultados obtenidos en un desafiante primer cuatrimestre, completa su idea: “Nos costaba entrar a la virtualidad, usar la plataforma, cargar la información de la cursada, un trabajo muy grande al que quizás no le veíamos los resultados. Entonces seguíamos con el proceso tradicional de lo presencial, aunque teníamos toda la estructura virtual armada y lista para usar en la Universidad”.
Como fue narrado varias veces desde El Universitario, apenas se dispusieron las medidas de confinamiento en marzo de 2020, a causa de la pandemia, se pudo migrar todo el modelo presencial de la Universidad a uno enteramente virtual, incluso en lo administrativo. Además de crear todas las aulas virtuales necesarias, de inmediato se puso a disposición de los docentes una oferta de capacitación.
Pero el camino de la educación presencial tiene una impronta tan fuerte que para muchos implicó un salto, un “animarse a más”. María José Torres, docente de “Toxicología de los Alimentos”, tiene un balance positivo de lo vivido en el primer cuatrimestre, pero reconoce que “la mayoría de los docentes estábamos acostumbrados a las clases presenciales porque de ese modo nos formamos”. Sin embargo, reivindica que se fueron “adaptando” a la nueva metodología, en parte gracias “al apoyo del área de Educación Digital de la Universidad”. “En lo personal —afirma Torres—, tenía curiosidad e interés por la enseñanza virtual y había comenzado a realizar algunos cursos, pero no me había animado a incluirla en mis clases. Con la pandemia, de una semana para la otra ya estábamos dictando clases a través de la plataforma de la Universidad”.
La experiencia en los equipos docentes es colectiva, y muchos encontraron el coraje en lo grupal cuando se trataba de enfrentar las dificultades. De alguna manera se sigue así el espíritu de la era digital y de las “inteligencias colectivas”, como plantea el filósofo de la virtualidad Pierre Lévy. Este sentido es especialmente el que destaca Verónica Inthamoussou, docente de “Contabilidad I”: “Para nuestro equipo de trabajo fue una experiencia buena, nos acompañamos entre los docentes que integramos la materia y tuvimos un empuje en investigar cómo poder llevar las clases de la mejor manera. Como grupo siempre estuvimos en las clases al menos dos docentes, y respetamos los horarios de la presencialidad en los cuales se inscribieron nuestros alumnos, además de grabarlas para quienes no podían asistir”.
El aula virtual y sus circunstancias
Lanzados de lleno al mundo digital, los docentes fueron encontrando dificultades y potencialidades desde la práctica misma. Por ejemplo Verónica Inthamoussou retoma los problemas relacionados con lo que se conoce como brecha digital, esto es, las carencias en el acceso tanto a dispositivos como a conectividad: “Me encontré con que me faltaban dispositivos en mi casa. Estaba con una computadora y una tablet para toda una familia que necesitaba estar conectada. Aunque lo pude solucionar, creo que es un factor muy importante a considerar, porque hay tareas de una cursada universitaria que no podés resolver mediante un teléfono”. En ese sentido, desde la Secretaría Académica de la UNNOBA se hizo seguimiento de estas problemáticas y se brindó la posibilidad de conexión con el Programa de Becas de Conectividad y dispositivos tecnológicos, y con el cual se entregaron computadoras y beneficios económicos para la contratación de servicios de internet/datos. A nivel nacional la respuesta a la brecha digital se inició, también, mediante la declaración de internet como un “servicio público” o la apertura de créditos para la compra de equipo informático para docentes a través del Banco de la Nación Argentina. Distintas formas de enfrentar la mentada brecha digital.
Pero, como señalan los especialistas en tecnología educativa, la dimensión tecnológica es sólo una de las que se debe tener en cuenta al momento de pensar la educación a distancia o virtual. La otra es la pedagógica. Por eso, desde el área de Educación Digital, se dictaron capacitaciones desde el primer cuatrimestre, como por ejemplo los talleres de “Diseño de cursos virtuales”, de utilización de herramientas como “Talleres”, “Cuestionarios, “Lecciones, “Foros”, “Tareas”, además de un taller sobre los “Procesos de Evaluación en ambientes virtuales”, dictado por docentes externos. Ese proceso, que sigue en el segundo cuatrimestre, incorporó el dictado de “microcharlas” de apoyo a docentes sobre temas puntuales, como el armado de grupos, grabar clases o el ajuste en el diseño del aula.
Claudio Giansiracusa se remonta al inicio del año y cuenta que “el primer desafío fue la reorganización de los contenidos, porque si antes éramos ordenados ahora teníamos que serlo más, prever muchas cosas, tener los materiales cargados con tiempo, pensando siempre en el alumno”. María José Torres también destaca el trabajo que se requiere para “adaptar los contenidos y muchas de las actividades a la virtualidad”. “Llevó un tiempo amigarse con la plataforma y los medios digitales, sobre todo para poder emplearse en la readecuación de las asignaturas”.
Verónica Inthamoussou destaca que alcanzaron a tratar todos los temas del programa gracias al compromiso de todas las partes. Del lado docente rescata la voluntad de incorporar clases extra, por ejemplo, o de utilizar una cuenta en Instagram para la materia, un recurso heterodoxo, pero que “permitió tener comunicación instantánea para consultar todo tipo de cosas: después de cada clase el Instagram estallaba a preguntas, con las dudas que quedaron para retomar y volver a explicar”.
“En una materia de primer año ves el desconcierto, y en la virtualidad el desconcierto era mayor aún”, recuerda Claudio Giansiracusa. “Parecía que estábamos muy alejados, entonces algo que se potenció mucho fueron los diferentes canales de comunicación”. Todos los docentes destacaron la necesidad de estar comunicados por más tiempo y por diversas vías.
Docentes y alumnos se fueron familiarizando paulatinamente con los diferentes canales formales de comunicación de la Plataforma de Educación Digital, como los foros, la mensajería interna o los correos. Giansiracusa comenta que, no obstante, tuvieron una actitud flexible frente a las necesidades de los estudiantes que recién estaban iniciando su recorrido universitario: “Eran alumnos de primer año y se notaba que necesitaban contención, entonces les permitimos que nos manden correos electrónicos directamente o usen otras modalidades más directas al prinicipio”. El ingeniero, responsable de una materia introductoria, señala que “lo más importante para la contención de los alumnos es estar informados y tener pautas claras”.
María José Torres, desde el campo de las ciencias biológicas, coincide con esta experiencia, con la dificultad de avanzar en un tipo de comunicación formalizada por los entornos virtuales institucionales: “Con los estudiantes nos mantuvimos en permanente contacto a través de la plataforma, pero nos faltó mayor interacción grupal a través de los foros para aprovechar esta herramienta, pero creo que fue por inexperiencia de ambos lados. Es de rescatar la buena predisposición que presentaron los alumnos, para ellos también fue un gran cambio el pasaje de la presencialidad a la virtualidad”.
Es singular el esfuerzo realizado y los resultados. Por ejemplo, los docentes coinciden en hacer un buen balance, en haber alcanzado a dar todos los temas y en el rendimiento de la medición más fría de aprobación y ausentismo. “Estuvimos muy cerca de los números que se dan en la presencialidad”, coinciden.
Sin embargo, una circunstancia no menor, sobre todo para quienes ingresan a una carrera, es el conjunto de relaciones interpersonales que se tejen y que conforman un todo de la vida universitaria. Para Inthamoussou no se trataba solamente de mejorar la comunicación o los contenidos: la falta de presencialidad impactaba en aspectos básicos para transitar la vida académica, “como desconocer cuestiones administrativas básicas para cursar”. “Ante la falta de ese contacto que brinda la presencialidad, fuimos los docentes quienes establecimos ese nexo que necesitaban algunos de nuestros estudiantes”, rememora la docente de contabilidad.
Mantener el vínculo
Beatriz Checchia es docente en la UNNOBA de una asignatura transversal a todas las carreras, “Aspectos Sociales e Institucionales de la Universidad”. Checchia, además, dirige la Especialización en Docencia Universitaria y está doctorada en Calidad y Evaluación de Programas e Instituciones. Su mirada acerca de condiciones de cursada tan especiales en este primer cuatrimestre se ve enriquecida por esta múltiple formación de Checchia, como docente, evaluadora institucional y formadora de docentes.
Checchia es categórica con una afirmación inicial: “La docencia ha demostrado una rápida capacidad de adaptación”. Pero en segundo término también reconoce que “todos los debates que se venían teniendo acerca de la virtualidad se vieron impactados por esta situación tan incierta”. “Una cosa es la educación virtual en tiempos de pandemia y otra es la educación virtual que veníamos concibiendo”, enfatizó.
Desde su asignatura, además, cuenta que se encontró con “muchos recursos y plataformas para explorar, formas para garantizar la continuidad y maneras de mantener la interacción, que es el gran desafío”. Pero deja en claro que esa diversidad de la técnica no lo es todo para hacer frente a la adversidad. Siempre es necesaria la mirada “vincular” del docente.
Si en la presencialidad esta cátedra fomentaba la interacción y el diálogo, ahora mediatizada por una plataforma, y con las dificultades de la conectividad y las herramientas digitales, había que encarar la tarea de otro modo: “Encontramos que necesitábamos una forma distinta de abordar el diálogo y generar también otros modos de apropiación del conocimiento. En esto creo que todos apelamos a nuestra capacidad adaptativa y a nuestros aprendizajes previos, y por sobre todo, vi que todos apelamos a esta necesidad de priorizar el vínculo con el alumno y de conocer cómo estaban atravesando esta situación tan desafiante”.
“Nuestra responsabilidad como docentes —destaca Checchia— es pensar con qué recursos vamos a diseñar la materia para que el alumno la pueda seguir y sentir la confianza para interactuar. ¿Qué materiales y qué tiempos son los mejores para planificar? Esto es algo que la educación virtual trabaja hace mucho tiempo, pero este desplazamiento abrupto de la presencialidad, en el marco de la pandemia, requiere una reflexión muy profunda”.
En este sentido la docente recupera las palabras y experiencias de sus colegas: “Quizás antes de la pandemia cuando se hablaba de lo virtual se decía 'hay que capacitarse mucho, es difícil, etcétera', pero de pronto lo tuvimos que hacer porque necesitábamos garantizar la enseñanza, y no sólo eso: teníamos que cuidar al ingresante y evitar los abandonos”.
Una de las grandes preguntas que quedan a partir de esta experiencia de aislamiento social es ¿qué quedará, o cómo quedará configurada, la presencialidad? Si retomamos uno de los ejes que plantea la docente Inthamoussou, hay toda una dimensión social, de construcción de la personalidad como profesional, que se va dando en un intercambio con las demás personas, en todos los espacios que genera la universidad. En este sentido Checchia manifiesta: “Por supuesto que poder tener un contacto no mediatizado por un dispositivo es el gran tema para todos. Para los docentes, por ejemplo, no tener la mirada de todos nuestros alumnos, nos lleva a comparar cómo hubiera sido esa clase en el cara a cara. Sin duda que hay beneficios de la presencialidad que son indiscutidos, pero también vamos encontrando los beneficios de la virtualidad a medida que la trabajamos. Un gran punto que tenemos en agenda es cómo garantizar la interacción para la socialización, para que quienes transitan su formación profesional no pierdan ese aprendizaje integral. Pero es algo que se da en todos los niveles educativos: siempre hay algo que tiene que ver con el encuentro con el otro”. Aunque la duda persiste: “¿El encuentro mediado? Creo que sigue siendo la gran incógnita”.
Sostener los ideales
La virtualidad, y los problemas de la brecha digital, son un desafío político para la universidad pública argentina, que se propone como, inclusiva y de calidad. ¿En estas condiciones se pueden garantizar estos ideales?
“La situación empuja a repensar todo, pero sin abandonar la masividad con calidad —sostiene Checchia—; siempre pensar en la oportunidad que brinda la universidad por su compromiso con la sociedad, por eso hay que buscar las mejores estrategias para acompañar los desafíos del país”.
Además la universidad pública, como toda institución del sistema educativo, tiene requisitos, reglas, que a veces parecen ir de bruces con los aprendizajes ubicuos, no formales, en línea. Mientras avanza esta virtualidad de aislamiento obligatorio, mientras se acompaña y se involucra en esa ola virtual que todo lo empuja, en paralelo, la universidad debe ir repensando también esa dimensión pedagógica y estratégica.
“Hay dos cuestiones que son clave para avanzar —indica Checchia—: la flexibilidad curricular y la innovación. Si bien hay estándares e indicadores que son una base para la garantía, lo que tenemos que trabajar desde la universidad es esa tensión entre garantía de calidad y flexibilidad de la innovación”. Esto se logra de muchas maneras, por ejemplo, mediante la escucha atenta: “Para que los planes de estudio beneficien a la sociedad y la universidad no quede aislada resulta esencial la escucha del graduado, la escucha a los espacios de autoevaluación, a las comisiones de seguimiento, y no perder nunca el horizonte de lo que se pretende alcanzar”.
Diseño: Laura Caturla
Wikipedia en movimiento
Por Marcelo Maggio
En el año 2013, cuando Patricio Lorente visitó la UNNOBA, Wikipedia en español llegaba a la icónica cifra de un millón de artículos publicados. Hoy ya cuenta con 1,6 millones de artículos en español y Wikipedia como proyecto se sigue expandiendo: son dieciocho las lenguas que superan la cifra del millón en sus respectivos espacios, exactamente el doble de las que habían superando ese número en el año 2013, cuando Lorente visitó la Universidad para dictar una conferencia a los estudiantes de la Escuela de Tecnología.
La reciente “visita” del expresidente de la Fundación Wikimedia fue virtual, en un encuentro posibilitado por el ciclo UNNOBA en Movimiento. Diálogos en tiempos de pandemia, un espacio destinado a pensar y charlar con invitados especiales sobre temas de actualidad. Con la consigna “¿Cómo se construye el conocimiento y cómo se valida socialmente?”, Lorente lejos de cerrar el debate se dedicó a abrir todas las polémicas posibles que atraviesan la era de la participación en red.
“Esto no es muy diferente a lo que planteaba Denis Diderot en el siglo XVIII cuando postuló su idea de Enciclopedia -suele definir Lorente en entrevistas y charlas, y esta vez no fue la excepción-. Él planteaba que para poder compendiar la suma del conocimiento humano era imprescindible la participación de todas las personas, pero la tecnología de esa época no permitía la participación masiva ni tampoco había un grado de alfabetización que lo permitiera. Trescientos años después tenemos esa tecnología: se llama web”.
“Tim Berners-Lee, investigador del CERN en Europa, -recordó Lorente- desarrolló la web porque una disciplina en particular necesitaba que miles de físicos y científicos de muchas disciplinas colaboraran simultáneamente en el impulso de la física de partículas, independientemente del lugar en el mundo en el que se encontraran: hay disciplinas que para crecer requieren de la colaboración masiva”. La idea de participación quedaría atada a la web, desde su nacimiento mismo.
Crecer en comunidad
Los datos duros evidencian, por donde se los mire, crecimientos que no sólo hablan de un proyecto que va al ritmo de las nuevas tecnologías: su filosofía parece haber encontrado bases firmes donde pisar. ¿Pero por qué? ¿Cuál es el secreto de este “proyecto imposible”, como califica siempre Lorente a Wikipedia? “En 2005, cuando empecé a participar activamente, -indicó- la Wikipedia en español tenía 30 mil artículos. Hoy no sólo se supera el millón y medio, sino que tenemos una cantidad de sitios que conforman una familia de proyectos, como Wikimedia Commons, que es un repositorio de archivos multimedia que ya tiene 62 millones de archivos”.
Esa magnitud del proyecto hace que logre una omnipresencia que resulta difícil de entender, ya que “al conocimiento que está depositado en Wikipedia no sólo se accede desde su página: las búsquedas de Google, y otros similares también lo hacen, muestran un cuadro sinóptico con información que la mayoría de las veces es tomada de Wikipedia, es decir que su contenido aparece frente a nuestros ojos sin necesidad de entrar al sitio y sin que lo sepamos”, destacó Lorente.
En febrero de este año Lorente publicó el libro Conocimiento hereje, una historia de Wikipedia, y cuenta que lo hizo porque “quienes usan Wikipedia merecen saber cómo se construye esa herramienta, porque la usan todos los días, para bien y para mal”. Porque además, y parafraseando a Led Zeppelin, indica que “la pregunta sigue siendo la misma”, como cuando se inició en el proyecto: “¿Cuánto podemos o no podemos confiar en ese contenido, cómo se hace, quién lo escribe, cuál es la política editorial para verificar?”. Esos siguen siendo los interrogantes y los puntos de ataque que sigue recibiendo Wikipedia.
“Confiar en Wikipedia da vértigo principalmente porque los seres humanos tomamos atajos para alcanzar el conocimiento. Entonces, ¿por qué confiamos en algo? Porque lo dijo alguien en quien confiamos, una autoridad formal”
En este sentido es importante saber que Wikipedia tiene procedimientos estrictos que hacen que no cualquier persona pueda hacer lo que quiera y de cualquier manera, “lo cual ha hecho posible la colaboración masiva de miles de voluntarios: hay actualmente 300 mil colaboradores activos y más de 80 millones de cuentas de usuario, personas que no tienen que tener certificación de ninguna institución vinculada al conocimiento”.
Esas reglas para alcanzar un objetivo tan vasto como el de compendiar el conocimiento humano existente requieren ser simples y a la vez efectivas. “En el año 2001 nace Wikipedia como sitio web que se puede editar, como experimento para salvar una enciclopedia comercial que no podía despegar. Eran los comienzos de la web 2.0 y en esa época había sólo dos reglas para la participación”, rememora Lorente. La regla número 1 decía “esto es una enciclopedia, por lo tanto no es fuente primaria de información, es decir que todo lo que se escribe aquí tiene que estar previamente escrito en otra parte”. La regla número 2 decía “no hay normas fijas”. Actualmente es el quinto pilar y último pilar, un mandato que de alguna manera se enlaza con la idea de "herejía" que tanto destaca Lorente, incluso desde la portada de su libro.
Con el tiempo se fue complejizando la normativa interna y “se agregaron otras tres reglas”, recordó Lorente: todo el contenido tiene que ser libre, en el sentido en que lo plantea el software libre pero ahora mediante licencia Creative Commons; el comportamiento social debe seguir normas de etiqueta y convivencia ; y la tercera, muy polémica, es que “Wikipedia busca el punto de vista neutral”.
Para ejemplificar cómo encaran el problema de la neutralidad, Lorente se refirió a un caso que arbitró personalmente: el artículo sobre la “Guerra del Pacífico”, un hecho histórico que involucraba a wikipedistas chilenos, peruanos y bolivianos. “Se había generado una guerra de edición, y para salir de ahí la solución fue que el artículo central genere nuevos artículos: así se hicieron 200 subartículos gracias a una mediación. Entonces alcanzar la neutralidad implica que todos esos puntos de vista estén reflejados de una manera ordenada”.
¿Lectura crítica con inteligencia artificial?
La herejía parece ser una constante para la gente de Wikipedia y en ese sentido se atreven a hacer combinaciones y críticas que resultan siempre desafiantes.
“Wikipedia es una obra en construcción, y como tal tiene sesgos y errores, pero nos plantea que una de las habilidades en las que tenemos que entrenarnos en esta época es la capacidad de lectura crítica: estamos rodeados de información que en general es de bajísima calidad”. Pero si hay quienes critican a Wikipedia por su calidad, también deberían tener en cuenta esta opinión: “En promedio la mayoría de la información de Wikipedia es de más calidad que la que se puede encontrar en las redes sociales, y eso refuerza la idea de que hay que entrenar la capacidad de lectura crítica”.
En ese sentido Lorente afirma: “Wikipedia ha demostrado muchísima más capacidad de lidiar con las fake news que Facebook, por ejemplo, pero eso no quiere decir que no hay falsedades. Esta idea del reaseguro externo es algo para empezar. Después está la calidad del contenido. Esto es un campo de batalla y por eso hay que tener mucho cuidado con el vandalismo que se ejerce sobre los artículos”.
“Confiar en Wikipedia da vértigo -califica el orador virtual-, principalmente porque los seres humanos tomamos atajos para alcanzar el conocimiento. Entonces, ¿por qué confiamos en algo? Porque lo dijo alguien en quien confiamos, una autoridad formal”. Pero en Wikipedia no existe esa autoridad formal, entonces ¿cómo logra la confianza?: “Lo que existe es una construcción colectiva que tiene que estar basada en fuentes y citas externas, que se publica por el consenso entre quienes participan en un tema, y ese tema nunca está terminado, por lo tanto son consensos inestables”. De esto se trata entonces el “modo wiki” de construcción colectiva del conocimiento.
Dentro del vértigo de Wikipedia aparece algo hasta hace poco inesperado: la inteligencia artificial. Así por ejemplo aparece el desarrollo de Wikidata, “que es en rigor una base de datos, y que permite la utilización de herramientas de machine learning para enriquecer el contenido”, explica.
Con los robots trabajando dentro de la comunidad, se torna más compleja la tarea, y resultaría más difícil realizar vandalismo: “Hay herramientas para curar el contenido de Wikipedia, por ejemplo, cuando se trata de identificar problemas que no son tan evidentes para un editor humano. Se aspira a que todo el contenido de Wikipedia tenga una fuente externa, pero en ocasiones hay wikipedistas que agregan información especulativa o errónea, ya sea por confusión o por mala fe, algo que naturalmente no cuenta con referencias a otras fuentes. Puede pasar que luego algunos medios periodísticos por pereza o falta de profesionalismo reproduzcan esa información de la enciclopedia. A continuación, alguien agrega a ese medio como una referencia y lo usa como fuente, ¡pero con un contenido que se generó, en primer lugar, por la información errónea contenida en Wikipedia! Entonces descubrir esas referencias circulares, que contaminan no sólo el contenido de Wikipedia sino también a los medios tradicionales, es una operación muy compleja, especialmente por el volumen de la enciclopedia. Para eso estamos ‘entrenando’ herramientas de inteligencia artificial que en principio pueden detectar esos errores”.
Debates, dudas, cuestionamientos
Quien va en representación de un proyecto tan ambicioso y poco ortodoxo como Wikipedia está acostumbrado a los cuestionamientos de toda índole, desde los legales y culturales, hasta los niveles informáticos básicos de la plataforma. Uno de los primeros shots que recibió Lorente en el encuentro virtual de la UNNOBA fue dirigido a la convivencia de una plataforma como Wikipedia, en la que prima el texto, dentro de un ecosistema digital cada vez más audiovisual. Lorente advirtió que “la interfaz es una discusión permanente en Wikipedia”. “Hemos experimentado con varias opciones, pero sólo hemos logrado llegar al actual editor visual. Pero creo que en esta época de los formatos breves, una enciclopedia se reafirma por su definición como una obra de formatos largos, así que para seguir siendo enciclopedia hay que resignar ciertas cosas, como no ser una colección de tuits”.
Otra de las característica que llama la atención es la multiplicidad de las lenguas y su crecimiento. ¿Hay un “activismo lingüístico” en la red? Con la presencia actual de 301 lenguas en Wikipedia, “cada enciclopedia es distinta de la otra, algo reforzado por la baja actividad de traducción. Por lo tanto hay sesgos sobre cómo se tratan los temas de acuerdo a cada comunidad lingüística. Por ejemplo, la independencia de Cataluña en catalán es diferente a la versión en español. La existencia de diversidad lingüística a veces puede exacerbar el nacionalismo, y eso sucede en algunos casos”.
El sesgo de género es otro de los ejes que preocupa a la comunidad de Wikipedia y sobre el cual Lorente fue consultado. Señaló que efectifamente es uno de los problemas que tiene el proyecto y que “en ningún caso hay más de un 15% de mujeres entre wikipedistas”. “La brecha de género ha cobrado importancia en la agenda de la Fundación Wikimedia y en la comunidad de Wikipedia, por eso en muchas de las iniciativas actuales, por ejemplo la articulación con el sector académico o las innovaciones en tecnología, se pretende ampliar la participación”.
Dentro de los cuestionamientos más fuertes que reciben proyectos como Wikipedia está el de la idea del “conocimiento libre” y el cuestionamiento a la tradición legal de los “derechos de autor”. Este tema se vio actualizado durante la pandemia y el aislamiento obligatorio debido a la controversia generada por la circulación de libros en formato PDF. “¿Esas teorías libertarias también están en Wikipedia?”, fue consultado Lorente. “Es un debate muy interesante -respondió-, porque lo que pasa con el libro ahora es lo que pasaba hace 15 años con la música, o hace menos con las películas. Spotify y Netflix son las respuestas del capitalismo al problema. Vemos una contradicción entre el marco legal y la circulación posible actual. El copyright partía de otorgar el monopolio de la explotación de la obra intelectual durante un tiempo para hacer rentable ese negocio. ¡Pero llegó internet y hoy la circulación de las obras no necesita de la intervención de ese monopolio!”.
Más allá de los actos “de hecho”, Lorente aclaró la posición de Wikipedia respecto al tema: “Se trata de una comunidad que cree en la libre circulación del conocimiento, y en ese sentido se acerca a quienes cuestionan los derechos de autor. Pero, a la vez, en Wikipedia van a encontrar una comunidad de lo más celosa y estricta en la vigilancia de los derechos de autor, y eso es justamente porque cree en la libre circulación del conocimiento”.
Para no esquivar ninguna de las "balas", otro de los tópicos que fluyen como el agua de todos los días, es la relación de Wikipedia con la educación. ¿Es Wikipedia un problema o podría ser una solución para la educación? “Creo que Wikipedia en el aula es una iniciativa a la que vale la pena asomarse. Pero lo que tiene que saber un docente, todos los docentes, es que sus estudiantes usan Wikipedia, ¡todo el tiempo! Entonces entender Wikipedia, entre otras cosas, implica entender cómo funciona un proceso transparente de construcción de contenidos. Puede verse si un contenido fue editado, vandalizado, si está activo o abandonado. Para mí lo más interesante es ver cómo construir contenido en el marco de un proceso pedagógico, que los alumnos no escriban para el profesor sino para un público, desde una comunidad para un público general. Además, la comunidad de Wikipedia tiene reglas exigentes que también sirven para entrenarse en el rigor que luego puede pedir la academia mediante la evaluación de pares”.
Presente y futuro del movimiento
--¿Se pueden marcar algunos ejemplos significativos de la relación Wikipedia-Gobiernos? Ya sean ejemplos positivos o negativos.
--La relación es muy diversa. Países como China o Turquía bloquean rutinariamente el acceso a Wikipedia. Pero también con países occidentales han existido problemas: seguimiento a quienes consultan Wikipedia por parte de la NSA en Estados Unidos o intentos de censura en Francia, por citar los casos más conocidos. En la actualidad, y siendo que el gobierno de los Estados Unidos es una fuente inagotable de fake news (con su Presidente recomendando inyectarse desinfectantes para prevenir COVID-19), hay quienes han tomado la iniciativa de crear una cuenta de Twitter que alerte cada vez que desde las oficinas del gobierno norteamericano se accede y modifica un contenido en Wikipedia.
--¿Cuáles son las “organizaciones aliadas” de Wikipedia en el ecosistema de la web? ¿Fundaciones como Creative Commons o la Free Software Foundation siguen estando?
--En los inicios de Wikipedia se utilizaron las licencias de la Free Software Foundation, y luego se pasó a usar licencias Creative Commons, que son mucho más adecuadas a obras de carácter general. Son dos iniciativas que han proporcionado en gran parte los cimientos ideológicos y legales de Wikipedia. También hay alianzas sustanciales con iniciativas como la Web Archive (el archivo de la web) que permite mayor estabilidad en la trama de referencias que sostiene el contenido de Wikipedia, al proporcionar enlaces persistentes a páginas web que ya no están en línea.
--¿Hay un futuro definido para el largo plazo?
--Hace unos días se terminó un trabajo que llevó años y que consistió en definir una estrategia para el 2030. La web es un entorno inestable e incierto, pero aún en ese contexto Wikipedia parece ser uno de los sitios más consolidados. Mientras haya una comunidad entusiasta detrás de ella, y una necesidad de la sociedad en general de contar con el acceso más amplio posible a la información y al conocimiento, Wikipedia seguirá teniendo un lugar destacado en nuestras vidas.
El Estado de la cuestión
Por Marcelo Maggio
Protocolos y restricciones, prohibiciones y permisos. Cada semana en la que se despierta el ciudadano sobreviviente tiene que enfrentar una nueva realidad e interpretar el código para manejarse en lo cotidiano. Es el código de la legalidad en confinamiento, aislamiento o distanciamiento. ¿Hasta qué hora salir? ¿Hasta dónde puedo ir y cómo afecta mi actividad laboral? ¿Me atenderá el dentista? Estas circunstancias han puesto en debate tanto las facultades del Estado para tomar decisiones, como así también los límites que adquiere la idea de libertad individual.
Surgen también preguntas más profundas o de otro orden, de las que se han encargado incluso los filósofos más renombrados a nivel mundial, ¿cómo comprender la legalidad de las “medidas excepcionales”?, ¿se corre el riesgo de ir hacia una sociedad de control?, ¿cómo sigue, ahora, la relación de la sociedad civil con el Estado, el gran organizador social?
Pablo Petraglia es el director de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNNOBA y también dicta la materia “Derecho Constitucional”. Consultado sobre las medidas de excepción que se toman en esta situación de pandemia afirmó: “Lo primero que hay que tener en claro es que nuestra propia Constitución Nacional, así como la mayoría de las constituciones, prevén facultades de emergencia, como en nuestro caso el artículo 23 mediante el estado de sitio. El problema es que tenemos el estado de sitio o nada”. Para el profesor, “la medida de toda actuación en el Estado está resumida en una sola palabra: la razonabilidad, que en este caso surge del artículo 28 de la Constitución”. Pero, y sobre todo, hay que entender que hay “una presunción de la legitimidad de las normas de emergencia que emanan del Estado, aunque luego esas normas puedan llegar a ser revisadas por uno de los poderes del Estado, el poder Judicial”.
En el caso de Argentina, el hecho de que las emergencias sean abordadas por el sistema presidencialista “quiere decir que el Poder Ejecutivo amplía su campo de actuación, su zona de influencia, en desmedro de otro poder, el Legislativo, por eso los decretos siempre tienen algo de transitorio”, explica Petraglia. Entonces ya el debate pasa por encontrar la “razonabilidad” de las medidas, es decir vigilar el respeto por la propia Constitución, y no en cuestionar per se la potestad del Estado en tomar medidas organizativas.
Las decisiones del Estado y su legalidad implican tanto la aceptación de su legitimidad como su eficacia empírica. Para el profesor Amós Grajales, a cargo de las materias “Introducción al Derecho” y “Filosofía del Derecho” en la UNNOBA, se puede entender que actualmente “se afecte una gran cantidad de derechos en favor de otro debido a la gravedad que implica la situación: el derecho a la vida que se está garantizado en la sociedad”. Y esa afectación de derechos genera tensiones que son lógicas: “En la sociedad hay prioridades e intereses diversos. Lo que para uno resulta primordial para otro quizás no es así. Por lo tanto es el Estado quien tiene una función muy sensible para lograr el equilibrio entre los derechos y de priorizarlos de acuerdo a las necesidades y urgencias de esa sociedad”.
Según Grajales, “Argentina es un Estado democrático y con el funcionamiento de sus instituciones que viene decidiendo sobre el aislamiento para proteger la vida de las personas y dotar al sistema de salud de capacidades suficientes para enfrentar la pandemia”. Para lograr ese fin, “se ha limitado severamente determinadas libertades y esto, que en principio podría ser censurado, hay que analizarlo teniendo en cuenta el contexto, y eso es así porque todo derecho necesita ser contextualizado”. Para analizar esas circunstancias concretas es que está “el resguardo de las garantías constitucionales y los controles que corresponden al Poder Judicial y al Poder Legislativo”.
Uno de los problemas en este debate, y siguiendo con las circunstancias según el profesor Grajales, es que no se puede “medir” las restricciones a los derechos y o evaluar las medidas preventivas referidas al combate de una pandemia “desde los parámetros de los países desarrollados”, con sus propios valores de desarrollo, como “la densidad poblacional, la calidad de vida, la existencia o no de asentamientos en estado de precariedad, o un sistema hospitalario altamente desarrollado”. “Esto puede llevar, por lo menos, a una comparación distorsionada para evaluar ciertas restricciones a los derechos”, define.
¿“Mi” libertad?
La realidad en contexto de pandemia y las decisiones sobre aislamiento han permitido debatir y cuestionar también la condición de la libertad. Entendida como un estado de naturaleza, o como un derecho absoluto, o por encima de todo valor, la libertad aparece para ciertos grupos como punta de lanza del individuo. Pero, ¿de qué libertad se habla, de la del Himno Nacional, del sujeto que quiere ir al cine, del desocupado que busca un empleo?
Grajales anticipa las partes de este debate: “Desde la filosofía política y jurídica queda claro que detrás de cada discurso existe un componente ideológico de base que lo impulsa. En este caso nos enfrentamos a una discusión ideológica con el liberalismo, no en el sentido del liberalismo económico, sino de lo que en el mundo anglosajón es considerado ser liberal”. En ese marco ideológico, “nada que vulnere la libertad individual puede ser aceptado como justo o bueno, no se admiten las restricciones a la libertad individual”.
“Lo cierto es que esa concepción puede ser vista en perspectiva siglos atrás —reflexiona el docente—, pero en el mundo actual los Estados combinan las necesidad de garantizar las libertades individuales con la necesidad igualadora de los seres humanos, de garantizar el beneficio de los derechos, por lo tanto esa libertad individual se ve restringida”.
Respecto al famoso artículo 14 de la Constitución Nacional, que es puesto en la agenda pública en estos meses, el profesor Petraglia explica: “Este artículo es muy claro cuando dice que todos los habitantes tendrán esos derechos —comerciar, transitar, asociarse, entre otros— conforme a las normas que reglamenten su ejercicio”. Para el docente de Derecho Constitucional el énfasis tiene que estar puesto en entender que “no hay derechos absolutos, los derechos se ejercen conforme a las normas que los reglamentan”.
“Muchos de los voceros de la libertad, se olvidan de nuestro propio pensamiento liberal basado en la Revolución Francesa, libertad, igualdad y fraternidad —recuerda Petraglia—. Sucede que la fraternidad fue borrada en la historia porque implica la solidaridad. Entonces aparece el ‘me salvo yo solo’, el individualismo, y desaparece la comunidad. Cuando por el ejercicio individual se afecta a un tercero, en este caso por convertirse en un vehículo de contagio, la acción deja de ser una privada, individual, para convertirse en un problema comunitario. Y es ahí, en ese ejercicio, que el Estado puede limitar, razonablemente, mi derecho”.
La ley, más allá del deber
Dentro de las definiciones del ‘lugar común’ sobre la argentinidad podría incluirse el “desapego a las normas”. De hecho hay toda una literatura que va en la búsqueda de ese análisis. Usar o no usar el barbijo, reunirse para un cumpleaños, o hacer el baby shower son decisiones que calan hondo en la cultura, porque habilitan las manifestaciones anticuerentena o incluso la inventiva de términos como “infectadura”. Todo eso nos lleva a preguntar acerca de la relación de nuestra Nación con lo jurídico, ¿es que acaso seguimos siendo como los contrabandistas de la época del virreinato?
“El problema es si siempre vamos a escribir sobre el problema argentino del fracaso —señala Pablo Petraglia—. Lo hizo Ezequiel Martínez Estrada en ‘Radiografía de la pampa’, y de alguna manera nos podemos remontar al ‘Facundo’, y parecería que siempre estamos describiendo en lo que fracasamos, lo que podríamos haber sido y no fuimos”.
Petraglia retoma la obra Por qué fracasan los países, de Daron Acemoglu (docente en MIT) y James Robinson (docente en Harvard), donde se postula y explica que el verdadero problema “es el respeto a las instituciones”. “Si respetamos a las instituciones que decidimos como forma de gobierno, de alguna manera vamos a ser exitosos. Si en cambio estamos subvirtiendo a las instituciones todo el tiempo, no queda otra que caer en el fracaso como país. Eso lo dicen los autores de este libro”, indica el director de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNNOBA.
Otra referencia que hace Petraglia, y que ve como ineludible para abordar este caso, es el libro Un país al margen de la ley (1993) del jurista argentino Carlos Nino: “Ya con el título te está diciendo todo. En su recopilación de las conductas que tenemos como país finaliza diciendo que nuestra norma es la anomia, es decir la falta de normas, pero ¿es argentino eso?”, se pregunta el docente y deja picando la pregunta. Acaso romper las normas de salud pública tenga más que ver con un acto de anomia irresponsable que con un programa político liberal criollo.
Desarrollos institucionales
Acceder a la vida institucional no es sencillo, requiere una población alfabetizada, responsable, y además se necesita comprensión e involucramiento en lo público, en ese lugar en el que se articulan las posibilidades de una población para hacer frente a medidas cotidianas o a las extremas, como las que exige una cuarentena o una guerra. Se requieren tanto herramientas culturales y emocionales como recursos básicos y estructurales: calidad de la vivienda, estabilidad laboral e incluso las condiciones de salud que construyen las personas mediante la alimentación suficiente. Desde este lugar, no se llega a buen puerto si se pide simplemente “cumplir con la ley” en cualquier nación por igual, aunque sea la misma norma. Para complicar la diversidad cultural y económica aparece la crisis de salud, entonces, ¿cómo es esa relación entre norma y sociedad en tiempos de emergencia en Argentina?
El docente de “Filosofía del Derecho”, Amós Grajales, es enfático respecto a comprender "en situación" el rol que debe cumplir el Estado: “Las políticas públicas y las responsabilidades políticas muchas veces hacen que tomemos medidas que tengan en cuenta una base de incumplimiento de la ley. Por lo tanto, lo que en otros países muy probablemente pueda ser exigido para la sociedad como un simple 'autocumplimiento de la ley', en Argentina no puede ser así. No confiamos plenamente en el acatamiento de la ley por la ley misma, porque la sociedad la considere como algo bueno en sí mismo”.
Y agrega: “Y por otro lado, lamentablemente si nosotros descargamos exclusivamente el cumplimiento de la ley en la posibilidad efectiva de una sanción, el sistema no se sostiene. No hay sistema normativo en el mundo que soporte un orden jurídico así y en la práctica se convierte en un milagro que solo se sostiene en la posibilidad efectiva y represiva del Estado”. Por eso, para basarse en consensos y no en coerciones, “hay que hacer una refundación del respeto a la ley, y desde varios lugares, tanto desde lo educativo como desde lo dirigencial, porque son los dos lugares a los que mira la sociedad”.
De alguna manera para el profesor Grajales esa refundación es necesaria debida a una creciente “disociación entre el sistema jurídico y la solución de los conflictos que busca la sociedad”. Precisamente, la consecuencia de estar de espaldas a la sociedad implica algo muy peligroso: “Las sociedades solucionan sus conflictos desde el inicio de la civilización y el problema de que lo hagan sin un tercero imparcial, sin una norma jurídica, es no poder evitar que gane siempre el más fuerte”.
La oscuridad del derecho, o impedir el acceso ciudadano a la vida institucional, racional y pública, solo pueden llevar a un camino, “porque la sociedad va a seguir solucionando sus conflictos, pero esta vez lo va a hacer por fuera de los tribunales, lejos de los abogados y de la ley, y ese va a ser un buen momento para huir de la sociedad, porque habremos vuelto a la venganza y al ojo por ojo en el mejor de los casos, al momento en el que el más fuerte somete al más débil como solución del conflicto”.
Foto de portada: Ramiro Gómez/Télam
Diseño: Laura Caturla
Ser digital en tiempos de pandemia
Por Marcelo Maggio
“Los microchips ofrecen tal vez la más asombrosa revolución de todas las revoluciones científicas que han tenido lugar en la historia humana”, Isaac Asimov.
Cuando el aislamiento preventivo y obligatorio parecía suspender y desvanecer toda actividad, las esperanzas se volcaron sobre la virtualidad. Lo sólido se desvanece en bits, y se comenzó a hablar de “teletrabajo”, “educación por videoconferencia con aulas virtuales”, “ventas online”... La computadora podía abrir lo que el virus clausuraba.
“Si bien la pandemia nos puso en otro nivel de exigencia, ya veníamos trabajando bastante en el home office”, relata Hugo Ramón, prosecretario de Tecnología de la Información y la Comunicación de la UNNOBA. Mediante una entrevista realizada por videoconferencia cuenta aspectos de la preparación de la Universidad para esta etapa.
La UNNOBA ya tenía preparada una herramienta de llamadas de video a distancia por una necesidad que apareció en el momento justo: “Empezamos a usar el software Jitsi desde octubre del año pasado motivados por los problemas que tuvimos con las salas videoconferencias. Nos preguntamos qué alternativas había a contar con algo físico, esto es, a una sala de reuniones a donde tienen que ir los alumnos para presenciar alguna clase o conferencia por video”. El reemplazo de las salas físicas de videoconferencia por el nuevo programa había llegado justo: “Aunque obviamente ahora dependemos de la calidad de la conectividad de cada uno de los usuarios, la situación nos tomó preparados”, afirma Hugo Ramón.
En Argentina se pudo asistir a una búsqueda similar en las instituciones educativas de todos los niveles, aunque esa búsqueda era de tipo veloz por encontrar las tecnologías necesarias para mantenerse en contacto con sus alumnos. Algunas optaron por la videoconferencia, y fue así que saltó hacia las noticias nacionales un programa hasta entonces fuera de las primeras planas: Zoom. Como era de esperar los gigantes tecnológicos también respondieron a la demanda mundial, y se reforzó la publicidad de “Google Meet”, “Teams” de Microsoft o “FaceTime” de Apple.
Jitsi Meet, en cambio, es un software libre, de código abierto, mediante el cual cada institución puede desarrollar su propio servidor sin necesidad de depender de agentes externos, sin pagar licencias y dándole la configuración deseada. “Jitsi está instalado en la infraestructura de la Universidad desde octubre de 2019, en el marco de la plataforma de Educación Digital, que es una estrategia que nos planteó el rector desde hace unos tres años y que tiene sus inicios en el expediente digital, algo que comenzamos a trabajar en 2012”. Y, según detalla Ramón, “se trata de una estrategia que tiene un eje puesto en las herramientas del software libre”.
Educar sin muros
Aunque la educación a distancia tiene su recorrido a nivel pedagógico, el auge por el trabajo “cara a cara” en las pantallas está siendo una demanda concreta en general, más allá de las complicaciones de la conectividad, incluso como si fuera la única alternativa. ¿Por qué estas herramientas salieron de esta manera, con tanta fuerza, como una demanda educativa general? Para Hugo Ramón, “al ser una herramienta sincrónica (intercambio en tiempo real) permite otro tipo de contacto, más cercano, con los alumnos. Las plataformas de aulas virtuales son un lugar en donde la comunicación es vía foros y mensajes, con el planteo de consignas por actividades. Con las videoconferencias, como las que permite el Jitsi Meet que estamos usando, es cierto que se plantea una relación más cercana y parecida a lo presencial; incluso podemos ir más allá y pensar que los exámenes tradicionales se podrían tomar mediante las conferencias a distancia”.
En este sentido la UNNOBA implementó un servidor Jitsi exclusivo para la toma de exámenes finales y trabajos de finalización de cursada o tesis. Con esta metodología fue que Fernanda De la Cruz Borthiry se transformó en la egresada número 95 de la Licenciatura en Genética, la primera en hacerlo de manera virtual, con la defensa de su trabajo final de grado “Estudio sobre el efecto del ambiente enriquecido en el proceso de implantación embrionaria en ratón” ante un jurado y sus directores de tesis el viernes 17 de abril de este año. También en el Instituto Académico de Desarrollo Humano se tomó una defensa de trabajo final de la Licenciatura en Producción de Bioimágenes a la alumna Celeste Susi, ante el tribunal y sus directores.
Hugo Ramón señala que “desde hace mucho tiempo los equipos de videoconferencia se utilizan en las Universidades para las defensas ante jurados de distinto tipo, la diferencia es que la gente tenía que ir al lugar en el que estaba el equipo de video, un lugar físico específico”. Sin embargo ahora, “este tipo de herramientas, como el Jitsi, permiten hacer lo mismo pero desde la propia casa, en vez de ir a la sala que disponía la sede universitaria”.
Y más allá de lo netamente académico, la plataforma de videoconferencias implementada está siendo utilizada también con fines comunicacionales extendidos, como el ciclo “UNNOBA en Movimiento. Diálogos en tiempos de pandemia”, un espacio en el que el rector Guillermo Tamarit dialoga con invitados especiales junto a intendentes, legisladores, dirigentes sociales, sindicalistas y referentes de la sociedad civil. En los encuentros se abre un espacio de interacción entre asistentes mediante la plataforma virtual Meet UNNOBA.
La continuidad académica en foco
Al momento de declararse la suspensión de las actividades presenciales, la Universidad declaró la implementación de un Plan de Continuidad Académica para asegurar el proceso de formación de los estudiantes de los niveles secundario, pregrado, grado y posgrado mediante la utilización del entorno virtual de enseñanza y aprendizaje que dispone la Universidad (https://plataformaed.unnoba.edu.ar/). En este sentido el prosecretario detalla: “La Universidad venía con una estrategia de educación a distancia que fue evolucionando hacia una estrategia de educación digital, con cuestiones pedagógicas específicas y con una plataforma como Moodle que permite tener todos los cursos en línea. Pero este camino era incipiente y no se pensaba tener que poner absolutamente todas las materias en la nube”.
Desde la Universidad se venían realizando cursos de capacitación para que los docentes desarrollen un plan de trabajo en línea, pero “de ninguna manera se había contemplado lo que está pasando ahora”. “En marzo a nuestra plataforma digital accedieron más de 5500 alumnos, y la Secretaría Académica comenzó el seguimiento de los que no están pudiendo acceder para comunicarse con ellos. La hipótesis que tenemos es que el mayor número de los que no acceden es por problemas de conectividad en sus casas”.
Algunos docentes ya venían utilizando las aulas virtuales como un soporte para el trabajo de sus clases presenciales. Otros lo tenían presente como un repositorio de la presencialidad, e incluso algunos “iban más allá y se animaban a darle otro uso a lo virtual”. Ramón destaca que “desde febrero hubo capacitaciones mediante cursos de posgrado acerca del diseño de cursos virtuales, en donde el área de Educación Digital empezaba su plan de expansión, formando a los docentes en lo metodológico, con actividades y exámenes sobre la virtualidad”.
De hecho, según informó el área de Educación Digital de la UNNOBA, al inicio de esta situación de emergencia y aislamiento obligatorio, “fueron creadas 303 aulas virtuales”, quedando comprendida “la totalidad de las asignaturas que se dictan al momento de la suspensión de actividades presenciales para las carreras de grado”. Hugo Ramón indica que este recurso virtual, las aulas disponibles dentro de Moodle, son el corazón de la estrategia de educación no presencial.
¿Estamos conectados?
Uno de los “cuellos de botella”, como se suele hablar de los lugares donde se atascan las cosas, es la conectividad, algo que sobrepasa los deseos o políticas de una sola institución. En este sentido Ramón es taxativo: “Uno de los riesgos que veo es el colapso de los ISP (proveedores de servicios de internet). Por eso hay que insistir en el uso responsable de internet. Estamos viendo una degradación del servicio y en nuestro caso el riesgo fundamental no pasa por tener la Universidad funcionando sino en que no se corte el servicio de internet en las casas de alumnos, docentes y no-docentes”.
En relación a los alumnos, existe un plan de seguimiento de la Secretaría Académica sobre los casos de escasa o falta de conectividad. “Si algo dejó claro esta situación es que internet es un servicio público, es tan crítico como la luz. Por lo que la declaración de servicio público se tiene que resolver, sobre todo para los sectores más vulnerables”, asegura Ramón.
Otro aspecto a considerar para esta etapa de comunicaciones digitales es el componente físico o hardware. Se ha puesto en evidencia a nivel nacional la desactualización del parque informático, máquinas que eran de un uso eventual de golpe se convierten en herramientas fundamentales para el trabajo en casa o para estudiar. La misma computadora en una familia que se usa para todo, o la inexistencia de computadoras con la sola presencia de teléfonos que aparecen como “el único recurso”. “Respecto al equipamiento está claro que no deberían ser pensados solamente como un bien de consumo o de lujo”, indica Ramón. Claramente los precios prohibitivos de las computadoras, en comparación con los ingresos salariales, indican eso.
Investigadores e intelectuales de las nuevas tecnologías, como por ejemplo Alejandro Piscitelli, plantean que las computadoras deben ser consideradas como tecnologías del conocimiento. Esto implicaría que no sean consideradas como “simples” bienes de consumo. Y otros incluso llegan a plantear que son extensiones de nuestros sentidos y de nuestro cuerpo, verdaderas “prótesis cognitivas”. A ese nivel llegan las implicancias.
Hugo Ramón agrega una comparación: “Así como en su momento se planteó el derecho al acceso a los libros, y fue como un ‘termómetro’ del acceso a la cultura, algo similar debería suceder ahora con las computadoras y el acceso a internet. Debería ser fácil de acceder, mantener y actualizar. La computadora hoy es un recurso que pasó a ser crítico de un instante al otro. Imagino que políticamente se puede hacer mucho para que esto pase y resolver el problema que emerge en este momento. Es como lo que pasa con la Salud Pública, aparece y se visualiza el problema cuando lo necesitás en extremo”.
Táctica y estrategia de la cultura digital
Todo este tipo de actividades se enmarca en una estrategia general que se llama “UNNOBA DIGITAL” y que involucra las funciones sustantivas, que son lo Académico, la Investigación, y la Extensión, pero también todo lo administrativo que es algo transversal. Hugo Ramón destaca: “Si bien la pandemia nos puso en otro nivel de exigencia, ya veníamos trabajando bastante en el home office. Por ejemplo muchas tareas administrativas las resolvimos en áreas críticas utilizando open VPN, que permite que un usuario desde su casa pueda acceder a los servicios restringidos a la red interna de la Universidad, servicios esenciales como el expediente digital. Con esta tecnología pudimos escalar rápidamente en esta etapa de cuarentena y aislamiento”.
Para poder resolver la cantidad de tareas y demandas que tiene una institución compleja, las universidades argentinas integran un espacio denominado “Consorcio SIU” (Sistema de Información Universitaria), dependiente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), un espacio que plantea dotar a las universidades de aplicaciones informáticas de gestión y productividad desde un compromiso con el desarrollo del software libre. La UNNOBA participa del Consorcio e implementa todas las soluciones centrales que provee, como el sistema Guaraní para la cuestión académica, el Mapuche para recursos humanos y sueldos, Pilagá para lo presupuestario. “Estos desarrollos del SIU encajan perfectamente con nuestra política de software libre”, aclara Ramón.
Los bits también tienen estrés
El aislamiento provocó incrementos en los niveles de demanda de los recursos en red. Y el estrés no cae solo sobre los recursos técnicos, también sube la demanda sobre quienes deben atender al funcionamiento de todas las plataformas y el sostenimiento de los recursos vitales en estos días. “Nosotros trabajamos en un área que es de por sí 7x24, históricamente somos un área en la que no hay feriados ni fines de semana -afirma sonriente el prosecretario-, es decir que las urgencias en un área transversal como la nuestra nos salpican siempre”.
Ramón plantea que la estrategia de trabajo actual, planteada en el año 2010, sí fue "estresada" por demanda pero no fue necesario replantearla: “Hubo que intensificar la labor, pero no cambiar nuestro modelo”.
Para ejemplificar con datos, cuenta que “si al inicio de marzo teníamos que enviar entre 10 mil y 15 mil correos por día, sobre fines de ese mes hubo picos con 80 mil correos diarios, y los pudimos entregar bien”. Ese crecimiento se debe a la actividad que hay en la plataforma de educación digital, es decir a las clases que ya comenzaban a dictarse de manera virtual.
Desde lo administrativo, la Universidad se debe manejar con conexiones seguras hacia sus servidores, mediante una tecnología denominada VPN. “Tenemos alrededor de 90 conexiones VPN, que son administrativos que están desde sus casas resolviendo cuestiones de la Universidad, por lo que la institución está operativa como siempre y su infraestructura demostró que soportó el pico de demanda”.
¿Aguantará internet?
La pregunta a nivel global es si la creciente demanda no hará caer toda la infraestructura de internet. Ramón sostiene que “la infraestructura argentina viene llevando bien la demanda que tiene. Aunque el tráfico se incrementó, no se trata de números no manejables, al menos según los datos que dan las compañías de telecomunicaciones. Creo que ya pasamos el pico de uso”. Pero para el funcionario universitario ahora hay que advertir que “así como se cuida la luz, el gas y el agua de la casa, también hay que cuidar el consumo de internet por el bien de todos”.
Resulta difícil pensar en un uso responsable de internet cuando, en familias que lo disponen, hay un dispositivo por persona y se depende de internet para trabajar, para el ocio, para la comunicación con la familia. A inicios del aislamiento obligatorio, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) pidió “no mandar memes”, por ejemplo. Entonces mientras se vive una situación de aislamiento y se depende de internet para todo, ¿es verdaderamente posible en pensar el cuidado de “internet”?
“Internet es como cualquier bien escaso -define Hugo Ramón con tono ya serio-. Cuando te dicen cuidemos la luz, ¿qué hacés? Usás solo la luz donde hay gente. Con ese tipo de estrategias pequeñas funciona cuando se suma. En una familia tipo si hay varios dispositivos y todos lo quieren usar individualmente, la estrategia está ahí. Si somos cuatro, tratemos de mirar todos la misma película, o de turnarnos, y si alguien tiene que estudiar que el resto use un juego de mesa, con estrategias simples la suma impacta”.
Por último, está la cuestión de fondo que pueden manejar los grandes actores de la red. Aunque las redes sociales y WhatsApp no son algo controlable en el uso, sí lo son desde el lado de la administración. “Netflix puede bajar la calidad de sus transmisiones, y ya lo hizo, YouTube igual, WhatsApp puede hacerse más restrictivo, ya lo hizo con el reenvío de cadenas; de esa forma ante un colapso posible se puede controlar el flujo. Apenas se tienda al colapso lo van a manejar, porque es un servicio esencial para el mundo, y un ejemplo de esto son los pedidos del ENACOM para bajar todo lo posible el consumo del ancho de banda disponible”.
Diseño: Laura Caturla
Foto institucional Hugo Ramón: crédito Matías Lucero
Entender el virus, defender la sociedad
Por Marcelo Maggio
“Era el siglo de la locura, era el siglo de la razón; era la época de la esperanza y el invierno de la desesperación”, así comienza la memorable Historia de dos ciudades, y recuerda que la ambivalencia y el riesgo de incertidumbre están desde siempre.
Muy cerca, a metros de un concurrido cine, del comedor universitario y de uno de los edificios donde se cursa en la UNNOBA, está el edificio del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA) de la Universidad. Pero en estos días, en ese barrio sólo se escucha algún murmullo de pájaros, la calle Newbery está vacía. En ese escenario, ahora paralizado por la cuarentena, trabaja Ina Sevic, doctorada en Virología e investigadora del CIBA, que junto al resto de investigadores dan la pelea para inclinar la balanza hacia el lado de la razón. Categórica afirma: “La gente tiene que tomar conciencia de que esto no es un juego, que siempre hay población en riesgo y que todos pueden colaborar con la situación. Es mejor aprender el comportamiento adecuado para las pandemias de una vez, porque no va a ser el último virus en aparecer”.
Cuando la entrevistamos, no solo queríamos saber cómo nos relacionamos con los virus y abordar su microscópico mundo, sino también charlar sobre sus implicancias, por ejemplo qué consecuencias hay debido a la acción humana y finalmente, pero no menos importante, cómo se prepara el mundo científico para este nuevo escenario que se abre con los Coronavirus.
El universo viral
--¿Cómo podemos definir o explicar de un modo simple y específico qué es un virus y qué lo diferencia de otros tipos de “gérmenes”?
--Un virus es un parásito intracelular obligado, y lo que lo hace muy especial es que no funciona como el resto de los organismos vivos. Algunos de ellos están basados en ADN (ácido desoxirribonucleico), como nosotros, y otros en ARN (ácido ribonucleico). Los virus basados en ARN tienen una característica: mutan mucho. Entonces para el caso en particular que se está viviendo ahora, el COVID-19, es un virus de ARN y por lo tanto que muta. En general esos son los virus que nos causan más problemas. Eso no significa que los virus de ADN no nos den problemas, pero los de ARN tienen esa cualidad. Además de eso los virus, a diferencia de las bacterias, tienen otra característica: el tipo de reproducción. La bacteria se divide en dos, esas dos en cuatro, y tenemos un crecimiento exponencial de la población. Pero de un solo virus pueden salir diez millones. Entonces en un solo ciclo de replicación de bacterias obtenemos dos bacterias. En un ciclo de replicación de virus, de repente, tenemos millones de partículas virales. Por lo tanto son más rápidos, esa es una de sus características.
--Pero, según lo que planteaste antes, esa replicación tiene un límite, no es algo que puedan hacer en cualquier lugar.
--Sí, tiene que ser en una célula, debido a que es un parásito intracelular. Nunca se divide o replica por afuera de la célula, ni tampoco en el medioambiente: necesita de la maquinaria celular para dividirse. Es decir que nuestras células terminan siendo la fábrica del virus. Al entrar al cuerpo, nuestras células en algunos casos ya reconocen el ARN, saben qué hacer con eso y empiezan a traducirlo, porque nosotros tenemos ARN, pero como un material genético que sirve para producir proteínas y para regular procesos celulares. Pero estos virus, que desarrollaron con ARN para usarlo como material genómico, pueden entrar y usar nuestras células. Incluso hay algunos virus que tienen sus propias enzimas de ayuda para modificar el ambiente dentro de la célula para así empezar a producir.
--¿Tienen una historia los virus, se los puede rastrear, o son algo en una evolución permanente que no deja rastro ni marca?
--Muchos elementos de los virus están en nuestro propio genoma, y ese es un tipo de rastro. No son activos, por lo que no funcionan como los virus, es decir no se reproducen, pero quedan marcados y advertimos que en algún momento de la historia hemos convivido. A los virus que están conviviendo con nosotros en la actualidad se los puede estudiar en comparación, pero hay que tener las muestras adecuadas, lo más difícil. Pero a pesar de eso, se puede encontrar ancestros de virus y ubicar rastros de miles de años.
-¿Por qué un virus puede afectar la vida humana incluso hasta la muerte y otros simplemente no hacen nada?
--Hay virus que para salir de la célula la destruyen. Esos virus siempre van a tener algún efecto en la salud. En cambio hay otros virus que salen pacíficamente, brotan de la célula, salen en números mas reducidos y no la afectan tanto. Sin embargo todos los virus tienen una relación con el sistema inmune, lo que también puede producir daño. Los virus que no nos afectan son los que hicieron una buena coevolución con los humanos, o con cualquier otra especie. Estos virus se reproducen y son exitosos porque no matan al que los hospeda, no lo dañan y se siguen propagando. Son virus no patógenos y no tienden a desaparecer. Pero los virus patógenos muchas veces desaparecen de una población porque matan al anfitrión o se desarrollan muchos síntomas a una gran velocidad. O pueden desaparecer porque fueron eliminados, aunque hasta ahora solo hemos eliminado a un solo virus humano, la viruela.
--¿Cómo es la vida de los virus por fuera de su anfitrión? Es decir, en las superficies de nuestro ambiente.
--El virus afuera de un organismo puede sobrevivir un determinado período. Algunos sobreviven minutos y otros pueden sobrevivir meses. Pero este tipo de virus, como el de influenza o los SARS, son frágiles y en el medioambiente su estructura se rompe rápido. Una vez que la estructura no está íntegra no infecta. Nosotros comparamos al COVID-19 con la influenza porque es lo más similar que tenemos, aunque cabe señalar se trata de otro virus, y aunque es frágil, al parecer nosotros lo propagamos muy exitosamente.
--¿Cómo podemos afectar su estructura para debilitarlo o destruirlo en el medioambiente?
--El COVID-19 se puede destruir muy fácilmente con la limpieza. Tanto en las manos como en las superficies. Los jabones funcionan perfectamente bien, siempre y cuando se usen de una manera correcta. Está todo bien con el alcohol, pero con el jabón también. Solo que hay que hacerlo con conciencia, no pasar un trapito por el medio de la mesa y listo. La gente está acostumbrada al alcohol en gel, y para mí está perfecto cuando estamos en la calle o en alguna situación en la que no nos podemos lavar las manos, pero de verdad que el jabón funciona bien. Hay que advertir que hay virus que si no utilizás lavandina, por ejemplo, no los podés destruir, pero en este caso en particular no pasa.
Ecosistemas, comida y ¿salud?
--De pronto aparece la idea de que un chino se toma una sopa de murciélago, se infecta y se convierte en el paciente cero, como una casualidad o hecho aislado. Ahí surgen varias preguntas, nuevas o viejas, también imaginarios muy arraigados. Se piensa que están las enfermedades de los animales y las humanas por separado, pero al parecer los virus pueden saltar de especie en especie. ¿Esto es una novedad o estamos frente a las leyes de la evolución?
--Los virus, en general, tienen definido su hospedador. Sin embargo como mutan con mucha frecuencia, es probable que hagan un salto de especie y de repente usen otro hospedador. Algunos virus lo hacen con más frecuencia que otros. La influenza en particular muta mucho, por eso tuvimos los problemas de la gripe de aves y la de porcinos. Corona en general también muta. Pero esto no pasa de un año para el otro, aunque sí se está viendo que cada diez años algunos de estos virus hace un salto de especie. Con el Corona lo vimos a partir del SARS y el MERS. La cuestión es el contacto prolongado o no adecuado con los animales. No va a pasar nada si alguien caza un murciélago y lo destripa. El problema es si esa situación se repite con un gran flujo de personas y un gran flujo de animales. El SARS, según se afirma, provenía de un gato salvaje, que también se come en Asia. El MERS de los camellos. Afortunadamente ambos virus no se llegaron a propagar tanto.
--En relación a los animales silvestres, esos animales que no están bajo el control de la industria y que son extraídos de su medio, se puede pensar que también muchas veces se trata de agresiones extendidas a sus ecosistemas, que son depredados por alguna industria. Entonces están quienes plantean que la rápida desaparición del ambiente natural da lugar a esas apariciones que estaban escondidas en la profundidad de los ecosistemas.
--Siempre que comamos un animal “no controlado” existe la posibilidad de contraer algo. Si con los controlados cada tanto tiempo surgen brotes, con los silvestres nos podemos sorprender de las enfermedades que podemos llegar a contraer. Además si nos metemos en un ambiente donde no estuvimos antes, claramente puede emerger otra enfermedad.
--¿Qué pasa con los saltos y mutaciones desde de las especies de animales conocidas como “de granja”, las que son criadas para ser alimento? Existen quienes critican, sobre todo en este contexto, al aparato productivo industrial de alimentos como causante de nuevas enfermedades. Plantean críticas al uso indiscriminado de antibióticos, antivirales, hacinamiento y todo tipo de hormonas para el crecimiento rápido. Esa manipulación de las especies "de la granja", ¿puede estar involucrada en estas nuevas enfermedades?
--La industria alimentaria funciona por economía. Si tomamos en cuenta el costo de un pollo, si se aplicara todo lo que se dice no les convendría producir porque el precio sería otro, mucho más alto. No digo que no les aplican nada, pero no es tan así como se dice en estos momentos. Aunque todo eso no es lo que nos lleva a este tipo de enfermedades. Tampoco digo que no pueda pasar nada, que no tenga efectos, porque siempre nos sorprendemos, pero este tipo de enfermedades se puede propagar o desarrollar más por el hacinamiento animal, y en algunos países lamentablemente lo vemos cómo lo practican. Incluso los humanos que trabajan con esos animales tampoco están adecuadamente protegidos, y eso también lleva a peligros. No así la aplicación de diferentes sustancias, que no la veo como un factor de riesgo para esto en particular.
--Siguiendo con la cuestión alimenticia, ¿es segura la edición genética en los alimentos, tanto vegetales como animales? ¿No hay riesgos de "desarreglos genómicos" como efectos colaterales de la manipulación?
--Toda la edición genética realizada sobre cultivos la veo como algo positivo, porque lamentablemente hay cada vez más problemas con la productividad de los alimentos. Las ediciones genéticas se hacen para mejorar los cultivos. Esos productos, al pasar por el aparato digestivo o al ser cocinados, se transforman, no es que el material genético modificado se nos va a integrar por digerirlo. En teoría, desde ese lado, no hay peligro. Por ahora la edición genética de alimentos es algo que yo apoyo para poder satisfacer la demanda de la población, para tener granos más grandes y mejores alimentos.
--¿Y en relación a la manipulación de genes de animales?
--Actualmente todo lo que se hace es selección de genes, no edición. Todo lo que es edición genética está en pañales aún. Se hace a nivel experimental y no en producción. Son pruebas, porque tampoco se pueden sacar a la venta sin ver qué pasa a largo plazo.
--Dentro de los discursos que circulan en estas coyunturas de crisis, más como una teoría conspirativa que como un planteo político, aparece la pregunta de si es posible que se estén desarrollando bioarmas o que alguno de los brotes recientes tengan relación con este tema.
--La idea de las bioarmas constituye un problema desde hace mucho tiempo. En primer lugar se piensa que son algo fácil de hacer, pero no es así. Y sucede que a nivel ético eso está controlado, ya que todo lo que se investiga pasa por un Comité de Ética y en el caso de ser relacionado con una bioarma no se va a poder hacer y se cancela. Más allá de eso, no sabemos si algún país tiene algún programa para esos desarrollos. Pero alguien en un laboratorio controlado no lo puede hacer, y por dos razones: primero que está prohibido, y segundo porque no es algo simple. Además un arma biológica es como un arma atómica, en el sentido de que no es algo que se pueda usar sin graves consecuencias, por ejemplo todavía existe una condena mundial a quienes lo hicieron, pero siempre cabe una posibilidad y podemos sorprendernos.
Investigación y política pública
--En relación a los modos de enfrentar una crisis sanitaria como ésta, hay países como Inglaterra en donde se plantearon en algún momento que el virus se disemine para no detener la economía y que las defensas de cada individuo se generen con el desarrollo de la enfermedad. Otros países enfatizan la profilaxis, y otros van por el camino del aislamiento severo. ¿Cuál es la mejor manera de enfrentar este tipo de situaciones desde la salud pública?
--En mi opinión, lo que tenemos es que hay efectivamente población en riesgo, como la gente mayor. Todavía no estamos seguros qué pasa con los niños, que son siempre los más vulnerables. Además están quienes tienen alguna enfermedad preexistente. Si ya estamos trabajando todo el tiempo para proteger a esas poblaciones, esta situación no debe ser diferente. Obviamente que la economía de los países va a sufrir, y entonces puede surgir el dilema: proteger la economía del país o a la población. Opino que los países que decidieron encerrar a la gente fueron por el lado humano, eligieron perder económicamente para preservar a la población. Por más que parecen números, si es alguien tuyo, alguien que te importa, deja de ser un número. Lo que están haciendo ahora de pedirle a la gente que se quede en sus casas, a mí me gustaría que hagan caso y que la gente se quede en sus casas. Que se laven las manos. Que eviten los lugares de contagio y tomen todas las medidas de prevención, así es más probable que no lo propaguemos. Esto se va a terminar en algún momento, o porque se va a encontrar la vacuna o porque el ciclo natural lo va a terminar. Hay que resistir hasta ese momento como sea. Entiendo el aburrimiento, pero necesitamos hacer esta especie de paro generalizado para pasar la crisis más rápido. Lamentablemente es una enfermedad que dura alrededor de dos-tres semanas y el que tenga el virus va a estar contagiando mucho tiempo, no es algo que se corta rápido. Por eso lo más justo, teniendo en cuenta la vida humana, es seguir exactamente lo que nos están diciendo. En relación al pánico, no es algo justificado, porque no van a desaparecer los alimentos y el alcohol no es lo más necesario para la circunstancia, porque esto se resuelve con otros productos también.
--¿Puede la ciencia estar preparada de otra manera para enfrentar este tipo de eventos?
--Para algo nuevo, muy difícilmente. No es que actualmente no estemos listos, porque estamos listos para la tarea de investigación y el desarrollo de curas. Pero lo que no se sabe es qué puede aparecer. En ese sentido este virus nos sorprendió. La gente está trabajando mucho en esto, y muy rápido. Por ejemplo con una vacuna ya podemos producir algo que se llama “inmunidad de manada”, que es lo que estamos proponiendo siempre para la influenza. Se propone vacunar a toda la población, pero no pasa eso, pero lo que sí se logran son barreras mediante los grupos que sí se vacunan y así no se llega a propagar. Con este virus que nos agarró de sorpresa se podrá hacer esto mismo con una vacuna, y mientras tanto hay que ayudar a que no se extienda.
--¿Mientras se desarrolla la vacuna no se puede también pensar en el desarrollo de un antiviral específico para combatir la enfermedad en las personas ya afectadas?
--Tenemos muchos virus con los que convivimos, no hay antivirales para todas las enfermedades que tenemos ahora, y menos para este… Hay gente que trabaja toda su vida en un antiviral y luego funciona relativamente. Es un tema muy frustrante y los virus no colaboran con la situación, por muchos motivos. Por ejemplo, influenza todavía la estamos curando mediante la atención de los síntomas, el virus tiene su ciclo y lo único que intentamos es que no se desarrolle la enfermedad grave, por ejemplo con una neumonía. Con este virus puede ser que tengamos la suerte de encontrar el antiviral, sería genial, pero no es donde yo tengo mis esperanzas. Sí las tengo en las vacunas. Puntualmente con el desarrollo de los antivirales el problema es saber qué probar, porque las pruebas se deben iniciar en las células, luego vienen otras pruebas en animales, y después en humanos, un ciclo muy largo, y en dos semanas no se puede hacer magia, no existe "Dr. House" en la vida real. Con los que ya están aprobados se podría ver qué pasa para este caso, pero con lo nuevo y en desarrollo tiene que pasar una serie de ensayos que tarda mucho, pero mucho, incluso algunos antivirales que hace diez años estaban en pañales todavía siguen en pruebas.
--¿Hay algún escenario más probable que otro para el futuro de este virus?
--Muchos virus que han causado este tipo de problemas en un momento no se desactivaron, solo que empezamos a convivir con ellos y luego no nos hacen el mismo efecto. La conocida como “fiebre española” de 1918 mató mucha gente y ahora circula sin mayor inconveniente. Nuestro problema es cuando nos cruzamos con un virus nuevo, porque el sistema inmune no lo vio antes y la virología tampoco, entonces no podemos hacer mucho en el corto tiempo. Es por eso que todos piden aplanar la curva de crecimiento, para darle tiempo al sistema de salud y darnos tiempo para encontrar una solución.
--¿Es así nuestro futuro inmediato como especie, un planeta en el que pueden estallar pandemias de modo recurrente?
--Cada tanto algunos virus llegan muy lejos. Este virus en particular nos sorprendió con el alcance que tuvo. La influenza que arrancó en México se frenó muy rápido. Estos eventos pasan y van a seguir pasando. Lo que me parece es que la gente tiene que tomar conciencia de que no es un juego, que siempre hay población en riesgo y que todos pueden colaborar con la situación. Es mejor aprender el comportamiento adecuado para las pandemias de una vez, porque no va a ser el último virus en aparecer. Y además hay que intentar aprender de los errores de los demás, como Italia, que ignoró el problema.
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Foto de portada: Facundo Grecco
Diseño: Laura Caturla
Algoritmo, divino tesoro
Por Marcelo Maggio
Hace unos pocos años, allá por los 90, un estudiante de programación leía un manual del lenguaje Turbo Pascal que decía que un algoritmo “es un método para resolver un problema mediante una serie de pasos precisos, definidos y finitos”. Intentaba recordar la definición para aprobar el examen. Aprendió, aprobó y sigue recordando esas palabras del libro de Luis Joyanes Aguilar. El estudiante creció, tuvo hijos, formó una familia. “Papá no entres a Netflix con mi usuario que me desconfigurás el algoritmo y me termina recomendando cualquier porquería”; “tu lista de Spotify sí que te conoce, a mí el algoritmo me tira siempre lo mismo”; “¿viste los últimos videos de Dross en YouTube?, ¿no te salen?, entrená mejor a tu algoritmo”. Solo algunas conversaciones que se dan en la familia, que incorpora no solo nuevos dispositivos y plataformas, sino también un nuevo lenguaje.
Pero, ¿cómo llega el término algoritmo a la vida cotidiana, a la prensa, al trabajo? ¿Por qué alguien que no leyó el libro de Joyanes Aguilar usa algoritmo como término habitual?
El docente de la UNNOBA e investigador en aprendizaje automático, Juan Pablo Tessore, explica que si bien el concepto tradicional de algoritmo no ha cambiado, sí hay que entender que se trata de “dos tipos de algorimos distintos”. “Antes el programador escribía un conjunto finito de instrucciones para resolver un problema, y punto. En cambio los algoritmos que usan Google o Netflix se basan en inteligencia artificial, y son algoritmos a los cuales el programador no les dice explícitamente 'qué hacer' sino que se les especifica un conjunto de parámetros que el algoritmo debe tener en cuenta para luego, y a partir del análisis de un conjunto muy grande de datos, hacer inferencias”.
"Hoy ya queda claro que los datos son 'el nuevo oro' del siglo XXI: todos guardan datos de todo tipo y creen que en algún momento se usarán. No se piensa mucho si esas recopilaciones son o no legales"
Leonardo Esnaola, también docente de la UNNOBA e investigador del área Aprendizaje de Máquina, agrega que “los algoritmos inteligentes surgen en los años 60, pero en ese momento no había la suficiente cantidad de datos ni tampoco un hardware (computadoras) que pudiera hacer operaciones tan demandantes de cálculo como las actuales”. Claro que el abaratamiento de los costos en la informática y, sobre todo, la enorme y gigantesca base de datos que aportó internet derribaron esas dos barreras del pasado reciente. “Antes eran muy pocas las empresas que guardaban datos porque la tarea tenía un costo muy alto e incluso no se sabía qué valor podrían tener esos datos”. Hoy ya queda claro que los datos son “el nuevo oro” del siglo XXI: todos guardan datos (o al menos eso se supone) de todo tipo y creen que en algún momento se usarán. No se piensa mucho si esas recopilaciones son o no “legales”, pero se guardan.
La gran diferencia que marcan los docentes es la irrupción de la inteligencia artificial. Destacan que existe un paradigma tradicional en la programación en el cual se escribe cómo hacer algo, que la computadora luego ejecuta. Pero a partir de la llegada de los nuevos tipos de algoritmos, la computadora puede “aprender” a determinar mediante ejemplos. “Es como una metaprogramación en la que se le dice al algoritmo cómo tiene que aprender para hacer una determinada tarea”. Es por eso que también se usa la expresión “aprendizaje automático”.
Mientras nos conectamos utilizamos plataformas y servicios de todo tipo. ¿Donde están esos datos? "Data center": hoy la nube es sinónimo de datos. Estos lugares almacenan las enormes cantidades de información generada.
Una batalla desde el lenguaje
Otro término que se ha extendido desde el terreno informático es el de inteligencia artificial. Una palabra humana, quizás demasiado humana, como inteligencia comienza a estar asociada a lo maquínico y quizás por eso genera temor, como si se tratara de un verdadero Frankenstein del siglo XXI. Entonces, ¿por qué usar el término inteligencia? ¿No podría usarse otro, como “super herramientas cognitivas”, o similares, que marquen una divisoria entre humano y máquina?
"Las computadoras necesitan una mayor cantidad de ejemplos, por eso la necesidad de reunir gran cantidad de datos".
Para Esnaola es correcto el uso del término inteligencia porque “lo que hace el programa es asimilable al aprendizaje humano, es decir que la computadora sigue un algoritmo de aprendizaje, un cómo, que se basa en ejemplos, y lo hace de modo similar a los humanos”. Y destaca: “Si yo te muestro cómo resolver una tarea con un par de ejemplos, vos aprendés. El problema con las computadoras es que necesitan una mayor cantidad de ejemplos, por eso la necesidad de reunir gran cantidad de datos. La inteligencia está puesta ahí, en el aprendizaje, que pueda hacer cosas que vos, en un inicio y como sucedía con los algoritmos tradicionales, nunca le indicaste”.
Esta utilización del término “inteligencia” había llevado a los pioneros de la computación a un proyecto sin salida, al menos por ahora: lograr una inteligencia artificial completa, incluso con una conciencia. “Ese tipo de inteligencia no se ha logrado, y está muy pero muy lejos de lograrse, aunque lo que sí se ha logrado son estos algoritmos que permiten automatizar un conjunto de tareas que antes tenían que ser realizadas manualmente por una persona”, agrega Tessore. Por eso es que hoy la inteligencia artificial agrupa al gran conjunto de algoritmos que implican un aprendizaje de tipo automático.
De la inteligencia a la realidad artificial
“Hay obras de arte creadas por computadoras”, afirma Esnaola, no sin generar un escalofrío. De alguna manera la “inteligencia” maquínica traspasa los límites de lo matemático y se introduce -o intenta hacerlo- en el terreno de lo sensible y lo creativo, hiriendo el ego humano otra vez. “Hay programas, algoritmos, que pueden crear obras que no existían previamente, como en la pintura. Otros pueden leer música, fragmentos, y crear a partir de ahí. Incluso se han hecho experimentos con obras de William Shakespeare como patrón de aprendizaje”, agrega el docente Tessore.
¿Se puede identificar si es creación o simple mezcla probabilística de variables encontradas? Seguros de la potencia algorítmica nuestros docentes afirman: “Una cosa es que se basó en cómo trabaja o compone un autor para hacer algo parecido, y otra es basarse en la forma de crear de muchos autores". Es decir que ellos apuntan a una verdadera potencia creadora de la máquina. Algo digno de ser discutido pero que ya comenzó.
De hecho ese comienzo lo marca uno de los proyectos más emblemáticos en relación a la creatividad de la inteligencia artificial, el denominado Generative Adversarial Network. Según explican en su web “son un colectivo de amigos, artistas e investigadores impulsados por un conjunto de preguntas y sensibilidades comunes alrededor de la llegada de la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas”. Vinculan la inteligencia artificial con el arte y tienen el logro de haber creado la primera pintura hecha por inteligencia artificial vendida en una subasta de la emblemática casa Christie's por la módica suma de 432 mil dólares.
Cómo pensar el algoritmo
Desde el sentido común podría pensarse que para utilizar o generar algoritmos inteligentes se necesitan robots o supercomputadoras. Los docentes de la UNNOBA destacan que “todo depende de la complejidad de la tarea que se quiera realizar”. Lo más importante para ellos es “definir sobre qué datos se va a trabajar y a partir de ahí establecer la tarea”. Clasificaciones, características relevantes y qué se descarta, en qué va a trabajar el algoritmo. “Teniendo los datos y las características relevantes, le damos al algoritmo un conjunto de parámetros a través de los cuales realizar el aprendizaje: ahí comienza el entrenamiento”. Y, como en la escuela, se le hacen las consultas para saber qué tan bien aprendió el señor algoritmo.
Esnaola y Tessore se encuentran embarcados en un proyecto de investigación que forma parte de su Doctorado en Informática. Se trata de reconocer emociones en fragmentos de texto publicados en las redes sociales, para automatizar tareas de análisis que a una persona le pueden llevar miles de horas de lectura. Sobre todo las redes sociales son el gran campo de datos sobre el que se despliegan este tipo de proyectos ya que los datos florecen y son los propios usuarios quienes voluntariamente todos los días brindan sus opiniones y difunden su vida.
Vida privada y huella digital
Sobre el territorio de los datos se despliega también el gran conflicto. Ese nuevo oro intangible de bits tiene una situación legal difusa. Dice Esnaola: “En Argentina tenemos leyes de protección de datos personales, pero como esta tecnología es internacional las barreras de la legislación son grises, ¿dónde aplico la ley, donde residen los datos, donde se obtienen los datos, donde se presta el servicio? Estamos hablando de derecho internacional”.
A partir de los escándalos que cada tanto rodean a las filtraciones de datos cabe preguntarse ¿qué derechos tenemos como usuarios sobre esas “huellas” que dejamos al entrar a internet?, y también, ¿para qué propósitos pueden ser utilizadas? Tessore recuerda algo que sigue siendo central, el acuerdo de los términos y condiciones de cada servicio. “En algunos casos estás intercambiando tus datos por un servicio que es gratuito, y uno voluntariamente al aceptar el acuerdo entregás la información. Lo que debería suceder es que los Estados donde las empresas funcionan puedan determinar qué pueden y qué no pueden recopilar desde una empresa y también qué uso se le puede dar a esos datos”.
El bien y el mal definen por penal
La inteligencia artificial de alguna manera se basa en la creación de sesgos, categorías de personas, para la creación de recomendaciones. Sin embargo están quienes advierten en los peligros que trae este tipo de creaciones, la construcción de prejuicios e incluso la discriminación. Esnaola explica algo que por obvio no deja de ser preocupante: “Los algoritmos están aprendiendo lo que nosotros les enseñamos. Si un equipo de personas se basa en prejuicios para entender o hacer clasificaciones, la tecnología termina aplicando eso mismo”. Incluso hay ejemplos alarmantes como el de “Tay, la robot racista y xenófoba de Microsoft”, un proyecto que duró solo 24 horas online ya que el bot (programa informático que efectúa automáticamente tareas repetitivas a través de Internet) comenzó a abusar de las capacidades de conversación para “responder de forma inapropiada” a los usuarios de Twitter.
Tessore agrega que “hay tareas críticas en las que siempre debería estar la intervención de una persona que supervise al algoritmo o de un ente regulador que determine qué puede y qué no hacer un algoritmo. Podemos conectar un algoritmo inteligente que analice textos al celular de una persona y decidir si sus intercambios son inapropiados o no en relación a algo, como bullying o cualquier otro tema”, pero el algoritmo en estos temas puede ser un recomendador y “en ningún caso quien tome una determinación final”.
Existen posibilidades extremas, como la aplicación de inteligencia artificial a armas (tema abordado en la entrevista con Guillermo Simari en este medio). Los riesgos que implican estos desarrollos van en el sentido de lo que los docentes marcan como “decisiones críticas”. “El algoritmo no es bueno o malo por sí mismo, no se ha logrado que un algoritmo tenga conciencia y diga ‘este profesor es malo y le voy a pegar un tiro’. Por lo tanto lo que consideramos es que, en tareas no críticas y dentro de los marcos de las regulaciones legales, se permita a los algoritmos funcionar de manera autónoma. Un ejemplo de ello serían las sugerencias de videos de Youtube”, indica Tessore.
Y Esnaola agrega en este sentido: “Podés programar un Dron para que vaya a una coordenada y tire una bomba, y eso se puede hacer sin un algoritmo inteligente. Eso se hace con programación. Pero otra cosa es decirle al Dron que sobrevuele una zona y que, basado en una serie de datos que quiero que recoja, elija una resolución y la ejecute. Ahí le estás dando la ‘responsabilidad’ al algoritmo, y eso es lo que no tiene que pasar, sobre todo en tareas críticas en las que está implicada la vida humana”.
Más allá de la distopía
--Tanto desde la prensa, como desde la literatura y la crítica social se sopesa el horizonte distópico por sobre los beneficios de la inteligencia artificial. Ustedes son programadores y es su trabajo desarrollar altoritmos inteligentes, ¿qué utopías o beneficios podemos esperar del desarrollo de estas herramientas, y así dejar atrás las visiones macabras y pesimistas del estilo Black Mirror?
Tessore --En primer lugar destacamos que se puede dar un salto importante en la productividad. Por ejemplo, si un algoritmo puede procesar imágenes para causas judiciales, le da mucho más alcance a la Justicia en relación a la cantidad que puede analizar en comparación con un humano. En segundo lugar, si se combina la Inteligencia Artificial con la robótica podremos utilizar la tecnología en ámbitos que son peligrosos, hostiles o imposibles para los humanos, desde sitios radioactivos a los insalubres o bajo tierra. Creo que junto a la robótica nos da una seguridad para la vida humana en no intervenir en esas tareas de riesgo alto.
Esnaola --Creo que las tareas también van a ir surgiendo de forma creativa, de modo que se va a ir ampliando esta tecnología para mejorar tanto condiciones de vida, como de seguridad o en la economía, por ejemplo. Hay muchas áreas en las que se puede intervenir. Sin embargo esos algoritmos van a ser tan buenos como el entrenamiento que se haga de ellos y van a ser tan confiables como el trabajo que tengan por detrás. Y siempre tienen que haber personas y definiciones éticas que intervengan en esos procesos de entrenamiento. Pero también está lo individual, lo que cada uno quiera para su vida: ¿cuánto confiamos en la tecnología, cuánto queremos que haga por nosotros? Ahora en Gmail hay sugerencia de texto mientras se escribe, ¿eso es bueno o malo? ¿Google se está “metiendo” en tus textos? Cada uno, cada persona humana, tendrá que aprender a tomar sus decisiones también.
PERFILES:
Leonardo Esnaola es egresado y docente de la UNNOBA en las asignaturas Gestión de Proyectos y Sistemas Inteligentes en las carreras de Informática. Es también investigador del Instituto de Investigación y Transferencia de Tecnología de la UNNOBA y doctorando en Informática en la Universidad Nacional de La Plata. Se especializa en aprendizaje automático.
Juan Pablo Tessore es egresado de la UNNOBA y docente en la asignatura Lenguajes de Programación y Compiladores en la UNNOBA. Es investigador del Instituto de Investigación y Transferencia de Tecnología de la UNNOBA y becario doctoral de la CIC de la provincia de Buenos Aires y cursa el doctorado en Informática en la Universidad Nacional de La Plata. Se especializa en aprendizaje automático.
Créditos:
Producción y edición de video: AURA UNNOBA
Adaptación de imagen: Laura Caturla
De Junín a las estrellas
Por Marcelo Maggio
La nave espacial iba rumbo a un destino pautado, otro planeta lejano y desconocido, por eso toda la tripulación estaba en hibernación. Sin embargo, debido a un cúmulo de “materia oscura” fueron a parar a otra parte, muy lejos del punto de destino, en el medio de algún lugar del espacio. La escena corresponde a la serie Otra vida (Netflix, 2019) y no es una casualidad que la materia oscura ya sea un tema de la ciencia ficción: es una parte de la Física que está ahí para ser investigada porque arroja muchísimas preguntas y rompe con todo lo previsto hasta ahora, incluso en la ficción.
“La materia oscura es el próximo escalón a seguir por parte de la Física y en ella se centran la mayoría de los esfuerzos actuales de la disciplina. Su estudio promete abrir nuevos horizontes sobre la comprensión de la realidad”, plantea Florencia Castillo, quien dictó la charla “El lado oscuro de la materia” en el aula del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas de la UNNOBA, ante un auditorio intrigado y sorprendido.
Ella asegura que desde muy chica tenía la costumbre de mirar al cielo en la noche y repetirse siempre la misma pregunta: ¿por qué brillan las estrellas? Seguramente en el patio de su casa de Junín, o al volver muy tarde en una jornada invernal del Colegio Parroquial San José. Pero ella, no se quiso quedar con la duda y rumbeó hacia la Universidad Nacional de La Plata, con 17 años, y muchas preguntas, para estudiar Astronomía.
A los 23 años ya estaba recibida, con premios y cartas de recomendación. No tuvo tiempo de volver a Junín a despedirse de su familia, cuenta entre lágrimas, porque la estaban esperando en Valencia. Florencia Castillo había ganado una de las tres becas doctorales que otorgó el Instituto de Física Corpuscular (IFIC, CSIC-Universidad de Valencia) en 2017.
Para entender las estrellas tenía dos caminos: seguir mirando el cielo o hacer todo lo contrario, buscar las respuestas en las partes más pequeñas de la materia: las partículas. “Podés hacer Física de colisionadores, como la que yo hago, y lo más importante que hay ahora en este terreno es el Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire -más conocido por sus siglas CERN-, que tiene cuatro detectores y en dos de ellos es que se hace la búsqueda de la materia oscura”. El IFIC de Valencia está asociado al CERN, y por eso su trabajo depende de las líneas de investigación que allí se aprueben y experimenten.
¿Cómo es trabajar en el laboratorio más grande del mundo? ¿Qué se siente caminar por los pasillos que alguna vez caminó Tim Berners Lee o alguna otra estrella mundial de la ciencia? Florencia no lo duda y responde: “Para mí es el trabajo que elegí, y espero poder seguir haciéndolo”.
En la actualidad hay una "carrera" por la construcción de laboratorios con detectores de colisiones de partículas. China, Japón y Europa son los que están a la vanguardia, sin embargo por ahora es el CERN quien dispone de la conocida como “máquina de dios”, ese lugar en el que se quieren recrear las condiciones del Big Bang o explosión originaria del universo. Son 38 países y 3 mil personas las involucradas solamente en uno de los detectores, denominado ATLAS, que tiene el objetivo de observar los residuos de una colisión para saber si se ha creado algo nuevo o no. En un inicio, la tarea de Florencia fue, mediante su beca, sumarse a un proyecto y a un grupo para estudiar uno de los temas relacionados con la materia oscura. Ese fue el primer desafío: elegir en qué línea de investigación se iba a adentrar.
Modelos y anomalías
Dentro de la Física está lo que se conoce como el modelo estándar, pero que tiene un problema: solamente puede explicar el 5% de la composición del universo, la materia ordinaria. ¿Qué sucede con el otro 95%? Florencia Castillo explica que “todo empezó con una observación que se hizo a un cúmulo de galaxias, un objeto astrofísico que se puede observar, y con la luz que llegaba se podía calcular la masa y su velocidad gracias a los valores que se conocen por la constante de la gravedad”. Sin embargo “los científicos se encontraron con objetos que tenían mayor velocidad que la que tendrían que tener: ese fue el primer indicio”. Estaban pasando cosas que no respondían a los modelos predictivos establecidos.
Como lo sucedido no se podía identificar ni ver se le asignó el nombre de materia oscura. ¿Cómo es que algo no se puede ver? Simplemente no refleja la luz. Comienzan entonces a construirse modelos teóricos que intentan explicar el fenómeno y a establecerse experimentos que permitan verificar esos modelos. “En el modelo estándar no hay ninguna partícula que haga eso, que se comporte como una materia oscura: reflejan luz, es decir, interaccionan electromagnéticamente. Las teorías para explicar esto son varias. Una de ellas plantea que hay nuevas partículas, que no vemos ni podemos interacturar con ellas, por lo tanto no las podemos entender desde la ciencia”, comenta.
La imposibilidad de interactuar con algo para la ciencia es no poder observarlo ni poder experimentar con ello, “entonces la única manera sería recrear condiciones, como aquellas en las que estas partículas se hayan creado, como el inicio del universo”. Castillo indica que eso es lo que se hace dentro de los colisionadores de partículas.
La más conocida o extendida de estas teorías es la de la supersimetría (o por sus siglas SUSY), la cual propone “una duplicación del modelo estándar”. Otra teoría que se ha hecho popular es la "teoría de las cuerdas", que propone que “las partículas pasan a ser un pequeño filamento, sobre la cual Juan Maldacena, un premiado investigador argentino, desarrolla su trabajo”.
También están quienes postulan la existencia de partículas neutras como los axiones que explicarían el funcionamiento de la materia oscura. Todas estas teorías y modelos intentan predecir y explicar por qué hay más partículas de las que podemos observar. Sin embargo la cuestión se complejiza cuando Castillo afirma que “solo algunas de esas partículas son candidatos a ser materia oscura, otras no”.
Dentro del modelo estándar, la materia puede reflejar ondas electromagnéticas en cualquier frecuencia, desde el infrarrojo hasta el ultravioleta. ¿Pero en el espacio esas ondas se comportan igual que en la Tierra, lugar en el que se puede hacer experimentos? Castillo explica que “la interacción, en este caso, está asociada a la partícula que denominamos fotón”. Y agrega: “Al aplicar el modelo estándar, el fotón está bien entendido y se comporta igual en todos los lugares. Pero si el medio cambia, puede cambiar su velocidad o índice de refracción. La luz la tenemos bien entendida y gracias a eso conocemos mucho del universo: la luz nos dice sobre la temperatura en la que está algo o su composición química”.
Del cielo al ensayo
Nadie llega a un lugar como el CERN, escribe un programa informático, presiona un botón y se pone a colisionar partículas diciendo “este es mi experimento”, poniendo en juego recursos de miles de millones de euros. Suena lógico. “Hay varias etapas -cuenta Castillo-. La primera, cuando entrás en un proyecto como el que requiere utilizar algo como ATLAS, que es de tipo internacional, es tratar de hacer una tarea para mejorar un experimento. Lo que hice en mi primer año fue aplicar ‘simulaciones’ de colisiones de protones para entenderlas un poco mejor, cambiar parámetros para ver cuál predecía mejor los datos que se habían tomado. Luego viene la parte computacional, recrear esa simulación y para eso, por ejemplo, yo desarrollo mi propio software en lenguaje Python y realizar mis propios estudios”.
Si todo va bien en estos ensayos teóricos y simulaciones informáticas, recién ahí se puede pasar a una solicitud de experimento o de lectura en una institución como el CERN, para obtener “los datos que arroja el colsionador”.
“Es necesario tener mejores experimentos -argumenta Castillo- porque es la única forma de avanzar. Esto significa, entre otras cosas, tener que subir la energía para crear partículas más pesadas. También es importante poder colectar más información sobre las colisiones, y para eso es necesario una mejora en la ingeniería del detector, ya no en el colisionador”. Esta propuesta de mejora ya fue aceptada y se la conoce como High Luminosity LHC, y empezará a funcionar en 2026.
Además Florencia Castillo participó en un proyecto de mejoramiento del experimento sobre la detección de la materia oscura, publicado en un paper que explica las condiciones del experimento y las mejoras. “Ahora, además, lo que estoy haciendo es usar otro modelo diferente de producción de materia oscura, porque hay muchos”.
El ensayo a partir de “colisionar partículas” nace de dos teorías: la cuántica y la relatividad. Albert Einstein planteó que la energía se convierte en masa y la masa en energía, que hay una igualdad. El otro ingrediente es la mecánica cuántica, que dice que todo es posible, no en el sentido místico, sino en la Física. Por ejemplo, si hay energía entonces se pueden crear partículas nuevas con determinada masa. “La idea de colisionar partículas es observar en cuáles de los muchos eventos que ensayamos se pueden crear nuevas partículas, nuestro ‘candidato a materia’. Si por modelo estándar sabemos qué tiene que pasar tras cada colisión y lo comparamos con los modelos de materia oscura, podremos saber si ha ocurrido la creación de una partícula desconocida”, refiere Castillo.
El universo está conformado por un 30% de materia y un 70% de energía. Pero Castillo lo explica y desagrega para darle una real dimensión a la importancia de la oscuridad en todo este asunto: “El universo esta formado, aproximadamente, por un 5% materia ordinaria (nosotros, el sol, los planetas), un 25% materia oscura, y el resto, ese 70%, es energía oscura”.
Castillo también detalla la diferencia entre materia y energía oscura, ya que “no son lo mismo”: “La energía oscura es una presión negativa que hace que el universo se expanda aceleradamente, va en contra de la gravedad. Pero la materia oscura, eso que no vemos, hace que las cosas se muevan más rápido de lo que podemos entender. Pero si sumamos ambas contribuciones hablamos del 95% del Universo”.
Across the Universe
---Algo derivado de la ciencia ficción y que plantean algunas series como Star Trek, ¿se puede superar la barrera de la velocidad de la luz?
---No, las teorías que manejamos hoy en día nos dicen que nada va más rápido que la luz. Si quisieras hacer un viaje interestelar, la estrella más cercana al Sol se llama Alfa Centauri, y está a 5 años luz, es decir que tenés que viajar 5 años a esa velocidad para llegar al lugar. Sin embargo, la sociedad tiene que enfrentar varias problemáticas, como la ecológica y, en caso de sobrevivir como especie, agotamiento del Sol, es decir que en algún momento la sociedad se va a tener que plantear la necesidad de viajar a otra estrella, porque el Sol se agotará. Pero actualmente no tenemos idea de cómo hacerlo. Pero entender la materia oscura implica entender un poco más el universo, lo cual podría llevar a realizar esa tecnología.
---¿Y qué pasa con el tiempo? ¿Se lo puede manejar como plantea Einstein a partir de las curvaturas que hay en el espacio?
---Lo que dice la teoría de Einstein es que nosotros estamos en un filamento de espacio-tiempo, si cambiás el filamento te cambia el espacio y el tiempo, ambas. Lo que que plantea es que un objeto masivo, como un agujero negro, curva el espacio y a medida que te acercás cambia el tiempo también. La distorsión del tiempo hace que para una persona en la tierra pasen 10 años y el que está en el agujero negro sólo viva 1 segundo.
---¿La curvatura total se da en el agujero negro?
---La teoría de la relatividad plantea que podemos llegar solamente al horizonte, a lo externo del agujero negro. La otra parte del agujero, la singularidad, que es donde está el agujero del espacio-tiempo, el cual podría llegar a ser un pasaje a otro universo a través de un agujero de gusano. Pero no hay evidencia física de eso, porque para salir de la singularidad tendrías que superar la velocidad de la luz, y por lo que sabemos no es posible superarla.
---En la prensa argentina estuvo presente durante este año la teoría de los terraplanistas a partir de campamentos y una serie de actividades que realizaron. ¿Cómo impacta en tu campo de trabajo la existencia de estos grupos? Es decir, hay un grupo de gente que estaría diciendo que lo que ustedes hacen es meramente conspirativo y falso.
---Creo que darle espacio a ese tipo de pensamientos es también una manera de darle la espalda a la ciencia. La sociedad está hecha de lo que es. Nosotros como científicos decimos lo que estudiamos, cómo lo hacemos y esperamos que la sociedad nos tome en cuenta. Hasta cierto punto es culpa nuestra si se plantean estas dudas, porque tenemos desde la ciencia una responsabilidad social de llevar lo que hacemos. Si nadie se entera de lo que estamos haciendo se da lugar al surgimiento de las especulaciones. Tenemos que llevar la ciencia a la sociedad, porque la ciencia en definitiva es una construcción social y cultural, y si no lo hacemos no se avanza, es más se puede retroceder. Si la sociedad no cree en la ciencia, los científicos en definitiva no tendremos los recursos ni los espacios para trabajar. En España nos exigen que hagamos divulgación, que vayamos a colegios, esa parte social está exigida y así nace la confianza de la gente.
---¿Cómo ves tu futuro?
---¡Oscuro, como la materia! Espero terminar el año que viene en España y ver qué hago. Mi idea es seguir haciendo ciencia, me gustan muchas ramas, no solo la Física de partículas. Vamos a ver con qué puedo seguir y dónde.
- Crédito imagen de portada: "Artistic view of the Higgs Field", publicada por el CERN Document Server
- Diseño: Laura Caturla
- Imágenes gentileza de Florencia Castillo